Los cien días del Abenomics

Japón ante el Acuerdo Transpacífico para el Libre Comercio

Política Economía

La decisión del gobierno del primer ministro Abe Shinzō de unirse al Acuerdo Transpacífico para el Libre Comercio (TPP) ha abierto un debate sobre los pros y los contras que este tipo de asociación económica tendrá para el país. El economista Yoshizaki Tatsuhiko considera este debate “estéril”, y apuesta por recuperar el tiempo perdido en materia de acuerdos de libre comercio.

En los ya más de cien días transcurridos desde el ascenso al poder del primer ministro Abe, el nuevo gobierno ha disfrutado de una evolución impecable. Después de que la economía japonesa tocase fondo durante el otoño del año pasado, los análisis económicos mensuales del Gabinete mostraron una corrección al alza durante el primer trimestre de este año. En el borrador de los presupuestos para 2013 el Gobierno prevé un crecimiento del PIB del 2,5%, una cifra que supera ampliamente las obtenidas en los últimos años.

En el plano diplomático, la cumbre Japón-EE. UU. del pasado febrero cosechó un éxito notable. Aunque se esperaba que el encuentro con el presidente Obama no fuese mucho más allá de un saludo y un apretón de manos, Abe logró la emisión de un comunicado conjunto, y mostró la dirección hacia la participación de Japón en las negociaciones del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP por sus siglas en inglés) que lidera EE. UU. Así pues, la cumbre con EE. UU. marcó el giro hacia una política más audaz por parte del primer ministro japonés, contradiciendo la predicción de que este se mantendría en una línea prudente y discreta hasta después de las elecciones a la Cámara Alta de julio.

El hito logrado en la cumbre con EE. UU. logró incluso eclipsar la fuerte oposición del lobby agrícola japonés a la participación de Japón en el TPP. Y es que oponerse a las decisiones de un primer ministro que cuenta con una tasa de apoyo del 70% no es tarea fácil. Abe acalló las voces que se alzaban en su contra entre algunas facciones del Partido Liberal Democrático y prosiguió con las consultas previas a las negociaciones con la aprobación de todos los países participantes.

El primer ministro Abe concibe el TPP como piedra angular del plan nacional a largo plazo y da máxima prioridad a la participación en las negociaciones como base de la estrategia económica y diplomática del país. En este artículo me propongo analizar la lógica de esta decisión política.

Un conservadurismo de perfil alto

En las elecciones generales de otoño de 2012, el presidente del Partido Liberal Democrático Abe Shinzō defendió la necesidad de una política monetaria agresiva para combatir la deflación. Esta propuesta enmarcada en la estrategia económica apodada "Abenomics" por los medios llamó la atención de los votantes y fue uno de los factores que llevó al Partido Liberal Democrático a la victoria en las elecciones generales. Además, la perspectiva de una relajación monetaria influyó en los mercados provocando la caída del yen y la subida de la bolsa, lo que mejoró la confianza en la economía nipona.

Puede que la comunidad internacional vea una contradicción entre el supuesto conservadurismo del primer ministro Abe y la relajación financiera que defiende. Sin embargo, en la política japonesa el conservadurismo no va necesariamente unido a una postura pasiva o de perfil bajo. De hecho, mientras que los gobiernos conservadores que precedieron al del ex primer ministro Koizumi adoptaron políticas fiscales notablemente expansionistas, en la línea del Rikken Seiyūkai que dominó el panorama político japonés de preguerra, los partidos de talante más progresista tendieron a abogar por políticas de austeridad. Por ese motivo en Japón son pocos los que ven una contradicción entre la fama de "halcón" conservador en el plano diplomático del primer ministro Abe con su postura de "paloma" expansionista en el plano financiero.

Las medidas financieras y fiscales dan resultado

En diciembre de 2012, la recién electa administración Abe presentó el plan económico del Abenomics como una estrategia formada por tres pilares o "flechas": (1) una política monetaria agresiva, (2) una política fiscal flexible y (3) una estrategia de crecimiento que fomenta la inversión en el sector privado. Como resultado, el Abenomics se puede interpretar en un sentido restringido como una política monetaria expansionista que persigue combatir la deflación, o bien en un sentido más amplio como una política económica integral que engloba la estrategia fiscal y de crecimiento de la administración Abe.

El Gobierno ya ha lanzado las dos primeras flechas de su estrategia, y por lo visto están dando resultado.

En cuanto a la política monetaria (1), el nuevo presidente del Banco de Japón Kuroda Haruhiko presentó en la primera reunión celebrada tras su nombramiento una audaz estrategia de flexibilización para "duplicar la base monetaria". Algunos advirtieron de que el cambio de la antigua estrategia monetaria de inyección gradual por una de inyección masiva podía provocar una nueva burbuja financiera. No obstante, los mercados respondieron de forma positiva ante la noticia, acelerando la depreciación del yen y la subida de la bolsa.

Por lo que respecta a la política fiscal (2), a finales de febrero la administración Abe aprobó un presupuesto adicional de 13 billones de yenes. Los 5 billones de yenes de fondos procedentes de bonos del Gobierno japonés que incluye el presupuesto reflejan la buena relación entre el Gabinete y el Ministerio de Finanzas. El presupuesto adicional incluye una partida destinada al sector público a invertir en 15 meses a partir de enero de 2013, pero a finales del pasado marzo solo se había gastado una pequeña parte. Este dato permite prever una importante inversión pública durante el año fiscal 2013, con el consiguiente crecimiento del producto interior bruto.

El comercio como vía de crecimiento

La tercera flecha del Abenomics, "una estrategia de crecimiento que fomenta la inversión en el sector privado", es la que presenta más interrogantes por su papel fundamental en la evolución de la economía real japonesa, tras la dinamización monetaria y la flexibilización fiscal. Y, sin embargo, "estrategia de crecimiento" es a fin de cuentas un término práctico pero vago, al estilo del de la "reforma estructural" que proclamaba en sus tiempos el ex primer ministro Koizumi. Además, resulta extraño que el gobierno se centre en los sectores privados que más crecen, en un país desarrollado con una economía de mercado como es Japón. En este contexto, parece que la participación en las negociaciones del TPP va a resultar un reclamo muy poderoso dentro de la "tercera flecha" de la estrategia de Abe.

Hace años que se advierte de que el retraso de Japón en materia de política comercial, sobre todo de acuerdos internacionales de libre comercio supone un lastre para la competitividad de sus empresas. Para un país con una población envejecida y menguante que limita la expansión del mercado nacional, la clave del crecimiento sostenible se halla lógicamente en el comercio y la inversión internacionales.

El Consejo para la Competitividad Industrial creado por el gobierno el pasado enero presentó una nueva estrategia de crecimiento en junio. Uno de los miembros del Consejo procedente del sector de las finanzas plantea la participación en el TPP como un "cambio de sistema operativo para la economía japonesa", una oportunidad de oro para aplicar una reforma regulatoria a los sectores que hace tiempo que lo necesitan.

Un statu quo estéril

Hasta hace poco la propuesta de participar en el TPP se enfrentaba a una oposición tan férrea, en especial por parte de los lobbies agrícolas y sanitarios, que el antiguo gobierno del Partido Democrático de Japón no logró sellarla.

En la cumbre financiera que se celebró en Tokio en marzo de 2012, la representante de asuntos comerciales de Estados Unidos Wendy Cutler declaró: "El TPP no pretende obligar a Japón u otros países a privatizar su sistema sanitario. Tampoco pretende obligar a ningún país a admitir a proveedores sanitarios privados, incluidos los que ofrecen servicios sanitarios mixtos". A pesar de estas declaraciones y del hecho de que el TPP no tiene ninguna relación directa con el sistema sanitario, el lobby sanitario japonés representado por la Asociación Médica Japonesa, entre otras, sigue ofreciendo resistencia, movido por la desconfianza en la sostenibilidad del sistema sanitario nacional actual.

Lo mismo sucede con el sector agrícola. Con el turbio porvenir que augura el envejecimiento de la población agrícola japonesa, no pueden menos que estar atentos ante cualquier factor que pueda perjudicar a la coyuntura económica. Sin embargo, mantener la situación actual para nada beneficiaría al sector agrícola; lo que necesita la agricultura japonesa son cambios radicales como ampliar la escala de producción, alentar la inversión por parte de otros sectores y promover la exportación. Es cierto que la eliminación o la reducción de las tasas arancelarias expondrían a los productos agrícolas japoneses a una mayor competición internacional, pero la participación en el TPP permitiría introducir las innovaciones que tanto necesitan las políticas agrícolas actuales.

Por otro lado, a menudo se comenta que la participación en el TPP elevaría el crecimiento económico japonés en X puntos porcentuales. Sin embargo, como economista debo apuntar que este tipo de análisis predictivos pueden dar los resultados que interesen según cómo se calculen.

Más allá de los pros y los contras

La discusión sobre si Japón ganaría más de lo que perdería con la participación en el TPP es un gasto inútil de tiempo y energía. Para empezar, el acuerdo aún está en la fase de negociación y no podemos saber cómo saldrá si no participamos. Además, las ventajas y desventajas dependerán del punto de vista desde el que las analicemos. Por último, es normal que los sectores que temen que puedan salir perdiendo con un cambio se hagan oír más que los que ganarían con él; por eso hasta ahora los sectores que se oponen al TPP han tenido mayor presencia mediática que los que están a favor de participar en las negociaciones.

Hasta la fecha los partidarios del TPP se han limitado a negar que el acuerdo pueda tener consecuencias negativas sin pararse a exponer sus motivos para suscribirlo, mientras que los detractores se han dedicado a señalar los peligros que implica, alimentando entre todos un debate estéril. En lugar de seguir discutiendo las posibles ventajas y desventajas del TPP, debemos centrarnos en analizar la naturaleza de este acuerdo y los objetivos que persigue Japón con su participación.

Ventajas a perseguir

Existen tres grandes motivos para que Japón participe en el TPP:

  1. Recuperar el tiempo perdido en materia de acuerdos de libre comercio y contribuir a dictar las regulaciones comerciales internacionales
    Desde que las negociaciones multilaterales de la Ronda de Doha celebrada por la OMC quedaron en agua de borrajas, los países de todo el mundo se han lanzado a competir para sellar acuerdos de libre comercio. El TPP constituye la última gran oportunidad para que Japón se ponga por fin al día con dichos acuerdos. Al mismo tiempo, el TPP ofrece un terreno ideal para experimentar en la elaboración de directivas sobre comercio, inversión, derechos de propiedad intelectual, trabajo y medio ambiente. En definitiva, se trata de una ocasión que sería una lástima dejar escapar.
  2. Participar en la integración económica de la región de Asia-Pacífico
    El TPP representa una vía muy efectiva para crear una zona de libre comercio en Asia-Pacífico. Además, el acuerdo podría provocar un efecto dominó y dar lugar a otros acuerdos regionales, como el acuerdo de libre comercio entre Japón, China y Corea del Sur o el Acuerdo Económico Comprensivo Regional.
  3. Acelerar el proceso de reforma nacional
    La situación del sector agrícola japonés no mejorará aunque Japón se quede fuera del TPP. Urge introducir las reformas que ya deberían haberse aplicado de 1986 a 1994 con la Ronda de Uruguay de negociaciones multilaterales.

La autoridad de EE. UU. y Japón

El TPP no es más que un acuerdo comercial que de ningún modo constituye una segunda o tercera apertura histórica de Japón, como tampoco implica una nueva ocupación estadounidense. Asimismo, aunque el acuerdo sea en parte una estrategia de EE.UU. para limitar el poder chino en la región, es un error considerar que ese sea su objetivo principal.

Las ventajas que el TPP brinda a Japón son ni más ni menos que la promoción del libre comercio y la integración económica de la región de Asia-Pacífico.

Los países desarrollados se enfrentan a problemas económicos fundamentales que no presentan ninguna solución viable a corto plazo, como por ejemplo la crisis de la deuda europea. En este contexto, la comunidad internacional debe centrar sus esfuerzos en mantener y promover el desarrollo de las economías asiáticas, y es aquí donde Japón debe aprovechar el dinamismo a través del comercio y la inversión.

Pero el papel de Japón debe ir mucho más allá. En el discurso que pronunció el pasado febrero en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, el primer ministro Abe afirmó que Japón debe alzarse como líder en el fomento de las regulaciones internacionales. Las regulaciones que surjan de la colaboración entre Estados Unidos y Japón, primera y tercera potencias mundiales, de buen seguro ejercerán una gran autoridad sobre el resto de los países. Se espera, además, que China se una al proceso en algún momento. Si se enfoca de este modo, entonces sí podremos afirmar que el TPP es la piedra angular del plan nacional japonés a largo plazo.

(Traducido al español del original en japonés)

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