El descenso de la población y la extinción de las ciudades de provincias

Política Sociedad

El Gobierno del primer ministro Abe Shinzō concede importancia al problema que supone el descenso de la población en las provincias de Japón. En este contexto, la atención se centra en los planes diseñados por las autoridades de aquellas ciudades que aspiran a convertirse en el principal núcleo urbano de sus regiones, categoría de la que quedarían excluidas las tres grandes áreas metropolitanas del país (Tokio, Nagoya y Osaka). En particular, destacan cuatro ciudades designadas por decreto gubernamental –localidades que tienen competencias en áreas como la educación y la sanidad, de las que normalmente se encargan las autoridades de la prefectura correspondiente–, a saber: Sapporo, Sendai, Hiroshima y Fukuoka. Todas las miradas están puestas en la influencia que pueden llegar a tener en la configuración de Japón estas urbes, cuya población supera el millón de habitantes.

Cambio de estrategia tras conocerse la lista de municipios en peligro de extinción

El 2 de mayo de 2014 el Ministerio de Territorio, Infraestructura, Transporte y Turismo organizó una reunión informativa acerca de la concesión de los derechos de gestión del aeropuerto de Sendai, en la prefectura de Miyagi, a una empresa del sector privado, una cita a la que acudieron unas 150 firmas. La citada prefectura se propone alcanzar un número de pasajeros y un volumen de mercancías anuales de seis millones de personas y cincuenta mil toneladas, respectivamente, treinta años después de que una empresa privada asuma el control aeroportuario. Además, espera revitalizar la actividad cediéndole a una firma los derechos de gestión a plazo fijo, aunque la propiedad de las instalaciones continúe en manos del Estado. Este proyecto es una iniciativa del gobernador de Miyagi, Murai Yoshihiro, cuyo objetivo es que la prefectura se reconstruya tras el Gran Terremoto del Este de Japón de forma creativa.

Entre tanto, el Gobierno del primer ministro Abe Shinzō está modificando gradualmente el eje de su postura, de la que hasta ahora destacaba la importancia que se concedía a las tres principales áreas metropolitanas del país, empezando por Tokio. El Gabinete se propone establecer pronto en su Secretaría la Sede Central de la Oficina para la Revitalización Regional, que se encargará de controlar cómo se frena el descenso poblacional y se fomenta la regeneración en las provincias.

La publicación por parte de un subcomité del Consejo de Políticas de Japón, un ente investigador de carácter privado, de una lista de municipios que podrían desaparecer permitió atisbar lo que sucedería. La entidad, presidida por Masuda Hiroya, exministro del Interior y de Comunicaciones, considera que, con la situación actual no se pone freno a la emigración de las provincias a las grandes ciudades, y revisó sus estimaciones acerca de la población femenina joven, que determina el número futuro de habitantes en los distintos municipios. De los aproximadamente 1.800 municipios objeto del estudio, casi la mitad –896– fueron catalogados “municipios en peligro de extinción; esto es, el número de mujeres jóvenes que habitan en ellos descenderá más de la mitad para el año 2040.

Tokio, donde el índice de natalidad es bajo, absorbe mano de obra capacitada de las provincias como si de un agujero negro se tratara. Masuda emplea el término “sociedad de polos” para hacer referencia al fenómeno que constituye la aceleración sinérgica del vaciamiento de las provincias y el descenso poblacional en todo Japón. El impacto de estos cálculos aproximados en las provincias ha sido grande, y muchos municipios deben enfrentarse a la destrucción regional.

La importancia de las elecciones y la centralización para la designación de núcleos urbanos en las provincias

Que la Administración Abe se haya embarcado en la revitalización de las provincias guarda una inequívoca relación con las medidas encaminadas a las próximas elecciones locales, que tendrán lugar en la primavera de 2015. No obstante, en el seno del Gobierno existía ya el temor de que la importancia que se concede a las principales áreas metropolitanas, reflejada en los planes para las denominadas áreas estratégicas de crecimiento nacional, pudiera acelerar la centralización de Tokio. Quizás la publicación de la lista de municipios que podrían desaparecer llegó en el momento justo para lanzarse a hacer cambios en la estrategia del Gabinete a este respecto.

Al reflexionar acerca de la postura de las provincias en una sociedad que se enfrenta al descenso de su población, las elecciones y la centralización tienen valor y pros y contras en elementos que no se pueden pasar por alto. El Ministerio del Interior y de Comunicaciones está trazando un plan para condensar servicios tales como los sanitarios, una medida que depende de la solidaridad entre las localidades vecinas de aquellas ciudades de más de doscientos mil habitantes, a excepción de las tres grandes áreas metropolitanas del país, que se designen núcleos urbanos de sus regiones. Está previsto que nueve ciudades, entre ellas Morioka, Himeji y Kurashiki, implementen un modelo del proyecto.

Por otro lado, el Ministerio de Territorio, Infraestructura, Transporte y Turismo ha lanzado un proyecto para preservar entre 60 y 70 áreas metropolitanas. Para ello, creará una Asociación de Ciudades de Provincias de Alto Nivel que agrupará a una población de trescientos mil habitantes; las localidades estarán conectadas mediante autopistas y los diferentes servicios se concentrarán en las ciudades que ejerzan de núcleo. Uno se pregunta de qué manera se organizarán estos planes individuales que proponen los respectivos ministerios para ir estableciendo estos núcleos urbanos.

La atención se centra ahora en cómo se irán estableciendo estos núcleos urbanos que se harán cargo de los servicios centrales en regiones como Tōhoku y Kyūshū. En realidad, en estos dos lugares se encuentran tres de las cuatro ciudades designadas por decreto gubernamental que se establecieron como ciudades principales en la segunda mitad de la década de 1970, aparte de las tres grandes áreas metropolitanas del país. Se trata de Sendai, en Tōhoku, y Hiroshima y Fukuoka, en Kyūshū; la cuarta, Sapporo, se sitúa en Hokkaidō.

Escapar de la denominada “economía de sucursales”

Hasta ahora, estas cuatro ciudades han conseguido preservar el sentido de su existencia manteniendo o aumentando sus niveles demográficos en medio de la rápida centralización de Tokio. El producto bruto de Hokkaidō y las prefecturas de Miyagi, Hiroshima y Fukuoka, territorios en los que se sitúan estas localidades, representa aproximadamente un 10 % del dato para todo Japón, mientras que su población supone el 12 % del total nacional. Además, todas ellas tienen en común su capacidad de aportar algo al resto del país; por ejemplo, cuentan con la ventaja de servir de base de universidades afamadas –Hokkaidō, Tōhoku, Hiroshima y Kyūshū– y equipos profesionales de béisbol y fútbol. En el seno del Gobierno hay quienes las consideran un baluarte para frenar la centralización de Tokio.

Sin embargo, otras prefecturas de Japón muestran una arraigada cautela respecto a la importancia que se concede a las cuatro ciudades mencionadas: se preguntan si esta estrategia no sincroniza una futura reestructuración del sistema de división administrativa con el aumento de la brecha intrarregional en áreas como Tōhoku y Kyūshū, y el hecho de que se desechen otras regiones. De hecho, en Hokkaidō se está acelerando la centralización de la ciudad de Sapporo. Algunos señalan incluso que es utópico plantear que se trate de la misma forma a estas cuatro ciudades, que difieren en términos demográficos y económicos.

Las propias regiones se muestran también cautelosas respecto a la idea de las elecciones y la centralización. En muchos casos, las autoridades de pueblos pequeños han criticado la lista de municipios en peligro de extinción; aducen que el debate sobre el descenso poblacional puede llegar a incrementar la presión para conseguir una mayor eficiencia administrativa y que las poblaciones se fusionen.

Por este motivo, para que la elección que representan las cuatro ciudades designadas por decreto gubernamental sea persuasiva, es necesario realizar ciertos cambios, como transferir algunas funciones del Estado, o que estas localidades se conviertan en algo semejante a la base de una empresa global y se escape así de la denominada “economía de sucursales”. La voluntad del Estado es imprescindible para lograr esta transición.

Las cuatro ciudades, por su parte, deben ser partidarias de impulsar el desarrollo de un amplio bloque en conjunto teniendo en cuenta también la repartición de roles con otras prefecturas. La atención se centra ahora en cómo aprovechará cada ciudad el potencial del que dispone: la principal urbe de Hokkaidō, Sapporo, destaca por sus lugares turísticos, su pesca y su agricultura; Sendai es el centro de la reconstrucción de Tōhoku tras el desastre de 2011; Hiroshima se ha convertido en el eje de la zona económica de Setouchi; y Fukuoka se sitúa en la región de Kyūshū, puerta de entrada al resto de Asia.

La manera en que la Sede Central de la Oficina para la Revitalización Regional someterá a estudio los planes relativos a los núcleos urbanos de las provincias está sujeta a cambios. Por ello, quizás se ponga en tela de juicio, de una manera en que no se ha hecho hasta ahora, la capacidad de planificación y aportación, y la solidaridad de las administraciones locales y de los gobernadores de Hokkaidō, Miyagi, Hiroshima y Fukuoka.

Fotografía de la cabecera: Murai Yoshihiro, gobernador de la prefectura de Miyagi, durante un acto de promoción turística en Sendai, ciudad donde tiene su sede el equipo de béisbol Rakuten Golden Eagles. (Cortesía de Jiji Press)

(Traducción al español del original en japonés)

 

 

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