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Miyazaki Hayao: “No se puede vivir negligentemente” - Lecciones de los enfermos de lepra

Sociedad Cultura

El director de animación Miyazaki Hayao participó en la conferencia “La historia de la lepra; reunión internacional para un patrimonio de la humanidad”, donde compartió el estrado con antiguos pacientes de la enfermedad y habló sobre la influencia de la lepra en la creación de los personajes de su obra Mononoke hime.

Encuentro en Zenshōen: el centro para pacientes de lepra

El centro Tama Zenshōen, en la ciudad tokiota de Higashi Murayama, es una de las trece leproserías, o centros de tratamiento para pacientes de lepra, que existen en todo el país. En la actualidad Zenshōen cuenta con un organismo autónomo de pacientes, y gracias a la ayuda de la ciudad de Higashi Murayama va dando pasos hacia la consecución del plan que convertirá las instalaciones y zonas naturales del recinto en patrimonio para generaciones venideras, bajo el nombre “Bosque de los Derechos Humanos”.

Miyazaki Hayao, director de animación mundialmente famoso por obras como Tonari no Totoro (Mi vecino Totoro) se halla profundamente vinculado a Zenshōen y apoya las actividades del centro. Antes del 31 de enero, el Día Mundial de la Lucha contra la Lepra (o Día Mundial de la Enfermedad de Hansen), Miyazaki realizó una disertación titulada “Encuentro en Zenshōen”, como parte de los tres días de actividades organizados por la Fundación Sasakawa para la Cooperación en la Salud y copatrocinados por la Fundación Nippon, bajo el título “La historia de la lepra; reunión internacional para un patrimonio de la humanidad”, que comenzaron el día 28. Durante la conferencia, Miyazaki contó sobre su larga experiencia de intercambios con los pacientes del centro, y el trasfondo de los personajes, reminiscentes de los enfermos de lepra, de la historia de una de sus obras más representativas, Mononoke hime (La princesa Mononoke).

El director Miyazaki Hayao durante su intervención en la conferencia “La historia de la lepra; reunión internacional para un patrimonio de la humanidad” (28 de enero de 2016, edificio de la Fundación Sasakawa para la Paz en Toranomon, distrito de Minato)

Atascado en la historia de Mononoke hime

La primera vez que el director visitó el centro Zenshōen fue hace algo más de veinte años. En aquella época estaba realizando la preproducción de una “película de época ambientada en Japón”. Para la que se convertiría en una de sus obras más famosas, Mononoke hime (1997), quería un protagonista que no fuera samurái, ni parte de la nobleza.

Para los diseños de preproducción usó materiales de referencia como Ippen hijirie (Biografía ilustrada del mundo itinerante, una serie de emaki, o pinturas en rollos de papel, que narran la vida de Ippen, un monje budista del siglo XIII) y otras obras similares. En los emaki sobre la vida de Ippen, que fundó la secta Jishū en el periodo Kamakura (1185-1333), aparecen retratados todo tipo de personajes del pueblo llano, entre los cuales aparecen parias, pordioseros e incluso leprosos. “Ese era el verdadero aspecto del pueblo. Ese era el tipo de película que yo quería hacer: un mundo en el que aparecieran personas así”. Aunque había llegado a esa conclusión, de pronto se encontró atascado.

Comenzó a pasear con su cuaderno, mientras pensaba, y de pronto dio con Zenshōen, a apenas un cuarto de hora andando desde su casa. Recordando las figuras de los leprosos que había visto en los emaki, se dio cuenta de que no podía volver a su casa sin más.

“Para Mononoke hime, pensé que era necesario describir a personas que, pese a sufrir los efectos de la ‘enfermedad incurable’, tratan de vivir con todas sus fuerzas.”

Desde que Miyazaki se casara y fuera a vivir a Tokorozawa (Saitama), ciudad adyacente a Higashi Murayama, en Tokio, habían pasado cerca de cincuenta años. Sabía de la existencia de Zenshōen, pero abrumado por el exceso de trabajo le había sido imposible visitar el lugar. Pero una vez dado el primer paso en aquel “lugar en el que se acumulaba la tristeza”, las visitas comenzaron a sucederse; algo que le causó una gran impresión fue una exposición existente en la leprosería en la que se podían observar los objetos de uso diario y el dinero de uso exclusivo para los pacientes de lepra venidos de todo el país. Visitó también la cripta en la que reposan los restos de miles de leprosos que nunca pudieron regresar a sus zonas natales, y tomó por costumbre visitar esa cripta para rezar, no solo por las almas de todos aquellos pacientes, sino también por las de sus amigos y conocidos fallecidos. “Ese ‘paseo’ se convirtió en parte de mi rutina laboral mientras trabajaba en Mononoke hime”, cuenta el director.

El director dice que, cada vez que visitaba la leprosería, sentía que “No se puede vivir negligentemente. Tengo que afrontar cada nueva obra con decisión, considerar cómo voy a producirla. En Mononoke hime retraté personajes similares a los enfermos de lepra. No opté por un acercamiento seguro al tema; pensé que era necesario mostrar a personas que, pese a sufrir los efectos de la ‘enfermedad incurable’, tratan de vivir con todas sus fuerzas.”

La historia de la lepra, una “enfermedad del pasado” que va desapareciendo

En la conferencia, además del director Miyazaki también hicieron acto de presencia Sagawa Osamu, de 84 años, presidente del organismo autónomo de pacientes del centro y amigo personal de Miyazaki, y Hirasawa Yasuji, paciente de 88 años; ambos participantes hablaron sobre las diversas maneras en que el director ha apoyado el centro Zenshōen.

Tanto Sagawa como Hirasawa son representativos de la avanzada edad de los residentes de Zenshōen: 84,5 años. En su momento de mayor afluencia el centro contó con más de 1.500 pacientes, pero ahora apenas son 190. Según la Ley de Prevención del Bacilo de Hansen, promulgada en 1907, los enfermos de lepra debían ser separados por la fuerza de sus hogares y familias, y aislados. Dicha ley permaneció en vigor hasta 1996. Hoy día la lepra se considera una “enfermedad del pasado”, y precisamente por eso corremos el peligro de que la historia que vivieron quienes la padecían, su lucha contra los prejuicios y la discriminación, todos sus recuerdos, se pierdan en el olvido.

En los 350.000 metros cuadrados del recinto de Zenshōen existe un bosque cultivado por los pacientes. El proyecto “Bosque de los Derechos Humanos” consiste en dejar dicho bosque a las nuevas generaciones, junto con los viejos edificios del recinto, y que se pueda convertir en un patrimonio de la humanidad en el que aprender y reflexionar sobre los derechos de los seres humanos. La Residencia Yamabuki, el edificio dormitorio para los pacientes masculinos, se renovó en 2003 gracias a las donaciones de muchas personas, entre las cuales se encuentra el propio Miyazaki.

Un monumento para quienes no cedieron ante el dolor, y un lugar donde los niños crecen entre la naturaleza

Tras la conferencia, Miyazaki respondió a algunas preguntas durante una rueda de prensa y habló de nuevo sobre la representación de la lepra en su obra Mononoke hime. En la película se pueden ver personajes, envueltos en vendas, trabajando en un centro siderúrgico denominado Tataraba, y el destino del protagonista mismo, el joven Ashitaka, se puede entender como una poderosa metáfora de la lucha por sobrevivir a la enfermedad de Hansen.

En la rueda de prensa tras la conferencia.

Ashitaka se ve obligado a luchar con el dios Tatarigami, que aparece de pronto en su aldea, y recibe una maldición en el brazo en forma de mancha. Esa mancha le proporciona una fuerza sobrehumana, pero al mismo tiempo va acortando su vida. El destino de Ashitaka, que le obliga a aceptar lo ilógico de su situación, es como el de los enfermos de lepra que luchan por vivir. Ashitaka es incapaz de librarse de su mancha, pero continúa viviendo en Tataraba.

En 2012 se abrió el jardín de infancia Hanasaki en el recinto de Zenshōen, y comenzó un intercambio entre los niños y los pacientes. Miyazaki espera que la naturaleza siga desarrollándose en el centro, y que exista el mejor ambiente posible para los niños. “Me gustaría que se conservara como un monumento a aquellos que no se dejaron llevar por el dolor y lucharon por vivir”, dijo Miyazaki en la conferencia, y resaltó: “Soy de la opinión de que es una zona verde muy importante para la ciudad de Higashi Murayama, y hay muchos lugares, como el “Bosque de los Derechos Humanos”, que pueden ser utilizados incluso después de que fallezcan los últimos pacientes.”

(Artículo redactado por el comité editorial de nippon.com y basado en una conferencia realizada el 28 de enero. Imágenes de Ōtani Kiyohide. Traducido al español del original en japonés)

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