La revolución del esquisto y la política energética japonesa

¿Cómo debe abastecerse Japón de recursos energéticos?

Política Economía

En este artículo, el autor examina las posibilidades de que dispone Japón para asegurarse un suministro estable de recursos, en un momento en que la revolución del esquisto está comenzando a transformar el mercado energético.

La revolución del esquisto está cambiando el mapa energético mundial. El gobierno de Japón se propone abandonar la energía nuclear y ampliar la proporción de energías renovables. Sin embargo, en cuanto a la forma de conseguir un suministro estable de crudo, gas natural licuado (GNL) o carbón, combustibles fósiles imprescindibles para alcanzar estos objetivos, no existe una conciencia demasiado viva y se carece de una verdadera estrategia de abastecimiento.

Cómo interpretar los efectos de la revolución del esquisto

La revolución a la que nos referimos está siendo causada por el gas natural y el petróleo que se extraen del esquisto, una roca dura, que se desprende fácilmente y que se encuentra a grandes profundidades bajo la tierra. Su existencia era conocida ya en los años setenta, cuando ocurrieron las dos crisis del petróleo, pero entonces se decía que explotar este recurso resultaría muy difícil a menos que el precio del barril de crudo superase los 200 dólares. Sin embargo, ya en nuestro siglo, compañías petroleras norteamericanas como Chesapeake Energy Corporation o Andarko Petroleum Corporation, ambas de tamaño medio, han hecho posible su explotación a bajo coste. En 2006, con el inicio de la explotación comercial propiamente dicha, se redujo abruptamente el coste de producción del gas de esquisto. El precio del gas natural, que en 2008 llegó a alcanzar los 12 dólares por millón de unidades térmicas británicas (BTU), se ha hundido, y en 2012 se situó en los dos dólares. Traducido en términos de crudo, significaría estar vendiéndolo a solo algo más de 10 dólares el barril.

El atractivo del gas de esquisto es su abundancia como recurso. Según la Administración de Información sobre Energía de Estados Unidos, el volumen de este recurso técnicamente obtenible solo en este país alcanzaría a cubrir la demanda mundial de gas durante sesenta años. Además de Estados Unidos hay otros 32 países, entre ellos China, Australia, República Sudafricana, México y Polonia, en los que hay expectativas de encontrar este recurso en grandes cantidades. A ello hay que sumar todo el volumen de recursos de gas natural no convencional, entre ellos el gas de arenas compactas (tight sand gas), o el gas metano encerrado en el interior de capas de carbón (coalbed methane), que en conjunto equivaldrían a todo el volumen de gas natural convencional.

Tres posibilidades que transformarán el mercado energético

Es muy probable que la revolución del gas de esquisto cambie el mapa mundial de la energía.

La primera consecuencia es el resurgimiento de Estados Unidos como país productor de gas y de petróleo, y la pérdida de posiciones de Oriente Medio y Rusia. La Agencia Internacional de Energía (AIE) publicó el pasado 12 de noviembre el anuario World Energy Outlook 2012, en el que se pronostica que, gracias al incremento en la producción de petróleo de esquisto, para el año 2015 Estados Unidos producirá diez millones de barriles de petróleo diarios, con lo que superará a Rusia, y que dos años después, en 2017, su producción superará también a la de Arabia Saudí, convirtiéndose así en el mayor productor de petróleo del mundo. Convendrá añadir aquí que, en 2008, Estados Unidos producía 6,8 millones de barriles diarios. Por otra parte, el informe señala que este país está reduciendo a un ritmo constante sus importaciones de petróleo, y que para 2035 será prácticamente autosuficiente. Norteamérica, en conjunto, se convertirá así en un exportador neto de petróleo. Además, la AIE prevé que Estados Unidos irá ampliando su producción de gas de esquisto y que para 2020 será también exportador neto de gas natural.

Hasta 2004, el abastecimiento de GNL era una gran preocupación para Estados Unidos y se preveía que en 2030 tendría que importar 390 millones de toneladas, aproximadamente el doble de la cantidad importada entonces por el conjunto de todos los países del mundo. Para cubrir esta demanda, Qatar, Australia y Rusia pusieron en marcha sendos proyectos para dirigir su gas hacia el mercado estadounidense, y en el Golfo de México se estaban construyendo ya numerosas bases para recibir estas importaciones. Sin embargo, como consecuencia de la revolución del esquisto, ahora en Estados Unidos se siente el gas como un recurso excedente, y casi 400 millones de toneladas de demanda de importación han desaparecido. Se preguntarán a dónde ha ido a parar todo ese gas: su destino ha sido Japón, atribulado por el accidente nuclear.

El segundo ámbito en el que se hará notar esta revolución es el de los precios. Se ha llegado a afirmar que el precio del crudo podría situarse por debajo de los 50 dólares el barril antes de finalizar 2012. Pero esta afirmación resulta un tanto extremista. En realidad, ha sido precisamente la elevación del precio del crudo lo que ha permitido la revolución del esquisto. Esta, a su vez, solo ha sido posible gracias a grandes innovaciones técnicas. Me refiero a la perforación horizontal de pozos (consistente en comenzar por un pozo vertical y, una vez localizada la veta de esquistos, desarrollarlo horizontalmente a esa altura), la fracturación hidráulica (rotura de la roca mediante fluido presurizado a entre quinientas y mil atmósferas), la colocación efectiva de agentes de sustentación (proppants) para evitar que se obturen las grietas creadas en la roca fracturada, el monitoreo microsísmico (para calibrar con precisión la extensión de las fracturas), etcétera. Se cree que si el precio del crudo no se sitúa por encima de los setenta u ochenta dólares el barril, no resulta rentable la extracción de petróleo de esquisto, por lo que una brusca caída del precio del crudo frustraría esta revolución.

En este sentido, puede decirse que lo que está ocurriendo actualmente en Estados Unidos es un intento por encontrar un nuevo punto de equilibrio, en el que el precio del crudo convencional se adapte al nuevo volumen de demanda de energía, en un momento en que esta crece en el ámbito mundial. Esta es la razón de que, pese a que la producción de petróleo de esquisto está creciendo, el precio del barril de crudo siga entre los ochenta y los noventa dólares.

En tercer lugar, es muy posible que la revolución del esquisto plantee nuevos problemas medioambientales. Si la economía mundial vuelve a ser dependiente de combustibles fósiles de los que se dispone a gran escala, es de temer que se produzcan grandes emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Además, también es muy posible que el aumento de la producción de gas y petróleo de esquisto reste impulso a las energías renovables, que tienen altos costes de producción.

La contradictoria política energética de Japón

En este contexto, el 19 de septiembre de 2012 el gobierno de Japón, en manos entonces del Partido Democrático de Japón, decidió en Consejo de Ministros revisar su política energética, partiendo de la Estrategia Innovadora en Energía y Medio Ambiente acuñada por el Consejo de Energía y Medio Ambiente. Esta estrategia se sostiene sobre tres pilares: para los años treinta de este siglo 1) conseguir lo antes posible que la sociedad japonesa deje de depender de la energía nuclear; 2) obrar una revolución de las energías verdes (renovables), y 3) conseguir un suministro de energía estable. Sin embargo, estos tres principios encerraban numerosas contradicciones y, además, faltaba una verdadera conciencia y una visión estratégica sobre cómo conseguir ese “suministro estable” imprescindible para poder abordar los dos primeros puntos.

Se proclama el abandono total de la energía nuclear y se dice que se respetará estrictamente la edad útil de las centrales, fijada en cuarenta años, pero al mismo tiempo se permite la reapertura de las instalaciones que la Comisión Reguladora Nuclear considera seguras. Sobre aspectos como el pronto establecimiento del ciclo del combustible nuclear, o las plantas de tratamiento final y almacenamiento de los residuos radiactivos, imprescindibles a la hora de reabrir las centrales, se limita a describir la actual situación. Si bien se pregona la introducción a gran escala de energías renovables como la geotérmica, la solar o la tecnología de intercambio de calor en aguas fluviales, no hay perspectivas de poder destinar un presupuesto a estos proyectos. Se afirma que se sigue otorgando importancia a un suministro estable de energía a bajo precio, pero lo que se propone es, básicamente, un mayor o más intensivo uso de la energía térmica, o la cogeneración.

La realidad del Japón actual es una dependencia cada vez mayor de combustibles como el petróleo, el gas natural o el carbón, que viene como consecuencia del intento de las compañías eléctricas por mantener el nivel de suministro de energía aumentando la proporción de generación de electricidad de origen térmico (principalmente mediante una elevación del aprovechamiento de las instalaciones), ante el descenso de la operatividad de las centrales nucleares. Lo más importante para plasmar en realidades la estrategia de innovación es clarificar cómo conseguir, durante el periodo intermedio, un abastecimiento estable y a bajo precio de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón, el GNL, etc. Pero en el informe que expone la actual estrategia, cuyo texto se extiende a lo largo de quince páginas, apenas se destinan diez líneas a la forma en que Japón se asegurará el suministro de estos combustibles fósiles, por lo que no cabe sino decir que la conciencia al respecto es insuficiente.

Dependencia de Oriente Medio: un esquema que se perpetúa

Mirando atrás hacia el siglo XX, que ha sido llamado “el siglo del petróleo”, comprobamos que el mercado de este combustible ha mostrado un gran dinamismo, y a grandes rasgos puede decirse que se han sucedido las siguientes épocas: 1) una primera época que se extiende hasta los años sesenta, dominada por las siete grandes petroleras conocidas como las “Siete Hermanas”; 2) el decenio de los setenta o era de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP); 3) los años ochenta, o era de los países desarrollados consumidores, y 4) el último decenio del siglo, marcado por los bajos precios del crudo.

¿Cuál ha sido la estrategia energética seguida por Japón, desde que experimentara, durante el decenio de 1970, las dos crisis del petróleo? El cuadro 1 permite comparar la forma en que las crisis del petróleo del pasado y la abrupta subida del precio del petróleo ocurrida ya en nuestro siglo han afectado a la economía japonesa. De esta comparación pueden deducirse los siguientes hechos:

1) La proporción que ocupa el petróleo entre las fuentes primarias de energía ha bajado de un porcentaje superior al 70% en los años setenta hasta algo más del 40% de los últimos años. Para compensar este descenso, se ha avanzado en la diversificación de las fuentes de energía, aumentando, por ejemplo, los porcentajes de gas natural y la energía nuclear hasta un 19% y un 12%, respectivamente. En especial, la energía nuclear se ha promovido como una fuente de electricidad estable, que no queda al capricho de los cambios en las políticas de los países productores de petróleo.

2) Si bien la proporción de crudo ha bajado, la dependencia con respecto a Oriente Medio sigue a niveles altos (76%-80%), no advirtiéndose ningún avance en los planes para aminorarla. En cuanto a las reservas de petróleo, mientras que en los años setenta las empresas (principalmente privadas) mantenían reservas equivalentes a entre 67 y 92 días de abastecimiento, hoy en día las reservas están en mayor medida en manos públicas y han aumentado hasta los 192 días.

3) Por lo que se refiere a la tasa de incremento del precio del crudo, frente a la subida experimentada durante los años setenta (cuando el precio por barril, que era de tres dólares, se multiplicó por catorce hasta los 42 dólares), a partir de 2007 el incremento es de solo 2,5 veces (de 58 a 147 dólares el barril). Pero en términos absolutos la subida ha sido grande, pues se acerca a los 100 dólares.

En cuanto a la proporción del valor de las importaciones que corresponde al crudo, frente al 43% de 1980, últimamente es de un 18%. Una de las causas es el progresivo descenso en el volumen de importaciones de crudo, que fue bajando sostenidamente de los 288,61 millones a los 214,43 millones de kilolitros, pero la apreciación del yen, que ha triplicado su valor desde las 273 unidades a las 82 unidas por dólar, ha contribuido a ello en mucha mayor medida.

En resumen, Japón ha venido respondiendo al incremento del precio del crudo echando mano del gas natural y de la energía nuclear como fuentes alternativas, aprovechando la apreciación del yen, o aumentando sus reservas. Pero el esquema de alta dependencia con respecto al crudo de Oriente Medio no ha variado.

Cuadro 1 Las crisis del petróleo y su influencia sobre Japón

 Primera crisis del petróleo
1973.10〜1974
Segunda crisis del petróleo
1978.10〜1982
Elevación del precio del crudo
2007.1〜2008.7
Gran Terremoto del Este de Japón
2011.3〜5
Causas Guerra del Yom Kippur→La OAPEC decreta un embargo sobre las exportaciones de petróleo Revolución iraní→Suspensión de las exportaciones de petróleo Declive de la capacidad de suministro de la OPEP debido al aumento de la demanda en los países emergentes Desajuste oferta-demanda debido al accidente nuclear ocurrido tras el terremoto
Porcentaje del petróleo sobre el total de energías primarias 77% 71% 43% 42%
Grado de dependencia en la importación de crudo con respecto a Oriente Medio 78% 76% 80% 77%
Elevación del precio del crudo (referencias: antes del inicio y en el punto álgido de la crisis) Arab Light
3⇒12dólar/barril 4 veces más
Arab Light・Spot
12⇒42 3.5 veces más
WTI
58⇒147 2.5 veces más
WTI
102⇒99 ▲3%
Pico del coste de importación del crudo yenes/litro CIF
21.5yen
CIF
57yen
CIF
92yen
CIF
58yen
Precio minorista de la gasolina 114yen 177yen 185yen 153yen
Volumen de importación de crudo (millones de kilolitros) 28,861
Año fiscal 1973
27,714
Año fiscal 1979
22,441
Año fiscal 2008
21,443
Año fiscal 2010
Días de reserva 67 días
Empresa privada 67, Gobierno 0
92 días
Empresa privada 85, Gobierno 7
182 días
Empresa privada 85, Gobierno 97
193 días
Empresa privada 79, Gobierno 114
Proporción del crudo sobre el valor total de las importaciones 23%
Año fiscal 1973
43%
Año fiscal 1980
22%
Año fiscal 2008
18%
Año fiscal 2010
Tasa de cambio
yen/dólar
298yen
1974.8
273yen
1982.11
107yen
2008.7
82yen
2011.3

Fuente: Sekiyu shiryō (Datos sobre el petróleo), Sekiyu Tsūshinsha.

Rápido aumento de las importaciones de GNL tras el terremoto

Sin embargo, el Gran Terremoto del Este de Japón del 11 de marzo de 2011 obligó a replantear completamente la política energética de Japón. Ante los temores de desabastecimiento de electricidad durante un largo periodo, las compañías eléctricas optaron por mantener el suministro elevando el aprovechamiento de las centrales térmicas. Pero para ello resulta imprescindible un abastecimiento estable de crudo, GNL, carbón y otros combustibles.

En realidad, ha sido una ampliación de las importaciones de GNL lo que ha permitido suplir la escasez de electricidad que sufre Japón desde el gran terremoto. El volumen de importaciones de GNL en 2011 fue de 75,21 millones de toneladas, un 6,6% de aumento con respecto a los 70,56 millones del año anterior (gráfico 2). Se produjo también una elevación del precio, por lo que la factura de las importaciones de GNL se incrementó en más de un 50% y la tendencia continúa durante 2012. Especialmente rápido ha sido el crecimiento de las importaciones desde Qatar, país del que ya se ha dicho que expandió su capacidad exportadora de GNL para atender las previstas necesidades del mercado estadounidense. Sin embargo, con el rápido curso seguido por la revolución del esquisto en este país a partir de 2006, se produjo un exceso de oferta y el gas catarí no encontró comprador. Este excedente ha sido absorbido por japón.

El mix ideal para asegurarse un suminitro estable

Los efectos de la revolución del esquisto, de la que se espera que se convierta en un factor estabilizador del mercado de energía, tienen que ser asumidos por Japón dentro de una estrategia. En especial, el precio que está pagando Japón por el gas natural que importa es entre ocho y diez veces mayor que el que pagan los países occidentales. Mientras estos países conducen el gas natural por medio de gasoductos, Japón lo importa en forma de LNG. El gas natural se licúa a una temperatura extremadamente baja, -162º y de esta forma su volumen se hace seiscientas veces más pequeño. El comercio internacional de GNL implica prospección, desarrollo y producción del gas, construir gasoductos y plantas de licuado, disponer de barcos especializados en su transporte y de plantas de regasificación en el país de recepción, todo lo cual exige avanzadas tecnologías y una elevada inversión.

Por ello, normalmente los contratos de compraventa de GNL suelen tener una duración larga, de entre veinte y veinticinco años, lo que imprime una gran rigidez a las transacciones. Estos contratos obligan al comprador a pagar las cantidades convenidas aunque el volumen de compra haya sido menor (contratos take or pay). Estas duras condiciones contribuyen a dar una rigidez todavía mayor a estas transacciones, aunque desde el punto de vista de la estabilidad del suministro la rigidez pueda ser deseable. Por este carácter de “encargo especial” y la coherencia que requieren, para ejecutar sin percances los proyectos de compraventa de GNL es imprescindible la existencia de una relación de confianza mutua y de cooperación entre suministrador y receptor. Esto por sí mismo conduce a una mayor estabilidad, pero no puede evitarse que los precios sean más elevados. Japón debería plantearse también seriamente importar LNG en el mercado spot, del que se espera un rápido crecimiento conforme se vaya propagando la revolución del esquisto.

También será necesario contemplar el carbón como un recurso estratégico. En Japón el carbón puede conseguirse a precios bajos, pero su imagen es la de un recurso problemático, pues además de producir grandes emisiones de CO2, uno de los gases que causan el calentamiento global, emite sustancias que contaminan la atmósfera, y además los residuos de la combustión son de difícil tratamiento. Sin embargo, según la compañía petrolera británica BP, el consumo de carbón a nivel mundial se ha multiplicado por 1,6, desde un equivalente en petróleo de 2.292 millones de toneladas del año 2000, a los 3.555 millones de 2010. Este crecimiento, originado por el rápido aumento de la demanda de energía que acompaña al desarrollo económico de China y otros países emergentes, es el mayor entre todas las fuentes de energía primaria del mundo. El punto fuerte del carbón es que se encuentra en grandes cantidades, con reservas confirmadas para doscientos años, y bien distribuido a lo largo y ancho del mundo. Japón debe asegurarse un suministro estable de combustibles fósiles mediante una mezcla de petróleo, GNL y carbón, del que se podrá hacer un uso más limpio si se avanza en la introducción de tecnologías como la gasificación integrada en ciclo combinado o la captura y almacenamiento de carbono.

(Publicado el 21 de diciembre de 2012 y traducido al español del original en japonés)

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