Dos años después de Fukushima

Política Sociedad

Han pasado más de dos años desde el accidente nuclear de Fukushima Daiichi, y más de 100.000 personas siguen sin poder regresar a sus hogares debido a la contaminación radiactiva. Sin embargo, irónicamente, el desastre nuclear parece haber causado un impacto mayor en algunos países de Europa que en el propio Japón. Alemania, Italia y Suiza han decidido abandonar la energía nuclear. Francia está estudiando nuevas formas de obtener la energía que necesita y está buscando reducir su dependencia de la energía nuclear. Alemania ha ampliado de forma masiva las energías renovables, que ahora representan casi el 30% de la oferta total de energía. A pesar de que ocho centrales nucleares fueron cerradas después de la catástrofe de Fukushima, esta expansión de las energías renovables ha permitido que Alemania siga siendo un exportador neto de electricidad. De hecho, Alemania exportó más electricidad en el año 2012 que en cualquiera de los tres años anteriores. Generó 44 TWh más de la electricidad que consumía. Durante el invierno excepcionalmente frío de 2012, Francia se abasteció en gran medida de las importaciones de electricidad de Alemania, debido a una alta demanda de electricidad para la calefacción.

En Japón, por otro lado, el movimiento anti-nuclear aún carece de influencia política, como ya han demostrado desde 2011 los resultados de las numerosas elecciones municipales y prefecturales, por no hablar de las elecciones a la Cámara Baja de diciembre de 2012. Aunque las encuestas muestran que el público se opone rotundamente a la energía nuclear, los candidatos y los partidos pro-nucleares han logrado imponerse en casi todas las elecciones celebradas desde el desastre de Fukushima. Varios políticos han demostrado públicamente que no entienden los temores de la gente. Por ejemplo, un político describió la decisión por voto popular en Italia de abandonar la energía nuclear como "histeria colectiva" y dudaba de que fuese posible en Japón la eliminación gradual de la energía nuclear. A pesar de estas observaciones, el político en cuestión fue reelegido para la Cámara Baja en diciembre de 2012. Evidentemente, hay una desconexión entre la opinión pública y la opinión de los parlamentarios.

La desconexión entre los políticos y la opinión pública

La política energética no es el único problema que refleja esta desconexión. Otro ejemplo son las interpretaciones que se hacen de la historia bélica de Japón. A pesar de la reelección de políticos que defienden puntos de vista que parecen minimizar la responsabilidad japonesa por las atrocidades cometidas durante la guerra, las encuestas de opinión pública muestran que estos puntos de vista no tienen un amplio apoyo entre la población en general. Del mismo modo, la práctica mayoría de los miembros de la Cámara Baja están a favor de la revisión del Artículo 9 de la Constitución que renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano, una idea a la que se opone rotundamente la mayor parte de la población. Este fenómeno, que también se observa en otros países, se debe en parte a la naturaleza del sistema electoral. Pero, ante todo, se trata de una manifestación de un problema general con la llamada democracia representativa en una sociedad donde una gran parte de la población se abstiene de votar. Luchar contra la desilusión generalizada con los partidos políticos (政党離れ, seitō-banare), un fenómeno que fue especialmente patente en las elecciones de diciembre de 2012, es sin duda una de las tareas más urgentes de la política contemporánea.

 (Traducido al español del original en inglés escrito el 16 de abril de 2013.)

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