30 años de Chernóbil, un lustro de Fukushima

Política Sociedad

Kiev, una ciudad sin niños

Recuerdo todavía muy bien los días que siguieron al anuncio oficial(*1) que alertaba del accidente ocurrido en la central nuclear de Chernóbil. Fueron días realmente extraños. Mientras el mundo contenía la respiración ante las noticias de la evolución del primer gran accidente nuclear de la historia de la humanidad, en Kiev, donde yo vivía, la vida seguía con toda normalidad. En la capital ucraniana, la gente solo pensaba en el inminente puente vacacional de mayo y nadie sospechaba que el suceso de Chernóbil, a pocos kilómetros de Kiev, fuese algo más que un simple incendio. Pero la inquietud ante las posibles consecuencias del accidente nuclear fue haciéndose más patente.

Aspecto del centro de Kiev, capital de la República Socialista Soviética de Ucrania, en 1980. Importante centro de difusión del cristianismo desde épocas remotas, con sus 2,5 millones de habitantes Kiev es la mayor y más antigua entre las viejas capitales de la Europa Oriental. Está situada a 130 kilómetros de Chernóbil.

Transcurridos 30 años desde que ocurrió el accidente, la atención informativa recae habitualmente sobre la ciudad medieval de Chernóbil o sobre la vecina localidad de Prípiat, donde residían los empleados de la central nuclear, ambas hoy en día abandonadas. Pero para mí, más que con esos dos lugares, los recuerdos más vívidos del accidente vienen asociados a la propia ciudad de Kiev, que en aquella época del año estaba envuelta en una suave luz primaveral. Porque, sin salirse de los cauces de lo que aparentemente era una apacible normalidad, de la noche a la mañana los niños habían desaparecido de la ciudad(*2). Resultaba de lo más extraño contemplar una ciudad tan grande como la nuestra privada de su población infantil. Era un panorama inquietante e incluso terrorífico.

Reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil poco después del accidente (1986).

El significado de la visita a Japón del presidente Poroshenko

Supongo que todos los que sufrieron el accidente de Fukushima tendrán una memoria personal del desastre que acarreó. Cuando, el 11 de marzo de 2011, se informó en nuestro país de un gran accidente nuclear que estaba ocurriendo en Fukushima, los más variados recuerdos de Chernóbil desfilaron por las mentes de muchos ucranianos. Y cada uno de nosotros sintió profundamente, como si se tratase de algo propio, el dolor de los pobladores de Fukushima y el fervoroso sentimiento con que el conjunto de los japoneses lo acompañaban.

Pero el deber de los políticos, académicos y especialistas no es, simplemente, compartir memorias de otras personas o de otros tiempos. Es, igualmente, hacer que lleguen a buen puerto las labores que se realizan para superar los efectos del accidente nuclear. Y las conversaciones mantenidas por el presidente ucraniano Petro Poroshenko con el primer ministro japonés Abe Shinzō y otros líderes del país durante su visita a Japón a principios de abril de 2016 encuentran su razón de ser precisamente en esa necesidad de explorar vías de cooperación mutua después de dicho accidente. Aparentemente, entre Ucrania y Japón no hay muchos puntos de contacto fuera del campo de la cooperación económica. Sin embargo, hay que recordar que ambos países comparten la vecindad con Rusia y la existencia de diversos problemas en sus relaciones con este país.

El día 7 de abril de 2016 los Emperadores de Japón recibieron en el Palacio Imperial de Tokio al presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y a su esposa. El Emperador agradeció personalmente a Poroshenko la ayuda de Ucrania tras el Gran Terremoto del Este de Japón de marzo de 2011, en concreto el envío de gran cantidad de medidores de radiactividad y mascarillas de seguridad, entre otros materiales. (Cortesía de Jiji Press)

Las tragedias de Chernóbil y Fukushima han tenido como consecuencia un estrechamiento de los lazos entre Ucrania y Japón. Durante los cinco años que han transcurrido desde 2011, Japón se ha debatido por encontrar una solución a la situación desencadenada por el accidente. Ucrania, por su parte, tiene en su haber una larga lista de éxitos y de fracasos en sus esfuerzos por controlar el accidente que sufrió hace ahora 30 años. Y gracias también a la ayuda recibida de organismos internacionales, Ucrania ha estudiado el influjo de la radiación sobre los suelos y ecosistemas, y los efectos que ha tenido sobre la salud de los pobladores del área, acumulando así un ingente volumen de datos y conocimientos. Como ocurre con Fukushima en el caso de Japón, para Ucrania Chernóbil continúa siendo, hoy en día, un rompecabezas que exige un compromiso de todas las capacidades científicas y tecnológicas del país.

Cooperación bilateral en marcha

En 2012, Ucrania y Japón establecieron el Comité Conjunto de Cooperación de Respuesta a Accidentes en Centrales Nucleares(*3). Este órgano ha desarrollado a lo largo de estos cuatro años una gran actividad para aplicar en Fukushima la experiencia de Chernóbil. Es del todo lógico que ambos países se hayan puesto de acuerdo para crear un órgano conjunto de estas características, dada la importancia de que estos dos países, los que más han sufrido en la historia por este tipo de accidentes nucleares, unan fuerzas para abrir vías de solución y evitar que tales hechos vuelvan a producirse. Ucrania y Japón deben convertir su doloroso legado en sabiduría beneficiosa para el futuro de la humanidad. En este sentido, no cabe temer que las relaciones entre ambos países se debiliten en el futuro.

Las tareas más importantes en ese momento son conseguir que la vida vuelva a echar raíces en los terrenos contaminados por la radiactividad y desarrollar nuevas tecnologías que permitan evitar estos accidentes. Como parte del Seguimiento Conjunto Internacional del Entorno Circundante de Fukushima y Chernóbil, proyecto llevado a cabo por organizaciones como la Universidad de Tokio o la Agencia Espacial Ucrania, han sido enviados al espacio por medio del cohete ucraniano Dniéper(*4) los nanosatélites artificiales japoneses Hodoyoshi 3 y 4(*5). Su finalidad es enviar desde el espacio imágenes que permitan tener una panorámica lo más amplia posible de los daños ocasionados y del avance de los trabajos de reconstrucción, lo que permitirá realizar análisis de alta fiabilidad a lo largo de un periodo prolongado. Es el mejor exponente de la relación de cooperación que existe actualmente entre nuestros dos países.

(Escrito originalmente en ruso y traducido al español de la versión japonesa.)

Fotografía del titular:
Los nanosatélites artificiales japoneses Hodoyoshi 3 y 4, que serían cargados en el cohete ucranio Dniéper. (Fotografía cortesía de la Universidad de Tokio)

(*1) ^ En un primer momento, el Gobierno soviético no hizo pública nacional ni internacionalmente la explosión ocurrida en la central nuclear de Chernóbil a la 1.23 de la madrugada del 26 de abril de 1986. Tampoco se dio orden de desalojo a los vecinos del área. Entre ese día y el día 28, en los países escandinavos se registraron sustancias altamente radiactivas disueltas en el aire y el Gobierno soviético solo reconoció el hecho en respuesta a una consulta de Suecia. La noticia se difundió rápidamente por los países occidentales pero en lugares como la ciudad de Kiev continuó ignorándose lo ocurrido hasta que, el 29 de abril, la televisión informó escuetamente del accidente. Desde ese día, las autoridades soviéticas impidieron la llegada de extranjeros a la capital ucraniana, cuya situación real no llegó a conocerse.

(*2) ^ El Gobierno de la entonces república socialista soviética de Ucrania (actual república independiente de Ucrania), decidió el 6 de mayo de 1986 la evacuación de todos los niños de la ciudad de Kiev.

(*3) ^ Fundamentado en el Acuerdo entre los Gobiernos de Japón y Ucrania para dar respuestas a accidentes ocurridos en centrales nucleares, que fue firmado en mayo de 2012, el Comité celebró su primera reunión en Tokio en julio de ese mismo año.

(*4) ^ El Dniéper es un proyectil de tres fases y combustible líquido que ha pasado de ser utilizado como misil balístico intercontinental a cohete para transportar al espacio satélites artificiales.

(*5) ^ El lanzamiento se realizó a las 19.11 del 19 de junio de 2014 (4.11 horas del día 20, hora japonesa).

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