La cultura contemporánea se globaliza

La cultura “otaku” se proyecta al extranjero

Cultura Manga Anime

La cultura otaku, que gira entorno al manga, el anime y los videojuegos, se está propagando por el mundo. Tokio, Nagoya y París han sido sedes, este verano, de sendos encuentros otaku, que nos dan oportunidad para acercarnos a esta forma de pop culture que se extiende con fuerza arrolladora por el mundo.

El término otaku se dio a conocer en la primera mitad de los años ochenta. Hoy nos resulta de lo más familiar, pero en aquel entonces tenía un eco muy especial, ya que designaba a los verdaderos maniáticos –gente exaltada y cerrada– del manga (cómic japonés) y del anime (dibujos animados). En su origen, la palabra otaku es una expresión honorífica que significa “su casa”, o “su familia” y, por extensión, especialmente en el registro de las amas de casa, un pronombre de segunda persona similar a “tú” o “usted”. En general, los jóvenes no usan esa palabra, pero sí lo hacían estos maniáticos y la gente acabó llamándoles otaku en tono de burla. Dado el significado original de la palabra (casa, domicilio), muy pronto se relacionó con la imagen que se tenía de estas personas, la de que tendían a quedarse en su habitación y encerrarse en su mundo, y la palabra ha arraigado para designar a jóvenes inseguros en cuanto a su capacidad de adaptación a la sociedad.

Sin embargo, en los últimos tiempos se ha llegado a decir, incluso, que el futuro de la industria japonesa de los contenidos informáticos está en esta cultura otaku. Tanto el Ministerio de Economía, Comercio e Industria como otros órganos gubernamentales se muestran muy interesados en la competitividad de estos software en el mercado internacional. Hasta qué punto se habrá llegado que, en octubre de 2008, el entonces primer ministro Asō Tarō acudió a un espectáculo celebrado en el barrio de Akihabara (Tokio), corazón de esta cultura, y regaló a los presentes con un discurso laudatorio de los otaku.

Florecimiento otaku en el festival de París

Entrada de la Japan Expo en Villepinte, París.

Un buen ejemplo de este florecimiento de la cultura otaku en el extranjero es la Japan Expo –la mayor cita con la cultura popular japonesa en Europa– que se celebra todos los veranos en Villepinte, a las afueras de París. Creada por los otaku locales en el 2000, año en que registró una afluencia de 3.200 visitantes, esta exposición se ha convertido en una cita multitudinaria. En su duodécima edición celebrada entre el 30 de junio y el 3 de julio de 2011, han pasado por sus salones cerca de 192.000 personas.

Francia comenzó a importar y televisar anime en la década de los ochenta. Puede decirse, sin temor a exagerar, que los franceses menores de cuarenta años han crecido viendo anime, y que esto les ha conducido, de la forma más natural, a sentir interés también por el manga. Hoy en día Francia es el segundo mayor consumidor de manga, después de Japón, y serán pocos los franceses que desconozcan esa palabra.

Japan Expo, polo de atracción de los otaku franceses

Se acercan a la Japan Expo muchos adolescentes, jóvenes y adultos en sus veinte y en sus treinta, procedentes tanto del área de París como de otras regiones de Francia, e incluso de países extranjeros. Y es que la Expo es, para las personas “enganchadas” a la pop culture japonesa, un lugar muy especial que les permite informarse de las novedades, contactar con otras personas e intercambiar conocimientos con ellas.

Recogimos entre los visitantes algunas razones para venir aquí.

“Aquí puedo conseguir toda la información actualizada sobre Japón”.

“¡Es que quería hacer cosplay!”.

“Aquí se ve que la gente está disfrutando, haciendo lo que le gusta. ¡Este ambiente me encanta!”.

“Me gusta el pensamiento japonés, su visión del mundo”.

“Para mí, ante todo, poder comprar cosas. ¡He estado ahorrando durante todo un año para este día!”.

“¡He estado viendo una actuación de J-pop (música pop japonesa) y ha sido estupendo!”.

Está claro que se habían pasado todo el año esperando ese día. La Japan Expo se ha convertido en el polo de atracción de los otaku franceses.

El impresionante desarrollo alcanzado por la Expo Japan se sustenta en la penetración social del anime, el manga y otras manifestaciones de la cultura otaku. Viendo cómo graban en video las demostraciones que se hacen en las salas, cómo bailan con las canciones de los ídolos juveniles o los temas musicales de los anime, o cómo compran todo tipo de objetos, uno apenas halla diferencias entre su comportamiento y el de los otaku japoneses, lo cual es consecuencia sin duda de esa penetración social.

Resulta interesante que, a la pregunta de si son otaku, casi todos responden que, por supuesto, lo son. Añadiendo, eso sí, que lo dicen en el sentido que se le da en Francia a ese término. En Francia un otaku es, ni más ni menos, un aficionado a los cómics y dibujos animados japoneses. Porque entre los otaku franceses, junto al gran orgullo de serlo, existe la idea de que, a diferencia de los otaku japoneses, ellos no son maniáticos, ni están encerrados en sí mismos.

Aquí está la diferencia con los otaku japoneses

Lo característico de los otaku franceses es que no alardean de sus conocimientos o de sus colecciones, como harían los japoneses, y muestran una mayor sociabilidad y un comportamiento más dinámico. Acuden a estas citas masivas con una actitud muy animada y participativa, que contagia al ambiente un tono muy diferente al que domina las protagonizadas por los mucho más sobrios otaku japoneses.

Tomemos como ejemplo lo que ocurre con una de las actividades que aportan más colorido a la Expo: el cosplay, consistente en disfrazarse de un personaje o un ídolo. Los cosplayers japoneses siguen una línea de conducta muy personal y suelen elegir personajes no demasiado conocidos. Frente a ellos, los franceses se deciden por los disfraces más populares, pensando que cuando les vean todos sabrán de qué personaje se trata, o, simplemente, porque son bonitos y quedan bien.

Si los japoneses se fijan ante todo en los pequeños detalles y confeccionan disfraces que son una copia perfecta, de gran calidad, no pocos franceses modifican su disfraz, lo arreglan, para que les quede mejor. Están también los accesorios alargados, como las espadas, que en las reuniones japonesas están vetados por motivos de seguridad, pero que en la Japan Expo se exhiben sin problemas, contribuyendo a realzar la originalidad del disfraz. Además, los cosplayers suben al escenario y disponen de un minuto para dar vida a su personaje. La forma en que la sala arde de entusiasmo cuando, uno tras otro, los cosplayers van mostrando sobre el escenario sus bailes o pequeñas representaciones teatrales es otra faceta de los otaku franceses, siempre tan originales y tan dispuestos a entretener al público.

Los cosplayers franceses, como los japoneses, posan para las fotos levantando dos dedos en forma de V o con alguno de los característicos gestos de burikko (expresiones estereotipadas de gracia infantil o encanto femenino), pero se distinguen de ellos por su sociabilidad y por la forma tan original en que interpretan su papel. Para ellos, la Japan Expo representa una oportunidad de oro, ya que durante la misma tiene lugar un concurso en el que se elige la “selección francesa”, que tendrá derecho a concurrir a la Cumbre Mundial de Cosplay, en Nagoya.

A por el campeonato del mundo en Nagoya

La novena Cumbre Mundial del Cosplay se celebró en Nagoya, en la prefectura de Aichi, entre los días 5 y 8 de agosto. Los cosplayers que superan la fase eliminatoria en sus respectivos países se reúnen cada año en esta ciudad, participan en desfiles y sesiones fotográficas, y compiten en el Campeonato Mundial de Cosplay, el plato fuerte de la cita. Este año la cumbre ha congregado a una cifra récord de diecisiete equipos nacionales.

La cumbre, de cuatro días de duración, tiene su punto culminante en el Desfile de Cosplay de Ōsu, que se celebra el día 6. Los miembros de los equipos nacionales y el resto de los participantes se presentan ataviados, cada cual a su estilo, parten del templo de Ōsu Kannon y dan una vuelta por la zona comercial de Ōsu, en el céntrico barrio de Naka. Resulta un tanto surrealista contemplar a este gran conjunto de personas, con sus coloristas cabellos y pintorescos atuendos, desfilar por el recinto del templo y la zona de tiendas, lugares ambos que forman parte del día a día de la ciudad. Los curiosos llenan los lados de la calle, lanzan animadas voces y toman fotografías. Un tendero del área, una persona de edad, explica con buen humor que al principio se asustó, pero que ahora, cada año, espera con ilusión que llegue el día. La contribución de este desfile a la actividad comercial del área es tan grande que hasta Ōmura Hideaki, gobernador de la prefectura de Aichi, llegó para animar al grupo en el arranque del desfile disfrazado de Desler, personaje de la serie de dibujos animados Crucero Espacial Yamato.


Ōmura Hideaki, gobernador de la prefectura de Aichi.

Pero, ¿qué pensarán los cosplayers japoneses al ver a los extranjeros interpretando personajes de videojuegos o anime de su país? Mochiko, de dieciocho años, trabaja ocasionalmente, pero lo que le gusta es disfrazarse de uno de los personajes del cómic Sket Dance. Dice que le alegra que la cultura japonesa sea valorada en el extranjero. “Como muchos personajes de los anime o manga japoneses”, continúa, “son parecidos a los extranjeros (occidentales), si ellos se lo toman en serio, no habrá quien les supere. Algunos (los rubios) ni siquiera tienen que ponerse peluca. Y tienen buen tipo, están muy bien...”, añade en tono de reconocimiento. “Además, es increíble el entusiasmo que le ponen al cosplay. Porque en Japón hay tiendas de cosplay, pero en el extranjero no, así que ellos tienen que hacérselo todo a mano”. Para esta persona, los cosplayers extrajeros son un gran estímulo.

Comiket, el origen de la cultura otaku


Exteriores del centro de convenciones Tokyo Big Sight, durante la feria Comiket.

La idea de disfrazarse de los personajes que aparecen en cómics y películas partió de Estados Unidos. Si se ha difundido por el mundo la creencia de que su origen es Japón, esto tiene que ver, sin duda, con la divulgación de la palabra cosplay (kosupure, pronunciado a la japonesa), un falso inglés gestado en Japón (costume play).

El término nació en Tokio, durante el Mercado del Cómic, una feria de exposición y venta de cómics minoritarios de carácter bianual. La feria es conocida por el nombre de Comiket (Comic Market) y puede considerarse el origen de las reuniones de los otaku.

El Comiket, que en sus modestos orígenes, allá por 1975, apenas ocupaba una sala de reuniones, ha llegado ya a su octogésima edición y se ha convertido en una gigantesca manifestación que moviliza durante sus tres días de duración a cerca de 540.000 personas. Recibe un promedio, pues, de 180.000 visitantes al día. Si los comparamos con los apenas 50.000, de promedio diario, que se congregaron en la feria bienal del automóvil Tokyo Motor Show de 2009, comprenderemos mejor la magnitud del fenómeno otaku.


“Con esto, se terminó el verano”, parece decir la expresión de este joven llegado al Comiket con el primer tren de la mañana y que ahora se dispone a regresar con sus adquisiciones tras un largo día de disfrute.

El principal propósito de los visitantes es conseguir alguna de las revistas minoritarias (dōjinshi o revistas de personas con un mismo interés) que solo pueden adquirirse aquí. La mayoría de las pequeñas revistas que venden los clubs de aficionados con puesto en esta feria son las llamadas “creaciones secundarias” de las obras ya comercializadas. Se trata de productos derivados que desarrollan historias de creación propia, protagonizadas por personajes de una obra original. La mayoría de estos derivados suelen tener un contenido erótico.

En cuanto a los derechos de autor, puede decirse que estas obras cuentan con el consentimiento tácito de los propietarios de esos derechos o de los productores, que lejos de montar un escándalo o demandar judicialmente a sus autores, tratan de existir inteligentemente con ellos y aprovechar estas obras para consolidar la base de fans de la obra original, e incluso ampliarla. Las editoriales tienen también sus propios stands en la feria y se afanan en promocionar sus productos. Vemos, pues, que la popularidad de las “creaciones secundarias” es un motor capaz de mover no solo el Comiket, sino todo el mercado otaku.

El manga: una expresión difícil de imitar

Volvamos a Francia. En la Japan Expo se ha creado un espacio para estas revistas minoritarias, pero aquí no se siente la animación que preside el Comiket. Aunque el mercado francés del manga ha crecido mucho, no ha madurado lo suficiente para que surjan otaku creadores. Hasta los fans de casa prodigan severas críticas: “En dibujo y en utilización del espacio, el nivel de los franceses es todavía bajo”, dicen.

“Quisiera expresar”, comenta un dibujante francés de manga, “la particular forma de comunicarse entre ellos que tienen los japoneses, que suelen tomarse mucho tiempo y hacer muchas alusiones, sus pensamientos hacia los otros, su sentido de la justicia, me gustaría saber dibujar esos personajes tan kawaii, con esos físicos como muñequitos, como hacen los dibujantes japoneses..., pero no es fácil”. Se halla inmerso en un largo proceso de ensayo y error. El código expresivo del manga plantea exigencias que, por lo visto, no se dan en el mucho más directo y físico mundo del cosplay.

Cabe pensar que Francia, que ha sido vanguardia de la asimilación de la pop culture japonesa en el extranjero, esté ahora explorando nuevas vías, formas de fusionar la cultura otaku específicamente japonesa con la originalidad o creatividad de los franceses. Si algún día se logra acuñar una cultura otaku que lleve un inconfundible toque francés, y esa cultura se reimporta a Japón, será sin duda un gran acicate para los propios japoneses.

(Traducido al español del original en japonés)

 

Fotografías: Kawamoto Seiya (Nagoya) y Hino Hato (París).

Reportaje: Hino Hato (París).

Con la colaboración de Murai Katsushige y Samuel Pinansky (Tokio).


Japan Expo (París).


Japan Expo (París).


Japan Expo (París).


Japan Expo (París).


Japan Expo (París).


Japan Expo (París).


Japan Expo (París).


Japan Expo (París).


Japan Expo (París).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).


Cumbre Mundial del Cosplay (Nagoya).

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