¿Está Japón virando hacia la derecha?

¿Son los nuevos “yankī” políticamente conservadores?

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Entre los jóvenes japoneses prolifera un tipo llamado yankī suave. Son una versión atenuada de los más agresivos y problemáticos yankī de otras épocas. Algunos observadores aseguran que constituyen el estrato social neoconservador del Japón actual. Harada Yõhei, que ha seguido exhaustivamente sus evoluciones, sale al paso de esta interpretación.

Harada Yōhei HARADA Yōhei

Nació en Tokio en 1977. Tras graduarse por la Facultad de Negocios y Comercio de la Universidad de Keiō, ingresó en la compañía de relaciones públicas Hakuhodo, en la que trabajó en la división de Planificación de Estrategias y otras. Actualmente es líder de Estudios Juveniles en el Hakuhodo Brand Design. Trabaja también como profesor eventual en la Escuela de Administración de Empresas e Informática de la Universidad de Tama. Ha escrito Yankī keizai – Shōhi no shuyaku, shinhoshusō no shotai (Gentōsha Shinsho, 2014) y Chikagoro no wakamono wa naze dame nanoka (Kōbunsha Shinsho, 2010). Es coautor, junto a Katō Yoshikazu, de Kore kara no Chūgoku no hanashi wo shiyō (Kōdansha, 2013).

Los yankī suaves: ¿jóvenes neoconservadores?

Ilustración de la popular serie de manga de tema estudiantil “Rokudenashi BLUES”, centrada en los jóvenes de aspecto y modales agresivos (yankī). Sus entregas aparecieron en la revista semanal para público juvenil Shūkan Shōnen Jump entre 1988 y 1997. (© Morita Masanori, Studio Hitman/Shūeisha)

Desde que apareció, en enero de 2014, Yankī keizai – Shōhi no shuyaku, shinhoshusō no shōtai (Gentōsha), Harada Yōhei no deja de sorprenderse de la respuesta que está obteniendo su libro. Las principales cadenas de televisión y periódicos de ámbito nacional han tratado el tema de los yankī en programas y artículos especiales y le han llovido las peticiones de entrevistas. Harada es quien ha acuñado el término mairudo (mild) yankī (yankī suave) para designar una nueva generación de veinteañeros de aspecto amenazante pero maneras más cordiales, que está analizando y haciendo objeto de un concienzudo trabajo de campo.

Hace muchos años, en los setenta del siglo pasado, la palabra yankī transmitía la imagen de un joven agresivo con tupé y permanente, que nadaba en unos característicos pantalones bombachos. Si aquellos eran los yankī “clásicos”, puede decirse que a partir de 2000 el tipo clásico comenzó a decaer. Los yankī de hoy en día son de corazón más blando y formas más suaves. “Pueden seguir montando en sus motos trucadas, pero respetan las normas de circulación y no son proclives a integrarse en bandas motorizadas (bōsōzoku)”, explica Harada. “Tampoco se interesan demasiado por los manga de jóvenes maleantes que tanto éxito tuvieron en otras épocas”. En cuanto a gustos musicales, el grupo EXILE gusta mucho, sobre todo entre los muchachos. “Además del aspecto de chicos malos que tienen, yo creo que lo que atrae a los yankī suaves de hoy es la imagen de formar un grupo en que la amistad y cohesión entre sus miembros es lo principal”, comenta.

Miembros del grupo musical EXILE, de inmensa popularidad entre los yankī suaves. Sus canciones exaltan valores como la lealtad entre los miembros del grupo. El respeto mutuo que se prodigan y gestos como saludarse desenfadadamente al estilo americano haciendo chocar las manos levantadas (inglés: high five; japonés: haitacchi) parecen gustar especialmente a la nueva generación de yankī. (Fotografía: Cortesía de Jiji Press)

Debilidad paterna, factor suavizante

Entre las manifestaciones propiamente japonesas de rebeldía juvenil que subsistían durante el primer decenio del siglo estaba la peculiar forma en que los jóvenes agresivos boicoteaban las ceremonias de mayoría de edad, que se celebran con gran boato y presencia de autoridades en enero. Pero hasta estas actitudes han desaparecido ya. “Incluso en Okinawa, donde estas ceremonias solían acarrear serios desórdenes, ahora puede verse a los jóvenes recogiendo la basura de la calle y los jaleos que antes se producían ya no se producen”, explica Harada. La moderación que caracteriza a los nuevos yankī se hace patente también aquí.

Tras las ceremonias de mayoría de edad, jóvenes que acaban de cumplir los 20 años protagonizan un desfile en descapotables por las calles de una ciudad de la prefectura de Okinawa (2004). (Fotografía: Cortesía de Jiji Press)

Entre los factores que han impulsado esta moderación no hay que olvidar los cambios perceptibles en la generación de sus padres. Hasta ahora, predominaba el tipo de padre que de forma unilateral trataba de conducir a su hijo primero a una universidad de prestigio y luego a una gran empresa. Los propios padres participaban de esa ambición vital. Los padres de los actuales yankī suaves constituyen la última generación formada mayoritariamente por empleados fijos, y sus padres, en muchos casos, compartían esa misma condición.

Sin embargo, durante los últimos 20 años hemos asistido a un notable descenso de la proporción de empleados fijos. En muchas familias ya no se dan las condiciones económicas que eran la premisa en aquel discurso paterno. “Ahora el padre puede haber egresado de la mejor universidad, pero de repente puede perder su empleo y ver reducidos sus ingresos. Frente la generación de los padres el sentimiento ya no es de hostilidad o de rebeldía. Tengo la impresión de que vamos hacia una relación marcada más bien por un sentimiento de compasión y un afán de protección hacia los padres”, sostiene el experto.

Una tribu muy local, identificada con su tierra y su gente

Por sus propias características, el fenómeno de los yankī suaves escapa a las mediciones cuantitativas y resulta difícil de identificar. Las empresas periodísticas y de investigaciones sociales suelen utilizar internet en sus estudios focalizados en estratos sociales concretos, pero los yankī suaves no quedan fácilmente prendidos en las redes que lanzan a través de internet (mediante ordenador personal) las grandes empresas. En el modo de estudio de entrevista colectiva normalmente los locales elegidos se ubican en barrios céntricos de Tokio, como Harajuku o Shibuya. Pero según afirma Harada, los yankī suaves, que sienten gran apego por su barrio o ciudad, son reacios a desplazarse a estos sitios aunque puedan llegar a ellos en menos de una hora, usando el transporte público. Esto hace que el método de la entrevista no sea el más apropiado para hacerse una imagen precisa de ellos. Son personas a quienes desagrada alejarse del terruño, que desean vivir tranquilamente donde han nacido y se han criado, cuidando las relaciones con familiares y amigos de toda la vida. Constituyen, pues, un grupo juvenil extremadamente conservador y apegado a su tierra.

Si consideramos los elementos constitutivos de este amor por la tierra que han desarrollado estas “tribus”, descubrimos en primer lugar a los compañeros de la escuela secundaria y después a los padres que son objeto de sus costumbres parasitarias. Pero aparecen también lugares como los grandes centros comerciales de su localidad, que frecuentan en compañía de dichas personas. Lo que quieren es pasárselo bien con su pandilla en estos lugares. “Estas tribus locales están totalmente identificadas con la tierra que aman, pero su amor no es tan ferviente como para, por ejemplo, defender a los pequeños comercios locales frente a las grandes superficies. Y, por supuesto, su amor al terruño tampoco parece tener demasiada relación con el amor patrio”, acota.

Una introversión que afecta también a la elite académica

En términos concretos, para estos yankī suaves el terruño abarca el área de cinco kilómetros de radio alrededor de su vivienda. Ahí comienza y allí termina su mundo, un mundo que podría compararse a las Islas Galápagos, si bien con una extensión aún menor y una incomunicación todavía mayor. Pero la existencia de esta capa social de yankī suaves que se aíslan en su terruño no es en sí misma ningún problema, según Harada. El problema lo percibe en la tendencia al retraimiento que muestra otro grupo juvenil, el de los que tienen una elevada titulación académica.

“Ellos están cada vez más encerrados en sí mismos y ni se molestan en observar el mundo exterior”, continúa Harada. “Supongo que el gran descenso registrado en el número de jóvenes que deciden seguir sus estudios en centros extranjeros es un exponente de este mismo fenómeno. Este segundo grupo tiene, en mi opinión, una naturaleza completamente distinta a la de los yankī suaves, pero el hecho es que hasta los alumnos de las más prestigiosas universidades, como Tokio o Waseda, no bien terminan sus estudios, tienden a encerrarse en su terruño, donde retoman su grupo de viejos amigos de la secundaria sin relacionarse con nadie más. Empieza a haber jóvenes así”, señala. La tendencia al retraimiento está, pues, presente también en este otro estrato social de la elite académica.

Ausencia absoluta de elementos políticos

El título del libro de Harada, Yankī keizai (“Economía de los yankī”) viene seguido por el subtítulo Shinhoshusō no shōtai (“La verdadera naturaleza de los neoconservadores”), que sugiere una conexión entre ambos conceptos. Pero su autor se muestra escéptico al respecto. “Relacionar a los yankī suaves con los neoconservadores no es más que un malentendido. Para decirlo de una vez, en los yankī suaves no encontramos ningún elemento político”, afirma. Es decir, que su estilo de vida puede parecer conservador, sin que esto vaya acompañado por una conciencia política de ese mismo signo.

Actualmente, como expresión del conservadurismo más extremo, está empezando a ser un problema social el discurso del odio (hate speech) desplegado desde posiciones excluyentes o xenófobas. Cabe preguntarse si existe algún punto de contacto entre los jóvenes que sostienen ese discurso del odio y los yankī suaves. Harada sale al paso diciendo que, en realidad, en la vida diaria de los yankī suaves el discurso del odio no ocupa ningún lugar. “El propio hecho de que exista un ‘discurso del odio’ lo conocerán muy superficialmente y solo de oídas”, añade.

Ninguna relación con el discurso del odio

Harada ha recorrido diversos países de Asia estudiando las encuestas relacionadas con el comportamiento de los jóvenes y ello le permite decir que en países como China o Corea del Sur hay jóvenes de mentalidad antijaponesa y que en general por todo el Sudeste Asiático hay un determinado sector de la población que realiza algún movimiento de boicot u oposición contra países extranjeros. Su impresión es que entre estas personas el grupo central lo constituyen los titulados superiores y los estudiantes universitarios.

Ocurre en todos los países que en los estratos sociales más proclives a implicarse en actos excluyentes o xenófobos como el discurso del odio están presentes personas que en algún sentido se han visto socialmente postergadas o perjudicadas. “Echan la culpa de lo que les ocurre al otro, al de fuera, este esquema se ve en todas partes, y el discurso del odio que se está haciendo oír en Japón sería un exponente de eso mismo”, concluye Harada.

Junio de 2013. Jóvenes participan en una manifestación en el barrio de Shin’ōkubo (Tokio), en la que se despliega el discurso del odio en forma de exigencias xenófobas. (Fotografía: Cortesía de Jiji Press)

“Los yankī suaves no tienen demasiada relación con esos sectores”, continúa Harada, “y no creo que se produzcan contactos entre ellos. Porque a ellos lo que les gusta es quedarse en su tierra, con los compañeros y la gente a la que aprecian, y con eso se dan por satisfechos”. 

En realidad, para Harada el problema no es que este grupo se le ponga tal o cual etiqueta y quede encasillado. “Mucho más importante es qué hacer para conseguir que tengan algún interés en la política. Yo creo que estamos llegando al momento en que los políticos y los adultos en general tienen que empezar a discurrir alguna manera de dar un gran giro a su amor extremo al terruño y conectarlo con el interés por la política.

El fin de la suavidad: una evolución previsible

¿Qué futuro espera a los yankī suaves? Hoy en día hay dos visiones. “Una es la que vaticina una extensión de este grupo por la sociedad japonesa y de otros países asiáticos. Cuando más se desarrolla un país, mayor es la presencia de este tipo de jóvenes. En Japón apenas estamos empezando ahora a tener una conciencia social comparable a la que alcanzó Occidente durante su época de madurez a finales de los años 80, y es precisamente ahora cuando aparecen los yankī suaves”. Harada prevé que si los países asiáticos continúan desarrollándose como hasta ahora, una parte de la población juvenil adoptará esa misma tendencia. “De hecho, en ciudades como Shanghai o Seúl, que se han desarrollado a gran velocidad, el ambiente que rodea a los jóvenes no dista demasiado del que tenemos en Japón y la tribu de los yankī suaves va apareciendo poco a poco. Claro que en Filipinas o Vietnam, que son países todavía en desarrollo, no se ha llegado a ese punto”, explica Harada.

La otra visión es la que considera que el de los yankī suaves no es más que un fenómeno pasajero cuya continuidad no está asegurada. “La idea que subyace”, explica Harada, “es que cuando los actuales yankī suaves se conviertan en padres la situación económica de esas familias va a descender un nuevo escalón. Los padres de los actuales yankī suaves constituyen la última generación que ha disfrutado mayoritariamente de un empleo fijo, pero de la siguiente generación en adelante la proporción de precariedad laboral va aumentando. El resultado es que los hijos de los yankī suaves ya no van a tener unos padres con casa en propiedad en la que vivir de gorra y se prevé que la situación económica de muchas familias sea muy difícil. Y para ser yankī suave es necesario tener unos padres con cierta estabilidad económica. Conforme las cosas empeoren lo suave se volverá más radical y esto podría conducir, en el futuro, a la aparición de un tipo más genuino que podríamos llamar gachiyankī (yankī sin contemplaciones)”.

Se prevé, pues, que situaciones de pobreza o inferioridad social tengan un fuerte influjo sobre los yankī suaves del futuro. En cualquier caso, Harada insiste en que para tener una idea correcta de hacia dónde se mueven los jóvenes en general, tanto en Japón como en los países asiáticos, es fundamental hacer un seguimiento pormenorizado de las evoluciones de este grupo. Tal vez conceptos tan tradicionales y clásicos como “lugar de origen”, “vínculo con la tierra”, “padres” o “grupo de amigos”, tan caros a los yankī suaves, sean al mismo tiempo las palabras clave que nos permitan comprender a los jóvenes que viven en esta sociedad madura de nuestros días.

(Compuesto a partir de una entrevista mantenida el 18 de mayo de 2014 y traducido al español del original en japonés. Fotografías de la entrevista: Kimura Junko)

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