Redescubrir a Ozu Yasujirō tras medio siglo

Tras la pista de Ozu

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El 12 de diciembre de 1963 Ozu Yasujirō abandonó este mundo con sesenta años de edad. En estos cincuenta años ha habido numerosos intentos por tratar de descifrar su obra. ¿Qué ha fascinado de Ozu a investigadores y cineastas? Desglosemos las líneas generales de sus obras para disfrutarlas aún más.

El cineasta Ozu Yasujirō nació un 12 de diciembre de 1903 y murió en el mismo día de 1963. Muchos aficionados al cine saben que murió con exactamente sesenta años; este episodio puede simbolizar la meticulosidad con la que este director de cine trataba siempre sus composiciones en pantalla, pero más interesante resulta el hecho de que, muchos años antes, en su villa de la prefectura de Nagano, rodeada de hermosas montañas, mientras escribía un guión también dejaba registrado en su diario que probablemente iba a morir con sesenta años. A diferencia de Kurosawa Akira(*1), cineasta de grandiosas anécdotas, la de Ozu es un detalle característico de su minuciosidad, tan presente en sus películas.

Cuentos de Tokio – Tokyo Monogatari (1953), dirigida por Ozu Yasujirō. Fotografía cortesía de Shochiku. DVD y Blu-Ray distribuido en España por A Contracorriente Films.

¿Qué pensaban de las obras de Ozu en su época?

¿Qué han visto en las películas de Ozu? ¿En Principios de verano (Bakushū, 1951), o en Cuentos de Tokio (Tōkyō monogatari, 1953)? Durante mucho tiempo se pensó que muchas de las obras más representativas de la época más madura de Ozu retrataban Japón a la perfección. Es cierto que, en esa antigua casa de madera en la que vive la familia aparecen muchas costumbres y gestos típicos de los japoneses delineados con detalle.

La boda de la hija, la pérdida de la anciana madre, los conflictos intergeneracionales  que parten de las diferencias entre los miembros de la familia… Quien más quien menos, los espectadores de esa época no dudarían mucho de la efectividad de las películas de Ozu a la hora de mostrar cómo era Japón. Y en general, tras la muerte del director se estableció ese tipo de valoración sobre su obra.

Tanto Ozu (Donald Ritchie(*2)), publicado en 1977 en Estados Unidos y traducido al japonés el año siguiente, como Ozu Yasujirō no geijutsu (La técnica de Ozu Yasujirō, de Satō Tadao(*3), 1978) se colocan en esa corriente. El hecho de que Ritchie se centrara en analizar, como tema principal, la familia tradicional japonesa retratada en Cuentos de Tokio es prueba de ello.

En las películas de Ozu la cámara no panea ni se mueve bruscamente. No usaba ángulos dramáticos ni vistas de pájaro -técnicas “impresionistas”-, sino que colocaba la cámara a una altura relativamente baja. Solo utilizaba una lente de 50 mm, y debido a estas técnicas con frecuencia lo tildaban de aburrido. Se dice que incluso la mayoría de los compañeros más jóvenes del estudio audiovisual Shochiku solo pensaban en él como un maestro que había envejecido haciendo “lo mismo de siempre”.

Quizá por ello las películas de Ozu tardaron más en llegar al extranjero, respecto a otros directores como Kurosawa Akira o Mizoguchi Kenji(*4). Parece que en un principio hubo muchos que no supieron cómo entender la obra de Ozu; incluso el pionero de la Nouvelle Vague(*5) François Truffaut(*6), cuando se encontró por vez primera con la obra de Ozu, comentó que le parecía un grupo de personas anodinas retratadas sin gracia.

Un autor olvidado: el descubrimiento de Ozu

Sin embargo cabe preguntarse si las películas de Ozu son lentas y aburridas, y si realmente muestran la belleza de lo japonés. Para responder a esas preguntas surgió Kantoku Ozu Yasujirō (Ozu Yasujirō, el director, 1983), escrito por Hasumi Shigehiko(*7). En dicha obra Hasumi explica, citando ejemplos concretos, ciertas técnicas características de Ozu, como la ya mencionada baja posición de la cámara o los chocantes ángulos en los intercambios de miradas entre personajes, no como elementos de un cine japonés, sino de una verdadera revolución del cine en sí.

Está claro que, cuanto más se fija uno, más se da cuenta de que el montaje de Ozu en su periodo tardío es extraño. Cuando hay diálogos entre dos personajes existe una “gramática” de cine, una forma de montarlos, en lo que al intercambio de miradas de esas personas se refiere, pero en las películas de Ozu, a pesar de controlar esa gramática con maestría, existen momentos en los que se la salta por completo. En esas ocasiones es cuando experimentamos un impacto mayor.

Justo por aquella época la atención internacional por la obra de Ozu entró en una nueva fase. Cabe citar como ejemplo el documental Tokyo-ga, que Wim Wenders(*8), enamorado de la obra de Ozu, estrenó en ese periodo.

Otoño tardío – Akibiyori (1960), dirigida por Ozu Yasujirō. Fotografía cortesía de Shochiku. DVD y Blu-Ray distribuido en España por A Contracorriente Films.

Además, una parte de su obra temprana, que pese a tratar grandes temas no había sido muy reconocida, comenzó a verse envuelta en una nueva luz. En esa fase, que incluye la época de cine mudo, resulta evidente hasta qué punto la obra se encuentra impregnada del estilo del cine americano contemporáneo. Por ejemplo, Hijōsen no onna (Mujer en la red, 1933) muestra un Ozu con tendencias americanas que retrataba una banda de delincuentes. Tanaka Kinuyo(*9), que en 1952 interpretaría a la resignada protagonista de Saikaku ichidai onna, en la cinta de Ozu se engalana con magníficos vestidos para el papel de una mujer que vive en el mundo nocturno y a veces incluso empuña una pistola.

El cine es un arte que transciende fronteras entre países y crea impacto social, y la obra temprana de Ozu, influida por el cine estadounidense, logró un gran reconocimiento en todo el mundo; es lógico pensar que esa es una de las razones primordiales del estilo independiente y la magnitud del cambio del Ozu de posguerra.

Ozu, un hombre de su tiempo

Para poder encontrar esa respuesta debemos investigar sobre la forma en que el propio Ozu, la persona y no solo el director, vivió su época. Gracias a Tanaka Masasumi(*10), historiador cultural, la investigación sobre Ozu ha tomado un cariz completamente nuevo. Tanaka, que no reniega de la investigación bibliográfica exhaustiva, desde que publicara Ozu Yasujirō zenhatsugen 1933-1945 (Citas completas de Ozu Yasujirō, 1933-1945) en 1987 haciendo uso de revistas y periódicos antiguos, ha tenido éxito en presentar la obra y la vida de Ozu como un todo, como director vanguardista de un Japón en constante modernización.

Hay muchos temas que Tanaka ha desenterrado, pero digno de especial mención es el hecho de que, entre 1937 y 1939, Ozu cruzó el mar para ir a China como soldado de infantería. En el ejército no recibió un trato especial por ser un hombre de letras, sino que se vio obligado a jugarse la vida como un soldado más. Fue asignado a un pelotón de gas, y tuvo que experimentar los horrores de la guerra como todos los otros miembros agresores; esa es la conclusión a la que llegó Tanaka, tras consultar una extensísima bibliografía, y nos hace preguntarnos si sería posible acaso que Ozu hubiera llegado a ser el formalista de posguerra que fue si hubiera dejado de lado esas experiencias.

Como comentábamos antes, Ozu es un autor reconocido por la extremada belleza de su obra. No obstante,  no por ello hemos de asumir que para hacer su trabajo tuviera que huir de su época. El texto de Tanaka nos habla de ese tema con rigor. Pero pese a que el erudito tiende a huir de tecnicismos y la mayor parte de su obra se centra en el trabajo de campo, hoy día sigue sin estar traducido a otros idiomas.

La fascinación de Ozu no se agota

Desde entonces, y hasta la actualidad, en Japón se han publicado libros de mano de todo tipo de escritores que se han interesado por la figura de Ozu. Y a finales de este año 2013 se intenta un nuevo acercamiento al autor.

Se trata de un experimento por tratar de descifrar las obras y la vida de Ozu, y las sensaciones casi ultramodernistas, impregnadas de color y fantásticas imágenes, así como su especial sabor, íntimamente ligados al magistral director, a través de objetos diversos que aparecieron en las obras del director, así como de textos y diseños de su puño y letra. El resultado de esa búsqueda se muestra al público en una exposición llevada a cabo en el centro de cine del Museo de Arte Moderno de Tokio, bajo el título “La iconografía de Ozu Yasujirō”. En un arte en movimiento como es el cinematográfico, ¿cómo pudo el arte estático procurarle los nutrientes necesarios a su imaginación? Esa investigación no ha hecho más que empezar.

En 2012, la revista británica especializada en cine Sight & Sound realizó una encuesta entre 358 directores de varios países, y en ella Cuentos de Tokio fue elegida como la mejor película de la historia. Aunque se trata de algo de lo que sentirse satisfecho, los laureles otorgan sus privilegios únicamente a Cuentos de Tokio, y eso es una lástima: la filmografía completa de Ozu es como una única obra, y contiene numerosas facetas que no dejan al público indiferente. Esa obra es una fuente inagotable de fascinación.

Fotografía cortesía de Shochiku.

(Traducido al español del original japonés, escrito el 29 de noviembre de 2013)

(*1) ^ Kurosawa Akira (1910-1998)
Gran maestro del cine japonés. Dirigió treinta películas, entre las que destacan Shichinin no samurai (Los siete samuráis), Rashōmon y Ran.

(*2) ^ Donald Richie(1924-2013)
Crítico y director de cine estadounidense. Fue pionero en la introducción del cine japonés en Occidente.

(*3) ^ Satō Tadao(1930-)
Crítico de cine, en la vanguardia de la investigación sobre el cine asiático. En la actualidad es rector del Instituto Japonés de Cinematografía.

(*4) ^ Mizoguchi Kenji(1898-1956)
Director de cine, famoso por el realismo independiente de sus retratos de mujeres oprimidas. Obras representativas suyas son Gion no kyōdai (Las hermanas de Gion), Saikaku ichidai onna (La vida de Oharu), Ugetsu monogatari (Cuentos de luna y lluvia) y Chikamatsu monogatari (Los amantes crucificados), entre otras.

(*5) ^ Nouvelle Vague
“La nueva onda”; un movimiento audiovisual que comenzó en Francia en los cincuenta. Se caracteriza por su dirección improvisada y el énfasis en la independencia de la imagen; los directores jóvenes que lo integraban buscaban destruir la gramática cinematográfica de sus predecesores.

(*6) ^ François Truffaut(1932-1984)
Director de cine francés. Su primer largometraje, Los 400 golpes, lo estableció como representante de la Nouvelle Vague. Otras obras suyas dignas de mención son Jules et Jim (Jules y Jim) y Les Deux Anglaises et le Continent (Dos chicas inglesas).

(*7) ^ Hasumi Shigehiko(1936-)
Especialista en literatura francesa, crítico de cine y exdirector de la Universidad de Tokio. Dio un curso llamado “Expresión cinematográfica” en la Universidad Rikkyo, y ejerció una gran influencia posteriormente en cineastas de la talla de Kurosawa Kiyoshi, Aoyama Shinji o Suo Masayuki.

(*8) ^ Wim Wenders (1945-)
Director de cine alemán. Fue pionero en el género de la road movie, y afirma que recibió una gran influencia de Ozu. Obras representativas suyas son Paris, Texas y Der Himmel über Berlin (El cielo sobre Berlín), entre otras.

(*9) ^ Tanaka Kinuyo (1909-1977)
Actriz de calado en la historia del cine japonés. Apareció en varias obras de Ozu, como Kaze no naka no mendori (Una gallina al viento). Sus películas más representativas son Aizen katsura, Saikaku ichidai nona (La vida de Oharu) y Sandakan hachiban shōkan bōkyō (Sandokán número 8), entre otras.

(*10) ^ Tanaka Masasumi (1946-2011)
Historiador de cultura y cine, y el principal investigador sobre Ozu. Sus principales publicaciones incluyen Ozu Yasujirō no hō e - modanizumu eiga shiron (Hacia Ozu Yasujirō - una historia del modernismo en el cine) y Ozu Yasujirō shūyū (Viaje por la obra de Ozu Yasujirō).

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