La cocina japonesa se hace más accesible a los turistas musulmanes

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La cocina halal se ha convertido en un tema estrella en Japón , y no por casualidad. El gobierno japonés se ha marcado el objetivo de recibir anualmente a veinte millones de visitantes para el 2020, año en el que Tokio acogerá los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, y puesto que las economías de los países vecinos continúan creciendo, se espera que el número de visitantes procedentes de Malasia, Indonesia y otros países del Sudeste asiático aumente de forma significativa. 

Según cifras de la Oficina Nacional del Turismo Japonés, más de 176.000 malayos viajaron a Japón en 2013, lo que representa un aumento del 65 % respecto al año anterior, y también 136.000 indonesios visitaron el país, con un aumento del 27 %. Y seguramente las continuadas acciones de Japón para rebajar los requisitos de visado para los viajeros del Sudeste asiático esencialmente musulmán, la zona donde se concentra la mayor población musulmana del planeta (Indonesia es el país con más población musulmana del mundo) hará aumentar estas cifras todavía más. 

El halal y el washoku se combinan

Los viajeros musulmanes que visiten Japón no solo podrán disfrutar del paisaje y de los sonidos del país, sino también de sus sabores: específicamente, el washoku, o la auténtica cocina japonesa. Pero a los musulmanes, que siguen unos requisitos dietéticos marcados por la ley islámica, Japón puede parecerles un desierto culinario. La comida debe ser halal, es decir “permisible” en árabe, y no debe contener ni haber entrado en contacto con nada que se considere haram, o prohibido. Lo más conocido es el cerdo y el alcohol, pero el concepto de halal incluye también procedimientos para sacrificar a los animales y manipular la comida. Estos requisitos religiosos descartan a muchos de los más suculentos y sabrosos platos del panteón de la cocina washoku. Y lo más trágico es que esto significa que muchos visitantes musulmanes regresan a casa sin haber probado ni una porción de sushi, ni un cuenco de fideos y ni una loncha de carne de vacuno japonesa wagyū.

Para aumentar el atractivo de Japón en el mundo islámico, el Gobierno y entidades privadas están llevando a cabo acciones para incrementar el número de restaurantes que incorporen cocina halal. Una de estas organizaciones implicadas en ayudar a Japón a abrir sus brazos a los musulmanes es la Malaysia Halal Corporation, empresa que proporciona servicios como certificados halal para restaurantes, seminarios comerciales y una tienda online donde los musulmanes que se encuentran en Japón pueden comprar comida y condimentos que siguen el halal.

Los platos de un restaurante de comida a la parrilla yakiniku de Tokio apto para musulmanes exhiben con prominencia los signos halal.

Restaurantes, hoteles y fabricantes del sector alimentario acuden cada vez más a Malaysia Halal y organizaciones similares, como la Japan Halal Association, para que sus menús y productos consigan la aprobación halal. Hanasaka Jīsan, un izakaya (bar restaurante) situado cerca de la estación de Shibuya en Tokio, decidió ofrecer opciones de menú halal hace varios años tras la petición de clientes que querían acudir con acompañantes musulmanes. El establecimiento se puso en contacto con Malaysia Halal para conseguir la certificación y ahora ofrece platos de shabu shabu que incluyen carne de vacuno japonesa. El wagyū halal sigue siendo una rareza (la mayoría de produtos cárnicos halal disponibles en Japón son importados) y que el precio mínimo por persona sea de 4.000 yenes resulta bastante doloroso para la cartera. Pero coste aparte, las iniciativas de Hanasaka Jīsan y otros establecimientos están ofreciendo más oportunidades a los viajeros musulmanes para relajarse y disfrutar de la cocina washoku en entornos auténticamente japoneses. 

Pero como el halal sigue siendo una rareza, los restaurantes que deciden adaptarse mejor a los gustos musulmanes deben tener en cuenta la carga financiera extra que ello comporta, como las tasas de los certificados y el coste de utensilios e ingredientes especializados. No sorprende, pues, que muchos no decidan dar el salto completo al menú halal. Los que lo hacen están situados en zonas con mucha concentración de viajeros musulmanes, como aeropuertos y hoteles. El aeropuerto Narita de Tokio cuenta con dos establecimientos con menús halal. Uno sirve fideos udon y el otro tempura. En Kioto, el Hotel Granvia, situado encima de la estación de Kioto, ofrece un menú halal en su restaurante japonés Ukihashi. Pero, en cualquier caso, una característica que se repite en muchos establecimientos aptos para musulmanes es la necesidad de reservar con varios días de antelación, supuestamente para que el restaurante tenga tiempo de conseguir los ingredientes necesarios. No obstante, encontrar restaurantes que puedan servir a clientes musulmanes será cada vez más fácil a medida que aumente el número de establecimientos. 

Más allá de la cena en un restaurante

Los restaurantes no son los únicos negocios que tienen previsto apuntarse a la tendencia halal. A medida que Japón envejece y su mercado doméstico encoge, los fabricantes del sector alimentario están buscando la comercialización global de sus productos, incluidos los aproximadamente 1.900 millones de musulmanes del mundo. En las noticias se ha hablado recientemente de las iniciativas de los cultivadores de arroz, los fabricantes de condimentos japoneses y los confiteros de los tradicionales wagashi para entrar en el mercado de los alimentos halal, y se espera que más emprendedores sigan sus pasos.  

La tendencia al halal está también proporcionando nuevas oportunidades en el mercado doméstico, con un incremento de vendedores y productores cárnicos online que venden sus productos halal producidos domésticamente. 

Los certificados halal permiten a los viajeros saber que los ingredientes del menú son permisibles.

Según un residente musulmán que lleva mucho tiempo en Japón, hay cierto margen en la interpretación del halal, y las costumbres y moral de cada país influyen en lo que eligen los viajeros cuando se encuentran en países no islámicos como Japón. Señala que, por ejemplo, no es ninguna tragedia probar un plato como el sashimi, que normalmente se encuentra en la parte aceptada del abanico halal, y descubrir que la salsa de soja que lo acompaña contiene una pequeña cantidad de alcohol, como ocurre en muchas salsas. Mientras la persona vaya con cuidado para no repetir el error, no pasa nada. Pero remarca que algunas personas pueden considerar que el riesgo es demasiado grande; es tranquilizador ver que un plato o un producto ha sido aprobado como halal. Por suerte, sitios de las redes sociales como Halal Japan ponen más fácil a los musulmanes elegir correctamente.

En la actualidad, la escasez de establecimientos con alimentos halal obliga a los musulmanes que visitan Japón a investigar para asegurarse que prueban los alimentos japoneses en forma halal. Pero los restaurantes que buscan la certificación halal son cada vez más, y no pasarán muchos años para que encontrar un poco de washoku apto para musulmanes signifique ir al establecimiento de la esquina en lugar de tener que realizar una excursión por toda la ciudad.

(Fotografía del encabezado: Aperitivos típicamente japoneses servidos como parte de un menú shabu shabu con certficación halal)

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