TICAD V, la piedra angular del futuro de la diplomacia japonesa en África

Política Economía

El pasado mes de junio se celebró en Yokohama la V Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (TICAD V). Endō Mitsugi, profesor de la Universidad de Tokio, analiza el enfoque diplomático de Japón en África a través de su papel en la TICAD.

La V Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (TICAD V) ha tenido lugar entre el 1 y el 3 de junio de este año en Yokohama. Desde la primera edición, celebrada en 1993, esta serie de reuniones lanzada por iniciativa del gobierno japonés ofrece una plataforma para el diálogo sobre el desarrollo de África en la que participan países africanos junto a naciones y organismos internacionales que les proporcionan ayuda. Este año la Conferencia ha celebrado su vigésimo aniversario. 

El lema que acompañaba al folleto de la TICAD V, publicado en marzo por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, rezaba “Mano a mano con una África más dinámica”. Este mensaje, que simboliza un paso más adelante en comparación con el “Hacia una África más fuerte” que encabezó la Declaración de Yokohama en la IV Conferencia (TICAD IV) de 2008, refleja la profunda transformación que ha experimentado África en los últimos años gracias a su rápido crecimiento económico. Ahora que África se ha afianzado como mercado, proveedor de materias primas y destino de inversiones, es el momento de fortalecer los lazos económicos entre Japón y África. 

Por otro lado, Japón tiene la voluntad de seguir participando en la consolidación de la paz y la estabilidad mediante la solución de conflictos armados, así como en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio fijados por la ONU como base del plan de ayuda internacional a África. Estos temas ya se apuntaron en la reunión ministerial preparatoria de la TICAD V que se celebró en marzo en Addis Abeba, la capital de Etiopía. 

Una nueva diplomacia japonesa en África

Las recientes acciones estratégicas se sustentan en la doctrina diplomática que Japón ha venido aplicando en sus relaciones con África desde principios del siglo XXI. La edición de 2012 del Libro Azul de la diplomacia japonesa señala África como región de creciente importancia para el país por los tres motivos siguientes.

 (1) Como miembro responsable de la comunidad internacional, Japón tiene el deber de implicarse en la resolución de los problemas que afronta África y ganarse así la confianza internacional.

 (2) Japón necesita reforzar las relaciones económicas con África, ya que este continente supone un importante mercado potencial con un crecimiento rápido, una gran riqueza de recursos naturales y una población en aumento.

 (3) La cooperación de los países africanos es indispensable para afrontar problemas globales como la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o el cambio climático.

Estos tres puntos están íntimamente relacionados con la TICAD V; mientras que el punto 2 se refleja en la consolidación de la relación con esa “África más dinámica”, el establecimiento de la paz y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio tienen cabida en los puntos 1 y 3.

Antes de que apareciera la primera forma de la doctrina mencionada, la política japonesa para con África se consideraba una política “de reacción”, trazada en respuesta a las acciones de ciertos países o de la comunidad internacional. Esta política reactiva se vio sin duda espoleada por la creciente implantación china en el continente africano.

Desde el año 2000, China ha ido aumentando su presencia en África como país donante y como actor económico. Al igual que el término Françafrique se creó en su día para reflejar las relaciones privilegiadas entre Francia y África, hoy en día podríamos hablar de Chinafrique. Es evidente que el cambio de dirección de la política japonesa en África de los últimos años, incluyendo la precisión de la doctrina diplomática, se ha visto motivado en parte por la rápida penetración china en el continente.

La TICAD IV se celebró en 2008 dentro de este nuevo contexto y dio lugar a la Declaración de Yokohama, que expresaba la voluntad japonesa de implicarse más profundamente en el desarrollo africano, así como al Plan de Acción de Yokohama, un calendario concreto para la ejecución de los objetivos de la declaración. Además, en 2008 también se puso en marcha el Mecanismo de Seguimiento de la TICAD, una medida diseñada para evaluar el avance del proceso y evitar que la Conferencia se vea limitada a la celebración de un acto cada varios años.

El Plan de Acción de Yokohama fijó las acciones que debían ejecutar hasta 2012 los países y los organismos internacionales participantes en el proceso de la TICAD, incluidas cifras concretas para cada objetivo, clasificadas en cinco grandes temas: aceleración del crecimiento, cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, consolidación de la paz y la buena gobernanza, gestión de los problemas medioambientales y ampliación de las relaciones de cooperación en África.

El nuevo Mecanismo de Seguimiento, concebido para supervisar la implementación de las medidas de la TICAD, examinar el cumplimiento de los objetivos, compartir la información y promover el debate entre los participantes, sigue la línea de la nueva tendencia de esta conferencia de priorizar la efectividad de la ayuda internacional. En el marco del seguimiento, Japón ha enviado varias misiones conjuntas para promocionar el comercio y la inversión en África, estableciendo colaboraciones entre el sector público y el privado para reforzar las relaciones económicas con los países africanos. 

Consolidación de la paz: las Fuerzas de Autodefensa y las embajadas

En los últimos años, Japón ha intensificado su participación en las acciones de mantenimiento de la paz en África. Un buen ejemplo de ello es el envío de las Fuerzas de Autodefensa a la costa de Somalia y el golfo de Adén para luchar contra la piratería que entró en el punto de mira de la comunidad internacional a partir de 2008, así como a la República de Sudán del Sur, independizada el 9 de julio de 2011, para participar en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU.

Japón inauguró sus medidas antipiratería en enero de 2009 con el envío de barcos de las Fuerzas Marítimas de Autodefensa para escoltar a las embarcaciones de bandera japonesa, tripulación japonesa o vinculadas de cualquier otro modo a los intereses japoneses. En junio del mismo año se aprobó la Ley sobre la Penalización de los Actos de Piratería y las Medidas contra los Actos de Piratería, una ley que se ajusta a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y que permite a Japón castigar los actos de piratería de cualquier nacionalidad y defender a las embarcaciones de cualquier bandera (los barcos escolta llevan miembros de la guardia costera japonesa para efectuar el arresto y la interrogación de los sospechosos en caso necesario). En junio de 2011 Japón amplió su radio de acción en la lucha contra la piratería en África al establecer en Djibouti la primera base de las Fuerzas de Autodefensa fuera del territorio japonés.

El 15 de noviembre de 2011 el Gabinete japonés aprobó el envío de las tropas de las Fuerzas Terrestres de Autodefensa a Sudán del Sur. Japón envió 300 efectivos a participar en la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur, una acción incluida en la resolución 1996 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que se aprobó el 8 de julio, la víspera de la declaración de independencia de la nueva república. Esta decisión se vio motivada por dos factores. Por un lado, Japón consideró el nuevo país como un pilar fundamental de su estrategia energética, debido a que alberga un 80% del total de la producción petrolífera del antiguo Sudán. Por otro lado, la acción supuso una respuesta a la petición de colaboración de las Fuerzas de Autodefensa del secretario general de la ONU Ban Ki-moon al entonces primer ministro japonés Kan Naoto, así como una muestra de la voluntad japonesa de adoptar el papel de nación responsable en el seno de la comunidad internacional.

Otro punto que destacó, junto con la acción de las Fuerzas de Autodefensa en Djibouti y Sudán del Sur, fue el rápido ascenso de las oficinas de enlace establecidas en ambos países a la categoría de embajadas. La Embajada de Djibouti se inauguró el 1 de enero de 2012 y la de Sudán del Sur abrirá oficialmente antes de abril de 2014. El establecimiento de organismos públicos en puntos estratégicos, así como la participación en las acciones de consolidación de la paz, refleja la nueva dirección diplomática de Japón en África.

Temas clave del futuro de la diplomacia japonesa en África

Este año la TICAD ha contado por primera vez con la participación de la Comisión de la Unión Africana —órgano ejecutivo de la Unión— como miembro organizador de la Conferencia, junto con el Gobierno japonés, las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La Comisión de la Unión Africana participa desde 2010 en el proceso de organización de la TICAD y en las reuniones del Mecanismo de Seguimiento. El Gobierno japonés otorga una importancia notable a las acciones de la Unión Africana en temas de prevención, gestión y resolución de conflictos, y plantea el fortalecimiento de sus relaciones con la Unión como uno de los puntos clave de su política diplomática en el continente africano.

La reunión ministerial preparatoria que tuvo lugar en marzo en Addis Abeba fue una ocasión de oro para confirmar la dirección que tomarían los países miembros en la TICAD V, y a la vez brindó a los países africanos la oportunidad de señalar los puntos problemáticos de la Declaración de Yokohama de 2013 y del Plan de Acción de Yokohama 2013-2017. Cabe apuntar que la surafricana Nkosazana Dlamini Zuma, secretaria de la Comisión de la Unión Africana desde 2012, ostenta una postura más prudente frente a la TICAD que su antecesor, el gabonés Jean Ping, que ocupaba el cargo cuando se decidió incluir a la Unión Africana entre los miembros organizadores de la Conferencia.

Aunque es cierto que la TICAD ha participado en la promoción de las relaciones económicas mediante la cooperación del sector público con el privado, se trata fundamentalmente de una plataforma enfocada hacia la ayuda pública al desarrollo. Sin embargo, en el panorama actual de profunda evolución de la estructura económica africana, se hace patente la necesidad de buscar soluciones más flexibles para asegurar el éxito de la Conferencia. Para seguir desarrollando una estrategia política exterior centrada en la Unión Africana, Japón debe confirmar el papel de Addis Abeba como eje de la diplomacia en África y dedicar los recursos necesarios para afianzar esa posición. Sea como fuere, podemos afirmar que la TICAD se ha convertido en la piedra de toque para el futuro de la diplomacia japonesa en África.

(Traducido al español del original japonés escrito en mayo de 2013)

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