Apuntes sobre la controversia en torno a la legislación de seguridad nacional

La polarización de la prensa japonesa y la necesidad de un término medio

Política Sociedad

Hay quien afirma que los periódicos japoneses se han polarizado en su cobertura de asuntos controvertidos como la aprobación de la legislación de seguridad nacional. ¿Qué relación tiene este ultimo hecho con la posición que mantuvieron en 1960, durante la renovación del Tratado de Seguridad Japón-EE. UU. que dividió a la nación? ¿Y qué papel desempeñan en la era de internet en la que es poco común que los lectores busquen contenidos que sean contradictorios con sus propias opiniones?

Hablar de la “polarización” podría consolidar este fenómeno

La cobertura mediática de la pugna en torno a la legislación de seguridad nacional del Gobierno durante el verano de 2015 es representativa de la polarización de los medios de comunicación en Japón. Por ejemplo, un artículo que apareció en la versión digital del diario Asahi Shimbun en la tarde del 19 de septiembre, el día que la legislación fue promulgada, comparaba los editoriales de portada en los cinco principales periódicos de Tokio— Asahi, Mainichi, Yomiuri, Sankei, y Tōkyō—bajo el título “Aprobación/Rechazo hacia las leyes de seguridad y la cobertura de las manifestaciones: una visión polarizada en los diarios”.

Tres de estos diarios se mostraron muy críticos con el Gobierno y con la coalición gobernante por forzar la aprobación de la legislación de seguridad nacional en la Dieta. Sus editoriales ostentaban los siguientes titulares: “Continúen desafiando las políticas que toman a la ligera la voluntad popular” (Asahi), “Modestia ante el error del Estado” (Mainichi), y “Continúen por la senda de la no beligerancia” (Tōkyō). Otros dos diarios mostraron su apoyo al Gobierno y a la coalición: Yomiuri publicó un editorial bajo el título “Una nueva legislación para prevenir la devastación de la guerra”, y Sankei tituló un artículo de opinión “Se fortalece la disuasión ante la amenaza de China”.

El fenómeno de la polarización en la línea editorial de los periódicos respecto al Gobierno se ha visto en los últimos años en relación con diversas cuestiones políticas, como las iniciativas para reactivar centrales nucleares o los esfuerzos para aprobar la controvertida Ley de Protección de Secretos Especialmente Designados del Gobierno. No puede decirse que la división ante la legislación de seguridad nacional del Gobierno haya acelerado el proceso de polarización. Lo que me preocupa, en cambio, es la posibilidad de que una excesiva atención sobre esta división bipolar puede hacer que la misma se consolide, lo que bloquearía el surgimiento de una división multipolar de opiniones más fluida. Esto podría traducirse en una pérdida del término medio tan esencial para el debate y para alcanzar acuerdos entre las distintas partes.

Contraste con lo sucedido en 1960

Si analizamos el trasfondo de esta cuestión nos daremos cuenta de que los principales periódicos de Japón recibieron críticas por ser demasiado uniformes. Esta uniformidad fue vista, por ejemplo, durante las “protestas Anpo” de 1960, una resistencia violenta contra la renovación del Tratado de Seguridad Japón-EE. UU. (conocido como “Anpo” en abreviación japonesa). Irie Michimasa escribió lo siguiente en el epílogo a la traducción de la obra The Press in Japan Today: A Case Study(*1) de Edward P. Whittemore:

“Los periódicos japoneses tienen un fuerte sesgo que les impide ponerse del lado del Gobierno… Los diarios nacionales se situaron en una posición particular en la que era completamente imposible encontrar nada en sus páginas que defendiese al Gobierno o que simplemente transmitiese la posición del mismo”.(*2)

La publicación por parte de siete periódicos de Tokio— Asahi, Mainichi, Yomiuri, Sankei, Nikkei (Nihon Keizai Shimbun), Tōkyō, y Tōkyō Taimuzu (Tokyo Times) de una declaración conjunta del 17 de junio de 1960 titulada “Rechazar la violencia y proteger el sistema parlamentario” fue un ejemplo emblemático de esta posición uniforme. Los siete periódicos también abogaron casi unánimemente por la dimisión del primer ministro Kishi Nobusuke.

El panorama hoy es muy diferente al de 1960. A diferencia de entonces, las protestas no han sido violentas, y algunos diarios han apoyado al Gobierno. En cierto sentido podemos decir que este es un ejemplo de que la política japonesa de posguerra ha madurado en los últimos 55 años.

La objetividad en la información y la comercialización de los periódicos, dos realidades inseparables

Lo que pretendo señalar aquí es que el artículo en el diario digital Asahi que resumía las reacciones de los distintos periódicos a la aprobación de la legislación de seguridad nacional en 2015 solo mostró a cinco medios. De los siete periódicos que publicaron la declaración conjunta que criticaba al Gobierno en 1960, el Tōkyō Taimuzu dejó de publicar en 1992, pero los otros seis siguen imprimiéndose. El Nikkei, no obstante, se limitó esta vez a la información objetiva y no podría ser clasificado como un medio a favor o en contra del Gobierno. La posición de este diario se puede entrever en la siguiente frase calmada de su columna Shunjū en la portada del 19 de septiembre: “la población no espera la emoción del ring (de boxeo) por parte de la Dieta de la nación”. Por lo que es de justicia recordar que hubo un medio de comunicación que trató de mantener una posición neutral en su cobertura de la disputa de 2015.

Cabe señalar que el periódico que tomó una postura neutral era un diario económico. En comparación con la prensa generalista, que tiende a mostrar su línea editorial, un diario que se centra en los negocios y la economía puede afirmar sin demasiados problemas que sus artículos son “productos” informativos.

Para tener mayor certeza sobre esto, si observamos la historia de las publicaciones periodísticas en Japón, encontraremos que durante el periodo de crecimiento de la industria los diarios también presentaron sus actividades como puramente comerciales. Los tres mayores diarios nacionales en la actualidad —Asahi, Mainichi y Yomiuri—pasaron de ser periódicos populares para las masas a órganos informativos orientados a la clase media. En 1918 el diario Asahi adoptó un código editorial que incluía un compromiso explícito de ser “imparcial y no partidista”, y en 1922 el presidente de Mainichi aseguró que “Los periódicos son productos comerciales”. Ambos diarios siguieron la misma política para expandir sus negocios atrayendo el mayor número de lectores posible, ubicados tanto en la izquierda como en la derecha en el espectro ideológico. Y esta estrategia de ser imparciales y objetivos en su forma de hacer periodismo y de tratar sus periódicos como productos comerciales estaba íntimamente ligada a su trabajo para comprender las tendencias entre la opinión pública, que terminó provocando una uniformidad de contenidos entre ellos.

La toma de una postura defensiva de cara al declive de la industria

La tendencia a ser uniformes prevaleció en el periodo en el que la circulación de la prensa aumentaba, algo que continuó hasta 1997. El precio de los periódicos ha estado fijado desde 1955 en adelante, e incluso recuerdo que el vendedor de periódicos solía ir de puerta en puerta afirmando cosas tales como: “Suscríbase a nuestro periódico por un año. Le ofrecemos tres (o seis) meses gratis. De todas formas todos los periódicos traen los mismos contenidos.”

Aunque a decir verdad incluso entonces los diarios no tenían exactamente los mismos contenidos, sin duda no eran tan diferentes como son ahora. La polarización que observamos en la oferta de prensa actual refleja el hecho de que los editores ya no buscan maximizar su circulación en un mercado creciente. El número de periódicos que se imprimen está cayendo, y el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población hacen que descartemos completamente la posibilidad de que la circulación general aumente. La estrategia que los editores han adoptado ahora es concentrarse en mantener a los suscriptores que ya tienen, en lugar de vender nuevas suscripciones.

En la práctica, los periódicos progresistas tratan de mantener a sus suscriptores de izquierdas ofreciéndoles artículos que critican el sistema establecido, mientras que los diarios conservadores tratan de fidelizar a sus suscriptores de derechas con artículos más favorables al Gobierno. Esto ha llevado a un aumento de la polarización tanto en las filas de los expertos que escriben comentarios como en los contenidos de las cartas al director. Para los lectores, el placer de leer un montón de artículos que coinciden con sus opiniones es similar a la alegría de leer muros en las redes sociales llenos de comentarios de personas que piensan de forma similar.

La polarización de los periódicos en el espectro derecha-izquierda puede ser vista como el resultado de decisiones económicamente racionales hechas por cada uno de los medios a medida que buscan sobrevivir en un periodo en el que la circulación de las cabeceras está en declive. Si los periodistas se dan cuenta de esto puede que no se convierta en un problema, pero podría ser muy peligroso si caen en la ilusión de pensar que el sesgo ideológico en el contenido de sus periódicos forma parte de una misión para convencer a la opinión pública presentando las visiones “correctas” de los hechos.

La necesidad de un espacio intermedio entre los extremos de la red

Ante la situación actual que he descrito arriba me gustaría expresar una opinión crítica, ya que no me parece acertado el consenso que existe sobre la idea de que la prensa japonesa se ha polarizado. Si observamos el conjunto de los medios como un todo, incluyendo el excesivamente bifurcado mundo de las opiniones en internet, yo diría que los periódicos aún ocupan lo que puede ser descrito como un espacio intermedio.

Permítanme ofrecerles mi propio caso como ejemplo: en los últimos cuatro años me he encargado de escribir una columna revisando los comentarios de la prensa escrita en el Tōkyō Shimbun, que es considerado como el más izquierdista de todos los diarios, y también he estado escribiendo críticas de prensa para el Sankei Shimbun, que se enorgullece de su posición en la extrema derecha del espectro ideológico.(*3) Soy ideológicamente un “outsider” tanto en el Tōkyō como en el Sankei; estos periódicos mantienen una postura intermedia que permite que personas como yo escriban en sus páginas.

En el ubicuo mundo de internet ese término medio es inconcebible como principio fundamental. La comunicación con personas que van contracorriente (aquellos con opiniones distintas a las nuestras) puede convertir un espacio en un foro de debate, pero en el universo online de la red es difícil divisar a personas con ideas alternativas. El hecho de que los comentarios en las redes sociales consistan casi en su totalidad en textos poco elaborados está relacionado sin duda con la naturaleza de este espacio en el que las personas no necesitan pararse a pensar en el impacto de sus palabras en aquellos que se encuentran fuera de su propio círculo.

Ofreciendo una plataforma para el contacto con las personas que piensan distinto

El pasado verano, a medida que la trifulca en torno a la propuesta sobre la legislación de seguridad nacional del Gobierno se agudizaba, me enclaustré en mi oficina para escribir el libro “Tosho” no media shi: “Kyōyōshugi” no kōhō senryaku (La historia de los medios de Tosho: La estrategia de Relaciones Públicas en pos del intelectualismo) (Tokyo: Iwanami Shoten, 2015).(*4) En el proceso de escritura me encontré con el siguiente pasaje escrito por Shimizu Ikutarō, recordado como un héroe entre los comentaristas en la época de la polémica sobre el tratado de seguridad en 1960: “La mayoría de la gente lee solo lo que encuentra fácil de digerir. Los intelectuales han aceptado el sino de tener que leer estoicamente obras que les ofenden.”(*5) Me hizo suspirar al considerar el estado actual de nuestros medios polarizados y “fáciles de digerir”.

De acuerdo con Shimizu, los intelectuales son personas capaces de respetar la práctica de buscar deliberadamente y leer sin reparos información que podría desafiar o quebrantar sus propias ideas preconcebidas—información que les resulta incómoda de un modo u otro. En la década de 1960 el auge de la cultura televisiva comenzó a dificultar esta práctica. Y hoy en día, con internet, donde la tendencia de los usuarios a buscar información que les haga sentir cómodos es mayor que con la TV, podría ser inevitable que cada vez menos personas se dedicasen a buscar información que desafíe sus ideas. Si ese es el caso, entonces creo que es aún más importante conservar a los periódicos en esta era de internet como una plataforma en la que la gente pueda encontrar a personas que piensan de forma diferente.

(Publicado en japonés originalmente el 7 de diciembre de 2015)

(*3) ^ Mis críticas publicadas durante dos años en el Tōkyō y el Sankei han sido publicadas en el libro Saigo no media kūkan: Rondan to jihyō 2012–2013 (El espacio de los medios después del desastre: la prensa y el análisis la actualidad 2012-2013) (Tokyo: Chūō Kōron Shinsha, 2014).

(*1) ^ Columbia: University of South Carolina Press, 1961.

(*2) ^ Sandai shinbun hihan (Tokyo: Jiji Press, 1962).

(*3) ^ Columbia: University of South Carolina Press, 1961.

(*4) ^ Tosho (que significa “libros”) es un periódico promocional publicado por la editorial.

(*5) ^ “Taishū bunka ni tsuite” (Sobre la cultura popular), Tosho, febrero de 1963.

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