La continua y ferviente lucha de un actor de kabuki

Sociedad Cultura

El actor Nakamura Kanzaburō XVIII falleció el 5 de diciembre de 2012. Lloramos la muerte de este intérprete tan querido por el público, reflexionando sobre la figura y el legado de un hombre que decidió salirse de los límites marcados por el mundo del kabuki y no cesó de proponerse nuevos retos.

En diciembre de 2012, la noticia del fallecimiento del actor de kabuki Nakamura Kanzaburō XVIII a la temprana edad de 57 años dejó atónitos a los amantes de esta forma de teatro y a personas de otros muchos ámbitos. Aunque Japón estaba a punto de celebrar elecciones generales, período sin duda importante en los asuntos del Estado, los medios de comunicación, y la televisión en particular, dedicaron largas horas no sólo a hablar sobre su muerte, sino también a emitir programas especiales en los que se explicaba detalladamente su labor como actor de kabuki y se hablaba de su personalidad. Hubo cadenas que cubrieron su funeral oficial minuto a minuto. Las exequias tuvieron lugar a finales de año, después de que sus dos hijos y sucesores, Nakamura Kankurō VI y Nakamura Shichinosuke II, terminaran los 25 días de representaciones que estaban llevando a cabo en Kioto cuando su padre falleció. 

Al parecer, algunas personas criticaron semejante cobertura; sin embargo, los periódicos y la televisión no dejaron de tratar temas relacionados con la muerte de Nakamura Kanzaburō XVIII  porque su figura excedió, sin dudas, a la de un mero personaje popular, e incluso a la de un excelente actor de kabuki.

Muerte de un “joven” actor de kabuki

Los medios de comunicación utilizan sus ya características expresiones “gran maestro” y “gran artista” para referirse a Nakamura Kanzaburō XVIII. Sin embargo, si el actor levantara la cabeza y escuchara estos calificativos, no hay duda de que le quitaría hierro al asunto y pediría ruborizado, en un tono propio de un tokiota de pura cepa como él, que no dijeran tales cosas. 

Decían que desde bien pequeño ya era un niño prodigio: aunque adquirió sobresalientes destrezas del kabuki cuando todavía era joven, 57 años son todavía pocos para conocer esta disciplina artística a fondo. De hecho, el propio Nakamura Kanzaburō XVIII era más consciente de esto que nadie. Su padre, Kanzaburō XVII (1909-1988),  fue una de las grandes figuras que lideró el mundo del kabuki tras la Segunda Guerra Mundial, y su abuelo materno, Onoe Kikugorō VI (1885-1949), es considerado uno de los padres del kabuki moderno. Independientemente del parentesco, en su entorno más cercano hay muchos “grandes maestros” y “grandes artistas”. No obstante, esto no se limita a Nakamura Kanzaburō XVIII, ya que para los actores de kabuki estos términos tienen un matiz que no les permite usarlos como lo hacen los medios de comunicación, sin cuidado alguno. Para el difunto intérprete, decir que a los 57 años “todavía era joven” significaba que el tiempo que debía dedicar para poder acercarse a semejantes antepasados, aunque sólo fuera un poco, estaba aún por llegar. 

En definitiva, aunque Nakamura Kanzaburō XVIII era uno de los mejores actores de kabuki de nuestro tiempo, todavía no se había perfeccionado hasta el punto de convertirse en un “gran maestro” o “gran artista”. Independientemente de eso, la sociedad recibió la noticia de su muerte con tanto interés debido a la simpatía y la afinidad que la gente sentía por él al tratarse de un actor de kabuki extremadamente original, y por su personalidad y su forma de vida, que se podían percibir a través de su labor artística.  

Audacia y consideración: colaborando con vanguardistas 

En mayo de 2005, interpretando de nuevo la "versión de Noda" de Togitatsu no utare en el teatro Kabuki-za. Imagen cortesía de Shochiku Co. Ltd. Queda prohibida su reproducción sin autorización.

En 1990, cuando Nakamura Kanzaburō XVIII todavía era conocido como Nakamura Kankurō V, sacó adelante en colaboración con su gran amigo de la infancia, Bandō Mitsugorō X, conocido en aquella época como Bandō Yasosuke V, la representación que durante dos décadas se convertiría en la principal de agosto, el denominado “kabuki fresco”. Fue entonces cuando adquirió gran popularidad y apoyo, y se ganó la confianza del mundo de la interpretación. Cuatro años más tarde, llegó al teatro Cocoon (Shibuya, Tokio), conocido por acoger representaciones de las tendencias interpretativas actuales más vanguardistas. Con la ayuda del director Kushida Kazuyoshi, comenzó a experimentar con el kabuki clásico. Sobra decir que fue por ello blanco de críticas, tanto favorables como desfavorables; no obstante, que realizara este atrevido experimento en Shibuya, barrio de Tokio popular entre los jóvenes y el más vanguardista de todos los de la capital (en términos generales, se trata de una zona donde parece que un tipo de teatro tan clásico como éste suele ser considerado contrastante), sorprendió al mundo y logró que incluso las personas que no tenían interés alguno en el kabuki tradicional le prestaran gran atención. Además, lo fundamental es que no se llevó a cabo una sola vez, sino que se fue repitiendo progresivamente con un prudente período de preparación de dos años. De este modo , mostró su audacia y consideración. 

Posteriormente, en el año 2000, Nakamura Kanzaburō XVIII se alió con el actor y director Noda Hideki, más vanguardista que Kushida Kazuyoshi, y con un rango de actividad que sobrepasa las fronteras de Japón. Junto a él se atrevió a representar una obra escrita por el propio Noda, como programa del espectáculo principal del teatro Kabuki-za de Tokio, templo por antonomasia del kabuki; con ella, captó la atención de la sociedad. Nacidos ambos en 1955, compartían el mismo afán por crear un teatro para su misma época. En esa ocasión, pusieron en escena Togitatsu no utare. Aunque ésta estaba basada en una obra de los años 20, que pertenecía a una nueva corriente de kabuki conocida como “Shin-kabuki”, con el guión y la dirección de Noda consiguieron crear un  teatro de 2000 a partir de la misma historia. El dúo volvió a colaborar tres años más tarde en un refrito de la obra Nezumi kozō, del gran autor de kabuki clásico Kawatake Mokuami (1816-1893); la denominaron “versión de Noda” y la representaron también como programa del espectáculo principal del teatro Kabuki-za de Tokio. Cosecharon mejores críticas que con el proyecto anterior. 

La encarnación de la versatilidad, esencia del kabuki

Sin embargo, se podría decir que Nakamura Kanzaburō XVIII nos sorprendió a todos mostrándonos esa originalidad de ideas y capacidad de planificación y acción cuando ideó el teatro provisional Heisei Nakamura-za. Este proyecto materializó una gran labor que no se le había ocurrido a nadie en toda la historia del kabuki moderno: hacer que el kabuki recobrara su carácter artístico original de teatro vivo y real. El origen de esa idea se remonta a la época en que Nakamura era estudiante de secundaria, cuando fue a ver teatro underground a unas cabañas, algo que en aquel tiempo se encontraba en pleno auge, y sintió cómo resurgía el kabuki del período Edo en un ambiente en el que el público y los actores se hacían uno. 

A decir verdad, aunque el kabuki actual, que se representa en grandes teatros de arquitectura moderna, sea pomposo, es posible que en las obras de nuestro tiempo se esté perdiendo la sensación de encontrarse en uno de esos teatros en los que antes el pueblo de Edo vibraba de entusiasmo. Nakamura quería que ese fervor volviera al kabuki actual. El padre de Nakamura Kanzaburō XVIII, Kanzaburō XVII, era un gran actor con un estilo interpretativo popular que ponía empeño en complacer al público. Nakamura Kanzaburō XVIII heredó de él su arte y su temperamento. Se piensa que estaba convencido de que, si su padre hubiera nacido en la época actual, sin duda alguna habría pensado exactamente lo mismo que él. 

Por otra parte, el nombre Nakamura Kanzaburō no sólo se ha transmitido durante 18 generaciones, lo que lo convierte en la denominación más distinguida de la historia, sino que también se trata de un apellido heredado de generación en generación, el mismo que el del director del teatro Nakamura-za, el mejor de Edo. Se dice que Nakamura Kanzaburō I construyó el primer teatro de kabuki en Edo en 1624. Nakamura Kanzaburō XVIII fue quien tuvo la idea de dar comienzo a una nueva era del teatro Nakamura-za construyendo un teatro provisional bajo este nombre, denominación a la que le añadió Heisei(*1), nombre de la era actual. Quería mostrar el kabuki al público japonés y extranjero, trasladando el teatro a cualquier lugar. 

En 2001, el teatro Heisei Nakamura-za comenzó su andadura en el barrio tokiota de Asakusa, zona de recreo del pueblo desde el período Edo. Posteriormente, en 2004 y 2007, llegó a Nueva York, y un año más tarde a Berlín y a Sibiu, Rumanía, lugares en los que el público extranjero pudo disfrutar del kabuki también. Es cierto que ya se había representado kabuki varias veces en otros países; sin embargo, existen diferencias de base entre la idea de mostrar en los teatros locales un arte clásico japonés, y la de enseñar un kabuki actual, el que ellos mismos han creado transportando el teatro en sí, junto con su ambiente original. En Nueva York, Nakamura Kanzaburō XVIII incluso recitó su parte en inglés. El kabuki es un espectáculo clásico, pero su característica esencial es que cambia infinitamente de forma versátil.

Un actor empeñado en contentar al público 

Por otra lado, Nakamura Kanzaburō XVIII sentía un particular fervor por respetar el arte que había aprendido de los actores con más experiencia, empezando por su padre. Hacía caso hasta al más mínimo detalle de los papeles que le habían enseñado sus antecesores, a los que tanto admiraba; recuerdo incluso la pasión con la que me explicó cómo se emocionaba cuando interpretaba en el mismo escenario del mismo teatro el mismo papel que este o aquel actor había representado antes. Su vitalidad residía en su empeño en contentar al público, más que en la convivencia entre lo antiguo y lo moderno, y en los aspectos que conectaban eso con su trabajo.

Esta forma de vida de Nakamura Kanzaburō XVIII influyó incluso hasta el público general de una sociedad poco familiarizada con el kabuki. A su funeral oficial, celebrado a finales de 2012, acudieron 12.000 personas; entre semejante multitud es posible que hubiera gente que no había visto kabuki nunca. Asistieron muchos que sentían simpatía y emoción por la vida de este actor, y que lo apreciaban también como hombre.

(Escrito el 29 de diciembre de 2012. Traducido al español del original en japonés

Fotografía de fondo del título: Nakamura Kanzaburō XVIII en Osaka, saludando desde el barco en el que realizó el tradicional desfile “Funa-norikomi” antes de su representación a los admiradores que se encontraban en la orilla del río. Imagen tomada el 29 de junio de 2005 en el río Dōtonbori, en Osaka. Cortesía de la agencia de noticias Jiji Press. 

(*1) ^  La era Heisei comenzó el 8 de enero de 1989 y continúa hasta nuestros días.

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