Aprovechar al máximo los momentos de serendipia

Cultura Vida

Profesor de Literatura Japonesa en la Universidad de Tokio, director de reseñas de libros de un periódico nacional e invitado asiduo de la televisión y la radio. Las diferentes actividades del erudito literario han situado a Robert Campbell en un primer plano del escenario cultural japonés. Como estadounidense que ha vivido veintiséis años en Japón, ¿cómo ve Campbell la yuxtaposición de la antigua tradición japonesa y la modernidad desenfadada que caracteriza al Japón de hoy? Hablamos con Campbell de los atractivos de la cultura japonesa y de su potencial para el futuro (entrevistado por Ukai Tetsuo [subdirector] y Machida Shin’ya [periodista], Departamento de cultura del periódico Yomiuri Shimbun).

Robert Campbell Robert CAMPBELL

Experto en literatura japonesa. Profesor especial de la Universidad Waseda. Nació en Nueva York, se graduó en la Universidad de California, Berkeley, y se doctoró en Literatura Japonesa en la Universidad de Harvard. Ha trabajado como profesor en la Escuela de Posgrado de Artes y Ciencias de la Universidad de Tokio, y como director del Instituto Nacional de Literatura Japonesa. Una de sus principales obras es Inoue Yōsui eiyaku shishū (Colección de canciones traducidas al inglés de Inoue Yōsui, Kodansha), y ha editado volúmenes como Nihon koten to kansenshō (Epidemias en la literatura japonesa clásica, Kadokawa Sophia Bunko) o Tōkyō hyakunen monogatari (Cuentos de cien años de Tokio)

ENTREVISTADOR Parece usted extraordinariamente ocupado.

ROBERT CAMPBELL En la actualidad participo en un programa matinal televisivo una vez a la semana y presento dos programas de radio, uno mensualmente y el otro dos veces al mes. Intervengo en otros programas esporádicamente cuando me lo solicitan. Formo también parte de un comité editorial para la sección de reseñas de libros del periódico Yomiuri Shimbun, que se reúne dos veces al mes. También doy conferencias y participo en otros temas. En la medida de lo posible, procuro concentrar la mayor parte de mis labores docentes en la Universidad de martes a jueves y aprovecho el tiempo que me queda para realizar otras actividades.

ENTREVISTADOR Para ser un estudioso de la literatura, usted está bastante comprometido con el resto del mundo. ¿Qué le impulsa a trabajar en campos tan diferentes?

CAMPBELL Los diferentes tipos de trabajo que realizo me ponen en contacto con distintas clases de gente y esto requiere diferentes niveles de lenguaje. Me gusta la variedad. Pienso, además, que si uno está verdaderamente interesado en llegar a la gente y comunicarse con ella, no basta extender la mano y esperar a que alguien la tome. Uno ha de entregarse a las cosas de todo corazón si quiere obtener resultados reales. Una vez se asume este compromiso, cada una de esas actividades diferentes forma parte de la propia identidad. Por consiguiente, no veo que exista una contradicción entre el erudito y el comentarista de televisión. Si existe algo que haga interesantes a las cosas, eso es la variedad. Por ejemplo, recientemente participaba en un programa de TV cuando la conversación giró hacia el equipo de fútbol femenino Nadeshiko Japan, ganador de la Copa Mundial Femenina de la FIFA en julio. Hablábamos sobre las perspectivas de clasificación del equipo para las Olimpiadas este otoño, cuando mencioné que el nadeshiko (Dianthus superbus o Clavellina Japonáica) ha sido celebrado en Japón desde la antigüedad como una de las siete plantas otoñales. Creo que trabajar más allá de los confines académicos me permite sacar el máximo partido de mis antecedentes y experiencias, como estudioso de la literatura y como alguien que reparte su vida entre Japón y Estados Unidos de América (EE.UU.).

El lenguaje como camino al arte

ENTREVISTADOR ¿Podría explicarnos un poco sobre cómo se interesó por la lengua y la cultura japonesas?

CAMPBELL Mis abuelos emigraron a EE.UU. desde Irlanda. Yo crecí en el Bronx de Nueva York, no muy lejos del Yankee Stadium. Cuando estaba en la escuela de enseñanza media, nos mudamos de Nueva York a California y terminé ingresando en la Universidad de California, Berkeley. Esto sucedía en la década de los setenta, en la cumbre del posmodernismo, cuando teníamos a gente como Michel Foucault en nuestro campus. Me interesaban sobre todo la filosofía moderna, la literatura y el arte. Un día, en mi primer año, durante una clase sobre Nabokov, el profesor comentó casualmente que la novela más antigua del mundo se titulaba Historia de Genji, escrita en Japón en el siglo XI. (*1)

ENTREVISTADOR El clásico de clásicos.

CAMPBELL Cuando salí, me compré de inmediato una traducción de Edward Seidensticker. Recuerde, ésto pasaba cuando el posmodernismo estaba muy extendido y la gente anunciaba sin temor el “fin de la literatura”. Yo percibía algo en la literatura clásica japonesa que parecía ofrecer la manera de romper con esta forma de pensar. En aquella época tenía una asignatura de arte japonés y fue cuando entré en contacto por vez primera con la obra pictórica llamada Rakuchū rakugai-zu. Se trata de los biombos pintados en la era Azuchi-Momoyama (1568-1603) en los que se representan escenas a vista de pájaro de Kioto, la capital, y sus alrededores. Envueltas en un marco neblinoso había multitudes de todos los rangos y modos de vida posibles: vendedoras cargando sus mercancías en barras sujetadas de hombro a hombro, hombres peleando, monjes budistas pidiendo limosna... Sentí que de esas pinturas emanaba una energía tremenda.

ENTREVISTADOR Ésta fue quizás una de las eras más enérgicas de toda la historia japonesa.

CAMPBELL Quería ver más pinturas japonesas de ese tipo y pedí consejo a mi profesor, que me respondió: “Las pinturas ya las mirarás después; primero aprende japonés”. Tuve las agallas de contestarle: “Tengo un par de ojos y nervios ópticos justo como usted”. Y añadí: “¿Por qué debería estudiar una lengua para mirar pinturas? Con seguridad, estamos en las mismas condiciones frente a una pintura”. El profesor me aseguró que si estudiase japonés, podría leer las historias de la gente descritas en el Rakuchū rakugai-zu. ¿Qué anchura tenía la fachada de sus viviendas? ¿En qué trabajaban? ¿Por qué se reía esa persona? ¿Por qué llora esta otra? Me convenció y comencé un curso intensivo de japonés para principiantes durante las vacaciones de verano de mi primer año. Creo que es uno de los consejos más sabios que he recibido nunca.

ENTREVISTADOR Tuvo usted suerte de tener tan buen profesor.

CAMPBELL Realicé un curso intermedio en mi segundo año y luego, durante el verano, antes de tercero, me inscribí en un programa intensivo de japonés en el Middlebury College de Vermont. Es un curso de inmersión residencial de dos meses en el que no se permite hablar en inglés. Incluso el uso del teléfono público para llamar a la familia o amigos contravenía las normas.

ENTREVISTADOR ¿Tan estricto era?

CAMPBELL Si, y algunos estudiantes se volvían prácticamente locos porque no podían hablar con sus novios o novias.

ENTREVISTADOR Parece duro.

CAMPBELL Sin embargo, gracias a este curso, aprendí a hablar japonés. Llegué a Japón como estudiante entre tercero y el último año en la facultad. Luego, me interesé por la cultura de la era Edo (1603-1868) y con veintisiete años me convertí en estudiante de investigación de la Universidad de Kyūshū.

De Edo a Meiji

ENTREVISTADOR Para usted, ¿cuál es el atractivo de la cutura de Edo?

CAMPBELL El centro de mi investigación es la cultura del siglo XIX, desde comienzos del periodo Bunka-Bunsei (1804-1829) de Edo. Fue un tiempo en el que la publicación de libros japoneses, grabados básicamente mediante bloques de madera, aumentó espectacularmente. Se imprimía todo tipo de cosas: edificantes volúmenes de filosofía y erudición, guías de viaje, libros sobre contramedidas para la hambruna, así como colecciones de haikai escritos por gente ordinaria. Se publicaban incluso obras de autoinstrucción para gente que estudiaba por su cuenta los Cuatro libros y los Cinco clásicos de la tradición china. Aunque la antigua y refinada “alta” cultura de la poesía waka, la poesía cortesana y la poesía en chino todavía seguían vivas y con prosperidad, la “baja” cultura de masas se desarrolló espectacularmente en todos los niveles.

ENTREVISTADOR Esto pasaba en torno a la época en que en la baja cultura comenzaron a aparecer sátiras sobre las tradiciones y valores de la alta cultura, tales como el Nise Murasaki inaka Genji (El rústico Genji de una falsa Murasaki) de Ryūtei Tanehiko, que parodia la Historia de Genji.

CAMPBELL Aunque puedan estar muy lejos de la elegancia de los originales, las parodias de la era Edo contienen, con frecuencia, mensajes serios y consejos sobre cómo vivir. Otro buen ejemplo cabría buscarlo en la bulliciosa novela Nansō Satomi hakkenden (Biografías de ocho perros) de Kyokutei Bakin que describe incidentes fantásticos con una fiel recreación de los hechos históricos de la era Muromachi en Japón. (*2) Tenemos también los libros ninjōbon que describen emociones humanas: historias de amor como Shunshoku ume-goyomi (Los colores de la primavera: el calendario del ciruelo) y Shunshoku harutsuge-dori (Los colores de la primavera: el pájaro de los presagios) de Tamenaga Shunsui, que describe las aventuras amorosas de los habitantes de ciudad en la era Edo. La literatura de esta era ofrece placeres inagotables. Entre los aspectos que hacen tan atractivas las obras de Tamenaga están las vívidas descripciones de áreas concurridas de Edo como Shinagawa y Fukagawa, y sus descripciones de hombres y mujeres de la época y su aspecto.

ENTREVISTADOR El Japón de esa era estaba más o menos desconectado del mundo exterior a consecuencia de la política de aislamiento nacional impuesta por el shogunato de Tokugawa. Habiendo llevado a su madurez una cultura característica propia durante la era Edo, Japón se transformó radicalmente después de la Restauración Meiji de 1868, y de pronto comenzó a incorporar deliberada y proactivamente influencias culturales extranjeras.

CAMPBELL Japón adoptó el sistema de escritura chino en los siglos VI y VII y por medio del uso de ideogramas chinos introdujo la cultura y la civilización de ese país. Aunque después desarrollaron un sistema de escritura para el japonés utilizando la fonética kana derivada del kanji (ideogramas chinos), los japoneses continuaron apreciando el kanbun (chino clásico) como un medio serio para escribir hasta la era Meiji (1868-1912). Los intelectuales utilizaban el kanbun para estructurar sus ideas y ésto les proporcionó el entrenamiento vital en el arte de construir argumentos lógicos. Esto fue de un valor incalculable para cuando Japón dirigió su mirada hacia las culturas occidentales. Si observamos las grandes figuras literarias de la era Meiji -por ejemplo, Mori Ōgai, que había estudiado alemán, o Natsume Sōseki, que había estudiado inglés- no hay duda de que la pericia y la disciplina mental que desarrollaron con el estudio del chino clásico fue una parte fundamental de su capacidad para traducir obras literarias y filosóficas extranjeras al japonés con tanta precisión. Japón tiene tras de sí una larga historia de incorporación de la cultura china y esto le proporcionó un fundamento sólido para, en su momento, estudiar las lenguas y culturas occidentales durante la era Meiji. Creo que este legado continúa influyendo sobre la cultura japonesa más actual.

(*1) ^ Historia de Genji (Genji monogatari) es la pieza más antigua de prosa de ficción novelesca de Japón, escrita por Murasaki Shikibu, una dama de honor de la corte imperial. Se remonta al menos al año 1008 y describe la vida y el amor del “brillante” príncipe Genji, un noble nacido de una de las consortes de rango bajo del emperador. En los 54 capítulos de esta obra aparecen más de 400 personajes; la versión inglesa de esta obra ocupa más de 1.200 páginas.

(*2) ^ Nansō Satomi hakkenden fue escrita a finales de la era Edo por Kyokutei Bakin. Situada en la era Muromachi (1333-1568) esta novela épica de aventuras narra la hazaña de ocho jóvenes varones nacidos de las relaciones entre la princesa Fuse del clan Satomi de Awa y el perro heroico Yatsufusa. Comenzada en 1814, se publicó durante veintiocho años. Esta obra colosal se compone de 98 capítulos publicados en 106 volúmenes.

ENTREVISTADOR ¿La cultura japonesa de la época contaba con alguna clase de energía especial que le permitía absorber la literatura y las ideas de otras culturas con tanto éxito?

CAMPBELL Japón dio los primeros pasos para convertirse en un Estado-nación moderno con la Restauración Meiji de 1868, justo tres años después de terminar la Guerra Civil estadounidense. En Europa, tanto Italia como Alemania se unificaron en torno a ese tiempo. Fue en ese contexto -de reorganización a gran escala de países y regiones- que Japón emprendió la Restauración Meiji y desarrolló una nueva cultura, junto con un nuevo estilo de prosa basado en el lenguaje hablado. De hecho, éste es uno de los proyectos que quiero llevar a cabo en los próximos años: desarrollar una nueva visión de la cultura japonesa desde el periodo Bunka-Bunsei a la era Meiji desde la perspectiva de la historia universal.

ENTREVISTADOR ¿El conocimiento de ese periodo ayuda a arrojar luz sobre cualquiera de los aspectos que encara la sociedad japonesa en la actualidad?

CAMPBELL La era Edo estuvo marcada por una jerarquía social estrictamente definida. En este contexto, la “baja” cultura de las masas creció con la incorporación de elementos de la “refinada” cultura de la élite. En la era Meiji, Japón absorbió la literatura occidental mediante los conocimientos adquiridos del chino clásico. En ambos casos, la cultura japonesa adoptó una actitud positiva y trabajó proactivamente para incorporar influencias de dentro y fuera del país. Puede ser que haya menos ambición y energía en la actualidad. Si examinamos las novelas de los jóvenes escritores de hoy, muchos de ellos tienden a ser bastante limitados en perspectiva: con frecuencia están definidos en escuelas y se limitan a centrarse en la vida diaria de sus protagonistas y algunos pocos personajes más. A veces me preocupa pensar de qué manera los japoneses restablecerán un poco más de profundidad en su cultura en los próximos años.

ENTREVISTADOR El manga (cómics) y el anime japonés (películas de animación) van ganando popularidad en el extranejro como parte del fenómeno del “Cool Japan” (Japón desenfadado).

CAMPBELL Personalmente me gusta bastante el manga -hay una gran cantidad de títulos interesantes, pero mi tarea consiste en hacer que la gente entienda que Japón tiene muchas más cosas que ofrecer además del manga y el anime- el arte y la literatura de la era Edo, por ejemplo, así como escritores modernos destacados como Uchida Hyakken y Tanizaki Jun’ichirō.

El sabor de la serendipia

ENTREVISTADOR El desastre causado por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo se cobró miles de vidas y devastó grandes extensiones de la región de Tōhoku. ¿Qué sentimientos suscitó en usted el desastre?

CAMPBELL La sakura (flor del cerezo) es uno de los símbolos más conocidos de Japón. La belleza de las flores primaverales ha sido celebrada en la poesía waka y otras formas de la literatura durante siglos. Se conoce una antigua expresión que se remonta a la era Heian (794-1185): sumizome sakura (flores de cerezo teñidas de negro). La idea tiene origen en una leyenda según la cual las flores de cerezo se tiñeron de negro una mañana tras la muerte de alguien. Supongo que no será fácil disfrutar de la sakura en flor este año, con las huellas del desastre todavía frescas. Sin embargo, cuando fui a contemplar las flores en Shinjuku Gyoen, me di perfectamente cuenta de lo bonitas que son. Oí decir a varias personas que las flores eran una de las cosas que infundieron coraje y fuerza a la gente de Tōhoku después del desastre.

ENTREVISTADOR Las flores de cerezo han representado una gran variedad de emociones para los japoneses durante años. Un famoso poema waka del siglo IX de Ono no Komachi, por ejemplo, reza así: Hana no iro wa / utsurinikeri na / itazura ni / waga miyo ni furu / nagame seshi ma ni (las flores se marchitaban, / su color se desvanecía / mientras yo, sin sentido, / pasaba los días en melancolía / y la lluvia persistía). (*3)

CAMPBELL Japón es un país bendecido con hermosas estaciones cambiantes, pero, al mismo tiempo, padece frecuentes desastres naturales: tifones, terremotos y tsunamis. El reciente desastre me hizo comprender perfectamente cómo este entorno tan imprevisible ha conformado el desarrollo de la sensibilidad típicamente japonesa de transitoriedad. Esta sensibilidad está tipificada por la idea mono no aware, a veces traducida como cierto sentido de compasión. En la era Edo se utilizaba la expresión kobore-zaiwai, que describe un momento inesperado de felicidad: serendipia. Creo que lo podríamos llamar así. La comprensión de que el mundo que nos rodea no durará para siempre debería hacer que apreciemos aun más los pequeños encuentros casuales y momentos de felicidad que surgen en el curso de nuestras vidas. Esta sensibilidad de corazón puro fue típica de la era Edo en Japón.

ENTREVISTADOR ¿La idea es que deberíamos dedicar el tiempo a saborear los pequeños placeres y momentos de felicidad que se cruzan en nuestro camino?

CAMPBELL Permítame un ejemplo. A primeros de mayo tuve la oportunidad de visitar diferentes centros de evacuación en el área de Tōhoku devastada por el desastre. El suministro de electricidad no había sido restaurado todavía y la gente cocinaba en pequeñas cocinas de gas. Una joven mujer de uno de esos centros pasó casi dos horas en una ladera cercana y regresó con un cubo lleno de plantas silvestres comestibles. Todo el mundo estuvo encantado y la gente comenzó a preparar comida con las hierbas y plantas que esa mujer había traído. Aun en medio de estas terribles condiciones, la gente todavía era capaz de expresar su gratitud por los beneficios naturales de las plantas y los esfuerzos de la mujer que había ido a recogerlas. En otras palabras, a pesar de todo, todavía eran capaces de saborear estos pequeños momentos kobore-zaiwai de la vida. Hace poco Japón fue superado por China como segunda potencia económica del mundo y la población ha sido advertida de que los efectos del desastre del 11 de marzo reducirán aun más el poder económico del país. Pero, al mismo tiempo, el desastre puede proporcionar también a la gente la oportunidad de reforzar el estilo de vida moderno de los japoneses. Puede que la gente redescubra el sistema de valores tradicionales japoneses, con su acento en la importancia de mantener una relación armoniosa con la naturaleza. Y esto podría conducir a nuevas formas de expresión cultural.

ENTREVISTADOR Para un extranjero ¿Cuál es la mejor manera de experimentar este tipo de cultura japonesa sobre la que usted habla?

CAMPBELL Por supuesto, la mejor forma es visitar Japón y verlo con tus propios ojos. A menudo la gente cree que Japón debe ser un lugar caro de visitar, especialmente con un yen tan revalorizado frente a otras divisas en estos momentos. Pero, en realidad, se pueden encontrar billetes para viajar desde EE.UU. por unos seiscientos dólares, y en Tokio existen alojamientos económicos que cuestan entre 2000 y 2.500 yenes por noche. Hoy en día es un lugar que se puede visitar fácilmente. Tokio o Kioto, no importa demasiado el lugar a donde usted vaya. Pase unos días caminando y encuentre algo que se ajuste a su gusto personal. Lady Gaga, por ejemplo, es una gran fan de los fideos soba que pueden comerse de pie en pequeños espacios habilitados en las estaciones de tren de Tokio. Creo que ésta es una buena aproximación. Una vez usted comienza a observar, encontrará su propio Japón, el que se adapta a sus gustos e intereses.

ENTREVISTADOR Gracias por dedicar parte de su tiempo a conversar con nosotros sobre esta amplia variedad de temas. Por cierto, después de vivir tanto tiempo en Japón y de haberse aclimatado a la vida de aquí, ¿le dice la gente que usted ha cambiado cuando regresa a EE.UU.?

CAMPBELL Ocasionalmente. Una vez, estaba en un restaurante en EE.UU. con mi hermana pequeña e, inconscientemente, cogí la fuente de pasta que había delante de mí y comencé a comer de ella...

ENTREVISTADOR ¿Es una costumbre particularmente japonesa levantar un plato de la mesa para comer?

CAMPBELL Bien, es algo que, ciertamente, un americano no haría normalmente.

ENTREVISTADOR Pero reconozca que resulta bastante cómodo...

CAMPBELL Debo decirle, sin embargo, que mi hermana me regañó y fue un momento bastante embarazoso para mí (risas).

(Traducido de la versión inglesa de una entrevista en japonés)

(*3) ^ Donald Keene, trad. de Seeds in the Heart: Japanese Literature from Earliest Times to the Late Sixteenth Century (Nueva York: Columbia University Press, 1999), pág. 234.

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