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Los retos de la universidad: sobrevivir a la despoblación y a la globalización

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La época de los exámenes de acceso a la universidad es una montaña rusa emocional para muchos estudiantes, pero ellos no son los únicos angustiados por su futuro: las universidades también están viviendo una especie de “período de guerra”. Y es que actualmente las instituciones de educación superior e investigación deben afrontar el problema de la despoblación mientras cabalgan la ola de la globalización; defenderse en estos dos flancos es crucial para su supervivencia.

La mengua del alumnado asfixia la gestión universitaria

Según el Estudio básico sobre las universidades del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología, la población de 18 años de Japón alcanzó su pico en 1966 con 2.490.000 jóvenes que habían nacido en el baby boom de la posguerra. Aunque en el descenso posterior hubo una recuperación temporal, la cifra pasó de los 2.050.000 jóvenes de 18 años en 1992 —hijos de los nacidos en el baby boom— a tan solo 1.180.000 en 2014. Aunque la población de 18 años se ha mantenido estable en los últimos años, el Instituto Nacional de Investigaciones Demográficas y de la Seguridad Social prevé que en 2018 volverá a iniciarse un fuerte declive que para 2031 dejará la cifra por debajo del millón, con solo 990.000 jóvenes de 18 años.

Veamos ahora la evolución de la tasa de escolarización universitaria. Incluyendo a los estudiantes de grados universitarios largos y cortos, en las décadas de los setenta y los ochenta la tasa era de entre un 36 % y un 37 %. En 1995 la tasa alcanzó el 45,2 %, en 2005 creció hasta el 51,5 % y llegó al 56,7 % en 2014. Si incluimos las escuelas técnicas superiores, la tasa de 2014 asciende al 80 %. Hablamos de una generación altamente educada en la que una de cada dos personas accede a estudios universitarios. Dicho de otro modo, desde el año 2000 Japón vive una “era de excedente de plazas universitarias” en la que cualquiera puede ingresar en la universidad (mientras no limite sus opciones a una universidad o unos estudios concretos).

Con el encogimiento continuo de la tasa de natalidad, una vez que la tasa de escolarización superior haya tocado techo sería en vano esperar que el número de estudiantes universitarios siga creciendo. Se prevé que el número de estudiantes universitarios en Japón pasará de 650.000 en 2018 a 480.000 en 2031. En 2014 un 40 % de las universidades privadas sufría un excedente de plazas, y se teme que para 2018 este fenómeno afecte a la gestión no solo de estas universidades sino también de las universidades públicas y nacionales de las zonas rurales. Los responsables universitarios se están lanzando a tomar medidas para afrontar esta situación a la que han bautizado como “el problema de 2018”.

La desregulación de los noventa catapultó la creación de universidades

En el trasfondo de la difícil situación actual está la rápida proliferación de nuevas universidades que tuvo lugar a partir de los años noventa. En esos años se aplicó una enmienda sustancial a la Normativa para el establecimiento de las universidades (Daigaku secchi kijun) que relajó los criterios para aprobar la constitución de centros universitarios, lo que resultó en la creación de una serie de departamentos y planes de estudios nuevos y en la modificación de algunos de los ya existentes. Mientras que en los noventa Japón contaba con unas 500 universidades —entre nacionales, públicas y privadas—, actualmente la cifra se eleva hasta 780. La confluencia del aumento del número de universidades y la reducción del 40 % de la población de 18 años respecto a los años noventa es lo que ha desencadenado la actual sobreoferta de plazas.

Durante muchos años en las universidades japonesas el número de solicitudes de admisión superaba el número de plazas disponibles, por lo que se aplicaba un exigente sistema de exámenes de ingreso que creaba un clima muy competitivo entre los estudiantes. Ahora las tablas se han invertido, y son las universidades las que compiten para captar a los alumnos.

En la mayoría de las universidades privadas se ofrecen jornadas de puertas abiertas con visitas guiadas y charlas explicativas, y se celebran pruebas de admisión basadas en entrevistas y cartas de motivación. Hoy en día estas entidades están llevando a cabo una reforma exhaustiva que no solo atañe a los métodos de captación y selección del alumnado y a la docencia y el asesoramiento posteriores a la admisión, sino también a la organización de la gestión académica e investigadora y a las políticas financieras.

Sobran plazas en cerca del 40 % de las universidades privadas

Ante el sobredimensionamiento del sector, algunas universidades han empezado a extinguirse mediante un proceso que podríamos llamar de “selección natural”. En noviembre de 2014 la católica Universidad de Santo Tomás (Amagasaki, prefectura de Hyōgo) anunció su disolución para marzo de 2015, tras interrumpir las admisiones en 2010 y llevar un tiempo sin alumnos. Parecido sucede con la Universidad Tokio Jogakkan (Machida, prefectura de Tokio), que planea cerrar sus puertas cuando la última promoción de alumnos se gradúe en marzo de 2016. Ambos son ejemplos de universidades con grados de 4 años, fundadas a partir de prestigiosas escuelas de secundaria y bachillerato que datan de la era Meiji, y que sin embargo cayeron en una carencia de alumnado crónica propia de la actual epidemia de excedente de plazas. Además de estos dos casos, hay muchas más universidades en todo Japón que están cerrando y desapareciendo.

También otros sectores relacionados con la universidad están teniendo dificultades administrativas. El anuncio del cierre de 20 centros de todo el país (casi un 70 % del total) que emitió la potente escuela preparatoria Yoyogi Seminar en otoño de 2014 es un síntoma más de que los tiempos han cambiado. A pesar de ser una de las “3 grandes escuelas preparatorias” de Japón —junto con Sundai y Kawai Juku—, Yoyogi Seminar fue perdiendo estudiantes porque, en primer lugar, las universidades privadas han relajado sus criterios de admisión para atraer alumnos (ampliando el cupo de recomendaciones y realizando pruebas de admisión por entrevista) y, en segundo lugar, cada vez hay más jóvenes que acceden a la universidad sin pasar por la escuela preparatoria por motivos económicos.

En esta era de sobreabundancia de plazas en la que todos los aspirantes pueden ingresar en una universidad mientras no sean muy exigentes en sus pretensiones, la institución universitaria ha dejado de ser la dura criba académica que era antaño. Y la previsión de que a partir de 2018 la mengua de estudiantes rebajará los ingresos de los exámenes de admisión y de las cuotas de enseñanza ha sembrado el pánico entre los responsables universitarios.

El regreso a la ciudad y la creación de nuevas facultades para sobrevivir

Ni siquiera las universidades privadas más famosas pueden permitirse bajar la guardia, y por eso despliegan variadas estrategias para luchar por la supervivencia. El movimiento de regreso a la ciudad, con el que se están trasladando al centro de la ciudad los campus que antes se habían desplazado a las afueras, es una medida para reunir una plantilla de profesores renombrados y captar a los estudiantes, que suelen sentirse fascinados por el entorno urbano. También hay universidades que se sirven de competiciones deportivas como las carreras de relevos para hacerse un nombre. Asimismo, muchas universidades se reinventan para adaptarse a los nuevos tiempos y dan un cambio de imagen a sus departamentos y facultades escindiendo estudios prácticos como la enfermería, la educación y la nutrición de las facultades de letras, o convirtiendo los departamentos de literatura en departamentos de estudios internacionales.

Hay también bastantes universidades que invierten esfuerzos en la creación de estudios exclusivos para formar el tipo de recursos humanos que demanda el mundo laboral, como especialistas en TIC, matemáticas, estadísticas y administración o personas curtidas en áreas comerciales. Algunas universidades rurales buscan destacar para evitar que los jóvenes de la región se marchen a las universidades urbanas, y emprenden iniciativas como organizar programas de acción social en colaboración con las comunidades locales.

Más competitividad internacional para las universidades nacionales

El problema del declive demográfico no es el único cambio contextual al que se enfrentan las universidades: también existen nuevos retos como la necesidad de mejorar la competitividad internacional y adaptarse a la globalización. Hoy en día los sistemas de educación superior de todos los países, no solo Japón, se ven irremediablemente entrelazados en una red mundial gestionada por las TIC en la que investigadores y estudiantes tienen cada vez más movilidad. En el caso de Japón, las universidades nacionales deben potenciar su competitividad para mantenerse a flote en la feroz competición económica internacional de las áreas de ciencia y tecnología.

Universidades incluidas en la lista del Proyecto de las Mejores Universidades Globales del año fiscal 2014

Tipo A (las mejores universidades)

  Nombre del plan
Universidad de Hokkaidō Nacional Iniciativa Campus Universal de Hokkaidō: “Abierto al mundo y a la cooperación”
Universidad de Tōhoku Nacional Iniciativa Global de la Universidad de Tōhoku
Universidad de Tsukuba Nacional Educación Superior para el Futuro en la Universidad Transfronteriza
Universidad de Tokio Nacional Modelo de Campus Global de la Universidad de Tokio
Universidad de Medicina y Odontología de Tokio Nacional Plan de Formación para la Promoción de la Sanidad Global de la TMDU: “El reto de mejorar la salud a escala mundial”
Instituto Tecnológico de Tokio Nacional Plan de calidad del Instituto Tecnológico de Tokio mediante la reforma de la gobernanza para una verdadera internacionalización
Universidad de Nagoya Nacional Universidad Central Asiática para la Construcción de un Mundo Sostenible en el siglo XXI
Universidad de Kioto Nacional Plan Japan Gateway de la Universidad de Kioto
Universidad de Osaka Nacional UNIVERSIDAD GLOBAL: El Sekai Tekijuku
Universidad de Hiroshima Nacional Reforma de la Universidad de Hiroshima: “El mundo como campus”
Universidad de Kyūshū Nacional Plan de Revisión Estratégica para una Investigación y Educación Globales Líderes en el Futuro (SHARE-Q)
Universidad de Keio Privada Aumentando la Sostenibilidad Global a Través de la Ciencia
Universidad de Waseda Privada Plan Waseda Ocean: Formación de una Red de Educación e Investigación Abierta, Polifacética y Dinámica

Tipo B (universidades globalizadoras)

Universidad de Chiba Nacional Universidad Internacional Cristiana Privada
Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio Nacional Instituto Tecnológico de Shibaura Privado
Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio Nacional Universidad Sofía Privada
Universidad Tecnológica de Nagaoka Nacional Universidad de Tōyō Privada
Universidad de Kanazawa Nacional Universidad de Hōsei Privada
Universidad Tecnológica de Toyohashi Nacional Universidad de Meiji Privada
Instituto Tecnológico de Kioto Nacional Universidad Rikkyō Privada
Instituto de Ciencia y Tecnología de Nara Nacional Universidad Sōka Privada
Universidad de Okayama Nacional Universidad Internacional de Japón Privada
Universidad de Kumamoto Nacional Universidad Ritsumeikan Privada
Universidad Internacional de Akita Pública Universidad Kwansei Gakuin Privada
Universidad de Aizu Pública Universidad Ritsumeikan de Asia Pacífico Privada

Dentro de este contexto de presión competitiva, en otoño de 2014 se presentó un punto de inflexión para las universidades japonesas: el Ministerio de Educación publicó la lista de universidades seleccionadas para formar parte del Proyecto de las Mejores Universidades Globales (SGU, por sus siglas en inglés). Destinado a dinamizar la competitividad internacional de la educación superior japonesa, este proyecto pretende asignar recursos extras a las universidades con el mejor nivel académico e investigador y a las que muestren mejores iniciativas para globalizarse llevando a cabo las reformas necesarias.

El SGU puede crear desigualdad entre las universidades

La lista del Proyecto de las Mejores Universidades Globales (SGU) clasificó a los centros seleccionados en dos categorías. En el tipo A (las mejores universidades) se englobaron las “universidades con potencial para clasificarse entre las 100 mejores del mundo” y se incluyeron 13 entidades, entre las cuales había antiguas universidades imperiales como la Universidad de Tokio y la Universidad de Kioto, y otras universidades de prestigio como Waseda y Keio. El tipo B (universidades globalizadoras), destinado a las “universidades que lideran la globalización de Japón”, incluyó 24 universidades como la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio, la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio, la Universidad Sofía y la Universidad de Meiji.

La lista del Ministerio de Educación también incluye universidades rurales que disponen de sistemas originales e innovadores, como la Universidad de Aizu (prefectura de Fukushima), donde es obligatorio escribir ensayos en inglés en todas las carreras, o la Universidad Internacional de Akita (prefectura de Akita), donde estudiar al menos un año en el extranjero es requisito para graduarse. El presupuesto de las ayudas de 10 años que se invertirán en cada universidad seleccionada asciende a 4.200 millones de yenes para las del tipo A y 1.700 millones de yenes para las del tipo B. Estas subvenciones serán muy bien recibidas por las universidades, a la vez que funcionarán como arma para potenciar su prestigio y así atraer a más estudiantes.

Es posible que el proyecto SGU sirva para hacer que las mejores universidades académicas e investigadoras de Japón suban en los rankings internacionales. No obstante, en el panorama nacional esta iniciativa plantea el peligro de marcar una nueva jerarquía y crear desigualdades adicionales entre las universidades. ¿Cómo reaccionarán las universidades japonesas ante las exigencias del contexto actual de globalización y declive demográfico? Por ahora parece que deberán seguir luchando con uñas y dientes para sobrevivir.

Redacción de Harada Kazuyoshi (editorial de nippon.com)

Fotografía del titular: Estudiantes esperando para empezar un examen de acceso a la universidad. Tomada el 17 de enero de 2015 en un centro del barrio de Bunkyō de la Universidad de Tokio. (Cortesía de Jiji Press)

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