¿Está Japón virando hacia la derecha?

La ilusión del “auge nacionalista”: el internacionalismo y la xenofobia en Japón

Política Sociedad

Tanto en Japón como en el extranjero los periodistas han mostrado su preocupación sobre el auge del nacionalismo bajo el mandato del primer ministro Abe Shinzō. Un experto en ciencia política analiza en el siguiente artículo la validez de estas preocupaciones.

Los medios de comunicación ponen el foco en el “giro a la derecha” de Japón

Últimamente los medios de comunicación, tanto en Japón como en el extranjero, incluyen con frecuencia comentarios que sugieren que Japón está virando hacia la derecha y volviéndose más nacionalista. Por ejemplo, el titular de un extenso artículo firmado que apareció en la edición digital del Wall Street Journal el pasado 26 de febrero de 2014 fue “Las tensiones en Asia avivan el nacionalismo creciente en Japón”. El artículo hace referencia al aumento de ventas de la revista nacionalista WiLL, la publicación de libros que menosprecian abiertamente a China y a Corea del Sur, y el amplio número de votos que han recibido candidatos que expresan “unos puntos de vista de un nacionalismo acérrimo”, poniendo estos ejemplos como evidencia de ese giro en el “sentir colectivo”.

El artículo también incluía una fotografía de la visita del primer ministro Abe Shinzō al santuario de Yasukuni en diciembre de 2013, y explicaba que tras las críticas del Gobierno de los Estados Unidos a esta visita, un asesor del primer ministro rebatió esas acusaciones. El texto del artículo señala que Japón es una democracia madura que ha contribuido a la paz internacional durante décadas, y expone la opinión de que “la sociedad japonesa es lo suficientemente flexible para echar hacia atrás el péndulo si continúa oscilando hacia el nacionalismo”. Pero termina con la frase de un joven nacionalista miembro de la Dieta que aboga por que Japón disponga de su propio armamento nuclear. Así que, en cuanto al mensaje que envía a los lectores, el artículo, como sugiere su título, expone el “nacionalismo creciente” de Japón desde una posición crítica.

En los medios de comunicación japoneses, mientras tanto, la base de datos del Asahi Shimbun, uno de los diarios líderes del país, revela un súbito aumento desde el comienzo de 2014 en el número de artículos que incluyen el término ukeika, que significa “viraje hacia la derecha” y se refiere en cierto sentido al mismo fenómeno que indica la expresión “nacionalismo creciente”. Tal como destaca el artículo en el Wall Street Journal, las encuestas de opinión pública muestran que los japoneses están ahora más preocupados de la seguridad social y de las reformas económicas que de la seguridad nacional, y la sociedad japonesa en su conjunto no está envuelta de ninguna forma en una ola de nacionalismo. Pero observando la prensa en papel, vemos una tendencia por la que algunos editores están aumentando sus ventas al publicar material antichino y anticoreano, mientras que los principales periódicos y revistas advierten que este tipo de contenidos son peligrosos. Así que la idea de un giro a la derecha es realmente un asunto de importancia en el mundo del debate público, que opera a un nivel distinto de las realidades sociales.

Abe Shinzō es el centro de los ataques

Si comparamos la cobertura crítica del “nacionalismo creciente” de Japón en el Wall Street Journal con el que hace la prensa de Japón, no obstante, parece haber una diferencia en cuanto al enfoque. El artículo del Wall Street Journal que he mencionado arriba mira principalmente a lo que parecen ser tendencias xenófobas en la sociedad japonesa, tal como se pone de manifiesto en el ejemplo de las crecientes ventas de las revistas y libros antichinos y anticoreanos y en la gran popularidad de una película reciente que, según algunos, glorifica a los pilotos kamikaze de la Segunda Guerra Mundial. Dado el ascenso de movimientos xenófobos animados por cuestiones relacionadas con la inmigración en muchos países europeos, es natural que los medios de comunicación occidentales estén interesados en las señales de movimientos similares en Japón. Podemos esperar, de este modo, que los periodistas occidentales también tomen nota del problema de los “discursos del odio” en Japón – las manifestaciones de los grupos nacionalistas cuyos miembros han estado derrochando un lenguaje vil contra los coreanos en los distritos de Tokio y Osaka donde viven muchos de ellos -.

Aquí en Japón, en contraste, cuando los periódicos y las revistas muestran su preocupación sobre el “giro a la derecha”, normalmente parecen concentrarse en las políticas del actual Gobierno de Abe – o, en casos más extremos, a dirigir sus críticas a la personalidad del primer ministro.  Entre los órganos de los medios de comunicación extranjeros, los de China y Corea del Sur han estado ocupados también en atacar al Gobierno de Abe acusándolo de nacionalista. Pero su retórica es básicamente la misma que dirigen siempre contra el Gobierno japonés, sea quien sea el gobernante. Los ataques de los medios de comunicación japoneses contra Abe Shinzō y su administración son diferentes en este caso. La actual descarga de criticismo nacional contra el Gobierno por ser “nacionalista” es algo que Japón no ha visto desde la administración de Nakasone Yasuhiro en la década de 1980.

Parte de la razón de estas críticas nacionales contra el primer ministro es su historial de expresiones como “bello país” (en referencia a Japón) o “escapar del régimen de la posguerra”, que tiene resonancias derechizantes, incluso si su significado concreto no es necesariamente claro. Este tipo de lenguaje se remonta a su mandato como primer ministro entre 2006 y 2007. Y en diciembre de 2013, un año después de iniciar su segundo mandato, Abe visitó el santuario de Yasukuni, donde están consagrados los espíritus de aquellos que fueron declarados criminales de guerra de clase A de la Segunda Guerra Mundial. Esta fue una acción ciertamente abierta a las críticas al mostrar una falta de arrepentimiento por el pasado de agresión de Japón y un farisaico espíritu nacionalista. En este sentido los ataques al actual Gobierno de Abe, manifestados en el contexto de una preocupación por el aparente giro a la derecha de Japón, no se alejan de la realidad.

El problema estriba en las condenas indiscriminadas de todo lo que el Gobierno de Abe hace considerándolo un giro a la derecha, incluso en el caso de políticas que no son expresiones de los sentimientos nacionalistas del primer ministro ni de sus preferencias personales. Un ejemplo es la discusión de la Ley de Secretos Oficiales, que algunos críticos conectaron con la represiva Ley de Preservación de la Seguridad Ciudadana promulgada en el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial. La introducción de esta nueva legislación fue en realidad la continuación de una iniciativa propuesta por el Partido Democrático de Japón antes de que perdiese el poder y Abe Shinzō iniciase su segundo mandato en diciembre de 2012. Y aquí me gustaría incluir otro ejemplo: la iniciativa para reinterpretar el Artículo 9 de la Constitución de Japón para así permitir que el país pueda ejercer el derecho a la autodefensa colectiva. Esta es una cuestión que también está erosionando al Gobierno actual. La idea de revisar la interpretación actual (por la que se considera que Japón posee el derecho a la autodefensa colectiva pero se le prohíbe ejercer este derecho bajo la Constitución) ha estado sujeta a discusión en el Gobierno durante muchos años, por lo que sería erróneo considerarlo algo que el primer ministro Abe, motivado por su “nacionalismo”, ha tratado de forzar como parte de su agenda personal.

El principio de la Cooperación Internacional y el asunto de la autodefensa colectiva

Si recordamos la historia del pensamiento de posguerra, encontraremos que incluso en el momento en el que la actual Constitución fue adoptada algunas personas argumentaron que el derecho a la autodefensa colectiva estaba conectado con el principio de cooperación internacional que se expone en el documento. Un ejemplo de esta perspectiva se puede observar en el discurso ofrecido por Nanbara Shigeru (1889-1974), un filósofo político, en la Cámara de Pares (la antigua Cámara Alta, hasta 1947) el 27 de agosto de 1946, en el que plantea sus dudas al gobierno sobre el borrador de la nueva Constitución. Nanbara (también escrito “Nambara”) fue un intelectual que adoptó un pacifismo basado en la obra de Immanuel Kant Sobre la Paz Perpetua: un plan filosófico (Zum ewigen Frieden. Ein philosophischer Entwurf). Fue famoso por su defensa entusiasta de la coexistencia entre Oriente y Occidente y la neutralidad de Japón durante los años de la Guerra Fría.

En su discurso, Nanbara expresó sus dudas sobre la renuncia al “poder bélico” que se expone en el Artículo 9. Su principal preocupación era que esta cláusula negaría el derecho a la autodefensa al Estado japonés. Pero lo que es aún más importante, aseguró que Japón debería participar en acciones de seguridad colectiva con el objetivo de implementar el principio de cooperación internacional contenido en el preámbulo de la Constitución, que reza lo siguiente: “Creemos que ninguna nación es responsable solo ante sí misma”. Nanbara insistió sobre esto al preguntar qué haría Japón en relación a esto si pasase a ser un miembro más de las Naciones Unidas:

“Los miembros de las Naciones Unidas tienen la obligación de contribuir con su poder bélico a su organización militar. Me gustaría preguntar si estamos renunciando a esta obligación así como a estos derechos [de autodefensa] si Japón pasa a ser un miembro de las Naciones Unidas en el futuro. ¿No hay peligro de que Japón pueda hundirse en un espíritu oriental de resignación, buscando su supervivencia en la dependencia perpetua de la buena voluntad y la fe de otras naciones? ¿No significa esto abandonar el ideal positivo de la contribución cooperativa al establecimiento de la paz mundial a través del sacrificio mutuo de la sangre y el sudor con la meta de proteger la libertad y la justicia para la humanidad?” (La versión original en japonés puede leerse en Nanbara Shigeru chosaku shū [Selección de obras de Nanbara Shigeru, Iwanami Shoten, 1973].)

No es necesario decir que las puntualizaciones de Nanbara estaban fundamentadas en la idea de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas funcionaría adecuadamente y que la ONU establecería sus propias fuerzas armadas. Por lo tanto, su postura no se relaciona directamente con la actual discusión en torno a la autodefensa colectiva. Y su idea de que el Artículo 9 de la nueva Constitución negaría absolutamente el derecho de Japón a la autodefensa es muy distinto a la interpretación aceptada actualmente.

Si, en cualquier caso, uno interpreta el principio de cooperación internacional expresado en el preámbulo como punto de partida al leer el Artículo 9, entonces no se podría considerar que permita el uso de la autodefensa individual sin permitir al mismo tiempo la autodefensa colectiva. Este tipo de interpretación es inconsistente, y deja a un lado el “ideal positivo” que se expresa en la Constitución. Las preguntas de Nanbara son un mensaje que trasciende el tiempo. No dejan lugar a argumentos que intentan justificar que el derecho a la autodefensa individual podría ejercerse pero que el derecho a la autodefensa colectiva no está permitido, o que Japón posee este último derecho pero que no podría hacer uso de él.

Un ejemplo más reciente de un argumento relevante sobre esta materia lo encontramos en el ensayo de Murase Shin’ya “Anzen hoshō ni kansuru kokusaihō to Nihonhō” (El Derecho Internacional y la ley japonesa en relación a la seguridad), dentro de su libro Kokusaihō Ronshū (Colección de artículos sobre Derecho Internacional; Shinzansha, 2012). Murase sostiene que en la actualidad, dado el desarrollo de distintas configuraciones de defensas colectivas en lugar de las fuerzas armadas de las Naciones Unidas, junto a los avances en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU, el ejercicio del derecho a la autodefensa colectiva basado en decisiones políticas debería ser permitido con ciertas limitaciones. Y Hosoya Yūichi, basándose en una investigación anterior, ha sacado a la luz que la interpretación de la Constitución que el Gobierno hacía hasta hace poco, que prohibía el ejercicio del derecho a la autodefensa colectiva, fue el resultado de un tira y afloja entre el partido en el Gobierno y los partidos de la oposición en la Dieta durante la década de 1960 (“Shūdanteki jieiken o meguru sengo seiji”, [Las políticas de posguerra relacionadas con el derecho a la autodefensa colectiva, IIPS Quarterly, vol. 5, nº 2, abril, 2014]).

Por supuesto, las opiniones pueden diferir respecto a la relación entre lo expuesto en el Artículo 9 y los derechos a la autodefensa individual y colectiva. Pero la idea de permitir el ejercicio del derecho a la autodefensa colectiva no es producto del “nacionalismo” del primer ministro Abe de manera individual. Al contrario, creo que esta cuestión debe ser interpretada como una continuación de la corriente de pensamiento aún intacta que se remonta a Nanbara, un intento de reconciliar la renuncia a la guerra expresada en la Constitución con el ideal positivo de tomar parte de manera activa en los esfuerzos de la comunidad internacional por mantener la paz.

Conteniendo el auge del nacionalismo vulgar

Aunque pienso que los medios impresos están sobredimensionando el peligro del nacionalismo en auge o el giro a la derecha bajo el actual Gobierno de Abe, no podemos ignorar la existencia de un movimiento xenófobo entre la sociedad japonesa, como hemos podido comprobar en la difusión de publicaciones antichinas y anticoreanas y de los discursos del odio. Higuchi Naoto ofrece algunos apuntes interesantes sobre esta cuestión en su reciente libro Nihongata haigaishugi (La xenofobia japonesa; University of Nagoya Press, 2014). Señala que los discursos del odio que se pueden oír en las calles y los sentimientos xenófobos expresados en foros de Internet están dirigidos principalmente contra los residentes coreanos en Japón, que algunos japoneses relacionan tanto con Corea del Norte como con Corea del Sur. Y como un factor subyacente, identifica la persistente falta de estabilidad en las relaciones entre Japón y sus vecinos asiáticos, que puede atribuirse a la incapacidad del Gobierno para aclarar la responsabilidad de Japón por su pasado de colonización y de beligerancia.

Es ciertamente falso que el Gobierno japonés y los japoneses hayan evadido su responsabilidad por lo ocurrido en el pasado. Por ejemplo, en 1995, en el 50 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro Murayama Tomiichi hizo pública una declaración de disculpa por el pasado de colonización y agresión por parte de Japón. Esta declaración se realizó como parte de una decisión del gabinete, y las subsecuentes administraciones han continuado adhiriéndose a ella. También ha habido iniciativas para tratar el asunto de las “mujeres de confort”, especialmente a través de las actividades del Fondo de Mujeres de Asia. Al mismo tiempo, no obstante, es un hecho que los medios y las páginas de Internet de corte nacionalista continúan presentando muchos comentarios que rechazan de manera despectiva el reconocimiento sincero de las agresiones que el Estado japonés cometió en el transcurso de su historia moderna.

Los acontecimientos que, según dicen, representan un nacionalismo al alza bajo el Gobierno del primer ministro Abe, particularmente el auge de los discursos del odio y los avances para permitir el ejercicio del derecho a la autodefensa colectiva, están conectados con la cuestión de cómo Japón pretende involucrarse en la comunidad internacional – cómo podría tender lazos de cooperación con otras naciones mientras que aclara su postura respecto a su propio pasado. Tanto el Gobierno como la ciudadanía deberían esforzarse por cambiar el debate sobre el supuesto giro a la derecha de Japón en una oportunidad para hacer frente a esta cuestión seriamente, mientras se contiene el auge del nacionalismo vulgar.

(Fotografía del encabezado: miembros de las Fuerzas de Autodefensa de Japón son recibidos por los residentes de la isla de Cebú en Filipinas al llegar para participar en tareas de ayuda en el campo sanitario tras el paso de un tifón, en noviembre de 2013. Fotografía de Jiji Press)

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