En pos del desarrollo de la ciencia y la tecnología en Japón

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La comunidad científica de Japón se regocijó al oír la noticia de que el profesor Yamanaka Shin'ya había ganado el Premio Nobel 2012 de Medicina por su estudio de las células iPS. Pero bajo el júbilo se esconde una profunda preocupación por el futuro de la investigación científica en Japón. En este artículo se analiza el problema y se propone un fondo de investigación regional para frenar la caída y aprovechar el potencial científico de Asia.

El estancamiento de la ciencia y tecnología japonesas 

El profesor Yamanaka Shin’ya, de la Universidad de Kioto, fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2012. Sin duda es gratificante que haya un  reconocimiento internacional hacia el alto nivel japonés en las ciencias fundamentales. Pero sería un error concluir de este evento que la ciencia japonesa está en pleno ascenso; más bien es al contrario.

El indicador más comúnmente utilizado para evaluar la producción científica de un país es el número de artículos de investigación publicados por científicos de ese país. El Instituto Nacional Japonés de Política Científica y Tecnológica (NISTEP, por sus siglas en inglés) publica una clasificación nacional con datos sobre artículos científicos recopilados por Thomson Reuters y otras fuentes (Tabla 1). Según NISTEP, los investigadores de Japón representaron el 6,6% de los artículos científicos publicados entre 2008 y 2010. El puesto número uno lo alcanzó Estados Unidos con un 27,5%, seguido por: China (11,1%), Reino Unido (7,6%) y Alemania (7,4%). Esto coloca a Japón en el quinto puesto a nivel mundial. Entre 1998 y 2005, Japón rivalizaba con el Reino Unido por el segundo lugar; sin embargo, nuestra producción científica ha empezado a decaer cuantitativamente desde entonces.

El panorama es aún más sombrío cuando nos fijamos en el aspecto cualitativo. La calidad de un trabajo de investigación se mide por el número de veces que otros investigadores se refieren a dicha investigación en sus obras publicadas (índice de citas). NISTEP publica una clasificación de los diez países que ostentan un índice de citas más alto para tener en cuenta la calidad de sus investigaciones (Tabla 2). Para el período de 2008 a 2010, Estados Unidos encabezó la lista con un 42,3%, seguido por: Reino Unido (12,0%), Alemania (11,0%), China (9,2%), Francia (7,4%), Canadá (6,2%) y Japón ocupando el séptimo puesto con un 5,9%. Esto representa un fuerte descenso, pues alrededor del año 2000 Japón ocupaba el cuarto puesto detrás de Estados Unidos, Reino Unido y Alemania.

Tabla 1. Los 10 países con mayor número de artículos científicos publicados (2008-2010) 

PuestoPosiciónProporción
1 EE.UU. 27,5%
2 China 11,1%
3 Reino Unido 7,6%
4 Alemania 7,4%
5 Japón 6,6%
6 Francia 5,4%
7 Canadá 4,5%
8 Italia 4,4%
9 España 3,7%
10 India 3,7%

 

Tabla 2. Los 10 países con los artículos científicos más influyentes cualitativamente (2008-2010)

PuestoPosiciónProporción
1 EE.UU. 42,3%
2 Reino Unido 12,0%
3 Alemania 11,0%
4 China 9,2%
5 Francia 7,4%
6 Canadá 6,2%
7 Japón 5,9%
8 Italia 5,6%
9 España 4,5%
10 Países Bajos 4,4%

Fuente: Instituto Nacional Japonés de Política Científica y Tecnológica, Kagaku gijutsu no benchimākingu 2011 (“Estándar de comparación 2011 de Ciencia y Tecnología”).

Disminución de los recursos financieros y humanos

Una de las razones del rendimiento decreciente de Japón en estudios científicos es el ritmo relativamente lento de crecimiento del gasto en investigación y desarrollo. En otros países la inversión en ciencia y tecnología ha crecido de forma espectacular desde los inicios del siglo XXI. En China, esos gastos se han multiplicado por siete en la última década, y en Corea del Sur, por 2,5. El crecimiento ha sido un poco más lento en general en Europa y Estados Unidos, pero aun así, los gastos son casi el doble de lo que eran hace diez años. En Japón, por el contrario, crecieron sólo un 5,9% entre 2000 y 2009. Las limitaciones de financiación han tenido un efecto particularmente pronunciado en programas como la exploración espacial y la construcción de grandes instalaciones de investigación avanzada.

Otro problema importante tiene que ver con la forma en que se asignan los fondos. Las investigaciones científicas en Japón dependen en gran medida de la financiación del gobierno en la forma de las llamadas kakenhi –las subvenciones en ayudas a la investigación científica–; sin embargo, el presupuesto total para kakenhi ha quedado más o menos estancado en alrededor de 200 billones de yenes. Mientras tanto, se ha criticado la excesiva influencia que ejerce un pequeño grupo de científicos de edad avanzada, que generalmente no están en contacto con las tendencias de la investigación mundial, sobre la asignación de estos fondos. Los científicos que trabajan en universidades de fuera de la región de la capital se quejan de que las subvenciones del gobierno están fuertemente sesgadas hacia los investigadores que trabajan en los alrededores de Tokio.

Otro factor básico que subyace en el desempeño rezagado de Japón en investigación científica es su falta de recursos humanos. En 2008, China alcanzó el mayor número de investigadores con 1,6 millones de personas, seguido por Estados Unidos con 1,4 millones. Japón, en cambio, tenía una población de sólo unos 700.000 investigadores, la mitad de la de Estados Unidos y menos de la mitad de la de China (las cifras están ajustadas para reflejar el equivalente a tiempo completo). Además, existen pocas investigadoras japonesas, pocas posibilidades de que los jóvenes desplieguen sus habilidades y pocos extranjeros que se dediquen a la investigación en Japón. A eso sumarle que la falta de oportunidades profesionales para los prometedores investigadores es un problema grave: incluso después de haber trabajado mucho para obtener un título de doctorado, la mayoría de los jóvenes investigadores deben resignarse a vivir durante años ante la incertidumbre de poder proseguir sus estudios.

Fallas en el sistema institucional

Los avances en la ciencia y la tecnología no dependen solo del dinero y las personas, sino también de un sistema institucional que los apoye. En Japón, este sistema institucional de apoyo a la investigación científica tiene numerosas fallas también. La investigación científica en Japón se centra en las universidades nacionales. A pesar de que estas universidades se reconstituyeron como sociedades anónimas especiales en 2004 con miras a fortalecer la autonomía institucional, los resultados no han sido suficientes. Los fondos de investigación los asignan agencias dispersas de varios ministerios del gobierno que no están acostumbrados a la comunicación o coordinación entre sí. Aunque obtenemos excelentes resultados en la investigación básica, estamos siendo derrotados en la competición por la adquisición de los estándares internacionales ISO y perdiendo nuevas oportunidades de negocio.

Mientras que la investigación básica en Ciencias de la Vida está bastante avanzada en Japón –como sugiere el premio Nobel otorgado recientemente al profesor Yamanaka Shin'ya– existe la posibilidad de que las regulaciones gubernamentales estrictas impidan a Japón mantenerse a la zaga de Estados Unidos y Europa en lo que respecta al desarrollo de los productos farmacéuticos y sus aplicaciones clínicas.

¿Cómo podemos abordar estas cuestiones y revitalizar la ciencia y la tecnología en Japón? La solución obvia es aumentar la inversión en investigación y desarrollo y atraer a más personas a la investigación científica, y al mismo tiempo esforzarnos por lograr reformas institucionales. Sin embargo, dada la actual crisis fiscal de Japón y que su población envejece rápidamente, sería poco realista esperar un crecimiento significativo de la financiación del gobierno o de los recursos humanos. El país se enfrenta a recortes drásticos en los programas que afectan directamente al bienestar de las personas, incluida la atención sanitaria, los servicios de bienestar y las pensiones. Si bien todos debemos hacer un esfuerzo conjunto y luchar por nuestra parte de los recursos, también hay que darse cuenta de que el aumento del gasto público en la ciencia y la tecnología es una prioridad relativamente baja para el ciudadano medio. Por lo tanto, no será tarea fácil dadas las circunstancias.

Cooperación con los países asiáticos a través de fondos de investigación

Hay que complementar este tipo de esfuerzos con un enfoque más creativo. Japón necesita construir una red de colaboración con otros países de Asia, entre ellos China, Corea del Sur y los países del Sudeste Asiático, para compartir tanto como sea posible recursos humanos y económicos, para competir más eficazmente con Occidente. Un enfoque natural para la colaboración sería la construcción de un centro de radiación de sincrotrón (un tipo de acelerador de partículas) de la próxima generación. Las instalaciones Spring-8, construidas en la prefectura de Hyogo, costaron unos 110.000 millones de yenes. La construcción de una instalación grande y compartida para el desarrollo en investigación podría costar unos 100.000 millones. Japón podría promover una colaboración regional para compartir con los países vecinos los costos de la construcción de una instalación de tal magnitud. Este tipo de colaboración permitirá a todos los participantes obtener el máximo beneficio de los fondos y del personal a su disposición.

También se pueden unir nuestros recursos en un fondo regional de investigación para promover el intercambio de personal entre los países de la región. Por ejemplo, Europa tiene el Consejo Europeo de Investigación (más conocido por ERC o European Research Council), el cual proporciona fondos a los investigadores de toda Europa y fomenta los intercambios intrarregionales de personal. Japón, China y Corea del Sur podrían invertir una cantidad acorde con sus recursos para establecer un fondo que apoye la investigación de los científicos de estos tres países y de otros países vecinos. Hoy en día los investigadores japoneses tienen muy pocas oportunidades de poner a prueba su potencial y ampliar sus horizontes a través de la interacción con investigadores de otros países. Estados Unidos es un imán natural para los investigadores de todo el mundo. Europa, a través de la Unión Europea y otros organismos, se está esforzando por potenciar los intercambios de investigadores en todo su territorio. Los investigadores de los países de Asia han logrado grandes avances en los últimos años, pero siempre tienen su mirada puesta en Europa y Estados Unidos. El establecimiento de un fondo de investigación dirigido a investigadores de Asia no solo fomentaría la cooperación científica en la región, y con ello la preparación de recursos humanos formados en ciencia y tecnología, sino que también sentaría las bases para estrechar los lazos económicos y políticos.

En la actualidad, las crecientes tensiones políticas entre Japón y sus vecinos chinos y surcoreanos han saltado a la palestra y han hecho mella en el intercambio para la promoción de la cooperación en ciencia y tecnología. Pero Japón no puede aspirar a marcar el comienzo de una nueva era de la ciencia y la tecnología por sí solo. Debemos esforzarnos con ahínco en promover la cooperación científica y tecnológica para fortalecer así las relaciones a nivel político y económico con nuestros vecinos de Asia.

 

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