Editorial 8

Política

En una reunión sostenida el 10 de abril de 2012, el primer ministro japonés, Noda Yoshihiko, llegó a un acuerdo con su homólogo británico, David Cameron, para el desarrollo conjunto de armamento y equipamiento militar. El acuerdo se enmarca dentro de una revisión de los llamados “tres principios básicos y otras disposiciones referentes a la exportación de armas”, que fue anunciada ya por el secretario en jefe del Gabinete, Fujimura Osamu, al comentar los “criterios para el traslado al extranjero de equipamiento de defensa” durante su comparecencia ante los medios el pasado 27 de diciembre.

Flexibilidad en la aplicación de los principios

Los citados principios y disposiciones tienen una larga historia que se remonta a 1967, cuando el primer ministro, Satō Eisaku, los expuso durante un turno de respuestas en la cámara baja de la Dieta. En aquella ocasión, Satō manifestó que su gobierno no permitiría la exportación de armas desde Japón 1) a los países del bloque comunista, 2) a aquellos a los que estuviera prohibido exportar armas mediando una resolución de la ONU, y 3) a los que estuvieran involucrados o pudieran quedar involucrados en conflictos internacionales. Son los llamados “tres principios”, que, de haberse mantenido así, no habrían dado lugar a grandes problemas. El caso es que en 1976, también en un turno de respuestas de la misma cámara, el entonces primer ministro, Miki Takeo, añadió a aquellos tres principios algunos otros puntos. Uno de ellos, el abstenerse de exportar armas a otras regiones del mundo aunque no estuvieran comprendidas en ninguno de los tres principios; otro, dar a la exportación de instalaciones y maquinaria usadas en la fabricación de armas el mismo tratamiento que a la de estas. Estas nuevas disposiciones que acompañan a los tres principios significaron en la práctica una prohibición completa de exportar armas y equipamiento bélico.

Posteriormente se han establecido algunas excepciones a estos principios. En 1983, el secretario en jefe del Gabinete, Gotōda Masaharu, anunció que en consideración al Tratado de Seguridad entre Japón y EE. UU., se suavizaban las restricciones al suministro de tecnología de armamento a EE.UU., lo cual se entendía como una excepción dentro de los tres principios de exportación de armas. En 2005 se estableció una nueva excepción para permitir que estos dos países desarrollasen y produjesen conjuntamente un sistema de seguridad de misiles balísticos.

Según las explicaciones dadas en diciembre de 2011 por el secretario en jefe del Gabinete Fujimura, Japón ya no establecerá nuevas excepciones de carácter individual, sino que definirá un marco global de excepción, partiendo de dos criterios. El primer criterio o condición es que el traslado al extranjero de equipamiento de defensa represente una contribución a la paz o la cooperación internacional, en cuyo caso se posibilitaría tal traslado. El segundo, cuando se trate de desarrollo y producción conjunta de equipamiento bélico, que el país socio esté cooperando con Japón en el área de defensa, y que la producción conjunta de equipamiento bélico contribuya a garantizar la seguridad de Japón, en cuyo caso se llevarán a cabo esas actividades. Últimamente el entorno estratégico de Japón se ha complicado, pese a lo cual su presupuesto de defensa no crece. Paralelamente, va haciéndose cada vez más costoso abastecerse en el extranjero de aviones de combate de última generación y otros equipos de tecnología punta.

Con esta última revisión de los tres principios de exportación de armas, será posible por fin desarrollar y producir conjuntamente equipamiento de defensa no solo con EE.UU., sino también con otros países con los que se haya establecido una relación de cooperación en ese campo, lo cual redundará en el sostenimiento y elevación de la base productiva y técnica de nuestra industria de defensa. Cabe esperar que, en adelante, el gobierno sepa aplicar estos criterios con flexibilidad.

Ayuda japonesa al desarrollo de la región del Mekong

El día 21 de abril se inauguró en Tokio la cumbre entre Japón y los países de la región del Mekong. El primer ministro Noda hizo público que, a lo largo de los próximos tres años, ofrecerá a Camboya, Tailandia, Laos, Myanmar y Vietnam ayuda oficial al desarrollo para financiar infraestructuras por valor de 600.000 millones de yenes. Esta asistencia se aplicará a 57 proyectos, entre ellos el tren de alta velocidad, que representan una inversión total de 2,3 billones de yenes.

Antes de acudir a la cumbre de Tokio, la primera ministra tailandesa, Yingluck Shinawatra, visitó China, donde se entrevistó con su homólogo Wen Jiabao, con quien, además de intercambiar opiniones sobre asuntos de cooperación en la construcción del tren de alta velocidad y en el sector energético tailandés, acordó promover el intercambio comercial bilateral para que en 2015 se sitúe en torno a los 100.000 millones de dólares estadounidenses, 1,5 veces la cantidad alcanzada en 2011. Tailandia se encuentra en una posición central dentro de la gran región del río Mekong. Si bien su situación política experimenta fluctuaciones entre dos grupos opuestos, el monárquico y el que apoya al clan Shinawatra, como estado ha mantenido una firme estrategia económica orientada a la creación de una “mega-región” de alta competitividad internacional cuyo núcleo sería Bangkok. China, sobre la base de un plan maestro para la integración de mercados y el desarrollo elaborado por el Banco Asiático de Desarrollo (ADB, por sus siglas en inglés), está dotando de ferrocarril de alta velocidad, red eléctrica y carretera troncal por corredores “verticales”, del Norte-Sur, con centro en la ciudad de Kunming (provincia de Yunnan, sur de China).

Japón, por su parte, ha apostado en la cooperación económica por corredores “horizontales”, como el Este-Oeste o el Meridional. Gracias a la cooperación económica con China y Japón, Tailandia se encuentra en una posición privilegiada para aprovechar las ventajas de la integración de mercados. Las visitas de la primera ministra Shinawatra a China y Japón para obtener compromisos de cooperación económica son movimientos perfectamente comprensibles desde una perspectiva tailandesa.

La cumbre de Japón con los países del Mekong contó también con la presencia del presidente de Myanmar, Thein Sein. Era la primera vez que un jefe de estado de ese país visitaba Japón desde 1984. Noda comunicó a Thein Sein la reapertura de la línea de crédito en yenes, que se encontraba congelada desde 1987.

Reapertura del crédito en yenes como apoyo a la democratización

Durante el último año, el gobierno de Myanmar ha manifestado que está llevando a cabo una serie de reformas para afrontar los dos grandes retos del país: la pacificación y la consecución de un crecimiento económico que permita elevar el nivel de vida de la población. Las elecciones parciales del 1 de abril y la victoria arrolladora de la Liga Nacional para la Democracia (NLD, por sus siglas en inglés), el partido de Aung San Suu Kyi, así como la reforma del sistema cambiario realizada ese mismo día son pruebas fehacientes de que las intenciones del gobierno son serias. Pero hay que pensar que la oposición a estas reformas irá también en aumento.

Como señala Kudō Toshihiro en su reciente libro Myanmā seiji no jitsuzō (La verdadera cara de la política de Myanmar), durante el periodo de gobiernos militares que abarca de 1988 a 2010, las Fuerzas Armadas de Myanmar han ido consolidando su base de poder. Las reformas conducidas por Thein Sein parten de este hecho, siendo su propósito legitimar y reforzar un régimen cuyo armazón es el ejército. Sin embargo, tras su gran victoria en las últimas elecciones, parece seguro que los sectores políticos pro democratización, con la NLD a la cabeza, exigirán una reforma constitucional. Aung San Suu Kyi ya ha pedido públicamente que se proceda a hacer esa reforma. Por su parte, el comandante Min Aung Hlaing insiste en mantener intacta la actual carta magna.

Habrá que ver cómo se resuelven estos problemas. No sabemos si, como pretende el presidente Thein Sein, en las discusiones en torno a la reforma constitucional que se produzcan en el parlamento de ese país será posible llegar a algún tipo de arreglo entre el ejército y la NLD. Pero considerando todo lo anterior, es innegable que apoyar las reformas promovidas por Thein Sein va a ser de vital importancia. Si hay avances en la liberalización política y, mediante la liberalización económica y la introducción de capital extranjero, se logra encarrilar la economía de Myanmar hacia el crecimiento, al gobierno le resultará muy difícil echarse atrás en las reformas. En ese sentido, es bienvenida la decisión tomada por el gobierno de Japón de renunciar a recuperar los 300.000 millones de yenes que le adeuda Myanmar desde la época en que su nombre oficial era todavía Birmania, y reabrir el crédito para cooperar en áreas como infraestructuras, formación de personal, etcétera. Si, bajo el liderazgo del presidente Thein Sein, se solucionan los conflictos con las minorías étnicas y se pacifica el país, si en el parlamento se consigue un clima de confianza entre las fuerzas gubernamentales y opositoras, si la economía de Myanmar entra en la senda del crecimiento y se eleva el nivel de vida de la población de forma que los responsables del gobierno y del ejército puedan sentirse más seguros de ser capaces de mantener la estabilidad del país, entonces habrá margen para hacer algunas concesiones en la reforma de la constitución.

(Traducido al español del original en japonés)

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