Editorial 5

Política

El 13 de enero de 2012 el primer ministro de Japón, Noda Yoshihiko, remodeló su gabinete, sustituyendo a cinco de sus diecisiete miembros. Las sustituciones del ministro de Defensa, Ichikawa Yasuo, y del presidente de la Comisión Nacional de Seguridad Pública, Yamaoka Kenji, ambos censurados por la Cámara Alta, así como la del ministro de Justicia, Hiraoka Hideo, que previsiblemente iba a sufrir el acoso de la oposición durante el periodo ordinario de sesiones de la Dieta pueden considerarse destituciones de hecho. Uno no entiende, en cambio, la sustitución del titular de Educación, Cultura, Deporte, Ciencia y Tecnología, Nakagawa Masaharu, por Hirano Hirofumi. No es que no entienda que Hirano, quien había desempeñado en el Partido Democrático de Japón el cargo de presidente de la Comisión de Relaciones con la Dieta, haya recibido un puesto en el gabinete como una forma de conseguir la armonía en el seno del partido. Pero, ¿a qué se debe que el sustituido sea Nakagawa? La decisión es aún menos comprensible si consideramos que Nakagawa, como ministro, ha demostrado una silenciosa pero firme voluntad política en temas como la reforma de la educación superior, la formación de recursos humanos para la época de la globalización o la creación de un área de innovación científica en Asia Oriental.

Tal como se ha señalado, la clave de esta remodelación está en la designación de Okada Katsuya, anterior secretario general del partido, como viceprimer ministro y ministro responsable de la reforma que vinculará la financiación de la Seguridad Social con los impuestos. Su nombramiento refuerza la postura conjunta del gabinete a favor de la subida del impuesto sobre el consumo. Además, el primer ministro ha dejado claro que considera inevitable este aumento impositivo, manifestando que tendrán que “seguir pidiendo un esfuerzo (a la ciudadanía)”. Según los resultados de una encuesta telefónica efectuada por el periódico Yomiuri Shimbun entre los días 13 y 14 de enero, tras conocerse la remodelación del gabinete, el 39% de los participantes respondieron que apoyarían los planes del gobierno y del partido gobernante para elevar este impuesto del actual 5% al 8% en 2014 y al 10% en 2015 a fin de financiar el sistema de la Seguridad Social, incluidas las pensiones públicas, frente a un 55% de los encuestados que se posicionaron en contra. Una encuesta similar llevada a cabo por el Asahi Shimbun arrojó resultados similares: 34% a favor y 57% en contra. Sea cual sea la situación, es impensable que un aumento impositivo consiga recabar más adhesiones que rechazos. Lo importante es que más de un tercio de los ciudadanos se posicionan a favor.

El aumento impositivo, a debate en la Dieta

En el periodo ordinario de sesiones de la Dieta, convocado el 24 de enero, la aprobación del proyecto de presupuesto nacional es el asunto más inmediato, pero después se debatirá el aumento del impuesto sobre el consumo. En vista de la situación actual de las finanzas públicas japonesas, esto no puede evitarse bajo ningún pretexto. Cabe esperar que tanto el gobierno y el partido gobernante, como el Partido Liberal Democrático y el Nuevo Kōmeitō desde la oposición, se hagan cargo de la situación y acometan el aumento del impuesto sobre el consumo con amplitud de miras.

Para que el lector tenga una idea aproximada de cuál es el proyecto gubernamental de Presupuestos Generales del Estado para el año fiscal 2012, que comenzará en abril, diremos aquí que el total de ingresos se establece en 90,3 billones de yenes, de los cuales 42,3 billones corresponden a impuestos y 44,2 a la deuda pública. En cuanto a los gastos, el pago de la deuda (principal más intereses) se lleva 21,9 billones, y ya dentro del balance primario, los gastos de la Seguridad Social suponen 26,4 billones, y el conjunto de educación, cultura, ciencia y defensa y otras partidas, 23,1 billones de yenes. Dicho de otra forma, los gastos de la Seguridad Social son superiores a la suma del resto de las partidas de gasto incluidas en el balance primario. Además, si no se hace algo al respecto, los gastos de la Seguridad Social seguirán un crecimiento natural a un ritmo de un billón de yenes por año, en consonancia con el progresivo envejecimiento de la población y la tendencia a la disminución en la natalidad.

Por otra parte, la deuda nacional de Japón se situará en 2012 en un 219,1% del Producto Interno Bruto (PIB), un porcentaje mucho más alto que, por ejemplo, el de Italia (128,1%), que está en plena crisis. Como suele señalarse, en Japón los activos financieros de los particulares son muy elevados. En total, se estima que en 2010 sumaban 1.115 billones de yenes. Sin embargo, la deuda bruta de Japón en ese mismo año era de 1.048 billones de yenes, y si pensamos en que el total de la deuda sigue creciendo mientras los ahorros se estancan, lo cierto es que en pocos años podría invertirse la relación numérica entre los activos financieros de los particulares y la deuda pública. Existe la opinión de que, por muy grande que sea la deuda pública, si la tasa de crecimiento económico nominal es superior al interés nominal de la deuda, esto no representa un problema. Ciertamente, es así. Sin embargo, esto ocurrió solo en tres de los veinte años que van de 1991 a 2010. Además, cuando la deuda nacional supera el 90% del PIB, la tasa de crecimiento suele ser, por lo general, menor que la de los países que soportan una deuda menor. No solo esto: en 2011 la balanza comercial japonesa mostró un déficit de 2,5 billones de yenes. Por una parte, las exportaciones se resintieron del alza del yen, y por otra, el accidente de la central nuclear Fukushima Daiichi obligó a elevar mucho las importaciones de gas natural licuado, utilizado para alimentar las centrales térmicas. Es muy probable que el déficit de la balanza comercial continúe. También hay que pensar en la balanza de rentas, cuyo superávit fue en 2010 de 11,7 billones de yenes, pero que con la actual marcha de la economía mundial, no puede expandirse. La consecuencia de todo lo anterior es que en 2015 el balance por cuenta corriente de Japón puede entrar en números rojos.

Ante esta perspectiva, es evidente que la única alternativa para afrontar la actual crisis de las finanzas públicas es hacer las reformas que permitan financiar con los impuestos la Seguridad Social, como también es obvio que no hay tiempo que perder. En noviembre de 2011 el Fondo Monetario Internacional manifestó, en relación con las finanzas públicas japonesas, que “una vez que se dañe la confianza en su sostenibilidad, es de temer que se inicie un círculo vicioso de alza en los intereses y pérdida de confianza en los mercados”. Lo que está en juego ahora es saber si el gobierno de Noda será capaz de mantener esa “confianza en su sostenibilidad (la de sus finanzas)”.

La voluntad política en la promoción científica y tecnológica

El Consejo de Política Científica y Tecnológica, presidido por el primer ministro Noda, fue temporalmente suspendido el día seis de enero, lo cual me afecta directamente, ya que soy miembro no permanente del mismo. La razón es que el nombramiento de tres personas, entre ellas el rector de la Universidad de Osaka, Hirano Toshio, que iban a formar parte del consejo en calidad de expertos, continuaba sin ratificarse al no haber sido objeto de deliberación durante el pasado periodo extraordinario de sesiones de la Dieta.

Este órgano, verdadera torre de mando de la política científica y tecnológica del gobierno, se encarga de proyectar los planes básicos y hacer las coordinaciones generales. Su composición está estipulada por el Acta de Establecimiento de la Oficina del Gabinete, que prevé un máximo de 14 consejeros, entre miembros del gabinete y expertos, no debiendo ocupar nunca estos últimos menos de la mitad de los puestos. El 5 de enero, sin embargo, tres de sus expertos llegaron al final del periodo para el que habían sido nombrados, pasando el Consejo a tener once miembros con solo cinco expertos entre ellos, por lo cual, con la ley en la mano, quedaba disuelto.

Si los nombramientos son ratificados durante el periodo ordinario de sesiones que se inició el 24 de enero el Consejo recuperará su funcionamiento normal. Pero hay un aspecto que escapa a la mirada de la mayoría: la importancia que tiene la voluntad política del primer ministro. Hemos dicho que el Consejo es como la torre de mando de la política científica y tecnológica del gobierno. Además tanto el propio gobierno como el partido gobernante han preparado propuestas de reforma estructural para fortalecer precisamente estas funciones de control. Pero por mucho que se modifiquen los organismos, si el primer ministro carece de voluntad para ponerlos al servicio de algún fin, todo es inútil. Ningún coche, por estupendo que sea, se mueve sin alguien que lo conduzca.

Para el futuro de Japón, es de capital importancia promocionar la innovación en los campos de la ciencia y la tecnología, como también lo es formar recursos humanos para trabajar en esos campos. Pienso que sobre esto existe un amplio consenso en la ciudadanía. Sin embargo, los dos primeros ministros que han precedido a Noda en su cargo, sus compañeros de partido Hatoyama Yukio y Kan Naoto, pese a haber cursado carreras de ciencias, han demostrado una escasísima voluntad política en la promoción de la innovación científica y técnica. Esto se aprecia perfectamente en la frecuencia con la que ha sido convocada la reunión plenaria del Consejo y el tiempo que se le ha venido dedicando. Durante el mandato de Koizumi Jun’ichiro, del Partido Liberal Demócrata, el pleno del Consejo se celebró una vez cada 37 días, dedicándosele un promedio de 55 minutos a cada pleno. Durante el de Hatoyama, la frecuencia fue de una vez cada 53 días, con una duración media de 37 minutos. Con Kan, se reunió una vez cada 113 días durante un promedio de 27 minutos. Dijeran lo que dijeran los implicados, es evidente que no tenían ningún interés en estas materias. No es exagerado decir que la disolución del Consejo, al no haber sido ratificados los nombramientos durante el periodo extraordinario de sesiones de la Dieta del año pasado, es igualmente una muestra de la falta de voluntad política.

(Traducido al español del original en japonés)

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