Recurriendo al poder del arte tras el Gran Terremoto del Este de Japón

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La Trienal de Aichi, inaugurada en 2010, es una exposición de arte de gran alcance que se celebra en Nagoya. El tema de las actividades programadas para la edición de 2013, que abre sus puertas el 10 de agosto, es “El despertar”. Charlamos con el director artístico de la exposición, Igarashi Tarō, para conocer mejor su temática y hablar del potencial del arte en Japón tras el terremoto y el tsunami de 2011.

Igarashi Tarō IGARASHI Tarô

Nacido en 1967 en París. Tras graduarse en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Tokio, obtuvo una Maestría de Filosofía y Letras y Doctorado de esa misma universidad. Ha sido miembro de la Agencia del Comité Asesor de Asuntos Culturales para la Promoción de la Cultura y las Artes (2007-2009) y comisionado del pabellón japonés de la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2008. En la actualidad es profesor de la Universidad de Tōhoku, puesto que ocupa desde 2009. Es autor, entre otras obras, de Bokura ga yume mita mirai toshi (Las ciudades futuristas de nuestros sueños), Kūsō kōkyo bijutsukan (Ideas para la creación de un Museo de Arte Imperial), y 3.11/After: Kioku to saisei e no purosesu (Después del 11M: Recuerdo y proceso de recuperación).

ENTREVISTADOR ¿Qué pretende comunicar el tema “El despertar: ¿Dónde estamos? - Tierra, recuerdos y recuperación” para la Trienal de Aichi de 2013?

IGARASHI TARŌ  El arte moderno va más allá del arte en sí. También refleja su propia época y sociedad. Cuando rememoramos el Gran Terremoto del Este de Japón de 2011, y las disputas territoriales por Takeshima y las Senkaku, tenemos la sensación de que el subsuelo de Japón está inquieto, tanto en sentido literal como figurativo. Los paisajes, las rutinas diarias y lo que consideramos nuestro, todo se ha tambaleado.

Los festivales de arte a gran escala de Japón, como la Trienal de Yokohama o la Trienal de Setouchi son bien conocidos, pero a menudo les ha faltado un tema específico que los unifique. En el caso de los festivales de arte de Setouchi o Echigo-Tsumari, su ubicación escénica rural basta como polo de atracción por sí mismo, y por ello no es estrictamente necesario articular un tema que los identifique. Pero para un festival que se celebra en un importante museo de arte urbano, como la Trienal de Aichi en Nagoya, creí importante enfatizar un concepto subyacente. 

Creo que nuestro festival es único, incluso a nivel mundial, porque reúne obras de una amplia gama de géneros bajo un único tema, con todo tipo de expresiones artísticas, desde la pintura y la escultura hasta la danza y las artes escénicas , pasando por la arquitectura. Y probablemente somos el único festival que también incluye la ópera.

El arte como transmisor de recuerdos

ENTREVISTADOR  ¿Qué significa el subtítulo del tema: “Tierra, recuerdos y recuperación”?

IGARASHI  Las palabras clave “Tierra” y “recuerdo” se me ocurrieron tras la catástrofe del 11 de marzo, cuando visité todas las zonas devastadas de la región que pude, a pie desde Aomori hasta Chiba. En mi viaje, pude comprobar la singularidad de cada lugar. Vi cómo las diferencias topográficas o las pequeñas variaciones de elevación determinaron el alcance del tsunami. La topografía natural, combinada con el entorno creado por el ser humano, produjo unos daños que difirieron marcadamente en cada ciudad concreta. El daño causado por el tsunami o por la licuefacción me hizo ser consciente de la historia y de las características únicas de cada lugar.

Igarashi en una conferencia en Seúl como comisario de la exposición itinerante internacional “La inmediata respuesta de los arquitectos tras el 11M – El Gran Terremoto del Este de Japón.”

Antes de la catástrofe, yo ya había visitado ciudades como Kesennuma, Rikuzentakata y Ōfunato para observar sus edificios. Las casas que ví allí habían sido construídas por las mismas empresas que construyen viviendas en los barrios de Tokio. Y me parece que a la hora de reconstruir esas regiones, donde se producen terremotos periódicamente y es probable que haya daños por tsunamis, es necesario idear formas para edificios y ciudades que reflejen un sólido conocimiento de las particularidades de cada lugar, y no limitarse a seguir los dictados de la ingeniería civil.

Mi impresión fue que estas zonas devastadas carecían de “recuerdos” de que grandes terremotos y daños por tsunami son un fenómeno recurrente. Aunque las escuelas de primaria puedan explicar a los niños qué es un tsunami, en el propio diseño de la ciudad no hay recuerdos de ello. En la prefectura de Iwate se limitaban prácticamente a colgar un letrero para avisar a los residentes: “En caso de tsunami, acudan a las zonas más elevadas”. En el diseño real de la ciudad no había nada que comunicase a un turista que existían antecedentes de haber sufrido daños por tsunami.

Desde la catástrofe se nos recuerda la importancia de conservar el recuerdo de catástrofes pasadas, y creo que el arte tiene un papel que desempeñar a este respecto como medio para transmitir recuerdos.

Por ejemplo, las pinturas rupestres de Lascaux y Altamira pueden mostrarnos cómo era la vida antes del desarrollo del lenguaje. También podemos aprender cómo vivía la gente hace quinientos o mil años observando obras de arte, o incluso vajilla, que se expone en los museos. Creo que el arte tiene el poder de transmitir recuerdos. Quiero reunir obras que tengan ese poder para la Trienal de Aichi.

La creciente visión de los arquitectos

ENTREVISTADOR ¿Ha notado usted un cambio en el arte japonés, especialmente en la arquitectura, tras el terremoto del 11 de marzo?

IGARASHI  Fue un mazazo ver que nadie en el mundo de la arquitectura recibiese oferta alguna tras la catástrofe. Los arquitectos japoneses quedaron marginados aunque muchos de ellos hubiesen ganado prestigio internacional y obtenido contratos para realizar obras en el extranjero en campos relacionados con la planificación urbana. La posición social del arquitecto como figura cultural ha mejorado, pero la triste realidad es que en Japón nunca se moviliza a los arquitectos a lugares donde puedan desplegar todo su talento. 

Aparte de la breve campaña de 2007 para el gobernador de Tokio por parte de Kurokawa Kisho, que había sido un importante miembro del movimiento del Metabolismo(*1) y que había posicionado su campaña alrededor de la cuestión metabolista sobre qué formas deben adoptar las ciudades, los arquitectos japoneses se han mantenido alejados de la planificación del territorio tanto urbano como nacional desde la década de los años 70 del siglo pasado, cuando ese movimiento empezó a entrar en declive. Las instalaciones públicas se han construído como unidades individuales, desconectadas de la propia ciudad.

Sin embargo, tengo la sensación de que esta reciente catástrofe ha empujado a los arquitectos a empezar a reflexionar sobre lo que une a la gente a una ciudad. Han comenzado a trabajar en planificación de comunidades en ciudades pequeñas que les han podido ofrecer un papel que desempeñar, porque en las zonas urbanas afectadas por la catástrofe las estrechas alianzas entre los representantes oficiales y los contratistas generales no han dejado espacio a la implicación de los arquitectos. Pero existe una creciente tendencia hacia un ensanchamiento del ámbito de la función del arquitecto más allá del limitado radio de la estructura individual. 

ENTREVISTADOR  Con la llegada de ese cambio, ¿debemos estar atentos a algunos jóvenes arquitectos en particular?

“Globo”, de Ishigami Jun’ya, de la exposición “Espacio para tu futuro” celebrada en 2007 en el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio. (Foto: Ichikawa Yasushi; cortesía de la galería Koyanagi)

IGARASHI  Tanto Itō Toyoo como SANAA, Shinohara Kazuo, Ishigami Jun’ya o Miyamoto Katsuhiro han sido galardonados con el León de Oro de la Bienal de Arquitectura de Venecia, que podría describirse como las Olimpiadas del mundo de la arquitectura y, en 2012, el pabellón japonés ganó un León de Oro por segunda vez. Eso puede darnos una idea de la gran reputación de la arquitectura japonesa en el mundo.

Otro arquitecto que deseo destacar es Fujimoto Sōsuke, que fue miembro del equipo japonés que ganó el León de Oro en 2012. Una de sus famosas creaciones es “Apartamento de Tokio”, que parece una casa construída con bloques de madera de juguete. Esta estructura, aunque nueva y sin precedente alguno, transmite un concepto que queda claro para todo el mundo a primera vista. Fujimoto ya era famoso antes de la exposición de Venecia, y este evento le hizo ser todavía más conocido.

Por su parte, Ishigami Jun’ya, es un arquitecto cuyas obras muestran una detallada destreza. Sus creaciones están imbuidas del típico refinamiento japonés y exigen un nivel de precisión técnica que no suele igualarse en el extranjero. Tiene previsto exponer de nuevo en la Trienal de Aichi, por lo que insto a todo el mundo a ir a ver lo que allí presente.

Por último, citar a Miyamoto Katsuhiro, ganador de un León de Oro en la Bienal de Venecia por una exposición relacionada con el Gran Terremoto de Hanshin que devastó zonas de Kobe en 1995. Este arquitecto también participará en la Trienal de Aichi.”

(Traducido de una entrevista en japonés realizada el 28 de septiembre de 2012. El entrevistador, Harano Jōji, es director representante de la Fundación Nippon Communications)

(*1) ^ El movimiento arquitectónico Metabolista surgió en Japón en la década de los años 60 del siglo pasado. Sus objetivos fueron expuestos en el manifiesto “Metabolismo 1960. Propuestas para un nuevo urbanismo”, presentado en la Conferencia Mundial de Diseño celebrada ese año en Tokio. El movimiento abogaba por un diseño arquitectónico que pudiese cambiar de forma orgánica, al igual que los organismos vivos que se metabolizan y crecen continuamente. Las figuras principales de este movimiento fueron los arquitectos Kurokawa Kishō, Kikutake Kiyonori, Maki Fumihiko, y Ōtaka Masato; los diseñadores Ekuan Kenji y Awazu Kiyoshi; y el crítico de arquitectura Kawazoe Noboru.

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