Xi Jinping ante el nuevo escenario chino

¿Cómo evaluar el “China Risk”?

Política

Convertida ahora en gran potencia, China afronta, sin embargo, numerosos problemas. ¿Qué relación de vecindad debe establecer Japón con este país?

China ya se ha convertido en una gran potencia. Aunque su PIB per cápita sea bajo, con sus 1.300 millones de habitantes es el país más poblado del mundo. No es posible concebir un orden en Asia Oriental ni en el conjunto del mundo que excluya a China. Sin embargo, es probable que ni siquiera los líderes chinos tengan una idea clara sobre el aspecto que ofrecerá la China del futuro. Quienes viven en China vienen percibiendo cambios que afectan al entorno y al escenario en que se desarrollan sus vidas. Ahora esa percepción les hace sentir tanta esperanza como inquietud acerca de su futuro.

Está, por otra parte, el punto de vista de quienes, por encima de tales cambios, advierten una gran continuidad y muchos puntos en común entre las diferentes épocas de la historia china, y ven en ello la esencia de este país. Otros se fijan en su diversidad y en la imposibilidad de hacer extensivas las conclusiones a las que podría llegarse. Todas estas posturas tienen su parte de verdad, pero innegablemente son formas de evitar tener que dar explicaciones más precisas.      

Variados problemas afloran en la escena nacional

Puede decirse que el futuro de China siempre ha sido impredecible. Esa impredecibilidad ha sido causada por la gran cantidad de elementos de incertidumbre que intervienen y por lo limitado de las informaciones que se ofrecen. Últimemente, incluso aspectos que hasta ahora considerábamos predecibles están dejando de serlo.

Políticamente hablando, está la cuestión de si el dominio del Partido Comunista de China se mantendrá en el futuro. Responder a esta cuestión es, evidentemente, muy difícil. El partido se enfrenta a graves problemas que afectan a la gobernabilidad del país. Con toda seguridad, en adelante implementará muchas políticas orientadas a su propia supervivencia. Pero no cabe esperar un gran liderazgo bajo una dirección colegiada. Conforme se multiplican los grupos de interés, cada vez es más perceptible la falta de unidad en los movimientos.

¿Hasta qué punto están siendo capaces los gobiernos comunistas de poner orden en un país como China? Como se hace patente en el problema de los nongmingong(*1), en China se están manifestando diversas desigualdades y el gobierno está reprimiendo duramente los movimientos sociales surgidos para tratar de corregirlas.

Los gobiernos comunistas se han apoyado en la revolución y el nacionalismo, pero en los últimos veinte años su principal sostén ha sido la riqueza derivada del desarrollo económico. Lo que ha tirado del país y del gobierno ha sido la riqueza, incluida aquella de la que han venido beneficiándose directamente los dirigentes comunistas. Pero ahora las desigualdades e injusticias ocasionadas por esa riqueza están comenzando a poner en peligro la supervivencia del régimen. La sobreinversión efectuada por el gobierno chino no le deja, económicamente, mucho margen de actuación, así que resulta extremadamente difícil solucionar los problemas que se plantean a corto plazo.

Por otra parte, no hay que olvidar que los principales riesgos a que se enfrenta China son el problema demográfico y el medioambiental. China ha venido basando su poderío como país en su gran población, pero con la política del hijo único, el país se aproxima ahora a una fase de envejecimiento extremo. Puesto que la política migratoria es todavía más rígida que la japonesa, es posible que China tenga que relajar su política demográfica. En cuanto al problema medioambiental, es ya considerablemente grave y supone un formidable reto que nos obliga a pensar también de qué forma Japón y otros países pueden ayudar a afrontarlo.

Diversificar los contactos con China

La vecindad de China y Japón es un hecho geográfico inamovible. Para los países occidentales, tan distantes de China, es fácil plantearse la cooperación con este país, pero desde su cercanía Japón no puede plantearse su relación con China solo en términos de cooperación. Como ha quedado de manifiesto en el enfrentamiento ocurrido con motivo de las islas Senkaku, Japón se halla en una posición que lo hace especialmente sensible al China Risk.

Lo que corresponde a Japón es medir correctamente ese riesgo y tomar medidas para no recibir daños. El siguiente paso sería esforzarse por reducir ese riesgo, para lo cual es importante saber influir sobre China. Japón debe, igualmente, prever los problemas que pueden avecinarse como consecuencia de ese riesgo, y prepararse para esas situaciones.

Al mismo tiempo, no debemos olvidar incluir en nuestra visión de China todas las posibilidades que encierra su futuro. Por ejemplo, Japón no debería establecer lazos de amistad exclusivamente con el gobierno chino, sino guardar un buen equilibrio entre él y el resto de las variadas fuerzas existentes en el país, abriendo canales de comunicación también con personas y organizaciones de diversas ideas. En esta percepción de la variedad china, el Japón de preguerra aventajaba al actual. La invasión de china y la propia guerra son hechos que nos dan suficientes motivos de reflexión, pero por lo que respecta a la forma de contemplar a China, la época que vivimos reclama aprender de la historia, saber combinar la dureza con las medidas de distensión y establecer con China una relaciones a diversos niveles.

(Traducido al español del original en japonés)

(*1) ^ Con la palabra nongmingong se denomina a los campesinos, procedentes por lo general de zonas muy pobres, que emigran a las zonas urbanas, situadas mayoritariamente en la costa, donde se emplean como trabajadores no cualificados en fábricas, minas y obras de construcción. En el registro civil chino se establece la distinción entre población agrícola y no agrícola, y el paso de los campesinos a las zonas urbanas estuvo en otro tiempo fuertemente restringido. Con la liberalización de la economía, estas restricciones se han suavizado, pero los campesinos que viven en las ciudades siguen teniendo el estatus de “residentes temporales”, lo cual les impide recibir servicios sociales.

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