Relaciones Japón-China: sigue el ejercicio de funambulismo

Política

Hay presagios de mejora pero…

2015 va a resultar un año clave en las relaciones entre Japón y China. El calendario de primavera y verano está lleno de fechas señaladas, en las que podría decidirse si la esperada mejoría se hace realidad o no.

Que existen problemas de índole histórica no habrá que decirlo, pero desde que se celebró la cumbre Japón-China en noviembre de 2014 hasta el momento presente el ambiente es relativamente esperanzador, con elementos como la gran afluencia de turistas chinos a Japón y su avasallador poder de compra, el aumento del número de universitarios japoneses que continúan sus estudios en China, los canales de comunicación que se están construyendo entre los partidos japoneses de la coalición gobernante (Partido Liberal Democrático y Kōmeitō) y el Partido Comunista Chino, etcétera. Además, en marzo visitó Japón el ministro chino de Medidas Antidesastres, primer miembro del Gabinete de este país en pisar suelo japonés en tres años.

Especialmente digna de atención es la llegada a un principio de acuerdo sobre el llamado Mecanismo de Comunicación Marítima para evitar colisiones accidentales en las respectivas aguas territoriales, cuyas conversaciones se reanudaron tras dos años y medio de interrupción. Otro importante hecho ha sido la celebración de la séptima reunión a tres bandas, a nivel de ministros de Asuntos Exteriores, entre estos dos países y Corea del Sur, que tuvo lugar en Seúl el 21 de marzo. El encuentro no fue demasiado largo, pues solo duró 90 minutos, pero al final de él se realizó una declaración conjunta ante los medios de comunicación. Se discutieron temas como la prevención de desastres, el medio ambiente o los intercambios entre jóvenes de los tres países, una agenda relajada sobre la que se pretende garantizar unos mínimos en la cooperación trilateral. Se sabe, no obstante, que durante el encuentro se sacaron a colación no pocos temas de naturaleza histórica. En el documento conjunto que fue leído ante los medios, se aludía específicamente a la necesidad de imprimir a las relaciones una orientación de futuro, pero sin cerrar los ojos a la realidad histórica. En este caso, no fue Corea del Sur, país anfitrión, el que puso sobre el tapete el problema de las diversas visiones de la historia, sino el ministro de Asuntos Exteriores chino Wang Yi. En el registro de la reunión realizado por la parte japonesa, consta que durante la misma hubo referencias a temas históricos, pero que los representantes japoneses se limitaron a responder que acerca de esos problemas ya se habían pronunciado en conversaciones bilaterales y otras ocasiones.

Como es sabido, durante este año de 2015 las diferentes interpretaciones de la historia se presentan como un escollo en las relaciones entre Japón y China

China se muestra vacilante a la hora de concretar de forma definitiva los términos de funcionamiento del citado Mecanismo de Comunicación Marítima, y aunque ha sido posible celebrar reuniones trilaterales con Corea del Sur a nivel de ministros de Asuntos Exteriores, se ha informado de esa vacilación afecta también a la celebración de reuniones en la cumbre.

Postura de China ante Japón, inseparable de la situación política interna

Junto a este problema de la falta de acuerdo en la visión de asuntos históricos, otro de los puntos que suelen salir a relucir en las relación entre Japón y China es el de las circunstancias internas de cada país, en especial las de China. Las actitudes que muestra China frente a los problemas territoriales e históricos con Japón y frente a los lazos económicos que unen a ambos países están vinculadas a los conflictos originados por las medidas políticas internas tomadas por el Gobierno chino. Es un tema delicado, especialmente para los políticos más conservadores, por eso les resulta muy difícil dar un giro decidido a la política frente a Japón mientras la situación política interna continúa inestable.

En 2014 se realizó una gran operación anticorrupción dirigida contra Zhou Yongkang (exmiembro permanente del Comité Político del partido) y otros líderes políticos.
A finales de abril fue expulsado del partido y destituido de sus cargos públicos Li Chuncheng (subsecretario del Comité del Partido Comunista de la Provincia de Sichuan), que era uno de los hombres de confianza de Zhou,y a mediados de mayo se dictó sentencia de muerte contra Liu Han, presidente del complejo industrial privado Hanlong Group. El 29 de julio se informó de que el Comité de Inspección Disciplinaria del Partido Comunista chino había formulado contra Zhou cargos por violaciones graves de la disciplina.  Todos estos movimientos están en consonancia con la mejora en las relaciones que mantiene con Japón el Gobierno de Xi Jinping. En junio, el ex primer ministro japonés Fukuda Yasuo contactó en Pekín con el consejero de Estado Yang Jiechi, con el ministro de Asuntos Exteriores Wang y otras autoridades. Tras su regreso a Japón, Fukuda se entrevistó con el primer ministro Abe Shinzō y partió otra vez hacia la capital china, donde mantuvo, el 28 de julio, una reunión con el presidente Xi.

En ese sentido, al pensar en cómo se desarrollarán las relaciones bilaterales durante 2015, no habrá que perder de vista ese contexto político chino. Este año está tratándose el caso de corrupción que implica al anterior vicepresidente de la Comisión Central de Asuntos Militares Guo Boxiong y no es imposible que este importante foco de atención en la política china tenga alguna implicación en la postura de China hacia Japón. Sería deseable que, al menos para el momento en que quepa esperar alguna mejoría en las relaciones bilaterales, la situación política interna se haya calmado.

Desde el punto de vista japonés, los asuntos internos chinos son siempre merecedores de la máxima atención.

China espera con atención la declaración de Abe

China, por su parte, está pendiente del problema de las diferentes visiones de la historia y muy en especial de la declaración que se dispone a emitir Abe, probablemente durante el mes de agosto. Se ha hablado de que del contenido de esta declaración dependerán cosas como el carácter que se imprima al desfile militar del día 3 de septiembre, en que se conmemora la victoria contra Japón, la celebración de una cumbre bilateral o el avance de las conversaciones para establecer el Mecanismo de Comunicación Marítima al que me he referido más arriba. Desconocemos si China detendrá estas líneas de diálogo antes del 15 de agosto, día en que Japón recuerda el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero parece ser que su estrategia consiste en ir haciendo avances en temas medioambientales y económicos, y ligar la decisión de si sigue adelante o no en los asuntos que considera más importantes a la esperada declaración de Abe.

El ministro de Asuntos Exteriores Wang se ha pronunciado sobre estos problemas históricos en diversas ocasiones, entre ellas la rueda de prensa sobre temas relativos a la Asamblea Popular Nacional del pasado 8 de marzo. Pero es interesante constatar que lo que reclama China es que Japón cargue con su pasado, no lo olvide, y que las expresiones concretas que suele utilizar siempre las mismas, cosas como “avanzar hacia el futuro mirando cara a cara a la historia”. Si bien no se han señalado exigencias claras, la impresión que se recibe es que China solo pretende que Japón no se aparte de la tónica general seguida hasta el momento en las relaciones entre ambos países tal como quedan estas plasmadas en los llamados Cuatro Documentos Básicos(*1) y otros textos.

La expresión referente a la vocación de futuro de estas relaciones, “mirando cara a cara a la historia” quedó reflejada en los cuatro apartados del texto del Diálogo hacia la Mejora de las Relaciones Japón-China, acordado entre ambos países el 7 de noviembre de 2014, cuyo uso, como es lógico de todo punto, fue asumido en la reunión de ministros de Exteriores de Japón, China y Corea de Sur. En ese sentido, aunque pueda parecer que el jefe de la diplomacia china esté adoptando una postura muy exigente, también puede interpretarse que el nivel de acuerdo al que aspira no es más elevado que el que se ha manejado hasta el presente. Si China pretende cualquier otra cosa por encima de ese nivel y pretende transmitirlo a la contraparte japonesa, habrá de expresarlo claramente.

Factores de inestabilidad que dificultan el aterrizaje suave

Está perfectamente claro que el problema de las visiones de la historia es un asunto importante tanto para las relaciones bilaterales como para las respectivas opiniones públicas, pero la serie de actos conmemorativos programados para este año se está iniciando ya.

El presidente chino Xi participará en las celebraciones del 9 de mayo en Rusia para conmemorar la victoria frente a los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, que constituye la primera gran cita diplomática del año. Podemos imaginar que China, sabiendo que las relaciones de Rusia con Estados Unidos atraviesan una etapa de tensiones, vacilará al escenificar en exceso su luna de miel con Rusia.

Da la impresión de que, mientras maniobra para estabilizar la esfera política interna, China aspira a hacer llegar, en alguna medida, un mensaje al Gobierno de Abe, posponiendo la resolución de ciertos temas como medida de presión frente a Japón. La idea sería conseguir un aterrizaje suave para los diferendos históricos de forma que, una vez realizados los desfiles militares del 3 de septiembre, día de la victoria frente a Japón, sea posible relanzar la idea de una cumbre bilateral, obteniendo una cierta consonancia en las respectivas percepciones, o un acercamiento de posturas con este país.

Lógicamente, esta vía del aterrizaje suave no es sino una opción más, pues siguen existiendo muchos factores de inestabilidad, como la referida situación interna de China, la cuestión de la validación de los libros escolares de historia en Japón, la solicitud por parte de China para que la UNESCO incluya en su Registro de la Memoria del Mundo los documentos históricos sobre la Masacre de Nankín o las mujeres de solaz (confort women) del ejército imperial de Japón, etcétera. Y también hay que tener en cuenta que China va a estar pendiente no solo de la declaración de Abe en sí misma, sino de la posible polémica que se origine en Japón y del tratamiento que le den los medios de comunicación nipones.

Suponemos que para que sea posible en 2015 ese aterrizaje suave de las relaciones nipo-chinas deberán cumplirse muchas condiciones, pero por el momento lo fundamental es que tanto los Gobiernos como los pueblos de Japón y China demuestren estar por la labor.

Por ahora lo único cierto es que durante algún tiempo la situación seguirá siendo impredictible, tanto en lo que respecta al desarrollo de los actos programados para el verano como al del resto de los elementos de inestabilidad a los que me he referido.

(Escrito el 20 de abril de 2015 y traducido al español del original en japonés)

Nota: Dos días después de concluir la redacción de este artículo se celebró en Yakarta una reunión en la cumbre entre Japón y China. El presidente chino Xi habló de un “problema de principio que afecta a los propios fundamentos políticos de las relaciones chino-japonesas” y reclamó de Japón que sepa responder con sinceridad a los puntos que interesan a sus vecinos asiáticos, y que demuestre activamente su actitud de mirar cara a cara a la historia. Ambos mandatarios se valieron de intérpretes y eso significa que no fue un encuentro improvisado. Cabe suponer que el encuentro diera oportunidad a China para conocer los sentimientos que inspira a Japón el recién creado Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, así como para reclamar, tal como hizo el año pasado, que Japón no cambie las posturas que ha venido manteniendo respecto a los problemas de visión de la historia.

(*1) ^ Declaración Conjunta Japón-China (1972), Tratado de Paz y Amistad Japón-China (1978), Declaración Conjunta Japón-China sobre el Partenariado de Cooperación Amistosa para la Paz y el Desarrollo (1998) y la Declaración Conjunta China-Japón Avance Comprensivo de la Relación Estratégica de Mutuo Beneficio (2008).

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