Redescubrir a Ozu Yasujirō tras medio siglo

Viaje a la iconografía de Ozu Yasujirō

Cultura Arte Cine

Ha habido muchos intentos por descifrar la obra del cineasta Ozu Yasujirō. En conmemoración de los 110 años de su nacimiento y 50 de su muerte, la Filmoteca de Tokio ha expuesto distintos objetos del autor para ofrecer a través de su “iconografía” un nuevo punto de vista sobre su obra.

Hace 110 años del nacimiento del director de cine Ozu Yasujirō, y 50 de su muerte, y para celebrar el acontecimiento en el Centro de Cinematografía del Museo Nacional de Bellas Artes de Tokio se ha inaugurado una interesante exposición bajo el título “La iconografía de Ozu Yasujirō”.

Desde la óptica de la iconografía -cuadros, diseños, letras y colores- se intenta ofrecer una nueva interpretación de la fascinación por el director. En la exposición, por supuesto, hay obras cinematográficas, pero también todo tipo de objetos que Ozu dejó, y que muestran diversas facetas de su vida cotidiana. En ellos ha quedado grabada la figura de un Ozu que, tanto en lo profesional como en lo personal, mostró siempre una gran pasión por la belleza.

Ozu, el amante de los cuadros

El primer objeto que decora la exposición es un cuadro de ukiyo-e que Ozu heredó de su abuelo, y que tenía en tanta estima como para conservarlo en su sala de dirección del estudio de Shochiku en Ōfuna. En un incendio que ocurrió en la productora en 1952 el cuadro sufrió graves daños, y por ello aún puede apreciarse un tono levemente quemado, algo que acentúa aún más su carácter como testigo de la historia.

Kitagawa, pintura de Ozu en papel cartón en forma de abanico (Centro Cultural Furuishiba, distrito de Kōtō)

Ozu conocía a fondo los grandes maestros de la pintura; en algunas de sus películas en color, como Higanbana (Flor de equinoccio, 1958), Akibiyori (Otoño tardío, 1960) o Sanma no aji (El sabor del sake, 1962), colocó de forma desenfadada obras auténticas de artistas como Hashimoto Meiji (1904-1991) o Higashiyama Kaii (1908-1999).

También hay cuadros pintados por el propio Ozu. Incluso en los delicados bocetos de palomas y plantas que realizó cuando era estudiante de primaria se aprecia un talento extraordinario.

Un excelente sentido gráfico

Ozu, que por encima de todo prestaba atención a la forma de colocar a personajes y objetos en pantalla, demostró un refinado genio en el diseño gráfico. El germen de ese genio está presente en la obra Kitte gaku, (libro de sellos) que realizó cuando tenía unos dieciocho años. Es una obra ante la que debemos quitarnos el sombrero: muestra una sensibilidad poco convencional, y se acerca más a una obra de arte que a una mera colección de sellos, reunida por un coleccionista.

Colección de guiones de Yamanaka Sadao, recopilación de Ozu (1940)

En algunas de sus películas tempranas, como Ojōsan (Señorita, 1930) o Shukujo to hige (La dama y la barba, 1931), Kōno Takashi (1906-1999), que entonces trabajaba en el departamento de publicidad de la productora Shochiku, participó en la confección de los carteles y el material publicitario. Posteriormente Kōno trabajó como miembro del equipo de diseño de las Olimpiadas de Tokio y las de Sapporo, y fue un pionero del diseño gráfico en Japón. Está claro que Ozu, que compartía esa sensibilidad humorística urbana de Kōno, recibió una gran inspiración del mismo.

En la exposición se puede apreciar el genio gráfico de Ozu en los libros a los que dio formato. En la recopilación Yamanaka Sadao shinario shū (Colección de guiones de Yamanaka Sadao), publicada tras la muerte del director Yamanaka Sadao, se introdujo el logo de la Asociación de Directores de Cine de Japón, la ya inmortal marca “∞”, que diseñara Ozu. Yamanaka y Ozu se habían reencontrado en el frente de combate, durante la Guerra, y a través de ese diseño se pueden sentir los recuerdos que Ozu compartió con su joven amigo, que perdió la vida con tan solo veintiocho años.

Caracteres hermosos que transmiten calidad

Cuando uno observa la letra de Ozu Yasujirō puede, sin duda alguna, constatar la verdad tras el dicho japonés de que “las letras son el espejo del cuerpo”. La calidad humana del director se transmite a través de sus caracteres, desde las redacciones y la caligrafía que practicaba cuando era joven, las cartas escritas a familia y amigos, los cuadernos y diarios que escribía para cada obra, e incluso la placa de su casa.

Algo que llama especialmente la atención es la reproducción de una postal escrita a Nakai Kie, hija de Sada Keiji, actor recurrente en las últimas obras de Ozu, cuando ella tenía cuatro años (también es hermana del actor Nakai Kiichi). En la postal Ozu dibujó graciosas figuras de la familia Nakai bailando el sūdarabushi(*1). Además de retratar la cariñosa relación que unía a toda la familia de Nakai con Ozu, permite comprobar el encanto y la habilidad de este.

Además, son también conocidos los títulos para las películas en blanco y negro que Ozu realizó tras la Guerra, escritos en lino. En esta exposición se pueden admirar ocho obras, y resulta interesante comprobar como varía en cada una la aspereza de la tela.

A la izquierda, la placa de la casa de Ozu, de su puño y letra (del Fondo Cultural Kamakura); a la derecha,  una postal dirigida a Nakai Kie en 1962 (reproducción, cortesía de Office-Kiki)

Pasión por el color

Ozu no adoptó el uso del color en sus obras hasta Higanbana, en 1958, pero se podría decir que esto se debió precisamente a su pasión por el color. Tanto si observamos el cuidado que puso para el vestuario de Higanbana como si nos fijamos en los créditos de las cuatro películas en color que produjo para Shochiku, podremos notar el apego que Ozu sentía en lo que al color se refiere.

Guión de puño y letra de Ozu de Tōkyō Boshoku (Crepúsculo en Tokio, 1956; Fundación Cultural de la Memoria Cinematográfica Kawakita)

Si tuviéramos que mencionar tres cosas que no pueden faltar en una producción de Ozu, serían un paquete formado por el guión, del propio Ozu, el storyboard y el guión técnico. Se cree que solía transcribir el guión a libretas para ir grabando de una en una las escenas en su cabeza.

Los storyboards de Ozu rebosan de color para distinguir a los personajes e incluso los planos, e impresionan por su diseño colorido en general. La costumbre de diferenciar los planos por el color era una marca distintiva del director, y “muestra que Ozu no solo tenía una forma práctica de trabajar, sino que esta también tenía encanto”, según Okada Hidenori, investigador en jefe del Centro de Cinematografía del Museo Nacional de Bellas Artes de Tokio.

En el storyboard (que se conserva como registro) de una película que no ha sobrevivido, Daigaku yoi toko (Lo bueno de la universidad, 1936) se halla todo anotado, incluso las distancias en pies. Según Okada, pese a tratarse de un mero registro es tan detallado que con él podría volver a rodarse la película, y muestra lo metódico que era Ozu.

Storyboard de Ozu para Sanma no aji (1963, Fundación Cultural de la Memoria Cinematográfica Kawakita)

Una construcción inusual del espacio

Izquierda: muestras de tela de referencia en las que se basó el vestuario de Higanbana (1958, Fundación Cultural de la Memoria Cinematográfica Kawakita)

Al final de la exposición se puede apreciar un rincón dedicado a material que el director de arte del estudio de Shochiku en Ōfuna, Hamada Tatsuo, había atesorado.

Para Ozu, respetado por su forma de organizar los elementos en pantalla, la colocación de las habitaciones en la casa era algo secundario. Si nos fijamos en los diagramas de los decorados de Higanbana, veremos que se trataba de una casa poco ordinaria, con un pasillo extremadamente largo. Normalmente en una película no aparecen los techos en pantalla, de modo que no hace falta construirlos, pero dado que Ozu rodaba desde una posición baja en ocasiones tenían que hacerlo.

También se han preservado los recortes de la tela de las cortinas y el papel de los paneles deslizantes, reunido en álbumes de recortes. Y precisamente gracias a la existencia de estos objetos, a la hora de convertir las obras al formato digital se puede lograr una mayor fidelidad al color original.

Fotografía del plató de Akibiyori (antigua propiedad de Atsuta Yūharu)

También hay que destacar la fotografía del plató en Akibiyori o Sanma no aji. Son documentos imprescindibles para investigar la forma en que Ozu avanzaba en su trabajo; antes de rodar dedicaba todo un día al atrezo, colocando hasta la perfección en el plató las decoraciones, las botellas, las piezas de un juego de go sobre el tablero… y lo rodaba todo con la cámara en casi la misma posición que el día del verdadero rodaje. Si no decidía el lugar de cada pieza de atrezo antes de rodar, no la metía en el plano con los actores. Resulta evidente que Ozu era muy meticuloso con los preliminares del componente artístico de sus obras.

En la presente exposición también se han instalado mecanismos para que los visitantes puedan divertirse sacándose una foto de recuerdo. Uno consiste en un fondo a gran escala que reproduce los bares que se alinean en la callejuela de Sanma no aji (abajo a la izquierda). Los diseños de los carteles, por supuesto, son de Ozu. Y el segundo se encuentra en la recepción, donde se han recreado las linternas y carteles de los locales, también diseñadas por Ozu para la misma película. Si uno se agacha puede experimentar de primera mano esa característica baja posición de la cámara de Ozu (abajo a la derecha). Al ver los carteles a tamaño real se nota claramente que son demasiado grandes pero no serían incompatibles en pantalla. Se podría decir que es una de las técnicas de Ozu, que dedicó mucha energía a pensar sobre el punto de vista y el espacio. La Asociación Japonesa de Directores de Arte para Cine y Televisión ha colaborado en la creación tanto del fondo como de los carteles, para esta exposición.

Ozu Yasujirō creó un mundo independiente a través del gusto por el arte y el genio con el que produjo sus obras. Al ver las numerosas obras que componen la exposición el pecho se conmueve ante el trabajo diligente del director, que las creó con gran minuciosidad.

* “La iconografía de Ozu Yasujirō” estuvo abierta hasta el 30 de marzo, con cambios en algunas obras. La fotografía del banner se hizo en la primera parte de la exposición.

Colaboración: Centro Cinematográfico del Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Tokio
Texto: Watanabe Reiko
Imágenes: Kawamoto Seiya

(*1) ^ Canción que puso de moda Hana Hajime y su grupo Crazy Cats. Se lanzó en 1961 y se convirtió en un éxito nacional.

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