Hayashiya Shōzō, un tokiota de pura cepa

Cultura Vida

El rakugo, género cómico que data del período Edo (1603-1868) abunda en la compasión, la tristeza y el humor propios de la vida del pueblo japonés. Le hemos preguntado a un tokiota de pura cepa nacido y criado en shitamachi, el grupo de antiguos barrios populares de la capital, sobre los atractivos del mismo; en concreto, de Asakusa, barrio en el que se han formado muchos de los humoristas que cuentan estos divertidos monólogos.

Hayashiya Shōzō HAYASHIYA Shozo

Monologuista cómico (rakugoka, en japonés) nacido en Negishi, Tokio, en 1962. Hijo del también famoso monologuista cómico Hayashiya Sanpei (1925-1980), conocido como el Rey de la carcajada de la era Shōwa, de quien heredó en marzo de 2005 el nombre artístico Hayashiya Shōzō IX. Además de dedicarse al rakugo, ejerce como presentador, actor y doblador. Tiene profundos conocimientos de jazz y gastronomía.

Personajes nulos con una actitud positiva

El monologuista cómico (rakugoka, en japonés) Hayashiya Shōzō es hijo del también famoso monologuista cómico Hayashiya Sanpei (1925-1980), conocido como el Rey de la carcajada de la era Shōwa, de quien heredó en marzo de 2005 el nombre artístico Hayashiya Shōzō IX. Nos habla acerca de la forma de vida de los japoneses, presente en el rakugo, género clásico del humor nipón al que él también se dedica.

ENTREVISTADOR Parece que últimamente ha aumentado el número de jóvenes a los que les gusta el rakugo.

HAYASHIYA Sí, se podría decir que el rakugo está en auge. Hasta ahora, el patio de butacas de los teatros en los que se hace rakugo lo ocupaban principalmente personas mayores; sin embargo, últimamente hay muchos jóvenes. Al parecer, los extranjeros también entienden el término rakugo. Antes, en contraste con los humoristas de otros países, que cuentan sus monólogos de pie, a los del rakugo se los presentaba como "humoristas sentados", ya que llevan a cabo su número sentados sobre cojines.

Es sorprendente que los espectadores extranjeros de nuestros números se rían a carcajadas. Hacemos referencia a temas propios de las casas tradicionales de una sola planta adosada, del antiguo barrio rojo de Yoshiwara o de los baños públicos, algo que incluso los jóvenes de nuestro país no entienden; sin embargo, en ocasiones los extranjeros se ríen más que los propios japoneses. Al preguntarles, uno descubre que estudian la lengua y la cultura japonesas.

ENTREVISTADOR En el kabuki, por ejemplo, hay audioguías en las que se explica en inglés el contenido de la obra, de ahí que los espectadores extranjeros también puedan entenderla. Esto no es posible en el rakugo, ¿verdad?

HAYASHIYA Creo que si lo hiciéramos, el rakugo dejaría de existir como tal (risas). El preámbulo al rakugo, algo improvisado, cambia según el día.

Pienso que este género consiste en una lucha de cómo conmover a la gente con lo que uno cuenta, un arte que permite poner en tela de juicio la capacidad del monologuista de transmitir el mundo de una obra.

Por lo general, los personajes que aparecen en las historias de rakugo son nulos: un hombre acomplejado, una persona incapaz de acordarse de las cosas, un marido calzonazos, un ladrón mentecato, un fantasma al que le da miedo la noche o un zorro al que engaña un ser humano, no al revés, como se cree siempre. Lo extraño es que esos personajes nulos tienen en realidad una actitud positiva. A pesar de sufrir problemas y penurias, no se sumen en la tristeza ni se pasan el día llorando de pena; tampoco se encierran en su habitación para aislarse del mundo. De algún modo, se proponen dejar que las cosas sigan su curso a la buena ventura y, aunque así no se solucione nada, la historia termina con risas a carcajadas. No hay vanidad ni codicia alguna.

Relaciones sociales en shitamachi, antiguos barrios populares

ENTREVISTADOR Hay muchos japoneses que no entienden muy bien la forma de vida de los tokiotas de pura cepa, ¿verdad?

HAYASHIYA Efectivamente. Por ejemplo, entre los preámbulos propios del rakugo existe una historieta que es un claro reflejo de cómo es un auténtico tokiota:

Marido: "Hola, ya estoy en casa."

Mujer: "¡Hola!"

Marido: "¿Sabes? Esos vecinos tienen niños, pero no les dan arroz sino patatas. Querrán comer arroz, ¿no? ¿Tenemos arroz?"

Mujer: "Sí."

Marido: "Entonces, llévales."

(Al cabo de un rato...)

Mujer: "Acabo de llevárselo."

Marido: "¿Y?"

Mujer: "Pues han llorado de alegría. Decían que hacía mucho tiempo que no comían arroz."

Marido: "¡Qué bien! Bueno, vamos a comer, ¿no?"

Mujer: "¡Pero si no tenemos arroz, que se lo acabo de llevar a los vecinos!"

Marido: "Entonces, que sean unas patatas."

Es algo imprudente y bello al mismo tiempo. Aunque al marido le da pena que unos niños en una edad en la que se tiene mucho apetito no coman más que patatas, cuando le dice a la mujer que les lleve arroz, no se lo dice con la intención de que ésta les lleve la mitad de lo que ellos tienen y guarden la otra para comérsela ellos. Por eso, la mujer, al escuchar que tiene que llevarles a los vecinos arroz, les lleva todo. La mujer siente que no se puede abandonar a los que tienen dificultades. 

ENTREVISTADOR ¿Las relaciones sociales en shitamachi, antiguos barrios populares, son el trasfondo de esta historia?

HAYASHIYA Efectivamente. Recientemente, un amigo que vivía en un apartamento en las afueras se ha mudado a shitamachi. Al preguntarle si no le parecía que las relaciones con los vecinos en su nueva vivienda eran molestas, me contestó que no lo eran en absoluto. Me dijo que en su anterior edificio, ni siquiera sabía quién vivía en el piso de al lado, y que cuando coincidía con algún inquilino en el ascensor, ninguno de los dos decía nada. Añadió que le resultaba mucho más molesto no saber quiénes eran sus vecinos y qué estaban pensando. En shitamachi, cuando los vecinos se encuentran por la mañana, simplemente se saludan. Podría parecer que los vecinos de allí son unos metomentodos, pero en realidad no se entrometen en lo que no hay que entrometerse, y sí que se meten en lo que creen que han de meterse. Se les da muy bien mantener las distancias.

El carácter de Asakusa

ENTREVISTADOR Desde hace tiempo, el barrio de Asakusa está estrechamente ligado a su vida por sus numerosos teatros y salones donde se puede ver rakugo, ¿no? Durante el desfile que se llevó a cabo en el año 2005 para celebrar que usted había heredado el nombre artístico de su padre, cuando se acercó a Kaminari-mon, la famosa puerta que sirve de acceso al conocido templo budista Sensō-ji, unas 140.000 personas se congregaron para mostrarle su apoyo.

HAYASHIYA Pienso que Asakusa es testigo desde tiempos antiguos de cómo se forman muchos cómicos, y, por ello, se trata de un lugar en el que se los cuida con mimo y en el que pueden desarrollar su actividad.

ENTREVISTADOR Además de eso, allí hay muchas tiendas de calidad con una larga historia, ¿verdad?

HAYASHIYA A decir verdad, en Asakusa hay muchas personas duras de pelar. Allí está el restaurante especializado en anguila al que solía ir mi padre, pero al que yo no iba; yo frecuentaba otro. Un día me encontré con el dueño del establecimiento al que iba mi padre, que se mostró muy enfadado conmigo por no ir a su negocio a pesar de que mi padre había sido un gran cliente suyo. Me intimidó; para mí fue el primer encuentro con un señor mayor al que no conocía (risas). Un tiempo después, fui a su restaurante. Al llegar, me recibió con un "ya era hora de que vinieras" y una mirada que transmitía una sonrisa en el fondo.

Una vez llegó al restaurante un cliente que no le gustaba, así que le dijo sin cortarse que ya estaba cerrado. Al preguntarle sobre esto, me explicó que había tenido un problema con él. Resulta que no sirve arroz blanco cocido como acompañamiento de la anguila abierta asada con salsa de soja, pero este cliente le exigió que, si tenía arroz blanco, se lo pusiera. Entonces se negó porque esa no era la forma en que él solía preparar este plato en su restaurante y le pidió que se fuera a otro si no le gustaba; añadió que no le cobraría nada, pero que no volviera. Con todo, volvió. Qué tipo tan raro, ese cliente (risas).

En el fondo, se trata de una obstinación que le lleva a no ceder ni siquiera ante algo como esto. Al recibir a los clientes no les da la bienvenida, sino que les suelta un "ya vienes otra vez", algo que no sé si es apropiado decirles, pero que dice él con una mirada que transmite una sonrisa. Además, sirve una anguila buenísima; me resulta divertido, en serio.

ENTREVISTADOR Vamos, que no acepta a clientes de fuera, ¿no?

HAYASHIYA ¡Sí que los acepta! A decir verdad, Asakusa es un lugar en el que hay mucha gente de fuera; todo el mundo lo dice, pero como Asakusa tiene una entrada amplia, su gente también tiene un carácter abierto e insolente. En lo que respecta a la actitud del dueño de este restaurante, a si acepta a clientes de fuera pero luego es un maleducado con ellos, depende ya del juicio de cada uno decidir cómo es este barrio.

ENTREVISTADOR ¿La gente de Asakusa es exigente cuando va a ver rakugo?

HAYASHIYA ¡Qué va! Hay más gente que viene a reírse y a pasárselo bien que espectadores quisquillosos. Hay muchos que prestan atención más que a sus monologuistas favoritos, pero si les parece que son presumidos o que han realizado un número poco cuidado, no se lo perdonan. Por el contrario, cuando hay un telonero que lo hace mal pero se esfuerza, al final recibe muchos aplausos por el sentimiento que le ha puesto. Si un humorista que sale en la tele y es famoso descuida su trabajo en el teatro, el público lo aplaude menos.

Trucos para disfrutar del rakugo

ENTREVISTADOR ¿Existe algún truco para que los que nunca lo han visto disfruten del rakugo?

HAYASHIYA A aquellos que nunca lo han visto, les digo que no hagan nada antes de ir a ver rakugo; que no escuchen el CD de algún monologuista famoso, ya que no hay tantos humoristas que puedan recrear un ambiente como ése. Les recomiendo que vayan con un buen amigo o un familiar con el que se lleven bien, y que no se lleven a los niños la primera vez, porque a veces se habla de amor y otros temas así; es un mundo para adultos. Además, les aconsejo que busquen un sitio al que ir después de la función; cualquier tipo de restaurante sirve. Que se lo planteen como cuando van a ver una obra de teatro, o a un concierto, que la gente después suele ir a comer o cenar a un lugar de su gusto. En definitiva, que se tomen el rakugo como algo diferente de lo habitual.

A los que nunca lo han visto también les recomiendo que vayan a verlo a mediodía un sábado o domingo en que el cielo esté despejado. A ese hora, los monologuistas cuentan un montón de historias fáciles de entender para los principiantes del rakugo, y muy divertidas. De hecho, un veterano compañero mío me riñó por hacer un monólogo para enternecer a la gente en un día en el que hacía buen tiempo; me pidió que me fijara en el día que hacía, y me dijo que el trabajo de los cómicos que se dedicaban al rakugo era hacer reír a los espectadores para que pudieran volver a casa pensando en lo bien que se lo habían pasado. Me di cuenta de que tenía razón.

Los ya iniciados deben ir entre semana, un martes o un jueves, por ejemplo. El día antes de cobrar y las noches de llovizna son idóneos para ellos también; los principiantes del rakugo no vienen. Precisamente los monologuistas, con el ánimo levantado y renovado, pueden hablar de lo que les apetece. A los que les atraiga eso, definitivamente les recomiendo que vayan un día así.

Entrevista: Sakurai Shin
Fotografías: Yamada Shinji

(Traducción al español del original en japonés)

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