Valorando el futuro del cine japonés
‘Tobe! Dakota’: el ADN de Japón
Cultura Vida Cine- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
El 15 de agosto de 1945 el emperador Shōwa (Hirohito) aceptó las condiciones del Tratado de Potsdam, y comunicó a sus ciudadanos la rendición del país. ¿Qué impacto causaría en los japoneses la doble noticia de que la Segunda Guerra Mundial había terminado, y que Japón había perdido?
Ese fue el motivo por el que, cuando escuchó que iban a llevar a la gran pantalla una historia sobre los habitantes de un pueblecito de la Isla de Sado que arrimaban el hombro entre todos para devolver a los cielos el avión británico Dakota, el director Aburatani Seiji se sintió conmovido en su fuero interno.
Lo que sentí en la Isla de Sado fue el ADN japonés
“El aterrizaje forzoso del Dakota ocurrió apenas cinco meses después del fin de la Guerra. Muchos perdieron a sus seres queridos en ella, y otros muchos no podían regresar fácilmente a sus casas. Y en momentos como aquellos, de pronto aparece un avión del Reino Unido, país que había sido enemigo de Japón. ¿Cómo se lo tomaría la gente del pueblo, en aquel momento? Más aún: ¿qué significaba para los japoneses que hubiera terminado la Guerra, que hubiéramos perdido? Pensé que, para que este episodio de la historia no terminara siendo simplemente una historia bonita, debía retratar también los sentimientos de los habitantes de Sado.”
El director visitó la isla, y recopiló testimonios de personas que habían vivido aquella experiencia. Una de ellas fue Kajii Chiyoko, quien sirvió de modelo para crear a la protagonista de la película, Morimoto Chiyoko. El padre de Kajii, Hattori Kakutarō, era alcalde del pueblo cuando el Dakota realizó el aterrizaje forzoso, y acogió a los soldados británicos en el hotel que regentaba, el Hattori Ryokan. Kajii, que en aquella época tenía veinte años, durante los cuarenta días que pasaron los británicos con ellos estudió inglés con esfuerzo para poder atenderlos. “Cuando alguien tiene problemas, es natural que lo ayudemos, ¿no?”, le comentó al director.
“Había muchas personas de más de ochenta años, y a medida que iba hablando con ellas me iban transmitiendo una sensación de nostalgia. Todos son buenas personas, consideradas y humildes. Recibieron a nuestro equipo, y se esforzaron por recordar todo aquello que había ocurrido hacía tanto. Yo también me crié en un pueblecito del mar interior de Seto, y en la isla reconocí, conservada, esa cultura que había visto en mi abuelo, en mi abuela y mi tío. Me pregunté si no serían así todos los japoneses de antes. Tras la Guerra entró mucha cultura de Estados Unidos y el país comenzó a cambiar, pero en Sado pude notar en el ADN de la gente la calidad humana que poseían los japoneses de aquel entonces. Me pareció comprender por qué estas personas habían querido acoger y ayudar a quienes habían sido sus enemigos.”
El sufrimiento de los soldados también tiñe el ambiente de Sado
Si uno de los temas subyacentes de la película es el ADN japonés de Sado, que aún hoy pervive, otro son los recuerdos de la Guerra que conserva el propio director, Aburatani.
“Yo me crié al lado de una escuela de la marina, en Etajima, y antes de la Guerra los jóvenes de aquella escuela sentían una gran admiración por ella. ¿Cómo se tomarían la derrota de Japón aquellos soldados de la antigua marina, la élite del país? Es algo que me preguntaba con frecuencia. En Sado la educación era algo de gran importancia; tanto la antigua escuela secundaria de Sado como la escuela superior de Sado son famosas por su alto nivel de estudios, de cara a entrar a las universidades. No es muy común que haya jóvenes en esta isla que quisieran entrar en la escuela de la marina. De ahí que se me ocurriera la historia de un joven soldado que se esforzó por Japón, pero que afrontó el fin de la Guerra sin poder haber contribuido a su país, por haber resultado herido. Esto no son hechos reales, sino una narrativa realista que he creado en mi interior.”
Seguramente hubo hombres incapaces de aceptar la presencia de soldados de países enemigos en Japón, tras haber perdido a sus hijos en la Guerra. Quizá las madres de los soldados que no podían regresar del frente pensaron en las madres de aquellos soldados británicos que habían aterrizado en la isla. Con este tipo de historias internas del director Aburatani, que bullían sin cesar, Tobe! Dakota se fue convirtiendo en una historia de verdad.
“A la hora de construir un personaje es importante saber en qué tipo de sitio vive, qué cosas come, qué experiencias ha tenido. Dado que las decenas de personajes que aparecen en una película experimentan cosas diferentes, uno debe poder expresar correctamente a cada uno de ellos. En esta ocasión nos alojamos y rodamos en Sado, y nuestros actores también se pasearon por aquí y por allá, respirando el ambiente del lugar y construyendo sus personajes; creo que eso fue algo muy grande. Todos vivieron esos días con energía, al tiempo que se encargaban de sus tareas.”
La armonía del equipo disuelve la presión inicial de ser la estrella
“Poder convertir en película una historia que la gente de Sado se ha transmitido oralmente como un tesoro conlleva una gran responsabilidad. Tenía miedo de no poder hacer una buena película, como actriz principal, de no poder estar a la altura del papel; sin embargo, tras haber terminado el rodaje, veo que la fuerza que una recibe de la gente que tiene alrededor es muy importante, que yo sola no habría podido lograrlo. Las personas de Sado se unieron para hacer que el Dakota volara de nuevo; del mismo modo, si caminamos hacia delante unidos podemos hacer una buena película. Haber experimentado algo así en este rodaje ha sido maravilloso, y me siento afortunada de haber podido participar en esta obra.”
Higa, nacida en la prefectura de Okinawa, se aferró al dialecto de Sado.
“Los habitantes de una isla se alegran cuando alguien que viene de fuera trata de hablar en su dialecto, aunque a veces no puedan expresarse bien. Si alguien hiciera una película sobre mi isla y hablaran en el japonés de Tokio, sería algo muy triste. Precisamente porque comprendo esa sensación pensé que sería una descortesía para la gente de la isla no esforzarme por hablar en su dialecto y buscar un poco de realismo por esa parte. Pero cuando me prestaron unas cintas con grabaciones de esa variante de japonés me arrepentí; ¡es tan difícil! (risas). Aprendí la forma de hablar de Sado gracias a una persona que había trabajado como voluntaria allí. Puede que no haya logrado expresar correctamente el dialecto por completo, pero si he logrado al menos trasmitir el esfuerzo creo que merece la pena.”
Dijo que, al conocer a la verdadera Kajii Chiyoko, bajo su suave apariencia pudo notar una gran fuerza femenina.
“¿Qué haría yo si me viera cara a cara frente a alguien que no sé si es aliado o enemigo?, pensé. El valor de Chiyoko y sus vecinos es algo realmente sorprendente. Los ingleses, por supuesto, también pasarían miedo. Y sin embargo, ambas partes se acercaron. Pensé, una vez más, que los japoneses siempre han tenido una disposición en su alma para ayudar a las personas con problemas. Sería feliz si pudieran sentir la belleza interior de los japoneses, la profundidad de sus vínculos en esta película.”
Una época en la que los japoneses llevaban vidas honestas
Tras leer el guión, a Uzaki, responsable de la banda sonora, le vino a la cabeza una canción de cuna irlandesa.
“Me preguntaba cómo podría ser capaz de expresar tanto los sentimientos de la gente de la isla como los de los británicos que aterrizaron allí. Y mientras pensaba en los sentimientos de los padres y sus hijos, envueltos en todas esas imágenes, recordé un tema interpretado por el cantante de jazz Bing Crosby, una canción de cuna irlandesa. Era una pieza que se escuchaba mucho cuando yo estaba en primaria, y me pareció que su sencillo tarareo, “too ra loo ra loo ral”, iba perfectamente con la atmósfera de esta película. Así que traduje la letra del inglés, pero cuando intentamos grabarla mi mujer, Aki Yōko, dijo: ‘Esta canción no sirve’ (risas). ‘Es demasiado directa, y no expresa los sentimientos de las personas que cruzaron las fronteras de su país, o el dolor de los padres.’ ‘Entonces, ¿no podrías escribirla tú?’ le dije. ‘De acuerdo, la escribiré.’ Cuando la vi terminada me encantó.”
Uzaki colabora en la revitalización de las regiones periféricas de Japón, como el Nagaokajin no kokoroiki, un evento de la ciudad de Nagaoka, en la prefectura de Niigata, del que es productor. Según nos dice, le encantaría que mucha gente, tanto japoneses como extranjeros, pudiera ver Tobe! Dakota y conocer el encanto de la Isla de Sado.
“Se trata de una época en la que los japoneses llevaban vidas honestas. Aceptaban a los extranjeros, y tampoco se discriminaban entre ellos. En la película se habla del espíritu de los sadomon (la gente de Sado), y creo que esa idea también hace referencia al corazón del japonés de hoy día. Personalmente, creo que la figura del Japón de la Guerra, desde el punto de vista de los surcoreanos o los chinos, no es totalmente correcta; pero si esta película consigue hacer comprender a la gente que también había personas como los habitantes de Sado, pese a tratarse de un área muy pequeña del país, creo que la imagen de Japón ante el mundo cambiará un poco.”
Imágenes de Higa Masami: Kodera Kei
(Artículo traducido al español del original en japonés)