El problema de los enfermeros extranjeros

Política

Los trámites para aceptar a enfermeros y cuidadores extranjeros en Japón comenzaron en 2008, cuando entraron en vigor los Acuerdos de Asociación Económica (EPA, por sus siglas en inglés). Existen muchos problemas de adaptación, y son necesarias medidas atrevidas para mejorar la situación.

Los aprobados vuelven a su país

Hace cuatro años que comenzó a aceptarse en Japón a profesionales de los campos de enfermería y cuidados médicos de Indonesia y Filipinas, gracias a los Acuerdos de Asociación Económica (EPA, por sus siglas en inglés) entre Japón y los respectivos países. Aunque se ha argumentado que existen problemas con la magnitud de las tareas de los hospitales que los acogen tras inmigrar, así como con la dificultad de los exámenes nacionales para los candidatos extranjeros, esta primavera ha surgido un nuevo problema cuando los candidatos que habían aprobado dichos exámenes, sin importar los resultados, han regresado a sus países de origen.

Fue Komiyama Yōko, ministra de Salud, Trabajo y Bienestar, quien señaló el problema claramente. En una rueda de prensa el 8 de mayo Komiyama dijo que de los 36 candidatos que habían aprobado el examen en 2012 dos ya habían regresado a su país, y cuatro más tenían previsto hacerlo. A los candidatos que se presentan al examen se les exigen tres años de preparación, y los de este año son los primeros que han aprobado tras la firma del EPA. Komiyama añadió que los candidatos “vuelven para cuidar a sus familiares, o se enfrentan a circunstancias inevitables, imposibles de prever en el momento de inmigrar, que los obligan a regresar”; una sexta parte de los candidatos extranjeros que han retornado tras aprobar es una cifra que causa un gran impacto a los implicados.

Los sueños de los candidatos extranjeros y la lejana realidad

Por supuesto, el problema original del “regreso a la patria” parte del hecho de que los candidatos no pueden superar los exámenes nacionales.

En las pasadas cuatro convocatorias, de los 104 candidatos a enfermeros que vinieron de Indonesia en 2008, sólo aprobaron el examen 24. Se extendió un año más el periodo establecido de tres años durante el que podían residir en Japón, y dado que en el examen de esta primavera, de los 27 que recibieron esa extensión tan solo 8 superaron la prueba, los restantes 19 regresaron a su país.

¿Por qué los jóvenes que soñaban con trabajar en los campos de enfermería y bienestar en Japón deben regresar a sus países cargados de frustración, e incluso los que consiguen aprobar el examen deciden volver? Hay varios factores de fondo que se pueden señalar.

El primero es el problema del insuficiente japonés de los candidatos de cara al examen.

El porcentaje de candidatos a enfermeros aprobados en la primera convocatoria de 2009 fue del 0%, mientras que en la segunda (2010) fue del 1,2%, en la tercera (2011) subió hasta el 4%, y en la de este año por primera vez logró dos dígitos: el 11,3%. Si lo comparamos con el porcentaje general de este año, incluidos los japoneses, que es de un 90,1%, hay una gran diferencia. El porcentaje de candidatos a cuidadores aprobados este año es un relativamente alto 37,9%, pero la cifra que incluye a los japoneses es un 63,9%, apenas por encima de la mitad.

El segundo factor es la diferencia entre las necesidades y esperanzas de los candidatos extranjeros, y su experiencia en su vida diaria tras inmigrar a Japón.

Los candidatos, que ya tienen experiencia práctica, reciben formación especializada en su país natal, y se puede decir que ya cuentan con potencial que usar en el campo de los cuidados médicos, una vez en Japón. Sin embargo, antes de conseguir su certificación se los trata como a “ayudantes”. En su país natal se enorgullecen de poder ayudar directamente en el tratamiento del médico para el paciente, mientras que en Japón sólo son considerados como ayuda de los enfermeros japoneses, y se tienen que encargar de las tareas físicas relacionadas con los pacientes. De este modo, tras inmigrar, se ven obligados a esforzarse por adaptarse a costumbres y formas de pensar diferentes, y al mismo tiempo continuar con sus vastos estudios de japonés.

Por otro lado, muchos candidatos se sorprenden de lo elevados que son los salarios en Japón, comparados con los salarios de sus países natales. Aunque en otros campos, como en agricultura, y corte y confección, los estudiantes extranjeros a veces han sido víctimas del pinhane (cuando el empleador se queda ilegalmente con parte del sueldo del trabajador), en el caso de los enfermeros y cuidadores se trata de un problema ínfimo. No resulta extraño ver cómo, tras haber logrado ahorrar con gran esfuerzo, algunos eligen regresar a su país para reencontrarse con sus familias.

Los esfuerzos japoneses aún son insuficientes

No es que se hayan dejado de lado los esfuerzos por mejorar, por parte de los japoneses.

En el caso de los primeros llegados desde Indonesia, antes de inmigrar no contaban con ninguna formación lingüística, ni con libros de texto satisfactorios. Después se introdujo un curso de preparación previa a la inmigración, cuya duración se ha extendido hasta seis meses este año. De este modo se provee a los candidatos de la capacidad de leer y escribir japonés antes de llegar a Japón, y en sus primeros seis meses en el país, durante su entrenamiento, se puso énfasis en mejorar su comunicación, su conocimiento sobre la cultura y costumbres japonesas, y en prepararse para trabajar en el campo de los cuidados médicos, una medida que buscaba reducir la carga negativa tanto para el candidato como para el hospital que lo acoge. El año pasado el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar comenzó a añadir la pronunciación japonesa con kana (silabario) junto a los kanjis (ideogramas de origen chino) más difíciles del examen nacional, para facilitar la lectura, a partir del año que viene todos los kanjis irán acompañados de kana, y la duración de la prueba se extenderá para los extranjeros. Además, para evitar que los sentimientos hacia Japón se deterioren, en el caso de Indonesia, la embajada japonesa está realizando un programa de apoyo a los inmigrantes retornados que les permita encontrar trabajo en empresas japonesas.

Se ha comenzado a reclutar este año, y el año que viene comenzará el plan de inmigración conjunto con Vietnam, con el que se reforzarán estas medidas. Con un año de estudio de japonés, previo a la llegada a Japón, se dota al candidato de la capacidad de comprender el japonés cotidiano. El coste de tal curso correrá a cargo del programa de Ayuda Oficial al Desarrollo (ODA, por sus siglas en inglés) del gobierno japonés. El primer ministro vietnamita, Nguyen Tan Dung, que vino a Japón en abril de este año para firmar el acuerdo, declaró: “del mismo modo que para un japonés que viva en Vietnam lo más difícil será aprender vietnamita, para un vietnamita que viva en Japón lo más difícil será estudiar japonés. Me gustaría que fueran capaces de aprobar el examen, antes de venir a Japón.”

¿Pero serán suficientes estos esfuerzos al final?

En lo relativo al problema de los candidatos que han aprobado pero regresan a su país, el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar en lo sucesivo arreglará medidas para confirmar si el candidato tiene intención de continuar su trabajo, si aprueba el examen, antes de que se formalice el contrato de empleo con el hospital que lo acoge. Los candidatos que llegan a Japón firman un contrato de trabajo con las instalaciones que los acogerán (hospital o centro de cuidados) antes de empezar su adiestramiento para prepararse para el examen nacional. Pero lo principal es que el candidato debe tener el derecho de elegir el lugar en el que quiere trabajar en Japón. Lo que el gobierno japonés puede hacer es únicamente animar al candidato para que continúe trabajando en el área de cuidados médicos, en Japón. La lógica de este sistema, por la que si no eres capaz de superar el examen nacional deberás regresar a tu país, y si lo apruebas deberás pasar toda tu vida trabajando en unas instalaciones designadas de antemano, no es acorde al sentido común de la comunidad internacional.

Por otro lado también existe el molesto problema de cómo emparejar a los candidatos con los hospitales. La primera condición para trabajar en Japón es que un hospital quiera contratar al candidato. Desde el punto de vista de un representante de un hospital, responsable de viajar a estos países para hacer las entrevistas, es lógico que quiera encontrar a la mejor persona posible. Como resultado, hay casos de candidatos que han estudiado japonés durante mucho tiempo antes de inmigrar pero es incapaz de encontrar un hospital que quiera aceptarlo, por lo que finalmente debe renunciar a su idea de ir a Japón.

Se necesitan medidas drásticas para que la situación mejore

Quizá como un reflejo de esta situación, tanto Indonesia como Filipinas están mostrando una tendencia al descenso en el número de candidatos. El envejecimiento de la población afecta a todo el planeta, y sin necesidad de llegar a Japón es un hecho que los candidatos pueden encontrar trabajo con facilidad en los países europeos, en EE.UU. o en Singapur. Nos hallamos en una época en la que las personas con formación técnica especializada cruzan las fronteras cada vez con mayor frecuencia. Si un trabajador cuenta con unos conocimientos determinados, y además habla japonés, ¿no sería lógico que Inmigración le concediera un visado de trabajo de corto plazo con el que entrar al país?

En Asia existe una gran necesidad de gente que quiera trabajar en el campo médico en un país altamente envejecido como Japón, que quiera venir para aprender. No obstante, por mucho que los japoneses inviten a la mano de obra extranjera en el campo de los cuidados médicos, ya empiezan a verse los signos de que nadie va a responder al llamado. Para evitar esta situación quizá sea necesario un cambio atrevido, que pase por alto el marco institucional actual.

(Escrito el 18 de mayo de 2012; traducido al español del original en japonés)

Foto de fondo para el título: Sankei Shimbun

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