La “independencia” regulada de los alumnos de primaria japoneses

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En Japón, no es nada inusual que los alumnos de primaria vayan y regresen de la escuela atravesando calles transitadas, en autobuses abarrotados, o en trenes en plena hora punta. En comparación con otros países industrializados en los que factores como la distancia de los trayectos y el miedo a raptos hacen que sea más probable que los niños sean transportados a clase en coche o autobús escolar, los jóvenes alumnos japoneses, en su mayoría, se desplazan solos, en transporte público o a pie. Informes recientes aparecidos en la prensa occidental sobre este fenómeno han alabado la independencia de los más pequeños del país pero, en realidad, desplazarse hasta la escuela en las zonas urbanas de Japón es una actividad menos autónoma de lo que parece.

De camino a la escuela

Aunque es cierto que los alumnos japoneses suelen ir y venir de la escuela de primaria sin la compañía de un padre o tutor, no se les da rienda suelta ni se les deja abandonados. La colaboración entre policías escolares, iniciativas de organizaciones como las asociaciones de madres y padres de alumnos (AMPA) y agentes del orden, así como campañas de educación públicas y voluntarios de cada vecindario envuelve a los alumnos en una intrincada red de seguridad.

En primer lugar, las escuelas obligan a los alumnos a seguir rutas establecidas denominadas tsūgakuro. Las calles estrechas son muy comunes en Japón. Los agentes municipales y la administración escolar diseñan trayectos que rodean las calzadas más peligrosas y siguen en su gran mayoría vías públicas dotadas de aceras o barandillas protectoras que separan a los peatones del tráfico. Los ayuntamientos marcan las tsūgakuro con señales, sendas pintadas y otros indicadores. Otros miembros de la comunidad siguen también estas rutas, lo que constituye una medida de seguridad adicional para garantizar que los alumnos puedan ser identificados en todo momento.

Poste informativo con un indicador que marca la calle como ruta escolar.

Los padres o tutores deben confeccionar un mapa detallado de la tsūgakuro que va a seguir su hija o hijo y presentarlo a la escuela antes de que comiencen las clases. Los alumnos están también organizados en han o grupos de vecindarios, y muchas escuelas adoptan la práctica de los shūdan tōgekō, para que los alumnos entren y salgan de la escuela en grupos. En las calles, las AMPA suelen aplicar turnos rotatorios en los que los padres actúan como vigilantes de pasos de cebra, y muchas personas se ofrecen como voluntarias para vigilar el paso de los alumnos por las calles en puntos determinados. Se trata de una tarea que realizan normalmente personas de edad avanzada ataviadas con chalecos reflectantes para hacer visible su presencia.

Los territorios que abarcan las escuelas privadas y algunas públicas son considerablemente más amplios que los de institutos vecinos, y muchos alumnos utilizan el transporte público para ir a clase. Pero al igual que sus compañeros que se desplazan a pie, los alumnos que utilizan el transporte público para ir a la escuela deben seguir rutas predeterminadas. Las escuelas suelen indicar las estaciones y paradas de autobús que los alumnos deben utilizar, y algunas incluso gestionan lanzaderas especiales desde estas zonas y fijan los horarios de desplazamiento, lo que permite a la administración dar una respuesta rápida y efectiva ante potenciales incidentes. Los niños suelen agruparse en han según las líneas que utilicen, y las escuelas suelen mantener la norma estricta de no enviar nunca a un niño a su casa si no va acompañado de al menos otro alumno.

Muchas escuelas aplican también servicios de correo electrónico para enviar información sobre accidentes o informar directamente a los teléfonos móviles de padres y tutores sobre problemas potenciales de seguridad en la zona.

Una niña utiliza un banderín de paso para cruzar la calle.

Seguimiento de las normas

Aparte de estas medidas de seguridad, los alumnos de primaria reciben multitud de normas para controlar su comportamiento entre la puerta de su casa y la puerta de la escuela. Profesores y administración les recuerdan regularmente que deben obeceder las normas de tráfico y adoptar un comportamiento correcto, como por ejemplo caminar en una única fila sin hacer ruido y levantar la mano como aviso a los conductores cuando vayan a cruzar la calle. Las infracciones graves, como desviarse de las rutas establecidas o detenerse en tiendas por el camino generan reprimendas, y la sucesión de infracciones puede hacer que se convoque a los padres o a los tutores a la escuela.

Pero hay poco tiempo para travesuras, porque normalmente las escuelas solo permiten a los alumnos un estrecho margen de 20 a 30 minutos para atravesar la puerta principal. El final de la jornada es menos apresurado, pero de todas formas se espera que los niños se dirijan directamente a su casa. No es inusual que residentes sensibilizados informen de pequeñas violaciones de las tsūgakuro. Se ha llegado a denunciar a alumnos que lanzaban piedras o que consumían refrigerios en el tren, lo que demuestra una fuerte tendencia a la colaboración ciudadana.

Visibilidad

La concienciación de la ciudadanía es también un aspecto vital para entender porqué los alumnos de primaria japoneses pueden desplazarse hasta la escuela sin ser acompañados. La policía lleva a cabo campañas de seguridad vial con regularidad y ofrece cursos de formación para los guardas escolares voluntarios, mientras que pueden encontrarse a menudo agentes vigilando en intersecciones con mucho tráfico atravesadas por rutas escolares.

Niños saliendo de la escuela juntos.

El atuendo escolar aporta también seguridad, ya que resalta a los niños. El distintivo más característico es la randoseru, una mochila cuadrada que utilizan prácticamente todos los alumnos de primaria del país. Las mochilas suelen estar adornadas con una amplia gama de elementos, como pegatinas reflectantes, timbres de emergencia, silbatos, y los últimos modelos disponen incluso de bolsillos para pequeños teléfonos móviles dotados con GPS. Muchas escuelas tienen también uniformes, y las que no obligan a los alumnos a utilizar gorros de color amarillo brillante o gorras similares.

Incluso con todas estas precauciones ha habido casos de niños raptados o víctimas de accidentes de tráfico cuando iban o venían de la escuela. Pero, en general, se trata de casos aislados y no se abordan con un intento de sobreprotección, sino con acciones de mejora de las medidas de seguridad y un aumento de la concienciación ciudadana.

Foto principal: Alumnas de primaria uniformadas se dirigen en fila hacia la escuela. Foto de Eileen.

Créditos de las fotografías:
Ruta escolar: Andrew Buckingham
Paso de cebra: Masafumi Iwai
Salida de la escuela: Angelina Earley

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