El sistema educativo y el problema de los libros de historia en Japón

Recuerdos divididos: Los libros escolares de historia y las guerras de Asia

Política Sociedad Educación

Algunas suposiciones muy extendidas sobre los libros de texto de historia utilizados en Japón son en realidad infundadas. Lejos de inculcar el patriotismo, como suponen muchos observadores desde el extranjero, los libros usados en el bachillerato tienden a adoptar el método de presentar una aséptica cronología de hechos históricos, añadiéndole muy pocos comentarios interpretativos. Este es el hallazgo del proyecto Recuerdos divididos y reconciliación, llevado a cabo por el autor de este artículo y su colega Gi-Wook Shin, en cuyo marco se hace una comparación en profundidad de los libros de texto de historia usados en China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.

Los libros de texto de historia que se utilizan en Japón y el tratamiento que otorgan a los tiempos de guerra han sido motivo de controversia internacional casi continua durante los tres últimos decenios. Para algunos críticos de dentro y fuera de Japón, el contenido de estos libros es una prueba de que no se han tomado responsabilidades por el estallido de la Guerra de Asia-Pacífico (1931-1945) y de que no se ha reconocido ni el sufrimiento causado por los militares japoneses a las naciones conquistadas de Asia, ni los crímenes cometidos durante los combates con los Aliados. La decisión de las autoridades educativas japonesas de aprobar determinados libros de texto para su uso, o de modificar el contenido o el lenguaje utilizado en ellos, es presentada como una evidencia de una inclinación hacia el nacionalismo en Japón. Y lo que es más importante, se consideraba que los libros de texto japoneses no habían conseguido educar correctamente a las nuevas generaciones de japoneses sobre su pasado.

Estas opiniones no son totalmente carentes de fundamento. Los libros de texto japoneses no ofrecen a los estudiantes una explicación detallada del dominio colonial japonés, especialmente en lo tocante a Corea. Han eludido o restado importancia a algunos de los aspectos más controvertidos del periodo bélico, como el reclutamiento forzoso, por parte del Ejército Imperial de Japón, de mujeres para servicios sexuales, las llamadas “mujeres para el solaz”. Y a veces, bajo la presión de revisionistas conservadores y sus partidarios políticos, el proceso de inspección de los textos en el Ministerio de Educación ha tratado de suavizar el lenguaje con el que se describe la agresión japonesa.

Sin embargo, el proyecto Divided Memories and Reconciliation (Recuerdos divididos y reconciliación) del Centro de Investigaciones Walter H. Shorenstein para Asia-Pacífico (APARC, por sus siglas en inglés), en la Universidad de Stanford, contradice esta opinión tal ampliamente compartida sobre la perversidad de los libros de texto de historia utilizados en Japón. El proyecto, que he dirigido junto al profesor Gi-Wook Shin, era un estudio plurianual para comprender mejor cómo se está moldeando la memoria histórica de la época de la guerra. Comenzaba con los libros de texto de historia y de ellos pasaba a considerar el papel de la cultura popular –en especial de las películas- y de la opinión de la elite en la formación de la visión que se tiene sobre el pasado bélico. Es significativo que este proyecto de la Universidad de Stanford adoptara un enfoque comparativo, considerando el caso japonés en comparación con el resto de los principales contendientes en la Guerra del Pacífico, principalmente con China, Corea del Sur y, por supuesto, también con Estados Unidos.

Enfoque metodológico adoptado para el proyecto

El estudio de los libros de texto de historia evita conscientemente caer en la trampa de centrarse en los libros más controvertidos y menos usados. En el proyecto se ha comparado el tratamiento dado al periodo bélico y los años inmediatamente posteriores (1931-1951) en Asia en los libros de texto de historia nacional o mundial de mayor circulación utilizados en los institutos de bachillerato de China, Taiwán, Corea del Sur, Japón y Estados Unidos, así como otros libros usados en clases de preparación para el ingreso en la universidad (esto último a fin de conocer cómo se forma la opinión de la elite). Se hicieron traducciones de estos libros y el equipo de investigación presentó pasajes comparativos del tratamiento que se daba a ocho puntos clave de la historia, como el incidente del Puente de Marco Polo o el bombardeo atómico de Japón. Esto permitió por primera vez a los estudiosos, expertos, medios de comunicación, etcétera, comparar la forma en que se moldea la memoria histórica en estos sistemas escolares, lo cual ha ampliado los horizontes para comprender el papel de los libros, sin limitarse a los usados en Japón.(*1)

Los libros fueron seleccionados de acuerdo a dos criterios. En primer lugar, el proyecto trató de identificar los libros de texto de historia nacional y mundial más ampliamente usados en las escuelas de secundaria. Allá donde existían datos gubernamentales sobre el uso de los libros de texto (Japón, Corea del Sur y Taiwán), la selección se basó en tales datos. En el caso de la República Popular China, hasta hace muy poco tiempo solo existía una editorial de libros de texto autorizada. En el de Estados Unidos, donde no había datos oficiales a nivel nacional, la selección para el proyecto se hizo a partir de los datos de las editoriales y de los disponibles sobre California, con el asesoramiento del programa de Stanford para la Educación Internacional e Intercultural (SPICE, por sus siglas en inglés), que elabora y distribuye material didáctico complementario para institutos de bachillerato de todo el país. En el caso de Japón, se seleccionaron los libros de la editorial Yamakawa Shuppansha, que son con gran diferencia los más usados en el bachillerato. Los libros publicados por la Atarashii Rekishi no Kyōkasho wo Tsukuru Kai (Sociedad Japonesa para la Reforma de los Libros de Texto de Historia), que en el extranjero han llamado mucho la atención, se usan en una minúscula parte de las escuelas japonesas –muy por debajo del 1%- y por ello han sido excluidos de la comparación.

En segundo lugar, fueron seleccionados también para el proyecto otros libros de uso en las clases preparatorias para el ingreso en la universidad, que en Estados Unidos equivaldrían a los cursos del nivel Advanced Placement (AP). La intención, en este segundo caso, era hacerse una idea de cuál había podido ser el material educativo usado por las elites en todos los sistemas escolares. En el caso de Estados Unidos, se seleccionaron dos juegos de libros de historia nacional e historia del mundo: uno fue el usado en las clases de educación general; el otro, el consistente en los libros World Civilizations: The Global Experience y The American Pageant: a History of the Republic, que es el juego de libros más usado en los cursos de AP. En el caso de Japón, el libro de la editorial Tokyo Shoseki se considera equivalente a los usados en el nivel AP de Estados Unidos, lo mismo que ocurre con el libro surcoreano de Keumsung Publishing.

Durante el proyecto, los investigadores tuvieron noticia de que se habían hecho importantes revisiones en los libros de texto de China y Taiwán, si bien las ediciones revisadas no habían llegado todavía a todas las aulas. En estos dos casos, los nuevos libros de texto ofrecían versiones del periodo bélico muy diferentes a las anteriores. Para este estudio se tradujeron y extrajeron pasajes tanto de las ediciones viejas como de las nuevas, lo que permitió establecer una nueva e interesante comparación dentro de cada país.

Cargados de hechos, ligeros de patriotismo

Lo que la investigación reveló fue algo completamente diferente a la percepción reflejada comúnmente por los medios de comunicación, tanto de Asia como de Estados Unidos. Lejos de ser nacionalistas, los libros de texto japoneses parecen los menos indicados para agitar los sentimientos patrióticos. No glorifican la guerra, no enfatizan la importancia del ejército y no nos cuentan historias de heroísmo en el campo de batalla. Lo que ofrecen es una árida cronología de hechos sin apenas comentarios interpretativos.

Página de un libro escolar de historia japonés donde se explica el llamado “Incidente de Manchuria” (1931)

Los libros de texto japoneses están deliberadamente escritos en un tono más bien contenido, en parte para evitar hacer abiertas interpretaciones, y también porque su objetivo es preparar a los estudiantes para los exámenes de acceso a la universidad. No obstante, los libros de texto japoneses ofrecen un mensaje claro, si bien implícito: las guerras de Asia fueron producto de la expansión militar japonesa, y la decisión de entrar en guerra con Estados Unidos fue un error desastroso que ocasionó tremendos costes a la nación y a su población civil. Este mensaje de fondo es lo que ha llevado a los críticos revisionistas a escribir sus propios libros de texto para corregir lo que ellos entienden que son “actitudes masoquistas” del Japón moderno.

En contra de la creencia popular, los libros de texto japoneses no rehúyen en ningún sentido algunos de los momentos más controvertidos de la época de la guerra. Los libros más ampliamente usados contienen referencias, si bien no muy detalladas, a la masacre de civiles chinos en Nankín perpetrada en 1937 por fuerzas niponas(*2). Algunos, aunque no todos, consignan también la movilización forzosa de trabajadores en las áreas ocupadas por Japón, incluyendo menciones al reclutamiento de “mujeres para el solaz“ para trabajar en los burdeles durante la guerra(*3). Una clara laguna es la casi completa ausencia de referencias al dominio colonial japonés sobre Corea.

La historia como “nuestra” historia

Página de un libro escolar de historia surcoreano sobre la marcha de la economía durante el dominio colonial japonés.

Desde sus mismos inicios, los libros de texto de historia “han sido creados para alimentar la identidad nacional”, destaca el historiador de la Universidad de Stanford Peter Duus, uno de los colaboradores de nuestro proyecto(*4). En ese aspecto, sostiene Duus, los libros de texto japoneses son quizás los que menos abiertamente cumplen su misión de presentar una narración patriótica sobre la historia de la nación. En contraste, las líneas maestras del currículo nacional en la mayoría de los otros países de Asia Oriental reivindican la promoción del orgullo y de la identidad nacional como la función más básica de la enseñanza de Historia. Las “historias de la guerra” que aparecen en estos otros libros están claramente dirigidas a hacer eso, señala Duus.

El deseo de alimentar el orgullo nacional produce a veces curiosas formas de miopía sobre el periodo de la guerra, muy especialmente en los libros de texto surcoreanos. La narración del periodo bélico que se ofrece a los estudiantes de este país está casi enteramente dedicada a la angustiosa experiencia vivida por los coreanos bajo el dominio colonial japonés y en relatos de la resistencia coreana frente a sus opresores. Falta un contexto bélico más amplio para explicar las movilizaciones de coreanos que hizo Japón, cada vez más desesperadas y forzadas –es decir, el atolladero de la Segunda Guerra Sino-Japonesa y el contraataque norteamericano, creciente en intensidad, a partir de 1942–. Los libros de texto surcoreanos apenas mencionan el estallido de la guerra en China en 1937, el ataque de Pearl Harbor, y en el caso del principal libro de texto publicado por el gobierno no hay ninguna mención al bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki.

Página de un libro escolar de historia chino que recoge el inicio de la Segunda Guerra Sino-Japonesa, en 1937.

Los libros de texto chinos son los más obviamente impregnados de una narrativa de guerra ideológicamente diseñada y apasionadamente patriótica. En los libros que han venido usándose hasta el último decenio, el relato de la guerra es un relato de heroicas operaciones militares llevadas a cabo por los chinos, casi todas ellas por los comunistas, contra Japón. Se hacen pocas menciones, o ninguna, a los combates en el Pacífico y al papel que tuvieron los Aliados. Al papel de los bombardeos atómicos en la finalización de la guerra solo se le dedica una línea. Los libros consideran que los factores decisivos fueron el llamamiento hecho por Mao Tse-tung para lanzar un ataque total contra las fuerzas japonesas, y la declaración de guerra lanzada por la Unión Soviética contra Japón en agosto de 1945. La victoria obtenida en la lucha contra Japón representa, según ellos, el fin de un siglo de humillaciones a manos de los imperialistas extranjeros que pisotearon los derechos y los intereses de China, y el retorno de China a su posición histórica como una gran potencia mundial.

Los libros de texto chinos publicados por la editorial Renmin Jiaoyu Chubanshe (People’s Education Press) sufrieron una importante revisión en 2002. Los libros revisados fueron introducidos progresivamente en todo el país y ofrecen un relato decididamente mas nacionalista del periodo bélico. La edición previa se centraba en la guerra civil librada entre el Partido Comunista y el Kuomintang (los nacionalistas), apoyando la pretensión comunista de haber llevado todo el peso en la resistencia a la invasión japonesa. La nueva versión rebaja la importancia de la guerra civil y realza la importancia que tuvo la unidad nacional contra Japón. Con anterioridad, la Masacre de Nankín había sido soslayada –resultaba inconveniente que fuera una batalla en la que el Kuomintang había tenido el papel más importante–. Ahora, Nankín ocupa grandes espacios en los libros de texto, que adjuntan descripciones gráficas de las atrocidades japonesas.

Página de un libro escolar de historia taiwanés sobre la japonización llevada a cabo durante la época colonial.

Los libros de texto chinos de uso más prolongado se ciñen estrechamente a la historiografía marxista clásica, presentando la guerra como un resultado de la crisis del capitalismo y como una lucha contra el fascismo, liderada por la Unión Soviética y sus aliados comunistas en China. Los libros revisados ya no dan tanta importancia al contexto de la Guerra Fría, primando el relato de la resistencia nacional frente al invasor extranjero. En los espacios dedicados a los hechos previos a la invasión japonesa de China, por ejemplo, el libro de texto chino de 2002 ofrece una larga cita del denominado Memorándum Tanaka para demostrar los orígenes de las ambiciones japonesas sobre Asia desde los años veinte. Que durante aquel periodo Japón ambicionó agresivamente Asia está fuera de toda duda, pero la historiografía moderna en Occidente y en Japón considera el Memorándum Tanaka un documento espurio.

Libros de texto en rojo, blanco y azul

Algo que quizás sorprenda es que los libros de texto estadounidenses ofrecen narraciones de la guerra igualmente triunfantes. El titulado The American Pageant, uno de los más ampliamente utilizados en Estados Unidos, describe la Segunda Guerra Mundial como un momento crucial en la maduración del país como potencia en el contexto internacional. Antes de la guerra los americanos permanecían replegados ante el mundo exterior, en un aislacionismo comparable a la estrategia del avestruz. El ataque a Pearl Harbor les hizo conscientes de que el aislamiento ya no era posible en un mundo de desórdenes internacionales. La unidad que el ataque promovió entre los americanos y, al mismo nivel de importancia, la fortaleza económica de Estados Unidos, hicieron posible la victoria en una lucha global contra el fascismo, la dictadura y el militarismo.

El lenguaje utilizado en los libros norteamericanos no es nada ambiguo al retratar a Japón como un codicioso agresor y a Estados Unidos como una víctima en gran parte inocente de la no provocada perfidia nipona. Los libros de historia mundial sí que aportan algo más de contexto para explicar el inicio del conflicto en el Pacífico, pues incluyen la Segunda Guerra Sino-Japonesa y las crecientes tensiones entre Japón y Estados Unidos en los meses previos al ataque a Pearl Harbor, pero los de historia de Estados Unidos más básicos tienden a pasar por alto la guerra en Asia y presentan el conflicto como algo que comenzó en Pearl Harbor y concluyó con los bombardeos atómicos. Sin embargo, los libros norteamericanos tienden mucho más a presentar a los estudiantes argumentos a favor y en contra de la decisión de arrojar las bombas atómicas, un debate que falta en todos los libros asiáticos.(*5)

Página de un libro escolar de historia estadounidense sobre el ataque a Pearl Harbor.

Una rara coincidencia entre los libros americanos y los chinos la encontramos en el hecho de que los primeros hagan hincapié en que la victoria hizo de Estados Unidos el país más poderoso del mundo. El triunfo bélico facilitó el escenario, en este “relato de guerra”, para la lucha de la posguerra contra el bloque soviético. Aprendidos los peligros del aislacionismo y la contemporización, los americanos emergieron del conflicto preparados para usar su nuevo estatus de potencia global en una nueva lucha contra la amenaza comunista.

El lenguaje de los libros estadounidenses es menos ostensiblemente nacionalista que el de los chinos, pero apoya las políticas del país durante la Guerra Fría de una forma muy parecida a la usada por los libros chinos para apoyar el triunfo del Partido Comunista. El relato de la guerra en The American Pageant es acorde con el internacionalismo liberal y con el intervencionismo conservador que rigieron la política exterior estadounidense desde Truman y Acheson hasta Nixon y Kissinger. Y, como gran parte de la cultura popular norteamericana, celebra la Segunda Guerra Mundial como una “guerra buena”.

El pacifismo por encima del patriotismo

La vehemencia nacionalista de los relatos de la guerra de los libros chinos, coreanos y norteamericanos marca un llamativo contraste con lo que Duus, un eminente historiador del Japón moderno, describe como el “sordo, neutral y casi insulso” tono de los libros de texto japoneses. Esto podrá sorprender a aquellos cuyas ideas sobre los libros de texto japoneses se derivan de explicaciones que mezclan el contenido de los libros revisionistas, de escasísimo uso, con el de los libros que realmente llegan a los pupitres de casi todos los estudiantes japoneses de bachillerato.

Como señala Duus en nuestro libro, la principal razón por la que es difícil crear el mismo tipo de texto triunfalista en Japón es sencilla: “Japón perdió la guerra”(*6). Casi tan importante como esto es la falta de un consenso de posguerra en Japón sobre cómo interpretar el conflicto, algo que demuestran los variables contenidos de sus libros de texto. La batalla por dar forma a la memoria de la guerra está todavía en curso en Japón en contraste con China, Corea y Estados Unidos, donde hay menos sobre lo que discutir del pasado. En Japón, todavía se hacen grandes esfuerzos por refutar la idea, mantenida por la mayoría de los japoneses, de que la nación llevó a cabo una guerra de agresión en Asia y el Pacífico. Aun así, el discurso predominante en Japón no es el que pretende que fue una guerra de liberación contra el imperialismo occidental, sino el que la considera una desastrosa aventura militar que nunca debería repetirse.

El mesurado tratamiento de la guerra en los libros de texto japoneses refleja el duradero legado del pacifismo de la posguerra. “Si la guerra ha podido poner fin a un siglo de humillaciones para China y al aislacionismo norteamericano”, dice Duus, “también puso fin a la ilusión japonesa de que el orgullo nacional podía basarse solo en el poder militar”.

Conciliar diferentes ideas sobre la historia

El carácter divergente de los relatos sobre el periodo de guerra que aparecen en los libros de texto de historia del bachillerato nos ayuda a comprender por qué es tan difícil para los principales contendientes de la guerra llegar a una interpretación común de la historia del periodo bélico. Esta dificultad ha dado al traste con los esfuerzos realizados por las comisiones bilaterales chino-japonesa y surcoreano-japonesa por emular el éxito de Alemania y Francia en la creación de libros de texto comunes. Pero las comisiones sí que han resultado valiosas para ir acotando los temas de discusión y elevar la conciencia sobre las percepciones paralelas de la historia que tiene la contraparte.

Un obstáculo a la reconciliación, según la opinión de expertos del centro Shorenstein APARC, estriba en la existencia de Recuerdos históricas opuestas sobre la guerra. Pero el camino hacia la reconciliación pasa por reconocer la naturaleza dividida de la memoria histórica. “Comprender cómo cada nación ha creado su propia memoria y su propia identidad es un importante primer paso”, sostiene el profesor Shin(*7). Poniendo a Japón en un contexto comparativo, el proyecto Recuerdos Divididos espera ahondar la mutua comprensión que puede servir de base para una reconciliación duradera.

(Traducido al español del original en inglés)

(*1) ^ Los resultados de este estudio, incluyendo los pasajes comparativos y los comentarios de historiadores y autores de libros de texto de China, Japón, Taiwán, Corea del Sur y Estados Unidos fueron presentados en Gi-wook Shin y Daniel C. Sneider, eds., History Textbooks and the Wars in Asia; Divided Memories (Nueva York: Routledge, 2011). Un volumen posterior, sobre el papel de las películas en la formación de la memoria histórica de la guerra será publicado por la University of Hawaii Press, y un tercer libro que recoge la opinión de la elite está siendo escrito por Shin y Sneider.

(*2) ^ Shin and Sneider, pp. 27–30.

(*3) ^ Shin and Sneider, pp. 65–67.

(*4) ^ Peter Duus, “War Stories,” in Shin and Sneider, p. 101.

(*5) ^ Shin and Sneider, pp. 55–64.

(*6) ^ Duus, in Shin and Sneider, p. 113.

(*7) ^ Gi-Wook Shin, “History Textbooks, Divided memories, and Reconciliation,” in Shin and Sneider, p. 14.

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