¿Está Japón encaminándose hacia el aislamiento?

Política

“La época dorada” de la reconciliación

Hace casi una década, Newsweek International publicó un artículo titulado “Un Japón muy solitario”. En la portada de la revista se proclamaba provocativamente que esa edición explicaría “Por qué Japón no tiene amigos”. Aunque a veces generalizaba en exceso, el artículo tenía alguna razón respecto al creciente aislamiento diplomático de Japón tras las controvertidas visitas del primer ministro Koizumi Jun’ichirō al Santuario de Yasukuni, que aparecieron en la portada del número de Newsweek en cuestión.  Debido a estas visitas, “los días dorados de la reconciliación” en el este asiático acabaron de forma brusca a principios de la primera década del siglo XXI. En los años posteriores, las cumbres entre líderes japoneses y surcoreanos o chinos fueron bastante infrecuentes, y el proceso de la integración regional dejó de realizar progresos.

Durante la década de los años 90 del siglo pasado, varias disculpas por parte de Japón referentes a la Guerra del Pacífico (1931-1945) y a crímenes de guerra cometidos ayudaron a generar un clima de confianza mútua en el este asiático. La reconciliación de Japón con China y Corea del Sur se aceleró con medidas como la introducción de la denominada cláusula de nación vecina en 1982, que garantizaba que los libros de texto de historia japoneses tendrían en cuenta los sentimientos de las víctimas de las guerras agresivas y el gobierno colonial de Japón; las disculpas por las “guerras de agresión” de Japón efectuadas por el primer ministro Hosokawa Morihiro en 1993; la Declaración de Kōno referente a la cuestión de las “mujeres de solaz” del ejército japonés en tiempo de guerra en el mismo año; la Declaración de Murayama de 1995; y la creación del Fondo para las Mujeres Asiáticas (AWF en sus siglas en inglés) para la compensación de antiguas mujeres de solaz. Yo denomino a esta era la “época dorada de la reconciliación” en el este de Asia.

Reconciliación e integración regional

En 1998, el primer ministro japonés Obuchi Keizō y el presidente surcoreano Kim Dae-jung firmaron la “Declaración conjunta de Japón y la República de Corea: una nueva asociación entre Japón y la República de Corea en vistas al siglo XXI”. En esa declaración, Kim y Obuchi se comprometieron a compartir “la idea de que para construir unas relaciones sólidas, amistosas y de buena vecindad en el siglo XXI entre Japón y la República de Corea, era importante que ambos países se enfrentasen honestamente al pasado y desarrollasen relaciones basadas en una comprensión y confianza mútuas”.

La declaración incluye una repetición de la disculpa de Japón por la guerra y el gobierno colonial, como se expresó en la Declaración de Murayama de 1995. En el mismo año, Japón y China firmaron también una “Declaración conjunta para la creación de una asociación de amistad y cooperación para la paz y el desarrollo”. En 1999 surgió también la idea de una cumbre trilateral entre China, Japón y Corea del Sur, pero no pudo llevarse a cabo antes de 2008 debido al incremento de las fricciones tras las visitas del primer ministro Koizumi al Santuario de Yasukuni, aunque se celebraron constantes reuniones coincidiendo con las cumbres de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés) de 1999 a 2007.

Tensiones en alza

El primer ministro Koizumi visitó el Santuario de Yasukuni a sabiendas de que allí se glorifica la Guerra del Pacífico y se afirma que las guerras de Japón no fueron guerras de agresión, sino guerras de autodefensa para liberar a Asia del colonialismo europeo. Esta idea está claramente expresada en el museo del santuario, el Yūshūkan.

Aunque es evidente que estas ideas resultan particularmente provocativas a los ojos de las víctimas de la guerra y del gobierno colonial japoneses, la decisión de Koizumi de visitar el santuario tuvo sus lógicos defectos. Por un lado, Koizumi dijo respaldar la Declaración de Murayama de 1995, la disculpa más importante de Japón por las guerras de agresión de la década de los años 30 y principios de los años 40 del siglo pasado, pero decidió visitar el santuario a pesar de que en él se presente una interpretación histórica que entra en completa contradicción con la Declaración de Murayama.

Además, Koizumi nunca se molestó en explicar por qué acudió a un lugar con una visión histórica tan provocativa en lugar de limitarse a ofrecer sus respetos a los caídos en acto de guerra en el “Cementerio nacional” japonés de Chidorigafuchi, que fue recientemente visitado por el Secretario de Estado John Kerry y el Secretario de Defensa Chuck Hagel de EE. UU.; o en otros lugares menos controvertidos dedicados al recuerdo y al duelo.

¿Hacia el aislamiento?

A finales de diciembre de 2013, el primer ministro Abe Shinzō visitó también el Santuario de Yasukuni, el primer mandatario en activo que lo hacía desde Koizumi. Abe ha dado también los primeros pasos para dejar la anteriormente mencionada cláusula de naciones vecinas (una importante herramienta para las políticas de reconciliación del Japón de posguerra) vacía y sin sentido. Asimismo, tiene previsto modificar el Artículo 9 de la Constitución japonesa, que es un símbolo de la renuncia de Japón al sistema militarista de preguerra. Más que un mero “tema interno”, el Artículo 9 desempeña un papel muy significativo como mensaje a los vecinos de Japón en cuanto a que sus vecinos no deben temerle ya más. La retractación de este mensaje reconciliador a buen seguro que evocará sentimientos extraños.

Los medios de comunicación coreanos y chinos se han mostrado tradicionalmente críticos ante los intentos japoneses de encubrir el pasado, pero los países europeos y EE. UU. expresaron también su inusual y gran preocupación respecto a la política histórica de Abe.

El gobierno estadounidense, en un raro gesto de desaprobación, tildó la visita de Abe de “decepcionante”. El New York Times, en varios editoriales desde finales de 2012 ha criticado con dureza las políticas relacionadas con la historia practicadas por Abe, tachándolas de “impulso vergonzante”. Incluso la conservadora Heritage Foundation recomendó la necesidad de “aconsejar en privado a Abe” para que no aumenten las tensiones en el este asiático con más acciones provocadoras respecto a la historia bélica japonesa.(*1)

También en Alemania, un gran amigo de Japón, los medios de comunicación han dicho que la visión de la historia de Abe es una amenaza para la estabilidad en la región. En un artículo titulado “El aislamiento regional de Japón es más acusado que nunca,” la cadena de radio y televisión internacional Deutsche Welle avisa de un cada vez más profundo aislamiento de Japón, especialmente en el este de Asia. Irónicamente, tal como señala el artículo, los éxitos del primer ministro Abe de “hacer lo que se debe” es “probable que provoquen un mayor antagonismo” en la región.

Para preservar la paz y la estabilidad en el este de Asia para las generaciones futuras, es absolutamente necesario huir de este círculo vicioso causado por las distintas interpretaciones de la historia, e iniciar una nueva “época dorada de la reconciliación” en el este asiático.

(Escrito originalmente en inglés el 9 de enero de 2014)

(*1) ^ Bruce Klingner, “EE. UU. debe utilizar los cambios políticos en Japón para realizar avances en la alianza”, (Backgrounder 2743, 14 de noviembre de 2012).

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