Los Juicios de Tokio: una perspectiva del siglo XXI

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Los Juicios de Tokio y su significado político

El debate en torno a los Juicios de Tokio comenzó hace mucho tiempo, casi desde que comenzaran los juicios mismos. ¿En qué consistieron dichos juicios? ¿Se trataba de una serie de juicios justos por parte de los pueblos del mundo por el “daño infligido a los intereses de los pueblos amantes de la paz”? ¿O quizá eran “juicios de los vencedores”, los Aliados, hacia los líderes de los vencidos, es decir Japón?

Lo cierto es que, lejos de tratarse de juicios en el sentido estrictamente legal, los Juicios de Tokio estuvieron cargados de significado político.

Y hay varias razones para pensar así. La primera es que tanto los jueces como los fiscales estaban en el mismo bando, con lo que se eliminaba la posibilidad de impartir un veredicto objetivo.

La segunda es que los acusados habían sido declarados criminales de guerra no antes del veredicto de culpabilidad, sino antes incluso de la formulación de los cargos.

La tercera es que la defensa no recibió una representación de la misma calidad que la acusación. Ambas partes tenían en teoría el derecho de negar pruebas y testimonios, pero a la hora de la verdad el tribunal sentenció a favor de los fiscales en muchos casos.

La cuarta es que la acusación aplicó las penas a posteriori a acusados que no habían sido condenados en el momento; es decir, que la sentencia fue retroactiva. La formulación de cargos se basó en la idea de una “conspiración”, en términos legales ingleses y estadounidenses, un concepto que aún no se encontraba vigente en la legislación internacional.

La quinta es que algunos de los países aliados acarreaban responsabilidades de guerra. Pero este es un tema delicado que debe ser tratado según cada caso individual.

La sexta es que los Juicios de Tokio se dieron en un momento en el que la Guerra Fría comenzaba a hacerse sentir, y puede decirse que en comparación con los Juicios de Nuremberg, se mire el asunto como se mire, aparentemente los Juicios fueron el escenario del enfrentamiento político entre Estados Unidos, Inglaterra y los estados satélites aliados por un lado y la Unión Soviética por otro.

Una interpretación histórica positiva para los vencedores

Al igual que los Juicios de Nuremberg, los Juicios de Tokio fueron algo imposible de evitar en la situación política del momento. Sin embargo, ambos procesos no solo buscaban impedir que se repitieran las ocupaciones militares o las guerras mundiales, sino marcar la dirección para el futuro. La Guerra Fría ya había comenzado, pero en aquel momento nadie pensaba que no fuera a estallar una guerra real otra vez.

Ambos juicios fueron una manera de cerrar un capítulo de la historia de forma positiva para los vencedores. Haciendo que todo fuera un crimen por parte de los estados del Eje, tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética, en competencia, llevaron a cabo todo tipo de “reeducaciones” de las naciones perdedoras. Además, en Japón comenzó a usarse la expresión “punto de vista histórico de los Juicios de Tokio”. Sin embargo, en los años posteriores tanto los pensadores de izquierdas como los de derechas han ido criticando gradualmente y en profundidad este punto de vista histórico.

¿Fueron justos los Juicios de Tokio?

En cuanto a la equidad de los juicios de Tokio, la mayoría de los jueces y fiscales que participaron no creían estar haciendo nada que fuera contra la ley.

Desde su punto de vista estaban castigando a los culpables y actuando movidos por la idea de que su misión era erradicar las guerras de invasión. Sin embargo, no se trataba del punto más importante de su agenda. Lo principal para todos ellos, en su calidad de representantes de los Aliados, era llevar a cabo su misión.

Los líderes del derrotado Japón debían aceptar su responsabilidad ante el pueblo japonés por la Guerra y todos los asuntos que esta implicaba: el inicio de las hostilidades, la derrota, la responsabilidad por haber seguido adelante con una guerra que se podía considerar un acto irresponsable y suicida, la represión de pensamiento por parte del Tokubetsu kōtō keisatsu (un cuerpo especial de policía destinado a controlar los grupos e ideologías que alteraran el orden público), o la policía militar y la imposición militarista al pueblo japonés.

Desde la izquierda, en primera fila, Tōjō Hideki y Oka Takazumi, y en segunda fila Hiranuma Kiichirō y Tōgō Shigenori, sentados en el banquillo de los acusados ante el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente, que se estableció en el antiguo Salón de Conferencias del Ministerio de la Guerra, en Ichigaya (Tokio).

Alejarse del masoquismo histórico

El principal objetivo del Cuartel General de las Fuerzas de Ocupación no era castigar públicamente a los líderes de Japón tras su derrota, sino privarlos de su poder y de la capacidad de ejercer sus actividades en la política o el debate social. Para lograr esto, las Fuerzas de Ocupación “eliminaron” a los líderes japoneses.

A raíz de la firma del Tratado de Paz de San Francisco (oficialmente “Tratado de Paz con Japón”, en español), y tras el fin de la administración por parte de las Fuerzas de Ocupación, la gran mayoría de las personas que habían logrado “sobrevivir a la purga” regresaron a sus cargos en la administración pública, el Gobierno o la industria. Y, con unas escasas excepciones, todos se dedicaron con fervor a la democratización de Japón y al establecimiento de relaciones y cooperación con Estados Unidos.

Los Juicios de Tokio fueron uno de los momentos clave de la historia del siglo XX. No obstante nosotros vivimos en el siglo XXI; ¿no es hora ya de apartarse del masoquismo que representa el punto de vista histórico sobre los Juicios de Tokio?

Imagen del encabezado: jueces del Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente, en Tokio. El presidente, el australiano William Webb, es el tercero por la izquierda. (Imagen cortesía de Jiji Press)

(Artículo traducido al español del original en japonés)

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