El futuro del fútbol japonés nace en Brasil

Cultura

Demasiado pronto para ser los mejores del mundo

Jackson Martínez marca el tercer gol para Colombia en el último partido de Japón en la fase de grupos (Fotografía: Jiji Press)

Japón ha terminado su quinto mundial consecutivo con dos derrotas y un empate, un desastroso resultado con el que los Samurai Blue han quedado eliminados en la fase de grupos habiendo obtenido tan solo un punto. La actuación de la selección no ha sido comparable a la de los mundiales de Sudáfrica 2010 y Corea del Sur-Japón 2002, campeonatos en los que logró estar entre los 16 primeros, y si tenemos en cuenta las esperanzas puestas en los jugadores japoneses que pertenecen a grandes clubs como Honda Keisuke (AC Milan), Kagawa Shinji (Manchester United) o Nagatomo Yūto (Inter Milan), la decepción ha sido sin duda mayor.

Pero por otra parte hay algo que no quiero olvidar, y es que esta ha sido la primera Copa Mundial de Fútbol en la que los jugadores han hecho público que tienen puesta la mira en “ser los mejores del mundo”.

¿Qué es lo que han mostrado, sentido y aprehendido los jugadores comandados por el entrenador Alberto Zaccheroni tras marcarse este objetivo sin precedentes en Brasil?

Estupor después de la derrota total

La selección regresa a Japón tras quedar eliminada en la fase de grupos. (Fotografía: Jiji Press)

El primer partido de la fase de grupos fue contra Costa de Marfil. Aunque parecía que Japón había tomado el mando del partido después de que Honda marcara el que ha sido su tercer gol en un mundial, el equipo fue incapaz de mantener el liderazgo y el resto de su actuación fue pasiva, cayendo derrotado por 1-2 tras la remontada del contrario.

La conmoción tras encajar dos goles en los minutos 19 y 21, en un breve lapso de tiempo, fue enorme, y como resultado el equipo sufrió una gran presión tras la primera derrota y hasta el final.

El 19 de junio Japón fue incapaz de vencer a Grecia, con 10 jugadores, y terminó empatando en un partido sin goles. Japón comenzó el partido del día 24 contra Colombia con el objetivo de conseguir una diferencia de dos goles o más, pero terminó claudicando por 1-4.

Tras quedar eliminados en la fase de grupos los jugadores se quedaron de pie en el campo, con la mirada perdida. Nagatomo se derrumbó sobre el césped y no se levantó hasta que su compañero del Inter Fredy Guarín se acercó para consolarle, reponiéndose poco después.

Honda caminaba con la mirada perdida, con el rostro vuelto hacia el cielo y gritando hasta dos y tres veces. Las expectativas puestas en ellos habían sido muy grandes, y fue difícil aceptar la realidad. 

Al conjunto japonés le faltó tener una mentalidad más fuerte “intensidad”

Aunque el desarrollo de cada uno de los tres partidos fue distinto, en todos se percibió un problema común, principalmente una mentalidad débil.

En especial en el primer partido contra Costa de Marfil muchos de los jugadores cayeron en un estado de nerviosismo. Después del partido escuché a muchos decir “no hemos jugado como hubiéramos querido”, lo que viene siendo igual que decir “no hemos podido movernos como lo hacemos normalmente”.

Presionar desde la primera línea, robar el balón desde una posición adelantada, sacudir al contrario con abundante movimiento y con pases meticulosos, y buscar el gol con un juego de ataque combinado contando con un buen número de jugadores. Este estilo de juego entretiene tanto a los jugadores como a la afición que ve los partidos.

Pero también requiere mucho movimiento, y a Japón le faltó eso en Brasil. Aunque los jugadores como equipo cubrieron más distancia que el contrario en los tres partidos que jugaron, se necesitaba aún más.

Sencillamente no se apreció la “intensidad” de la que Zaccheroni hablaba. La “intensidad”, en esta ocasión, se refería a la fortaleza y a la presión. A Japón le faltó fuerza en el juego de balón y a la hora de buscar el gol.

Uno de los jugadores en el que más esperanzas había depositadas y que terminó sin marcar ningún gol fue Kagawa: “Hemos perdido contra nosotros mismos. Este campeonato se celebra solo una vez cada cuatro años, y no hemos sido capaces de tener la mentalidad ni la fuerza como equipo para jugar como hubiésemos querido”.

Nagatomo, que probablemente fue el que mejor rindió, afirmó también con notable desánimo: “no hemos tenido la intensidad decisiva ni la precisión necesaria cuando teníamos el balón. Entre nosotros tampoco hubo una conexión. No es un problema de nuestra condición física, sino de indecisión”.

No todo fue malo

Alberto Zaccheroni anuncia su retirada en una rueda de prensa. (Fotografía: Jiji Press)

Aunque después de renunciar a su puesto el entrenador Zaccheroni afirmó que “este equipo ahora tiene una identidad propia. Y eso es algo que es importante mantener”, ¿tiene realmente la selección japonesa una “identidad”?

Creo que la mitad de los jugadores de esta selección contestarían que “sí”, y la otra mitad que “no”.

Hasebe Makoto, el capitán, asertó claramente que “no hemos sido capaces de llevar a cabo aquello por lo que hemos estado trabajando durante estos últimos cuatro años. Ahora tenemos que decidir si cambiamos de dirección o si continuamos por el camino que hemos seguido hasta ahora. Pensando en el fútbol japonés de los próximos 10 o 20 años, mi opinión personal es que deberíamos continuar por este camino”.

El veterano Endō Yasuhito, que ha participado en 146 partidos como miembro de la selección y tres Copas Mundiales de Fútbol, se mostró en sintonía con Hasebe: “no creo que este resultado signifique que todo estuvo mal. Hemos seguido este estilo desde hace cuatro años y hemos avanzado bastante. La peculiaridad del fútbol japonés es mover el balón rápidamente y realizar un juego ofensivo, y esto debe continuar. No me cabe ninguna duda”.

Se han sentado las bases de un fútbol ofensivo

En estos cuatro años los Samurai Blue han encadenado una serie de triunfos. Tras obtener la victoria en la Copa de Asia, Japón consiguió vencer a Francia y Bélgica en partidos en el extranjero, y logró un récord de tres victorias y un empate en cuatro partidos contra su principal rival en Asia, Corea del Sur, algo que no se olvidará fácilmente.

Que muchos japoneses hayan sentido que sus sueños han sido traicionado en Brasil prueba que la selección japonesa se ha atrevido a soñar en primer lugar. Lo que ha provocado el conjunto de Zaccheroni en este importante evento puede haber sido decepción. Pero incluso en la derrota los jugadores se muestran resolutos a seguir fieles a los principios que les han llevado hasta ahí.

Incluso Honda se mostró optimista: “creo que debemos pensar en adoptar nuevas reglas, pero no debemos cambiar nuestro objetivo de convertirnos en los mejores del mundo”.

En noviembre de 2005 tuve la oportunidad de asistir a un partido en Escocia, cuando Nakamura Shunsuke jugaba en el Celtic de Glasgow. El legendario músico Rod Stewart , que también tiene un pasado como futbolista y ostenta un asiento reservado vitalicio en el Celtic Park, estaba también presente en la grada ese día. Pude preguntarle tras el partido sobre la actuación de Nakamura, a lo que respondió: “ha jugado bien, ha hecho unas buenas entradas” (“He made a few good tackles, didn’t he?”, en inglés).

Pero Nakamura no había hecho ninguna “entrada”. Quedé muy intrigada por esta respuesta, así que le pregunté a un periodista del lugar, que me enseñó que aquella expresión era “una frase hecha para decir que había jugado bien”.

En cada país es distinto el tipo de juego que la afición considera bueno y quiere ver. En Alemania, por ejemplo, donde gusta el uno contra uno, el número de enfrentamientos de este tipo se muestra en las estadísticas del partido, y por cada país en el que se aprecia el juego intenso de contacto, hay otro país que ama por encima de todo la belleza del juego táctico. 

El camino que debe seguir Japón ahora es el del estilo de juego ofensivo que ha construido durante estos últimos cuatro años, al tiempo que soluciona sus puntos débiles e incrementa el número de variaciones en el ataque. Por supuesto, para ganar será necesaria también una mayor capacidad para controlar los partidos.

La confianza en este estilo de juego se refleja en las grandes aspiraciones de los jugadores japoneses y en la forma en la que los aficionados animaron al equipo. Para Japón esta ha sido la herencia recibida en la Copa Mundial de Fútbol de Brasil.

Fotografía del encabezado: los jugadores japoneses abandonan el campo tras la derrota ante Colombia (Jiji Press)

(Traducido al español del original en japonés)

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