Editorial 7

Política

El camino hacia la reactivación de las centrales nucleares

El primer ministro de Japón, Noda Yoshihiko, manifestó durante la reunión de la Comisión de Presupuestos de la Cámara Alta mantenida el 14 de marzo que, en principio, consideraba muy difícil que se construyeran nuevas centrales nucleares en el país, y que sobre las que se encuentran en construcción habría que decidir en cada caso, ya que “algunas están [construidas] en un 90%”. Añadió que no se trataba de “una disyuntiva”, dando a entender que podría autorizar la puesta en funcionamiento de aquellas que se encuentran en un estado de construcción más avanzado. En cuanto a la reactivación de las centrales que actualmente se encuentran paralizadas, dijo que tomaría “una decisión política, tras juzgar si se puede conseguir el consentimiento de la región”.

Según una información aparecida el 14 de marzo en el Asahi Shimbun, la Comisión de Seguridad Nuclear, órgano de la Oficina del Gabinete, dio un día antes su aprobación, en líneas generales, al informe primario que recoge los resultados de la prueba de resistencia avalada por la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial, dependiente del Ministerio de Economía, Comercio e Industria, en los reactores 3 y 4, actualmente fuera de funcionamiento por revisión periódica, de la central nuclear de Ōi (prefectura de Fukui), operada por la Compañía Eléctrica de Kansai. El rotativo añade que próximamente la Comisión emitirá un documento definitivo de confirmación en el que se solicitará, entre otras cosas, que se realice sin falta una segunda prueba. Se esperaba que el primer ministro Noda, junto al secretario del Gabinete, Fujimura Osamu, el ministro de Economía, Comercio y Transporte, Edano Yukio, y el ministro extraordinario para Política Nuclear, Hosono Gōshi, hicieran durante el mes de marzo una valoración integral de la seguridad de las plantas nucleares, solicitaran el consentimiento de la región para la reactivación de las mismas y, si lo obtenían, dieran definitivamente luz verde a esa reactivación en una nueva reunión del Consejo de Ministros.

El Mainichi Shimbun publicó el 14 de marzo un artículo en el que criticaba la actitud del gobierno por ser demasiado favorable a la reactivación. Pero el gobierno debe decidir de alguna forma la reactivación de las plantas paralizadas por la revisión periódica. Según cálculos gubernamentales, si Japón llega al verano con todas sus centrales nucleares paralizadas, el conjunto del territorio abastecido por las nueve compañías eléctricas regionales (exceptuando Okinawa) podría sufrir, como promedio, una insuficiencia de suministro del 9,2%. Debido a los retrasos en la vuelta al funcionamiento de las plantas, el índice de utilización de las instalaciones nucleares cayó en febrero al 6,1%, y el coste derivado del consumo de combustible para alimentar las plantas térmicas que proveen al país de electricidad está experimentando un fuerte incremento. El volumen de combustible consumido por las diez compañías eléctricas regionales entre marzo del año pasado y febrero del año en curso fue 2,1 veces mayor que el consumido en el mismo periodo del anterior año fiscal en el caso del fueloil y del crudo, y 1,3 veces mayor en el caso del gas natural licuado. Si las centrales nucleares continúan paralizadas, se prevé que las compañías eléctricas tendrán que pagar, en conjunto, tres billones de yenes más al año en combustible. Y si, como consecuencia de la situación de tensión que rodea a Irán, el precio del barril de crudo –que ya supera los cien dólares- sufre nuevas subidas, ese coste será todavía mayor.

Tras el accidente en la planta nuclear Fukushima Daiichi, a lo largo de este año, las normas de seguridad de estas instalaciones se han endurecido en todo el mundo. El Organismo Internacional de Energía Atómica se está moviendo ya para conseguir la obligatoriedad de que las centrales nucleares se sometan a una encuesta sobre seguridad por parte de equipos de expertos internacionales. En Estados Unidos, hace poco, la Comisión Reguladora Nuclear obligó a las compañías eléctricas a que, para finales de 2016, reforzaran el sistema de ventilación de emergencia de los reactores fabricados por General Electric de modelo idéntico a los de Fukushima Daiichi, renovaran los medidores de nivel de las piscinas de combustible nuclear utilizado y mejoraran la dotación de equipamiento de reserva para hacer frente a incendios de grandes proporciones. Esperemos que el gobierno de Japón tome nota de todos estos hechos y establezca reglamentos de seguridad acordes con los estándares internacionales, y que el primer ministro, por su parte, demuestre su liderazgo y tome la batuta para conseguir la reactivación de los reactores paralizados.

En el municipio de Tomari, donde la Compañía Eléctrica de Hokkaidō opera una central nuclear, Makino Hiroomi fue reelegido alcalde automáticamente al no presentarse otro candidato a las elecciones municipales de enero. En una entrevista concedida al Denki Shimbun, donde salió publicada el 13 de marzo, Makino afirmó que “aunque es cierto que en Fukushima Daiichi se produjo un accidente grave, es de todo punto impensable que el resto de las centrales del país sufran un accidente similar. Lo que ocurre es que, como los medios de comunicación siguen diciendo que lo mismo que ocurrió con Fukushima Daiichi ocurrirá con todas las centrales nucleares de Japón, se ha creado en todo el país un ambiente contrario a las centrales. Pero en tanto sea imposible sustituir esa energía por energías renovables, incluso en esta situación yo considero la energía nuclear una fuente de electricidad clave, fundamental. Y precisamente por eso creo que debemos mantener este sector, sobre la premisa de que se ejecuten las medidas necesarias para que los vecinos de las áreas en que se encuentran las centrales puedan vivir con tranquilidad”. Soy de la misma opinión.

Desarrollo nuclear iraní: implicaciones para Japón

El problema que supone el programa de desarrollo nuclear iraní, al que me he referido antes, se ha convertido en el principal riesgo geopolítico para el mundo. Por el momento parece que se ha alejado el peligro de que, en respuesta al endurecimiento del embargo occidental, Irán pueda cerrar el estrecho de Ormuz y provocar así un conflicto armado. Pero no hay que pensar que Irán vaya a renunciar a su programa de desarrollo nuclear solo porque Occidente endurezca su embargo. Por otra parte, en la reunión mantenida el día 5 de marzo entre el presidente norteamericano, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, los dos líderes coincidieron en no excluir ninguna opción para impedir que Irán disponga de armas nucleares. Pese a ello, todavía se percibe una gran diferencia entre ambos cuando se trata de definir cuándo y cómo actuar.

El tema de la crisis de Irán lo trataré próximamente en este sitio. Lo que quiero remarcar en este momento es el significado que tiene para Japón este riesgo geopolítico. Muy instructivo al respecto es el ensayo de Koyama Takashi, profesor invitado de la Universidad Internacional de Akita, titulado “Dai-san-ji ‘yudan! ’ Iran kiki” (Cuidado con el tercer desabastecimiento de petróleo: la crisis de Irán), que salió publicado en el número de abril de la revista mensual Bungei Shunjū. Koyama afirma que Israel e Irán se encuentran ya, de hecho, en estado de guerra y que, además, “un posible bloqueo del estrecho de Ormuz sería para Estados Unidos un problema militar y para Japón un problema de vida o muerte”. Y es que el 90% de las importaciones japonesas de petróleo procede de Oriente Medio y el 85% llega a Japón a través de este estrecho. En caso de quedar bloqueado el mismo, aunque una parte pudiera canalizarse por oleoductos y enviarse a Japón vía Mar Rojo, nunca sería en cantidad suficiente para cubrir la carencia. Además, de ocurrir un hecho así, el precio del crudo se elevaría alarmantemente. Sería la crisis a la que Koyama se refiere como “tercer desabastecimiento”.

El nivel de la investigación científica japonesa en el contexto internacional

Según “Kagaku kenkyū benchimaakingu” (Punto de referencia en la investigación científica, 2011), un informe emitido en diciembre de ese año por el Instituto Nacional de Política Científica y Tecnológica (NISTEP, por sus siglas en inglés), dependiente del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología, Japón está perdiendo puestos en lo que respecta a la producción de trabajos académicos en el campo de la ciencia y de la tecnología. Sobre el total de trabajos de cualquier área científica o tecnológica escritos en los 25 países más productivos entre los años 1998 y 2000, Japón producía el 9,2% (tercera posición), mientras que en el periodo comprendido entre 2008 y 2010 sólo produjo el 6,6%, bajando hasta la quinta posición. Igualmente, si consideramos el indicador llamado “Top 10% corregido de trabajos más citados”, que se elabora hallando cuál han sido los trabajos más citados por otros investigadores, veremos que el porcentaje correspondiente a Japón era en el periodo 1998-2000 de un 7,5% (cuarta posición), porcentaje que en el periodo 2008-2010 bajó hasta el 5,9% (séptima). El descenso es particularmente ostensible en el área de la ingeniería. En el periodo 1998-2000, Japón tenía un 8,4% de la producción, ocupando el segundo lugar, pero en el periodo 2008-2010 su porcentaje había descendido al 5,3%, bajando dos puestos en la clasificación. En cuanto a la evolución del “Top 10% corregido” entre esos dos mismos periodos, Japón pasó del 6,6% (tercer puesto) al 4,1% (undécimo puesto), siendo superado por China (19%, segundo), Corea del Sur (4,5%, octavo), o Taiwan (4,4%, décimo), y a punto de ser rebasado por otros países como India (3,9%, duodécimo), Turquía (3,7%, decimotercero) o Irán (2,7%, decimoquinto).(*1)

Las compañías Panasonic, Sony y Sharp han tenido que hacer una fuerte corrección a la baja en sus previsiones de resultados anuales hechas públicas durante el tercer trimestre del año fiscal 2011 y se prevé que entre las tres terminen el ejercicio con pérdidas totales de 1,29 billones de yenes. Las causas serán muy variadas. Pero lo que subyace bajo estas cifras es, sin ningún género de duda, un grave declive en el campo científico y tecnológico, muy especialmente de nuestra ingeniería.

(Traducido al español del original japonés)

(*1) ^ El “Top 10% corregido” es un indicador en el que se extraen, en primer lugar, los trabajos académicos que, para un cierto año y una cierta área del saber, entran dentro del 10% con mayor número de citas, introduciendo luego una corrección o ajuste para que, expresado en número reales, su número equivalga a la décima parte del total de trabajos.

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