¿Qué busca China en las aguas territoriales de Japón?

Política

En junio, antes de que un tribunal internacional desautorizase los pretendidos derechos territoriales chinos en el Mar de la China Meridional, el gigante asiático incrementó su actividad en otro mar, el de la China Oriental. Kōda Yōji, ex alto mando de las Fuerzas Marítimas de Autodefensa, señala que su intención es apartar la atención del mundo de la primera de esas zonas marítimas y reivindicar sus supuestos derechos sobre la segunda.

Corte de arbitraje deniega las pretensiones chinas

El día 12 de julio se dio a conocer la sentencia del proceso internacional iniciado por Filipinas ante la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya (Holanda) en su intento por oponerse a la postura china, según la cual su soberanía se extiende sobre la práctica totalidad del Mar de la China Meridional. La corte establece que la llamada Línea de los Nueve Segmentos (Jiuduanxian) que reivindica China como “derecho histórico” carece de fundamento y critica duramente la creación por parte de ese país en el Mar de la China Meridional de islas artificiales.

Escalada en el Mar de la China Oriental antes de emitirse la sentencia

E

n los últimos tiempos, China, que venía siendo duramente censurada por la comunidad internacional por el asunto del Mar de la China Meridional, previendo con antelación que la sentencia contrariaría su postura, había adelantado que no se sometería a la decisión de la corte. Pero además, especialmente durante los últimos meses, había extremado su vigilancia. Así, en junio, China paseaba sus buques de guerra por las aguas territoriales japonesas y por sus zonas contiguas (franja entre las 12 y las 24 millas marinas desde la línea de base). Y la escalada no se ha limitado al citado mar, extendiéndose también al Mar de la China Oriental.

El 7 de junio, un avión de combate J-10 de las Fuerzas Aéreas chinas protagonizó un anómalo acercamiento a un RC-135 norteamericano de reconocimiento electrónico que recogía información en el espacio situado sobre las aguas internacionales del Mar de la China Oriental. Dos días después, en la madrugada del 9, una fragata de la armada china fue la primera embarcación de guerra de ese país en penetrar la zona marítima limítrofe con las aguas territoriales japonesas que rodean las islas Senkaku (prefectura de Okinawa). El 15 de ese mismo mes, un barco de reconocimiento chino entró, por el estrecho de Tokara (proximidades de la isla japonesa de Kuchinoerabu) en aguas territoriales japonesas. Al día siguiente, el mismo barco navegó por aguas limítrofes en las proximidades de otra isla, la de Kitadaitō, en la misma prefectura.

Parece ser que la verdadera intención de China era desviar por cualquier medio la atención internacional de la sentencia sobre el Mar de la China Meridional. Pretendiendo tener “intereses irrenunciables” tanto en este mar como en el oriental, volvió a poner en la palestra ante la comunidad internacional el problema de la soberanía sobre esta última región marítima.

Contemplando el asunto con serenidad, para China no representa ninguna ventaja elevar el nivel de tensión con Japón. Si bien es cierto que la situación en el Mar de la China Oriental sigue siendo tensa, la visita de Kishida Fumio a China de finales de abril fue la primera de un ministro de Asuntos Exteriores japonés a ese país en cuatro años y medio, y las conversaciones para una cumbre chino-japonesa siguen su curso, de modo que, si comparamos la situación actual con el momento de mayor deterioro, cabe decir que la relación política entre Japón y China se dirige hacia una mejoría, aunque sea lentamente. Pese a ello, China ha causado estos problemas en el Mar de la China Oriental.

En términos de interés internacional el Mar de la China Oriental ha quedado eclipsado por el de la China Meridional, pero si tenemos en cuenta la potencia militar de los países implicados en esa área (Japón, Estados Unidos y China) cualquier crisis que pudiera desencadenarse produciría una tensión incomparablemente mayor que la del Mar de la China Meridional. Si se hace saltar una chispa, por mínima que sea, la atención de la comunidad internacional volverá a centrarse en el mar oriental. Tal cabe imaginar que sea la intención de China.

Las invasiones de la zona contigua a las Senkaku podrían continuar

En Japón se ha dicho que el objetivo de China al situar uno de sus buques en la zona contigua cercana a las islas Senkaku, la madrugada del 9 de junio, había sido “vigilar” el paso por esas mismas aguas de un destructor ruso y del buque escolta japonés que lo vigiló y siguió inmediatamente antes. Pero esta explicación no es demasiado convincente. Que esto no ocurriera en aguas territoriales sino en la zona contigua a esta era parte de los cálculos del Gobierno chino.

Aunque en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se reconozca el “derecho de paso inocente”, no es normal que, estando enfrentados por la soberanía de las Senkaku, un buque de guerra chino penetre en aguas territoriales de Japón, una acción que, en determinadas circunstancias, podría obligar a las Fuerzas de Autodefensa a realizar una operación de seguridad marítima(*1).

Por otra parte, las aguas de la zona contigua son, desde el punto de vista del derecho internacional, aguas internacionales. No hay problema en que un buque de guerra armado penetre en ellas ni fundamento legal para criticar tal acción.

China complicó las cosas en el mar oriental haciendo navegar sus barcos de guerra por la zona contigua, pero lo hizo hábilmente, sin llegar al punto crucial de provocar un enfrentamiento militar con Japón. Que el buque chino abandonase la zona contigua apenas una hora después de que, a las dos de la mañana, el viceministro administrativo de Asuntos Exteriores japonés, Saiki Akitaka, hubiera citado al embajador chino en Japón, Cheng Yonghua, indica que se trataba de una maniobra de Estado y no de un capricho del ejército chino.

Aunque esta incursión en la zona contigua pueda no estar directamente vinculada a una intención de invadir las islas Senkaku, en posesión de Japón, no conviene descuidar la vigilancia frente a otras acciones militares similares e incluso todavía más atrevidas. Es muy probable que cosas así se repitan en las aguas o en el espacio aéreo que rodean Japón, especialmente durante estas semanas posteriores a la sentencia de la corte de arbitraje.

Preocupan las pretensiones chinas de utilizar el estrecho de Tokara

Parece ser que el barco que navegaba en misión informativa por el estrecho de Tokara el 15 de junio posteriormente reunió información en el oeste del océano Pacífico sobre las unidades navales participantes en los ejercicios militares conjuntos Malabar 2016, que realizaron Japón, Estados Unidos e India entre los días 10 y 17. El hecho de que el barco que hizo la incursión no fuera propiamente un buque de combate y no portase armas indica a las claras que China quiso evitar un enfrentamiento físico con la Marina de Autodefensa de Japón.

Tomada como un ejemplo de “navegación inocente” en aguas territoriales de otro país, desde el punto de vista del derecho internacional esta acción de China puede interpretarse, en términos generales, como el legítimo ejercicio de un derecho. Sin embargo, aunque China permite el paso de buques extranjeros por sus aguas, exige aviso previo. Calificar de “navegación inocente” esta acción que no vino precedida de un aviso a Japón entra en clara contradicción con las posturas que ha venido manteniendo.

Por eso, China trató de justificar su acción de otra forma completamente diferente: defendiendo que el estrecho de Tokara, que constituye el corredor para pasar del Mar de la China Oriental al océano Pacífico, es un estrecho internacional según la definición dada por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Fundándose en esto, sostiene que su barco cruzó tal estrecho en ejercicio del “derecho de paso en tránsito”, según el cual cualquier barco, sin distinción, puede hacer ese trayecto sin avisar previamente a los países costeros.

Este planteamiento chino es una cómoda manera de practicar la libre navegación por aguas territoriales de otro país sin contradecirse con la postura que mantiene acerca de los barcos extranjeros que navegan por sus aguas territoriales. Sin embargo, el Gobierno de Japón no reconoce el Estrecho de Tokara como un estrecho internacional. A cambio, Japón otorga la consideración de “zona marítima especial” al estrecho de Ōsumi (prefectura de Kagoshima, en Kyūshū), que por su conformación geográfica quedaría incluido en sus aguas territoriales, y reduce en este caso la extensión de estas aguas de las 12 millas náuticas habituales a tres, creando de esta forma en el centro del estrecho una franja de aguas internacionales por la que cualquier embarcación o aeronave puede pasar libremente. Es decir, que está garantizando la “libre navegación por aguas internacionales”, a la que corresponde un grado de libertad mayor todavía que el del paso en tránsito por los estrechos internacionales. No hay, por lo tanto, ninguna necesidad de hacer del estrecho de Tokara, próximo al de Ōsumi, un estrecho internacional. Hasta ahora, los buques de guerra chinos que rodean Japón vienen sirviéndose del estrecho de Ōsumi para hacerlo. Además, al sur del estrecho de Tokara hay otro estrecho, entre la isla de Amami Ōshima y Yokoatejima (extremo sur de las islas Tokara), en cuya parte central hay otra franja de aguas internaciones por las que navega habitualmente un gran número de embarcaciones.

En el supuesto de que, atendiendo las pretensiones chinas, el estrecho de Tokara fuera reconocido abierta o tácitamente por Japón como estrecho internacional, esto abriría las puertas a pretender que todos los estrechos japoneses de anchura inferior a las 24 millas náuticas lo fueran de igual modo. Se produciría así la situación más indeseable tanto para la seguridad nacional de Japón como para la de todo el océano Pacífico, pues, por ejemplo, China podría hacer un uso abusivo del derecho de paso en tránsito para sacar hacia el Pacífico sus submarinos sin sacarlos a la superficie.

La estrategia de valerse de los estrechos internacionales, lesiva para Japón

Aunque las pretensiones chinas sobre el estrecho de Tokara son inadmisibles desde el punto de vista de Japón, la respuesta del Gobierno japonés con ocasión de la invasión de sus aguas territoriales de junio no implicó un claro mensaje de rechazo a tales pretensiones.

Es una necesidad perentoria que Japón se manifieste públicamente con toda claridad acerca de algunos puntos, entre ellos: 1) Japón no reconoce el estrecho de Tokara como estrecho internacional; 2) la pretensión china de derecho de paso en tránsito por dicho estrecho es una interpretación unilateral e inaceptable; 3) en caso de que este tipo de pretensiones se repitan, esto representará un desafío a la soberanía e intereses nacionales de Japón, y 4) si acciones similares vuelven a producirse en el futuro, Japón tomará las medidas pertinentes, especialmente ante el paso sumergido de submarinos, y responderá considerándolos “submarinos sumergidos en aguas territoriales”, lo que le permitirá activar el dispositivo de operación de seguridad marítima.

Japón tiene otra opción, y es responder a China llevando a cabo rápidamente alguna acción similar a las realizadas por este país. En concreto, hacer que un buque de las Fuerzas de Autodefensa navegue por la zona contigua y ejerza su derecho de paso en tránsito tomando algún estrecho situado en las aguas territoriales chinas como estrecho internacional. No se trata de un simple ojo por ojo, sino de una confirmación práctica de un derecho reconocido en las leyes internacionales y que, además, está perfectamente asentada como actividad de las armadas de cualquier país del mundo. Ocurre a menudo que, si no se ejercitan, los derechos estipulados por las leyes internacionales no logran asentarse en un ámbito amplio como tales derechos. Es al tener oportunidades para ejercerlo cuando se asientan realmente como disposiciones del derecho internacional.

Psicológicamente, en las Fuerzas de Autodefensa de Japón sigue habiendo resistencia a desplegar este tipo de actividades en situaciones normales, pero si se precia de ser un país que respeta “el imperio de la ley”, como miembro de la comunidad internacional e integrante poderoso de la misma, es algo perfectamente natural que, en caso de necesidad, lleve a cabo resueltamente este tipo de actividades.

Esta es, claramente, una actividad de confirmación del derecho internacional y de ningún modo una provocación por medio de la fuerza. Si Japón no responde de esta forma, se entenderá gradualmente que quien calla, otorga. En todo caso, la estrategia china de estrechos internacionales y derecho de paso en tránsito afecta al fundamento mismo de la seguridad nacional de Japón y no deja de sorprender la forma astuta y pertinaz en que China la lleva a cabo.

Hay, por otra parte, un aspecto del que me he percatado mientras escribía mis trabajos sobre este tema, y es que estrechos de gran importancia, como el citado entre las islas de Amami Ōshima y Yokoate, siguen sin recibir un nombre oficial. Esto puede incluso dificultar su identificación cuando Japón trate de poner en claro su postura en el ámbito internacional. El Gobierno de Japón está empezando a poner nombres oficiales a todas las islas e islotes del país y debería hacer lo propio con los estrechos.

Japón debe asegurarse el control del archipiélago de Nansei

La actividad de China en el Mar de la China Oriental posterior a la sentencia del tribunal de arbitraje no es una inofensiva forma de desviar la atención internacional del problema del Mar de la China Meridional: podría derivar fácilmente en un asunto mucho más grave. Para China, el archipiélago Nansei (que agrupa al conjunto de las islas de la región suroccidental de Japón), incluyendo en él las islas Senkaku, es un punto clave en su estrategia y es, al mismo tiempo, una región que quiere asegurarse a toda costa en su estrategia de seguridad nacional. En otras palabras, es muy importante para que sus unidades militares marinas y aéreas puedan salir hacia el océano Pacífico y volver de él, y la región marítima y el archipiélago clave para la realización de su estrategia de impedir el acercamiento y despliegue de las fuerzas estadounidenses. Sin embargo, estamos hablando de territorio japonés y de aguas territoriales japonesas. Controlar esta zona no es solo  responsabilidad de Japón como Estado independiente, también es de extrema importancia en la aplicación estable y flexible de la alianza nipo-estadounidense, que es clave para la estabilidad de la región Asia-Pacífico.

Desde esa perspectiva, es necesario que Japón, además de oponerse resueltamente a las pretensiones chinas sobre los estrechos internacionales, le plante cara en lo que concierne a sus actividades en el Mar de la China Oriental, que no son legítimas desde el punto de vista del derecho internacional. Y se espera que el Gobierno de Japón, preparándose ante comportamientos similares previsibles y otras situaciones más graves, proceda con la máxima previsión y rapidez a la mejora de las capacidades defensivas y la disposición de efectivos de las Fuerzas de Autodefensa, así como del sistema conjunto nipo-estadounidense.

Fotografía del encabezado: fragata Jiangkai I de la armada china, del mismo modelo que la que navegó por la zona contigua próxima a las islas Senkaku (tomada del sitio web de la División Conjunta del Ministerio de Defensa).

(*1) ^ Según la ley que rige la actuación de las Fuerzas de Autodofensa de Japón, este dispositivo se activa tras obtener la autorización del primer ministro, en caso de necesidad especial de proteger en el mar vidas humanas o bienes, o de mantener el orden. Incluye el reconocimiento del derecho al uso de armas para la legítima defensa y de hacer disparos de advertencia en caso de que el buque intervenido desobedezca la orden de detener la marcha.

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