Reportaje: Paisajes con nostalgia

La vida de un cartelista de cine japonés: captando el atractivo de las grandes estrellas

Cultura Arte Cine

En una época en la que los pequeños cines de barrio eran una presencia cercana los transeúntes que se emocionaban al ver los carteles de las películas, pintados a mano, eran una visión cotidiana. Dichos cines han ido cerrando uno tras otro con el paso del tiempo, pero un maestro, especialista en retratar las estrellas de la gran pantalla, cuenta con una carrera de más de sesenta años que aún pervive.

En la época en la que las películas eran el corazón del entretenimiento, existían cines no solo en las grandes ciudades sino también en las poblaciones de mediano y pequeño tamaño de cada región. La cúspide del cine llegó en 1958, cuando 1.127.450.000 japoneses acudieron a las salas, cuyo número en todo el país superaba las 7.000. Pero con la llegada de la televisión, a partir de la década de los sesenta, el número de espectadores comenzó a decaer. En 1993 se abrió en Ebina, en la prefectura de Kanagawa, el primer cine multisalas de Japón (lo que se denomina ahora cinecon), evento que marcó el comienzo de la paulatina desaparición de las pequeñas salas. Con la explosión de los cinecon el número de pantallas en 2016 alcanzaba las 3.472, de las cuales tan solo 427 eran establecimientos convencionales. Junto con la desaparición de los cines de barrio, en todas las regiones de Japón, se fue perdiendo también una parte del paisaje urbano: los carteles, pintados a mano, de las películas.

El novato que comenzó su carrera en una base militar

Antes de la llegada del cinecon muchos de los cines de barrio de Japón contaban con un pintor de carteles. Uno de ellos es Ōshita Takeo, de la ciudad de Mito en la prefectura de Ibaraki. Nació en 1942 en la prefectura de Aomori, y con 16 años comenzó a trabajar pintando carteles en la ciudad de Misawa, que alberga una base militar estadounidense. Al parecer muchos de los carteles que Ōshita pintó eran de las películas occidentales que se proyectaban en el cine privado de la base.

“En la base de Misawa se proyectaban las nuevas películas de Hollywood antes de que se estrenaran en el resto del país. Los soldados iban a verlas con sus familias. Cuando era un principiante solía hacer bocetos de los carteles mirando las fotografías de las estrellas de cine de Screen (una revista de cine) mientras los veteranos se iban a beber a la taberna, y después echaban un vistazo a mis dibujos y los corregían”.

Uno de los primeros trabajos de Ōshita. Cartel de North to Alaska (E: Alaska: tierra de oro / LA: Furia en Alaska) cuando se proyectó en el cine de la base militar de Misawa. Estrenada en Japón en 1961 (Imagen cortesía de Ōshita Takeo)

Desde el principio Ōshita trató de retratar con fidelidad. Siempre le había gustado pintar; cuando estaba en primer curso de secundaria dibujó un puño que impresionó a su profesor de arte, de modo que cada día le daba una hoja nueva de papel para que dibujara, y le reponía las pinturas en cuanto se le terminaban. “En cuanto tenía tiempo libre me ponía a dibujar. Pero me pidieron que pintara un retrato del director de la escuela para el festival de arte y fue un desastre: no se parecía nada”.

Comenzó a trabajar tras graduarse en la escuela: “Mi padre murió en la Guerra, y en casa no había dinero”. Según parece, en realidad deseaba convertirse en jugador de béisbol. Cuando tenía 19 años se convirtió en pintor para el cine Mito Tōei gracias a la intercesión de un amigo. “Aquel era el único cine que tenía la Tōei en la prefectura de Ibaraki. Era una época en la que convertirse en pintor con contrato exclusivo significaba asegurarse el sustento de por vida”.

Noche tras noche, trabajando hasta las dos o las tres de la madrugada

Con la Tōei Ōshita pintaba a diario carteles de películas de yakuza, con actores como Takakura Ken o Tsuruta Kōji. “Cuando Takakura Ken estaba de moda el cine llegaba a contar con público de hasta 1.700 personas, aunque en teoría el aforo era de 650, incluyendo a espectadores de pie. Había quienes no se iban tras haber visto la película, y esto causaba incluso peleas. A mí también me gustaba Takakura, y pintaba con mucha concentración. Tiene una cara muy especial, y eso la hace fácil de pintar. Pero es su mirada triste la que lo coloca por encima de otras estrellas”.

Quizá debido a su habilidad capturando la cara y el aura de las estrellas de cine, además de sus trabajos para la Tōei también lo llamaban para que pintara únicamente las caras de otros actores para los carteles de diferentes cines. Se independizó a los 26 años. Durante la década de los ochenta, Ōshita pintó carteles para los once cines de la ciudad de Mito.

Ōshita posa junto a Takakura Ken, que aparece en uno de sus carteles favoritos: el de Shōwa zankyōden (Cuentos brutales de caballería en la era Shōwa)

Para cada uno de los carteles pintados a mano, Ōshita empezaba por colocar una retícula sobre el póster original, con la cual ir transfiriendo las imágenes aumentadas al cartel, de una en una, primero copiándolas a lápiz y después añadiendo el color con pintura acrílica. El tamaño de un cartel variaba mucho -entre 2 y 5.4 metros de anchura-, con lo que la estructura del cartel no se podía reflejar tal como estaba en los pósteres originales. Además, se requería pericia con la técnica de añadir capas de pintura, ya que Ōshita empleaba materiales de secado rápido. “Terminaba un cartel en un día y medio, más o menos. Tras haber realizado este trabajo durante un cierto tiempo, la estructura del cartel en cuestión me venía a la mente en un santiamén”,

“En mi época más productiva trabajaba con mi mujer cada noche hasta las dos o tres de la madrugada”, dice Ōshita. Tras casarse a los treinta años con Mitsue, tres años más joven que él, la pareja comenzó a trabajar como equipo.

“Mi trabajo consistía en pegar al cartel el papel en el que él iba a hacer el boceto. Solía hacerlo con un bebé colgado a la espalda”, cuenta Mitsue. “En aquella época las películas japonesas en cartelera cambiaban cada tres días, así que se colgaba el cartel nuevo desde la noche anterior al estreno. Yo me metía en la parte trasera del camión, junto a los carteles, y viajábamos de cine en cine, por la noche. No solo había que pintar los carteles, sino también colocarlos y descolgarlos después”.

Las paredes del estudio de Ōshita, cubiertas de fotografías de los carteles que ha pintado

Pese a que Ōshita pasaba sus días pintando carteles, asegura que “Solo había uno o dos cada año de los que estaba realmente satisfecho. Casi siempre tachaba mi trabajo con una gran X y empezaba de cero otra vez. Y sin embargo, nunca me he saltado una fecha límite”. En años posteriores su trabajo se simplificó gracias al uso de un proyector, con el que podía guiarse para hacer el boceto, pero esta técnica no funciona con los carteles de mayor tamaño.

Trabajando con pintura acrílica, de secado rápido. A la hora de pintar los rostros, los primeros quince minutos resultan decisivos (Imagen cortesía de Ōshita Takeo)

La habilidad más notable de Ōshita consiste en ser capaz de producir con rapidez los colores deseados con diversas capas de pintura

En julio, cuando se realizó la entrevista, existía una exposición de las obras de Ōshita en la ciudad de Mito, pero en su estudio quedaban infinidad de cuadros sin exponer

Su admirada Audrey Hepburn

En la década de 2000, debido al éxito de los cinecon, los cines anteriores de la ciudad de Mito fueron cerrando uno tras otro. Después del cierre del Mito Tōei, en 2006, y del minicine Mito Teatoru Seiyū en 2008, Ōshita dejó de conseguir trabajo regular como cartelista.

El trabajo de Ōshita pasó a consistir principalmente en pintar carteles y paneles para eventos, pero unos veinte años antes también había comenzado a pintar retratos de estrellas de cine, en su tiempo libre. Los más de cien retratos que ha pintado incluyen una rica mezcla de actores y actrices tan famosos del pasado y del presente como los japoneses Takakura Ken, Ishihara Yūjirō y Atsumi Kiyoshi, y a caras de Hollywood como Audrey Hepburn, Alain Delon, Bruce Willis o Johnny Depp.

Audrey Hepburn en Roman Holiday (izquierda; E: Vacaciones en Roma, LA: La princesa que quería vivir) y My Fair Lady (derecha; Mi bella dama)

“En lo que más me esforzaba era en conseguir el parecido, y que tuvieran un aspecto suave”. Ōshita dice que se siente más contento de su trabajo cuando logra que el color de la piel muestre el mismo tono que la fotografía original. Es un entusiasta de Audrey Hepburn, y contando los pases en vídeo, ha visto Roman Holiday (E: Vacaciones en Roma, LA: La princesa que quería vivir) unas diez veces. Por desgracia nunca ha tenido oportunidad de pintar el cartel de ninguna de sus películas, pero sí que ha realizado varios retratos de la actriz. De entre los actores estadounidenses, es aficionado a Kirk Douglas. Le encanta Gunfight at the OK Corral (Duelo de titanes), en la que Douglas interpreta a Doc Holliday, y llegó a pintar el cartel de la película hace ya mucho.

Una parte de los retratos de estrellas que Ōshita ha pintado se encuentran expuestos en la fachada del Cinema Novecento de Yokohama, el cine más pequeño de Japón (con tan solo 28 asientos).

Cameron Diaz (izquierda) y Alain Delon

Johnny Depp en Pirates of the Caribbean (Piratas del Caribe)

La alegría de ser ampliamente visto

El Museo Jōyō de Mito ha celebrado, entre finales de mayo y mediados de julio de este año, Sukurīn no nakamatachi (Amigos de la pantalla), una exposición de cerca de cincuenta retratos realizados por Ōshita a lo largo de veinte años, con la intención de que un mayor número de espectadores puedan disfrutar de sus obras.

La conservadora del museo, Ōsone Makiko, nos cuenta sus razones para realizar esa exposición. “Cuando era estudiante yo también solía ir al cine en Mito, y muchas veces veía los carteles de Ōshita. Los veinteañeros de hoy día dicen que nunca han visto un cartel de cine pintado a mano. Pensé que era una lástima que esa parte de la cultura fuera a desaparecer, y quería que los jóvenes también pudieran apreciarla”.

Amigos de la pantalla, la exposición de los retratos de Ōshita, se celebró en el Museo Jōyō de la ciudad de Mito, prefectura de Ibaraki, entre el 30 de mayo y el 16 de julio.

Sin embargo, los visitantes a los que más conmovió la exposición fueron, lógicamente, aquellos de mayor edad al encontrarse con vívidos retratos de los ídolos de su juventud. Llegó a verse a mujeres, dicen, que se secaban con el pañuelo las lágrimas ante el retrato de Ishihara Yūjirō, fallecido hace ya treinta años.

En la época en que Ōshita pintaba con todas sus energías pasaban mañana y noche multitudes de personas que admiraban sus carteles de camino al trabajo, sobre todo frente al Mito Tōei. “Por mucho que pintes al óleo, no puedes conseguir ese tipo de público a diario. El hecho de que mis obras las viera tanta gente me daba mucha fuerza para seguir trabajando al día siguiente”.

En estos últimos años Ōshita recibe muy pocos encargos de carteles de cine; su último trabajo fue para Sakuradamon gai no hen (El incidente de Sakuradamon, estrenada en 2010), rodada en Mito en localización abierta. Hace unos años tuvo problemas de corazón y su salud no es tan buena como solía serlo. Y sin embargo, dice que incluso ahora su mano se sigue moviendo mientras duerme, por la noche. “Quiere mover el pincel. Hubo muchas ocasiones en las que tuve que trabajar largos días para llegar a la fecha límite”.

“La gente del Mito Tōei siempre me decía que querían que siguiera pintando sus carteles hasta que me jubilara, pero al final lo hicieron ellos primero. Es triste, pero tengo la sensación de haber cumplido con mi responsabilidad”. Dicho esto, Ōshita sonríe con tranquilidad.

(Texto: Itakura Kimie, comité editorial de nippon.com. Imágenes: Ōkubo Keizō. Imagen del encabezamiento: Ōshita posa ante un cartel de Shin jingi naki tatakai -Nuevas batallas sin honor ni humanidad-)

Galería de estrellas de cine retratadas por Ōshita Takeo

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