Reconozcamos al Emperador su derecho a abdicar

Sociedad

Un mensaje sincero y sin ostentaciones

He visto en repetidas ocasiones el mensaje en vídeo del Emperador en el que expresa su voluntad personal de abdicar. También he leído varias veces la transcripción del mismo. A pesar de haber oído las palabras de numerosos líderes durante casi medio siglo como periodista político, nunca había escuchado un mensaje profundo expresado de forma tan concisa.

Me pregunto a qué se debe esto. Probablemente sea porque no estaba colmado de las palabras ostentosas y opacas que suelen utilizar los políticos. Este mensaje refleja algo que pasa también en nuestros hogares: cuando el abuelo pasa de los 80 años quiere “ceder el testigo como cabeza de familia al hijo debido a la edad”. En la mayoría de familias nadie se opone a esto, pero obviamente no es así de fácil cuando hablamos de la Casa Imperial. Esta cuestión trae consigo grandes debates en torno a cuestiones como la modificación de la Constitución.

He escrito ya bastante sobre distintos temas. Sin embargo, hasta ahora apenas había dedicado algunas palabras a la situación del Emperador. Prácticamente el único artículo que trata este tema es el que escribí explicando que entre sus funciones está la disolución de la Cámara Baja, por lo que me pongo un poco nervioso ante la posibilidad de cometer errores en el uso de las palabras.

Aceptar la abdicación del Emperador sin más parece lo correcto, pero es un poco más complicado que eso. El Gobierno ha creado un panel de expertos para discutir esta cuestión en concreto, aunque a juzgar por los miembros elegidos para formar el mismo no parece que podamos tener grandes expectativas sobre el resultado. Da la sensación de que solo quieren ganar tiempo.

La opinión pública está a favor de la abdicación

Tengo mis propios recuerdos sobre el Emperador Akihito y la Emperatriz Michiko. Recuerdo, por ejemplo, cuando era estudiante de tercer curso de secundaria en una escuela en el extrarradio al oeste de Tokio. Creo que fue algunos días después de su matrimonio del 10 de abril de 1959, cuando visitaron el Cementerio Imperial de Musashi situado cerca de Hachiōji. No recuerdo si fueron en un coche de caballos o en un auto descapotable, pero sí que no acudí a clase para poder ir a verlos con unos compañeros.

Desde entonces he sentido una afinidad personal con el Emperador y la Emperatriz, que son unos 10 años mayores que yo. La “Declaración de humanidad” (Ningen sengen) del Emperador Hirohito hizo que muchas personas se diesen cuenta de que el monarca, como hombre, también sufre los achaques típicos de hacerse mayor, y es natural que muchas personas piensen que deberían permitirle abdicar.

Pero existe un problema. Jurídicamente el Emperador y la Familia Imperial no son “humanos”, o al menos no “ciudadanos”. La familia imperial no está incluida en el registro familiar de Japón, el conocido como koseki. Al no estar en el koseki, no tienen derecho al voto ni pueden fijar su residencia en cualquier lugar que les guste. Podríamos decir que no tienen derecho a la libertad de expresión, o mejor dicho que no disfrutan de ningún derecho civil. Por ello no le basta con decir que abdica para que lo acepten y le permitan vivir un retiro tranquilo y libre de otras preocupaciones.

Lo que me emocionó del mensaje del Emperador fue la forma en la que expresó sus dificultades para buscar de forma certera su posición como “símbolo del Estado”. “He sentido que mis viajes a distintos lugares de todo Japón, en particular a sitios alejados e islas, son actos importantes del Emperador como símbolo del Estado, y los he llevado a cabo con ese espíritu”. Los continuos viajes del Emperador a lugares azotados por desastres naturales o espacios que recuerdan a las víctimas de la guerra ya habían causado una profunda emoción en todos nosotros, pero lo que ha sorprendido a muchas personas de este mensaje es la revelación del nivel de seriedad y determinación que el Emperador ha dado a cada una de estas visitas.

De acuerdo con una encuesta entre la opinión pública realizada por la Agencia Kyodo, el 85,7 % de los encuestados están de acuerdo con la voluntad de abdicar del Emperador. Esta encuesta se realizó antes de que el Emperador expresara su voluntad, por lo que el porcentaje debe haber aumentado en la actualidad. Obviamente el Gobierno no puede ignorar estas cifras. ¿Qué pasos debería dar ahora?

La abdicación, un problema para el primer ministro Abe

¿Se le otorgará el derecho a abdicar al actual Emperador o será un derecho permanente? ¿Reformar la Constitución será la única manera de solucionarlo? Me parece, no obstante, que el Emperador Akihito, que se ha convertido en una especie de símbolo del liberalismo en Japón, no estaría a favor de revisar la Carta Magna de ninguna manera. El uso repetido de la expresión “símbolo del Estado” en su mensaje puede interpretarse como un rechazo al borrador del Partido Liberal Democrático para la reforma constitucional, en el que se propone que el Emperador sea nombrado “jefe de Estado”.

Pero puede que este debate no esté directamente relacionado con la voluntad personal del Emperador. Aun así, si pienso en mi propia situación dentro de diez años, cuando tenga la misma edad que el Emperador tiene ahora, no estoy seguro del todo de si tendré suficiente salud para continuar trabajando. Aunque no se le otorga este derecho humano fundamental, creo que cuanto menos podrían limitar sus apariciones públicas a dos o tres al año, de tal forma que se pudiera relajar un poco durante sus últimos años en el cargo.

Al igual que el Emperador y la Emperatriz “continuar estando con el pueblo durante todo el tiempo”, a muchas personas en Japón les gustaría vivir el mismo tiempo con ellos. Teniendo en cuenta la edad del Emperador, esta no es una cuestión que se pueda dejar para más tarde solo por el hecho de ser un asunto complicado. Por el contrario, deberían permitirle retirarse lo antes posible.

Los conservadores parecen oponerse en su mayoría a permitir que el Emperador abdique. La situación es un tanto peculiar, porque los grupos de la derecha están actualmente oponiéndose a la abdicación, lo que no ha sido habitual hasta ahora. Dicho esto, ahora que el Gobierno de Abe Shinzō ha cobrado más fuerza como partido dominante en el panorama político actual, podemos pensar que el liberalismo en Japón ha muerto hasta cierto punto. Por lo que creo que se podría afirmar que el liberal más respetado de Japón ahora mismo es el Emperador Akihito.

Tal vez esto explique por qué el Gobierno de Abe considera la abdicación como un problema inesperado. Este malestar se puede leer en el rostro del primer ministro Abe y otros políticos de su esfera.

(Fotografía del encabezado: el Emperador Akihito y la Emperatriz Michiko son saludados por la multitud en el aeropuerto de Shōnai en la prefectura de Yamagata, antes de volver a Tokio el 12 de septiembre de 2016. © Jiji.)

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