Actividad diplomática china de alto nivel y geopolítica de la región Indopacífica

Política Economía

APEC, TPP y ASEAN celebran sus cumbres

A comienzos de octubre se celebraron en Bali (Indonesia) las cumbres del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) y de las negociaciones para la firma del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP), mientras en Brunei tenían lugar la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y otras reuniones anexas al más alto nivel, como la ASEAN-Japón, ASEAN+3 (Japón, China y Corea del Sur) o la de Asia Oriental.

Todas las reuniones discurrieron según lo previsto. La cumbre de APEC confirmó sus intenciones de hacer realidad el Área de Libre Comercio de Asia-Pacífico (FTAAP). La reunión cumbre del TPP no sirvió para obtener el esperado acuerdo general. Como ha sido ampliamente difundido por los medios de comunicación, parece ser que una de las causas fue la ausencia en la misma del presidente norteamericano Barack Obama, atribulado por el cierre de parte de los órganos gubernamentales de su país. Por lo que respecta a la cumbre de Asia Oriental, hubo acuerdo en dar inicio próximamente a las negociaciones para la creación de la Asociación Económica Regional Amplia (RCEP), sobre la base de la ASEAN. Además, en cuanto a las disputas territoriales en el Mar de la China Meridional, se dio la bienvenida a la fijación de un “código de conducta” basado en un acuerdo entre China y la ASEAN, y se hizo hincapié en la importancia de cumplir la “declaración de conducta” acordada en 2002.

¿Cambiará la geopolítica con la nueva diplomacia china?

Alrededor de esas mismas fechas China desarrolló una frenética actividad diplomática al máximo nivel. El presidente Xi Jinping se entrevistó el 2 de octubre en Yakarta con el presidente indonesio Susilo Bambang Yudhoyono, con quien acordó reforzar la cooperación en materia militar. Dos días después se reunió en Malasia con el primer ministro de este país, Najib Razak, con quien también llegó a un acuerdo similar de fortalecimiento de relaciones, incluyendo las de carácter militar. Entre los días 13 y 15 del mismo mes visitó Vietnam el primer ministro chino, Li Keqiang, quien obtuvo un acuerdo para el establecimiento de un grupo de trabajo que debatirá las posibilidades de explotación conjunta del Mar de la China Meridional. Posteriormente, el día 23, Li firmó un pacto de cooperación defensiva en las fronteras con su homólogo indio, Manmohan Singh, quien se encontraba de visita en China.

En relación con esta gran actividad diplomática china, vemos aquí y allá en los medios de comunicación comentarios sobre un supuesto cambio en las relaciones geopolíticas entre China y el Sudeste Asiático, o entre China e India. Pero resulta un tanto prematuro concluir tal cosa. Mientras China, en asuntos como el problema territorial del Mar de China Meridional, continúe tratando de cambiar el statu quo mediante la fuerza, adoptando una pose de gran potencia, seguirán ocurriendo movimientos para contrarrestar o hacer frente a esa postura.

Vietnam, que prosigue con la colaboración de Rusia las obras para dotar la Bahía de Cam Ranh de instalaciones de repostaje y mantenimiento de buques de guerra extranjeros, ha decidido también comprar submarinos rusos y construir una base para ellos. Por otra parte, en la cumbre entre Japón y Vietnam que se celebró en Bali con motivo de las reuniones de la APEC, el primer ministro japonés, Abe Shinzō, y el presidente vietnamita, Truong Tan Sang, llegaron a un acuerdo para promover la cooperación en el área de la seguridad marítima. Indonesia comenzará a operar a finales de año una base de submarinos recientemente construida en Palu (Sulawesi), uno de los puntos estratégicos de la importante vía marítima que une los océanos Pacífico e Índico. Además, tiene planes de adquirir ocho helicópteros de ataque norteamericanos y de elevar su flota de submarinos de los dos actuales a 10 para el año 2024. India, por su parte, se dotó en 2012 de un submarino atómico ruso y en agosto de este año puso a flote su primer portaaviones de fabricación nacional. En noviembre de este año se hizo entrega a India de otro portaaviones, fabricado este también en Rusia. El primer ministro indio Singh se entrevistó a finales de octubre en Moscú con el presidente ruso, Vladimir Putin, para fortalecer la cooperación militar, con proyectos como el desarrollo conjunto de aviones de combate de última generación.

Tampoco debe extraerse de la ausencia de Obama en las reuniones en Asia la conclusión de que Estados Unidos vaya a dejar de conceder a Asia un lugar prioritario en su estrategia. Dentro de la estrategia bautizada Rebalance y con el objetivo de ampliar la presencia militar norteamericana en área de Asia-Pacífico, Estados Unidos prevé redistribuir sus fuerzas militares navales de forma que para 2020 la proporción Pacífico-Atlántico pase del actual 5-5 a un 6-4. Simultáneamente, se apresta a situar en Asia nuevos submarinos de ataque, aviones de combate de quinta generación, misiles de crucero y otros dispositivos militares. Manteniendo los seis portaaviones de que dispone en el Pacífico, Estados Unidos está aprestando también buques de combate litoral (LCS, por sus siglas en inglés) con capacidad para repeler submarinos, y realizando ejercicios militares conjuntos en esta región marítima, al tiempo que incrementa los retornos a puerto de sus buques de guerra en diversos países.

También Japón está colaborando con Filipinas, Malasia y Vietnam para reforzar la capacidad de sus sistemas de vigilancia marítima, mediante el ofrecimiento de patrulleras y de otras formas. Todo esto se implementa como parte de la estrategia de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que está íntimamente conectada con la citada estrategia norteamericana de Rebalance, como queda de manifiesto en la declaración conjunta Japón-Estados Unidos relativa a revisión de la redistribución de fuerzas militares norteamericanas de 2012, en la que se especifica el “uso estratégico de la AOD a los país costeros del área Asia-Pacífico”.

Para comprender los cambios geopolíticos en la región de Asia-Pacífico, o región Indopacífica, como se ha dado en llamar últimamente, hay que atender a todo este tipo de hechos. Desde este punto de vista, parece más correcto ver la actividad diplomática de alto nivel desarrollada por China en los últimos tiempos como una forma de “remendar” los desgarrones causados por el comportamiento con pretensiones de gran potencia que viene mostrando desde 2008, o como una forma de minimizar los daños causados.

En cinco años Japón y EE.UU. unificarán criterios de seguridad nuclear

Según el periódico Nihon Keizai Shimbun (5 de noviembre, edición vespertina), los gobiernos de Japón y Estados Unidos acordaron el establecimiento de criterios unificados para evaluar los riesgos de accidente en plantas nucleares y crear un comité de expertos para tal fin en un reunión llevada a cabo el 4 de noviembre en Washington. El rotativo explica que, contando con la experiencia del accidente sufrido por la central nuclear de TEPCO Fukushima Daiichi y sobre la base del acuerdo de cooperación bilaterales sobre uso pacífico de la energía nuclear, ambos países debatirán medidas conjuntas y, en vista de que en 2018 finaliza el plazo para la revisión del acuerdo, tratarán de introducir durante los próximos cinco años criterios numéricos (cuantitativos) para evaluar los riesgos de que tsunamis, terremotos, incendios y otros sucesos causen accidentes nucleares, y de poner en común los datos disponibles. El reto para Japón ahora es la introducción del sistema de Evaluación de Riesgo Probabilístico (PRA, por sus siglas en inglés), que en Estados Unidos se utiliza ya desde 1995. Si realizan correctamente estos ajustes con el gobierno norteamericano sobre los métodos de evaluación, será posible también revisar, sobre esa base, los criterios establecidos el pasado mes de julio por la Comisión Reguladora Nuclear.

En entregas previas para esta sección editorial he señalado que en Japón la fijación de la política energética está de hecho en manos de la Comisión Reguladora Nuclear, y que la seguridad de las instalaciones de generación nuclear no es un problema específico de Japón, sino común a todos los países. No pretendo aquí volver a la carga con estas ideas. Pero desearía precisar un punto. En la ley que rige el establecimiento de la citada comisión se dice que esta “acuñará las medidas necesarias para garantizar la seguridad en el uso de la energía nuclear a la luz de los criterios internacionales establecidos”. Personalmente creo que la implantación del sistema PRA debería hacerse no dentro de cinco años sino mucho antes, pero en todo caso estamos de enhorabuena si los criterios de seguridad en las centrales nucleares se establecen de esta forma, porque supongo que hasta Estados Unidos estaría viendo con preocupación el influjo que estaba ejerciendo sobre el mundo el rumbo que habían tomado el gobierno de Japón y la citada comisión en lo relativo a las inspecciones de seguridad.

(Traducción al español del original en japonés escrito el 12 de noviembre de 2013)

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