En busca de los árboles gigantes

En busca de los árboles gigantes: 2. la llegada del verano

Cultura

Los árboles gigantes ofrecen su ancha sombra mientras reciben en su piel los fieros rayos del sol. La frescura que transmite su figura cala en el corazón de quienes a ellos se acercan. Presentaremos tres bellos ejemplares en un veraniego paseo campestre.

El verano de los árboles gigantes

Se tiende a pensar que el verano es la estación más a propósito para que los árboles se desarrollen a sus anchas, pero en realidad les ocasiona no pocos padecimientos. El calor que desprende el rutilante sol supera lo imaginable y los árboles evitan que su temperatura se eleve excesivamente evaporando agua a través de las hojas. El agradable frescor que se siente a su vera no precede solo de la sombra que se crea. Es, en gran medida, fruto de la evapotranspiración, proceso que se lleva el calor con la vaporización. No florecer durante el estío es una estrategia seguida por muchos árboles para librarse del calor.

Tratándose precisamente de árboles gigantes podría pensarse que su propia corpulencia los hace inmunes a los rigores de un verano relativamente seco, pero lo cierto es que son criaturas muy delicadas que se ven afectadas por la más mínima variación ambiental.

Contemplando uno de estos árboles, reviven en nosotros recuerdos de la infancia, cuando, durante las vacaciones del verano, nos quedábamos a jugar hasta la puesta del sol en el recinto de algún santuario sintoísta envuelto en el estridor de las cigarras. Cuando el sol de poniente alargaba las sombras de los árboles sagrados, era el momento de regresar a casa. Con estas imágenes en la mente iniciaremos este recorrido por los árboles gigantes más veraniegos.

El Gran Inugusu de Nagasaka (prefectura de Toyama)

Especie: Tabunoki (Machilus thunbergii, familia de las Lauráceas, género Machilus)
Dirección:Aza Maeda 598, Nagasaka, Himi-shi, Toyama-ken 935-0417
Perímetro del tronco: 7,02 m.
Altura: 12 m.
Edad: 500 años
Declarado monumento natural de la prefectura de Toyama.
Tamaño ★★★
Vigor  ★★★★
Porte  ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★
Majestuosidad  ★★★

Partiendo de la pequeña ciudad pesquera de Himi (prefectura de Toyama) en dirección Norte, hacia la península de Noto, nos internamos en un paisaje de suaves colinas con arrozales en terrazas ocupando sus laderas. A unos 10 kilómetros, a un lado de la carretera, hallamos un solitario árbol de soberbio porte. Es un tabunoki (Machilus thunbergii) conocido por el nombre de Gran Inugusu de Nagasaka.

La fractura de su tronco principal, ocurrida hace ya mucho tiempo, le ha privado de alcanzar una gran altura, pero a cambio su compleja horqueta, a dos metros de altura, lo ha dotado de un ancho y denso ramaje que nos hace pensar en un bonsái gigante de bellísima estampa.

El tabunoki es un árbol de hoja perenne de la familia de las lauráceas que, como su pariente el alcanforero (kusunoki) crece bien en regiones cálidas, alcanzando grandes proporciones especialmente en zonas próximas a la costa.

Sus buenas relaciones con el mar se patentizan también en las áreas afectadas por el Gran Terremoto del Este de Japón de marzo de 2011, pues estos árboles no se han dado por vencidos y siguen creciendo sanos y fuertes incluso en terrenos que sufrieron una alta salinización al quedar anegados por el mar. Hasta ese punto están en buenos términos mar y tabunoki.

Pese al gran hueco que se ha formado en su tronco principal conserva un gran vigor. Un buen indicativo de su salud es el hecho de que parte de su ramaje haya ido extendiéndose hacia abajo, hasta niveles incluso inferiores a su propio pie. Si nos internamos en su copa, veremos que impide la penetración de los rayos del sol, creando un espacio oscuro incluso en pleno día, con una temperatura fresca muy agradable.

El núcleo de población de Nagasaka, donde se alza este tabunoki, se encuentra en una suave pendiente. Alrededor del árbol se extienden arrozales que forman magníficas terrazas. Es un paraje que ha atraído un gran interés y ha sido elegido entre los 100 arrozales en terraza más destacados del país.

El Gran Tochi de la Cascada de Fudō (prefectura de Saitama)

Especie: Tochinoki (Aesculus turbinata, familia Sapindáceas, género Aesculus).
Dirección: Ōtaki Tochimoto, Chichibu-shi, Saitama-ken 369-1901
Perímetro del tronco: 6,5 m.
Altura: 25 m.
Edad: 500 años.
Tamaño ★★★
Vigor  ★★★★★
Porte  ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★
Majestuosidad  ★★★★

En el término municipal de la ciudad de Chichibu (prefectura de Saitama) podemos encontrar un gran número de cascadas. La de Fudō es una de las más famosas, pero pocos han reparado en el tochi o tochinoki que se alza a su costado. Es una pena que tampoco el panel que indica el lugar de la antigua carretera nacional 140 de donde parte el camino de ascenso hacia la cascada dé la menor noticia de su existencia.

Partiendo de la antigua carretera, hay que bajar una empinada cuesta hasta un puente colgante sobre el río Arakawa, situado 50 metros más abajo. Cruzando el puente, hay que salvar ahora una altitud de 100 metros y la ascensión no es nada fácil. Una vez ganado el collado, en unos 20 minutos, las vistas se ensanchan y súbitamente aparece ante nuestros ojos la espléndida cascada de Fudō. Es un momento mágico. En el conjunto de sus tres tramos, la cascada marca una caída de 50 metros. Su gran caudal de agua le da un aspecto magnífico. El llamativo árbol que se eleva ante ella es el Gran Tochi de la Cascada de Fudō. Diríase que su función es la de vigilar y proteger la niebla que rodea la cascada. Una vista que parece extraída de un cuadro.

Especies como el katsura o el tochinoki gustan del agua y no es raro hallarlos a la orilla de un río, pero encontrar todo un árbol gigante asomándose a una cascada de renombre no es algo que ocurra todos los días. Y encerrar en un mismo marco una cascada tan preciosa como esta y un gran tochinoki recubierto de musgo de vivo color verde es ya una suerte irrepetible.

El árbol ha arraigado en la misma roca que sirve de lecho a la cascada. Ha envuelto la roca en sus raíces y alza su formidable cuerpo aferrándose a ella con todas sus fuerzas. Uno se maravilla de que el árbol haya sido capaz de desarrollarse hasta este punto sin caer ni sufrir otros percances. Un lugar inmejorable para huir del calor del verano y un paisaje que, de poder permitírselo, uno desearía contemplar a lo largo de todo un día.

Grupos de fukujō daisugi de Shimokuroda (prefectura de Kioto)

Especie: Sugi (Cryptomeria japonica, familia Cuprasáceas, género Cryptomeria).
Dirección: Katanami-chō, Keihoku, Ukyō-ku, Kyōto-shi, Kyōto-fu 601-0401
Perímetro del tronco: 15,2 m.
Altura: 30 m.
Edad: 800 años.
Tamaño ★★★★★
Vigor  ★★★
Porte  ★★★★★
Calidad del ramaje ★★
Majestuosidad  ★★★★★

La zona arbolada en que se forman los manantiales del río Katanamigawa es un área de extracción de madera que viene siendo preservada desde el periodo Heian (794-1185) y que durante siglos surtió de material de construcción la antigua capital de Japón, Kioto, y el antiguo palacio imperial allí situado. Son extensos bosques de cedros japoneses (sugi) con todo el peculiar encanto que aporta esta especie. Sin embargo, los cedros que crecen en esta región no son los típicos árboles de tronco simple y recto que vemos en otros lugares: son los fukujō daisugi, que desarrollan varios troncos de un único pie. La técnica del daisugi consiste en ir talando ordenadamente cada uno de esos troncos para que salgan otros muchos. De un solo cedro se pueden seguir extrayendo troncos a lo largo de más de 300 años. Los árboles gigantes que hallamos aquí son, pues, en cierto sentido, árboles creados por el ser humano. La evolución de los estilos arquitectónicos y otras circunstancias redujeron la demanda de este tipo de explotación y, para inicios del periodo Muromachi (1336-1573) puede decirse que la época del daisugi había quedado atrás. Descuidada, la zona cayó en un olvido de siglos, pese a lo cual estos complejos cedros continuaron creciendo hasta que, una vez más, han pasado a ser objeto de atención, esta vez por su tamaño, que parece rozar sus propios límites de crecimiento. Entre estos ejemplares hay algunos con troncos de 15 metros de perímetro. Contemplando su singular ramaje y su gigantesco tronco, es difícil sustraerse a un sentimiento de reverente temor.

Grupos de estos peculiares cedros motean las colinas que se extienden entre Keihoku, en el distrito de Ukyō, y Hanase, en el de Sakyō, ambos en Kioto. Visitando esta zona percibe de una forma muy directa el esplendor de la vieja capital. Declarada Área Natural Protegida, este espacio ofrece rutas de senderismo y, debido a lo intrincado de su orografía, se ofrecen también visitas guiadas. Se dice que en el área protegida existen más de 250 árboles con tronco de diámetro superior a los tres metros, cuya presencia contribuye aún más a transportar al visitante a un mundo ubicado en otra dimensión. En tres horas de caminata no demasiado dura es posible dar una vuelta a toda el área, por lo que se ha convertido en un lugar ideal para desconectar de los agobios de la vida diaria.
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