La vanguardia del manga de Kioto

Lo que el manga puede aportar al mundo

Cultura Manga

Tras el Gran Terremoto del Este de Japón, artistas, músicos, diseñadores de moda y personajes de múltiples ámbitos creativos decidieron organizarse para aportar su granito de arena. Los dibujantes de manga, tanto nipones como extranjeros, tampoco se quedaron atrás; lo hicieron para plasmar sus esperanzas de futuro.

El Museo Internacional del Manga de Kioto acogió desde marzo hasta principios de mayo de este año la exposición Sekai no comics sakka ga mita 3.11 - Magnitude zero (El once de marzo visto a través de los ojos de los dibujantes de manga del mundo: Magnitud cero), en la que se exhibieron unas 120 obras pertenecientes al libro de ilustraciones Magnitude zero, Mind Creators; Asahi Shimbun Publications Inc., marzo de 2012.

El día 3 de marzo, fecha elegida para la inauguración de la muestra, se celebró una charla bajo el título "Lo que el manga puede aportar al mundo". Esta actividad contó con la presencia de dos invitados de honor: el dibujante francés Jean-David Morvan y el japonés Shiriagari Kotobuki. Tras ver la reacción del mundo del manga ante un desastre sin precedentes como el terremoto y el tsunami de 2011, hemos decidido preguntarles a personas relacionadas con este ámbito creativo, generalmente etiquetado como un género de entretenimiento, cuál creen que es su papel en la sociedad a la hora de enfrentarse a una catástrofe así. 

Mensajes de apoyo desde Francia al resto del mundo

El dibujante francés Jean-David Morvan.

La catástrofe del 11 de marzo nos ha servido para replantearnos la fuerza y la grandeza que residen en la solidaridad de las personas: en los momentos difíciles, los esfuerzos individuales pueden parecer insuficientes, pero al aunarlos, se convierten en algo grande. Además, se trata de una solidaridad que traspasa fronteras y nacionalidades, algo de lo que nos hemos podido percatar gracias a las muestras de apoyo y ánimo procedentes de todo el mundo.  

Se puede decir que Magnitude zero es un claro ejemplo de lo que es posible si se piensa así. Esta obra nació a raíz de la publicación en septiembre de 2011 en Francia de un libro de ilustraciones para ayudar a la reconstrucción de la zona afectada por el desastre, Magnitude 9; de ahí que incluya, además de imágenes especialmente diseñadas por dibujantes japoneses, algunas obras de creadores extranjeros ya publicadas en el proyecto francés. Es una muestra de agradecimiento hacia ellos que, al mismo tiempo, sirve para transmitir ese sentimiento japonés de empezar desde cero otra vez.  

El propio Morvan, artífice de Magnitude 9, se encontraba en el barrio de Kichijōji, en Tokio, el día del terremoto. El fuerte temblor que sintió y las impresionantes imágenes del tsunami que vio en televisión lo impactaron mucho. En ese mismo momento, se planteó si había algo que él pudiera hacer ante tal situación, así que llamó al también dibujante Sylvain Lundberg, que justamente estaba en Tokio, y se puso en contacto con los responsables de la página web Café Salé, portal de Internet dedicado al mundo de las ilustraciones, particularmente de origen galo. Entonces, convocó en el citado blog un proyecto de dibujos para ayudar a los damnificados; en tres semanas recibió 2.700 procedentes de todo el mundo, de los cuales eligió 250 para su publicación en el libro.

"Las obras de los ilustradores de otros países reflejan influencias del manga de Japón, país que a todos ellos les gusta. Además, si comparamos el cine con el dibujo, éste es mucho más barato y fácil de crear; de ahí que su fuerza sea mayor. Hemos podido hacer llegar con rapidez nuestros mensajes de apoyo gracias a la respuesta inmediata de los artistas", explica Morvan al hablar sobre el gran impacto de su iniciativa.

¿De qué manera han expresado los artistas extranjeros los efectos de esta calamidad sin precedentes? Entre las obras enviadas a la página, se pueden ver dibujos como el de una mujer que llora lágrimas de sangre. Muchas de estas imágenes serían demasiado impactantes en Japón. De hecho, se puede decir que reflejan un gusto y una libertad de expresión diferentes de los japoneses, y que en ellas se observa una distancia difícil de traspasar en el propio país afectado por el desastre.  

Por ello, el propio Morvan se encargó de elegir las ilustraciones que se publicarían. "Tuvimos mucho cuidado a la hora de sacar adelante el proyecto. Particularmente, decidimos no incluir imágenes relacionadas con el accidente nuclear, ya que éste es un asunto delicado de por sí en Francia, y no queríamos que lo que hiciéramos se redujera a eso. Nuestro propósito principal era hacer llegar a los damnificados un mensaje lleno de sentimiento", cuenta. El ambiente estaba caldeado por lo ocurrido en Fukushima, pero en esta iniciativa se pudo percibir un enfoque completamente diferente al sensacionalismo que parecían buscar los medios de comunicación extranjeros.

La inmediata reacción del mundo del manga en Japón tras el desastre

La reacción de los dibujantes de manga japoneses ante la catástrofe no se hizo esperar. Según Itō Yū, investigador del Museo Internacional del Manga de Kioto, la respuesta de los artistas, editoriales y librerías fue activa.

Un día después de la catástrofe, el primero en reaccionar fue el dibujante Inoue Takehiko, famoso por los cómics Slam Dunk y Vagabond, que publicó en su cuenta de Twitter varios dibujos de personas sonriendo bajo el título Smile (sonrisa, en inglés).

Otro proyecto que también vio la luz el 12 de marzo fue Jishin no baka yarō sakusen (Estrategia tonta del terremoto), liderado por el dibujante Miyake Ranjō. A pesar del dolor que sentía por la impotencia del mundo del entretenimiento ante un desastre sin precedentes, su objetivo era hacer llegar mensajes de apoyo a los afectados por la catástrofe en la medida en que fuera posible a través del manga.

El dibujante japonés Shiriagari Kotobuki.

La reacción de las editoriales al sentir popular respecto al terremoto y el accidente nuclear también fue rápida y sensible. 

El manga Survivor (Superviviente), historia del dibujante Saitō Takao que narra las aventuras de un joven que sobrevive a un gran terremoto, fue reeditado y puesto a la venta unos dos meses después de la catástrofe. Una parte de los beneficios obtenidos se donaron a proyectos de reconstrucción.

Por otra parte, la dibujante Yamagishi Ryōko distribuyó online de manera gratuita su obra Phaethon, publicada en 1988 tras el accidente de Chernóbil, menos de dos semanas después del de Fukushima, con una gran aceptación por parte de los lectores.

"A excepción de Yamagishi Ryōko, los dibujantes de manga no solían pronunciarse en cuestiones de temática social, ni siquiera ante los atentados terroristas del 11 de septiembre. Sin embargo, en esta ocasión estaba presente el problema de la radioactividad, que irremediablemente nos tocaba de cerca. Gracias a redes sociales como Twitter y a los blogs, los dibujantes podemos expresarnos sin necesidad de recurrir a las editoriales, de ahí que se haya producido un gran cambio", explica el dibujante Shiriagari Kotobuki, integrante del proyecto Jishin no baka yarō sakusen.    

Ilustración del dibujante Shiriagari Kotobuki.

El futuro del manga tras el terremoto

Poco después de la catástrofe del 11 de marzo, Shiriagari Kotobuki decidió dibujar sobre la situación a la que se enfrentaba Japón en la sección dedicada al manga de la edición vespertina del periódico Asahi Shimbun, espacio en el que publica sus obras desde abril de 2002. "Siempre me había dedicado a plasmar la realidad cotidiana; de ahí que no pudiera hacer oídos sordos a la tragedia. No obstante, tuve mucho cuidado a la hora de abordar el tema de la energía nuclear, ya que corría el riesgo de herir sensibilidades si me pronunciaba sobre su seguridad o sus peligros. Por ello, me decanté por hacer reír a la gente convirtiendo al protagonista en objeto de burla y no a otra persona, ya que ésta podría sentirse ofendida", cuenta.

En julio de 2011 puso a la venta Ano hi kara no manga (El manga desde aquel día; Enterbrain, Inc.), obra independiente en la que reúne dibujos de después del terremoto. En ella se incluye la historia Umibe no mura (Pueblo costero), publicada en el número del 12 de abril de 2011 de la revista mensual Comic Beam y cuya repercusión ha sido importante. En ella retrata el mundo cincuenta años después de un gran terremoto, tras el cual la gente ha cambiado de fuentes de energía y renunciado a vivir en la abundancia.

"Al ponerme a pensar sobre lo que podríamos hacer los dibujantes del manga ante esta situación, me vino a la cabeza el trabajo que hacen los científicos cuando explican el impacto de un accidente nuclear: aunque aportan diversos valores numéricos, hay quienes los rechazan o no tienen nada que decir; nos encontramos en el ambiente de una época en que existen diferentes tipos de personas. Eso era precisamente lo que yo quería dibujar. Creo que el manga tiene que ser capaz de reflejar lo mismo que esos valores numéricos. Puede que ahora todo nos parezca desagradable, pero si pensamos en cómo será la situación dentro de cincuenta años, quizás seamos capaces de vislumbrar la esperanza. Con eso en mente hice Umibe no mura", añade. 

Más allá de los números y las ciencias.

Los políticos se enfrentan a temas de actualidad, los periodistas se encargan de plantear problemas y los científicos analizan la situación en busca de soluciones; el manga tiene la capacidad de hacer cosas que los anteriores no pueden: transmite sentimientos a las víctimas del desastre y permite reflejar las esperanzas sobre el futuro aunque sean imaginarias.

El manga ha sido capaz de robarnos una pequeña sonrisa en días llenos de miedo, tristeza e inseguridad, y nos ha hecho pensar sobre temas tan difíciles como las centrales nucleares y la radioactividad. Además, ha servido para unir los sentimientos de personas de todo el mundo más allá de las palabras. La cantidad de cosas que el manga puede aportar al mundo irá en aumento. 

Texto: Yata Yumiko
Imágenes: Itō Makoto
Con la colaboración del Museo Internacional del Manga de Kioto, Mind Creators y la Embajada de Francia en Japón.

(Traducción al español del original japonés)


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