Declaraciones de los políticos afectan a la imagen de Japón

Política

El mundo está pendiente de la visión histórica de los japoneses

La visión que los japoneses tienen de la historia se ha convertido una vez más en centro de atención de las miradas del mundo debido a una serie de declaraciones protagonizadas por el alcalde de Osaka, Hashimoto Tōru, y el viceprimer ministro y titular de la cartera de Finanzas Asō Tarō. El primero trató con gran ambigüedad el problema de la responsabilidad de Japón en el caso de las llamadas “mujeres de confort” que trabajaron para el extinto Ejército Imperial japonés, y el segundo animó a “aprender de los métodos” utilizados por el gobierno de la Alemania nazi de preguerra para proceder a la reforma constitucional.

Desde hace mucho tiempo, declaraciones de políticos que relativizan o embellecen la guerra y los crímenes de guerra, o que interpretan la historia de la forma más insensata, vienen empeorando la imagen que se tiene en el mundo de Japón. Dentro de estas manifestaciones de violencia verbal pueden distinguirse varios tipos. Están primero las justificaciones y embellecimientos de la guerra, y la relativización e incluso negación de los crímenes de guerra. Están, además, las declaraciones ofensivas hacia las minorías, o las que, sobre la base de los valores tradicionales, hacen de las mujeres, por ejemplo, “máquinas de parir”. Finalmente, hay casos en que es toda la ciudadanía la ofendida, como cuando se dijo que el Gran terremoto del Este de Japón, del 11 de marzo de 2011, fue un “castigo divino”.

Es lógico que las declaraciones sobre la guerra, que es un fenómeno que afecta a las relaciones entre estados, reciban la atención del mundo (una guerra se dirime como mínimo entre dos países y, por lo tanto, teóricamente su interpretación no puede quedar limitada a una de las partes), pero últimamente llaman la atención también otros tipos de abusos verbales, que ocupan grandes espacios en los medios de comunicación de muchos países. Nos preguntamos por qué ocurre esto.

Las críticas a las declaraciones demuestran interés y alta valoración

Un primer planteamiento sería el de pensar, sencillamente, que esto ocurre porque mucha gente a lo largo y ancho del mundo tiene interés en Japón. En el país, últimamente, se habla de la indiferencia del mundo hacia Japón, pero si hubiera algo de eso nadie se interesaría por las salidas de tono de los políticos japoneses. Lo que ocurre es muy diferente. El interés hacia la cultura japonesa sigue siendo alto y son cada vez más las personas de todo el mundo que disfrutan del cine o de la gastronomía de Japón. Lógicamente, también hay muchas personas interesadas en la política japonesa.

¿Por qué, entonces, son las declaraciones violentas de los políticos las que levantan tantas ampollas? Tampoco este es un problema tan complicado. Japón entra en lo que se llama el “mundo desarrollado” y de él se espera que tenga una política digna de un país desarrollado. Las críticas frente a estas declaraciones son exponentes del interés y de la alta valoración que merece el país y, al mismo tiempo, de la desazón que causa la falta de liderazgo político de un país tan altamente valorado. Y esto no se circunscribe, en absoluto, al caso japonés. En todos los países desarrollados, cuando un político tendente a hacer declaraciones irresponsables toma la palabra, repercute negativamente en el ámbito internacional. Todavía se recuerda la mala reputación del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, acarreada por la incorrección de su comportamiento y de sus palabras. También nos es conocido lo que se ha dado en llamar “bushismo”, o colección de abusos verbales y deslices con que nos regaló el ex presidente de Estados Unidos George W. Bush.

Falta de comprensión y consideración hacia otras formas de pensar

Si problematizamos estas cosas, es porque inconscientemente les pedimos a los políticos un sentido moral muy especial, y esperamos de ellos que sean honestos y fiables. Por ello, la desazón es mayor cuando quien pronuncia estas desafortunadas frases es un político. El problema se agrava cuando esas declaraciones se convierten en una suerte de teoría o postura que sostiene permanentemente esa persona, y cuando las disculpas se convierten en meras excusas. En Japón, tras una manifestación de este tipo se suelen oír excusas como “he sido malinterpretado(-a)” o “no se han transmitido correctamente mis palabras”, o se trata de solucionar las cosas diciendo simplemente que no se recuerda haber dicho eso.

En realidad, casi nunca se trata de malentendidos.

La raíz del problema se halla en otro lugar. Básicamente, los políticos que hacen estas declaraciones ni siquiera se plantean la posibilidad de que sus palabras se tomen de otra forma que la suya. Su problema es la falta de consideración que muestran hacia la forma en que recibirá sus palabras la otra persona. 

Creo que el problema reside ahí, en que, por ejemplo, los políticos de sexo masculino que relativizan los casos de violencia sexual ni siquiera imaginan la posibilidad de que el otro (por ejemplo, una mujer que ha sido objeto de esa violencia sexual) pueda tomar sus palabras de otra forma, desde una posición distinta a la suya. No se trata, pues, de una mala interpretación de sus palabras: la persona que dice esas cosas está demostrando su propia estrechez de miras, su falta de imaginación, su cerrilismo, y su incapacidad para conocer y comprender otras formas de pensar diferentes a la suya.

(Escrito el 5 de agosto de 2013 y traducido al español del original en japonés)

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