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La era de la diplomacia pública: estrategias de “soft power” en el Este asiático

Política Cultura

La tercera sesión del simposio se centró en la diplomacia pública en el Este asiático, con especial énfasis en la creciente tensión con que discurren las relaciones de Japón con China y Corea del Sur, además de las acciones de diplomacia pública del país. El moderador de la sesión fue Kondō Motohiro, antiguo director de la revista Chūō Kōron.

Tres estilos de diplomacia pública: Japón, Corea y China

La tercera ronda de debates del simposio se inició con la participación de Kent Calder, encargado del discurso inaugural, de Mao Danqing, profesor de la Universidad Internacional de Kobe, y de Kwong Yongseok, profesor asociado de la Universidad Hitotsubashi. También participaron Ogoura Kazuo y Watanabe Yasushi, de la segunda sesión.

El debate se abrió con unas breves presentaciones de Mao y Kwong sobre el tema de la diplomacia pública relacionado con sus respectivos países, China y Corea del Sur.

Mao habló de sus experiencias en la publicación de la revista Zhiri (Conocer Japón), una publicación destinada a presentar la cultura japonesa a los lectores chinos. Se editó por primera vez en 2011, en el punto álgido del sentimiento antijaponés en China. Mao explicó cómo se fraguó la revista:

“Para la creación de Zhiri no recibimos ningún apoyo financiero del Gobierno de Japón ni de empresas japonesas. Fue en gran medida una iniciativa “salvaje”. En ese momento, entre los chinos, a pesar de las manifestaciones antijaponesas, había quien quería saber más cosas sobre Japón. Y creamos una revista que diera respuesta a las necesidades de ese mercado. No había ningún plan político; era una propuesta puramente comercial. Y ese, precisamente, es el motivo por el que la revista incluye un tipo de contenidos que incluso los japoneses suelen pasar por alto”.

A continuación, Kwong explicó que Corea del Sur, a través de su diplomacia pública, tiene por objetivo ser el país más querido del mundo. Se ha producido una inciativa conjunta, encabezada por el Gobierno, para promocionar series dramáticas coreanas para la televisión y la música K-Pop en todo el mundo, pero el país pone también en marcha una amplia gama de proyectos de diplomacia pública con fondos gubernamentales, que para el año fiscal 2014 con la Administración de Park Geun-hye son aproximadamente un 50% más altos que el año anterior: 9.000 millones de wons (unos 870 millones de yenes).

“En el caso de Corea del Sur, creo que sigue existiendo el problema de una tendencia narcisista. Por muchas acciones que se canalicen a través de la diplomacia, si la propia gente del país no tiene un cierto atractivo, el país no resultará atractivo para los demás. Hasta ahora, Corea del Sur se ha caracterizado por un cierto egoísmo, aunque por otro lado ha intentado promocionar su cultura en el extranjero, y por ello creo que debe producirse una transición hacia un mejor aprendizaje de otras culturas e intentar idear cosas que se adapten a sus preferencias”.

Mao Danqing (izquierda), profesor de la Universidad Internacional de Kobe, y Kwong Yongseok, profesor asociado de la Universidad Hitotsubashi , durante sus presentaciones en el simposio.

Tras estas dos breves presentaciones, Ogoura citó las “discordancias” entre las diplomacias públicas de Japón, China y Corea del Sur. Subrayó que la enorme popularidad de la cultura pop coreana en Japón se ha diluido cuando la incompatibilidad de las conciencias históricas ha salido a la luz, y que los esfuerzos de personas como el profesor Mao podían verse reducidos por las acciones de terceros. Aunque los lazos de comercio, turismo y becas entre estos países han aumentado enormemente, y se han incrementado los conocimientos compartidos, esta interacción material y este aumento de conocimientos no se ha traducido en una visión mutua más favorable.

Esto arranca del hecho de que muchos ciudadanos de los tres países están infectados por lo que podríamos denominar como el “sentimiento nacional”, según Ogoura. Los políticos no entablan negociaciones para mejorar relaciones porque citan ese sentimiento nacional; y los medios de comunicación han presentado, también, reportajes que fomentan la animadversión a China y Corea del Sur sobre la misma base del sentimiento nacional. Incluso los intelectuales están infectados de esta mentalidad hasta el punto en que ya no quieren decir lo que es correcto decir. Todos estos actores citan el “sentimiento nacional” aunque son precisamente ellos quienes influyen en ese sentimiento.

En ese momento, Calder se unió al debate y remarcó que el Gobierno de Estados Unidos está seriamente preocupado por las fricciones entre estos tres países.

Ogoura Kazuo (izquierda), antiguo presidente de Fundación Japón, y Kent Calder, director del Centro de estudios del sudeste asiático de la Universidad John Hopkins.

Los aspectos beneficiosos de la diplomacia pública

Watanabe también tomó la palabra, y afirmó que a pesar de que los lazos a nivel gubernamental están descuidados entre los tres países, es posible actuar a través de lazos en áreas como el deporte, la cultura y el arte para profundizar en las relaciones donde no es posible en el ámbito político. Asimismo, se mostró esperanzado de que los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio puedan contribuir positivamente en ese sentido, y planteó la cuestión de que si ese tipo de diplomacia pública podría ayudar a mitigar los problemas relacionados con las disputas territoriales y las divergentes interpretaciones de la historia.

Mao se refirió al comentario efectuado por Ogoura en la segunda sesión respecto a la necesidad de que Japón intente conseguir una audiencia mundial capaz de recibir las “emisiones” de Japón, y añadió que Japón, por encima de todo, necesita descubrir los recursos humanos que ya tienen esta capacidad receptiva.

También señaló dos motivos que explican el éxito de ventas de su revista Zhiri, a pesar de sus limitados recursos. En primer lugar, saber cosas de Japón es una forma que tienen los chinos de mejorar su nivel de conocimientos. Y en segundo lugar, la revista fue creada por los propios chinos. Dicho de otro modo, la revista está en contacto con el público chino y les presenta información que les resulta útil. Los editores de la revista tuvieron que discernir de qué manera los conocimientos de Japón podrían resultar beneficios para los lectores chinos.

“La mención superficial de las ‘relaciones entre Japón y China’ nos remite a las manifestaciones antijaponesas en China y a las disputas territoriales, pero bajo esa primera impresión los chinos están viviendo ahora una época en la que consumen también cultura japonesa. Insistimos en utilizar la palabra ‘consumir’ en lugar de ‘comprender’, cuando se trata de cultura”.

Por su parte, Kwong subrayó la necesidad de llevar a cabo conversaciones multilaterales que incluyan a Estados Unidos de América y otros países.

“Me resulta muy alentador que Estados Unidos haya expresado su preocupación por este tema. En Japón a menudo se informa de que el Gobierno surcoreano ha adoptado una rígida postura antijaponesa, pero desde mediados de octubre de este año ha cambiado la manera en que sus medios de comunicación informan sobre esos asuntos, y se percibe un aumento de los llamamientos a mejorar las relaciones entre Japón y Corea. El papel de Estados Unidos, a la sombra, parece haber sido decisivo. Es interesante remarcar que a medida que se han ido disipando hasta cierto punto las críticas hacia Japón, las informaciones sobre China que aparecen en los medios de comunicación coreanos se han tornado más críticas. Creo que es necesario ser conscientes de que las relaciones de Japón con Corea del Sur o con China no son un simple tema diplomático, sino que también existe una conexión con la situación interna de cada país”.

La diplomacia pública promueve la confianza

Kondō, moderador de la sesión, señaló que aunque el tema del simposio era las “requisitos para gustar como país”, se trata más bien de un tema de confianza. Es decir, lo importante es “tener el deseo de ponerse a trabajar con tus homólogos de otros países”. Y a continuación planteó la cuestión de qué tipo de diplomacia pública es necesaria en el Este de Asia para que Japón pueda ser percibido como un socio de mayor confianza.

Ogoura tomó la palabra para responder que, en su opinión, la clave es que ambas partes se esfuercen para conseguir una meta común, y señaló ejemplos ilustrativos de acciones sobre temas comunes como las cuestiones medioambientales, la prevención de catástrofes naturales y enfermedades contagiosas, y las iniciativas para dar respuesta al rápido envejecimiento de la población y la consiguiente necesidad de generar más atención geriátrica. “Es bueno disponer de argumentos durante el camino hacia esa meta”, añadió, “porque es entonces cuando surgirá la comprensión mutua”.

Watanabe, siguiendo esta línea de argumentación, apuntó algunos ejemplos de acciones proactivas de Japón fuera del Este asiático, como la popular iniciativa en África encabezada por la corporación japonesa Sumitomo Chemical para luchar contra la malaria mediante un nuevo tipo de mosquitera, y las distintas acciones en países del Sudeste asiático para utilizar a Japón como modelo para el desarrollo de sistemas postales o programas de rehabilitación penitenciaria. Son ejemplos, dijo, de la manera en que la diplomacia pública de Japón puede utilizarse para compartir con otros países sus conocimientos prácticos y sus experiencias en la búsqueda de metas comunes.

A continuación, Watanabe abordó el tema de la comprensión histórica:

“En el pasado, eruditos japoneses llevaron a cabo investigaciones de cariz histórico con sus homólogos chinos y coreanos respectivamente, pero a pesar de todo el tiempo dedicado a esta labor, cuando llegó el momento de presentar las conclusiones, el bando chino abandonó el proyecto. Creo que en lugar de realizar estas investigaciones de modo bilateral, Japón debería implementar trabajos de investigación conjuntos con eruditos americanos, europeos y del Este de Asia, y presentar sus conclusiones a todo el mundo en inglés. La Universidad de Stanford llegó a publicar los resultados de un estudio comparativo de libros de texto en Japón, Corea del Sur, Taiwán, China y Estados Unidos sin que se produjeran quejas de esos países, y por ello creo que es necesario realizar investigaciones académicas parecidas”.

Ogoura compartió su opinión sobre el tema histórico:

“Ha existido un modelo en el periodo después de la guerra mediante el cual Japón se ha disculpado ante Corea del Sur y China solo porque se lo han pedido. Pero este modelo no va a dar resultados positivos aunque se mantenga durante un siglo. En el caso de Francia, hemos visto que el proceso de su reconciliación con Alemania implicó afrontar su propio pasado y reconocer que existieron franceses que colaboraron con los nazis. Japón debe también echar la vista atrás y asumir su propio pasado por iniciativa propia. Esto podría llamarse un proceso de reconciliación con su propio pasado. Y lo mismo puede decirse de China y Corea del Sur cuando analicen su historia. En síntesis, cada país necesita, antes que nada, llegar a aceptar su propio pasado.

La sesión concluyó con la observación de Kondō, como moderador, de que parecemos no solo haber entrado en la era de la diplomacia pública, sino también en la era de lo que podría denominarse diplomacia individual, diplomacia viajera y diplomacia privada.

Fotos de Itabashi Yūichi

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