En busca de los árboles gigantes

En busca de los árboles gigantes: 3. portentos isleños

Cultura

El árbol gigante más famoso de Japón, un cedro japonés bautizado Jōmon Sugi, se yergue en la isla de Yakushima. En Japón no es raro que islas alejadas alberguen ejemplares de notable desarrollo. Presentamos en esta tercera entrega de la serie tres imponentes gigantes isleños que han alcanzado grandes proporciones gracias a un clima benigno y a la pureza del aire.

Grandes árboles en pequeñas islas

Japón es un país insular formado por más de 6.000 islas e islotes. En muchas de estas pequeñas extensiones de tierra existen árboles gigantes que las han hecho famosas entre los entendidos, como es el caso de las islas Oki, en la prefectura de Shimane, o de Mikurajima, administrativamente integrada en la prefectura de Tokio. Y cada vez son más las localidades que aprovechan el atractivo que ejercen estos árboles para promocionarse.

Sin duda, el más egregio representante de estos gigantes enraizados en pequeñas islas es el cedro japonés que recibió el nombre de Jōmon Sugi (cedro de la era Jōmon), que se yergue en Yakushima. El Jōmon Sugi es el protagonista del bosque primario que cubre la isla, reconocido por la UNESCO como patrimonio natural de la humanidad. Cuando fue descubierto, allá por 1966, se dijo que su edad era de 7.200 años y el tremendo impacto que produjo esta datación hizo que su fama como uno de los árboles gigantes más destacados de Japón se extendiera por todo el país.

Gracias al influjo de su suave clima, las islas de Tsushima y Gotō (prefectura de Nagasaki), que constituyen el pasillo natural por el que el ichō (Ginkgo biloba) se transmitió de la península de Corea a Japón, así como las islas del mar interior de Seto, atesoran gran cantidad de árboles gigantes.

La impresión que se recibe es la de que estas islas cuentan con muchos árboles gigantes sanos y vigorosos, quizás por haber nacido y crecido lejos de las grandes urbes. Para esta ocasión, de todos ellos, hemos extraído con el máximo rigor una muestra de tres árboles gigantes

Jōmon Sugi (isla de Yakushima, prefectura de Kagoshima)

Especie: Sugi (Cryptomeria japonica, familia de las cuprasáceas, subfamilia Taxodiaceae, género Cryptomeria)
Dirección: Miyanoura, Yakushima-chō, Kumage-gun, Kagoshima-ken 891-4205
Perímetro del tronco: 16,1 m.
Altura: 30 m.
Edad: Más de 2.000 años
Designado Monumento Natural Nacional (como parte del bosque primario de cedros de Yakushima)
Tamaño ★★★★★
Vigor  ★★★
Porte ★★★
Calidad del ramaje ★★
Majestuosidad ★★★★★

Este ejemplar de cedro japonés ya no necesita presentación. Ascendió a la fama con ocasión de la inscripción de Yakushima en el registro del Patrimonio Natural Mundial de la UNESCO (1993) y hoy en día es el árbol gigante de Japón por antonomasia.

“El mayor de Japón” es un título que se atribuye a muchos cedros del país, pero suele tratarse de conjuntos de varios ejemplares cuyos troncos y ramas han ido fundiéndose con el tiempo, o bien de ejemplares muy ramificados desde la base, lo cual infla las mediciones. Si contamos solo los cedros japoneses sustentados por un tronco simple, es indudable que el Jōmon Sugi es el mejor candidato a tal título, pues aventaja notablemente a los demás.

La idea que se suele tenerse sobre los cedros japoneses es que son árboles esbeltos, de tronco muy recto y buena altura. El Jōmon Sugi desdice un tanto esa imagen. Con su aspecto chaparro y enmarañado ramaje, reúne todas las características de los cedros de Yakushima, una región visitada asiduamente por los tifones. Su corteza rugosa y nudosa lo hace poco apto como material de construcción y ha sido precisamente esto lo que lo ha salvado de la tala.

Cuando fue descubierto se dijo que tenía una edad de 7.200 años, pero pruebas posteriores mediante la técnica de la datación por radiocarbono dieron por resultado la cifra de 2.170 años. La parte central de su tronco está ahora hueca y esto impide una comprobación más exacta de su edad, pero en todo caso se considera probado que supera los dos milenios.

Rendí mi primera visita al Jōmon Sugi hace ahora 26 años. En aquel entonces era posible observarlo con detenimiento, pues eran muy pocos los que se acercaban al lugar. También era posible acercarse hasta su base y tocar su corteza. Pero para entonces se había empezado a talar el bosque primario a fin de facilitar su contemplación y había empezado a manifestarse ya el problema de la pérdida de tierra en torno a sus raíces. La gente pisaba estas directamente y, con el tiempo, comenzó a temerse que su vigor pudiera resultar afectado. El primer intento por preservar el árbol consistió en hacer que cada visitante portase un puñado de “arena de la vida” para echarlo junto al árbol, pero finalmente, en 1996, se instaló una plataforma para contemplar el árbol a una distancia de 10 metros y se restringió el acceso al área circundante.

Dado que al lugar donde se alza el Jōmon Sugi se accede solamente a pie y la excursión requiere unas 10 horas en total, la sensación de logro al llegar potencia la impresión que se recibe al tenerlo por primera vez ante los ojos. Y la majestuosidad de ese gigante que se ha mantenido vivo hasta nuestros días en la sublime soledad del bosque primario se transmitirá con especial fuerza.

El shinpaku del templo de Hōshōin (isla de Shōdoshima, prefectura de Kagawa)

Especie: Byakushin (Juniperus chinensis, familia de las cuprasáceas, género Juniperus)
Dirección: Kitayama 412, Kamishō, Tonoshō-chō, Shōzu-gun, Kagawa-ken 761-4122.
Perímetro del tronco: 17,3 m.
Altura: 17,5 m.
Edad (atribuida): 1.500 años
Designado Monumento Natural Especial Nacional
Tamaño ★★★★★
Vigor  ★★★★★
Porte  ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★★
Majestuosidad ★★★★★

Shōdoshima es, después de Awajishima, la más extensa de las islas que emergen en el mar interior de Seto. Su población ronda los 30.000 habitantes. Conocida principalmente por su producción de aceite de oliva y por haber sido escenario de la novela y película Ni-jū-shi no hitomi (inglés: Twenty-Four Eyes), esta isla debería ser visitada también por todo aficionado a los árboles gigantes que se precie. El objeto del viaje será el shinpaku (Juniperus chinensis) del templo de Hōshōin. Partiendo del centro del municipio de Tonoshō, que es el portal de la isla, hay que dirigirse hacia el nordeste por la carretera prefectural. A una distancia de kilómetro y medio, a mano izquierda, se verá la silueta de dicho templo budista.

La especie que aquí llaman shinpaku es más generalmente conocida en japonés como byakushin. Se puede afirmar con rotundidad que este es el byakushin más grande de Japón. No se ha llegado a aclarar si lo conforman tres cepas independientes o si se trata, más bien, de un conjunto de troncos nacidos de una misma raíz. Por las coincidencias de forma que muestran las secciones de los tres troncos en sus partes más próximas se especula con que podría haber sido originariamente un único tronco que, no pudiendo sostener todo el peso de la copa, acabó rajándose y dividiéndose en tres. Tal fue la conclusión a la que llegó un dendrólogo que lo examinó en 2015.

Al no tener un único tronco es difícil hacer una medición exacta, pero en su parte más cercana al suelo, donde todavía no se han separado los troncos, el perímetro llega a los 17,3 metros. Esto dará una idea del descomunal tamaño del árbol. Casi todos sus compañeros de especie que han alcanzado similares proporciones ven cómo sus troncos se secan y su vigor se debilita, pero este ejemplar conserva su salud e incluso diríase que continúa en fase de crecimiento. Es probable que no exista en todo Japón ningún otro ejemplo de una conífera que haya desarrollado una copa tan enorme.

Muchos turistas se acercan al árbol para encontrar alguna de las decenas de formas de especies animales (tortuga, mono, dragón, periquito, tigre, etc) que parecen mimetizarse en su corteza, recorrida en los tres troncos por profundos pliegues.

Una tradición dice que fue plantado por el mismísimo emperador Ōjin, lo cual, de ser cierto, significaría que el árbol tiene como mínimo 1.600 años de edad. Es uno de los nueve árboles exentos considerados monumentos naturales especiales a nivel nacional y un verdadero tesoro para el país. Si hubiera que elegir los tres árboles más grandes de Japón de cualquier especie, este sería uno de los candidatos más cualificados.

El gran alcanforero de Shishijima (prefectura de Kagawa)

Especie: Kusunoki (Cinnamomum camphora), familia Lauraceae, género Cinnamomum)
Dirección: Shishijima 172, Takuma-chō, Mitoyo-shi, Kagawa-ken 769-1109
Perímetro del tronco: 11,64 m.
Altura: 28 m.
Edad (atribuida): 1.200 años
Designado monumento natural de la prefectura de Kagawa
Tamaño  ★★★★★
Vigor   ★★★★★
Porte   ★★★★★
Calidad del ramaje ★★★★★
Majestuosidad  ★★★★

Shishijima es una isla de 3,8 kilómetros de contorno situada a 5,5 kilómetros al noroeste del puerto de Takuma, en la ciudad de Mitoyo (prefectura de Kagawa). Encontraremos allí el gran alcanforero de Shishijima (Shishijima no Ōkusu), que se ha convertido en el gran símbolo de esta minúscula isla.

En su momento de mayor auge la isla, en cuyos mares circundantes hay excelentes caladeros, alcanzó una población de 1.000 habitantes, pero desde el periodo de rápido crecimiento económico conocido como el “milagro japonés” comenzó a despoblarse y hoy en día se dice que apenas viven en ella 10 o 15 personas.

Es, pues, una islita silenciosa, rara vez visitada por forasteros, pero en todos sus rincones pueden verse tableros informativos que nos guían hacia el gran alcanforero, evitando que nos extraviemos, lo cual es de agradecer. Hay que partir del puerto, dejar atrás el viejo caserío y, sin más preámbulo, acometer una dura subida que nos llevará unos 20 minutos a pie. Allí encontraremos el alcanforero, que, con sus grandes ramas que se extienden horizontalmente, semeja una gran mano que estirase los dedos a más no poder. El porte de este árbol es realmente magnífico y en cuanto a vigor tampoco se puede pedir más, pues no presenta ningún hueco. Uno se emociona ante esa figura con la que parece dar la bienvenida al visitante.

Se dice que, hace mucho tiempo, este árbol fue engullido por un corrimiento de tierras y que los terrenos alrededor de su base se elevaron y todavía se elevan cinco metros sobre su nivel original. Con esto el misterio de su extraña forma, con una rama partiendo horizontalmente desde la misma base, puede darse por resuelto. Cabe pensar que antes de aquel corrimiento fuera un árbol todavía más grande que el actual, un árbol que nos habría gustado mucho poder contemplar, porque probablemente estaríamos ante uno de los alcanforeros más grandes del país.

Tanto el árbol como sus inmediaciones son objetos de una esmerada atención y la forma en que se ha conservado el entorno es simplemente conmovedora. Dicen que se afanan en su conservación más de 30 voluntarios, que acuden de los pueblos vecinos. Con sus vistas sobre el mar interior de Seto, que son magníficas, se ha conseguido un paisaje realmente soberbio, en el que el tiempo parece haberse detenido. Un alcanforero que, quien no tenga que estar pendiente de los horarios de los barcos, deseará contemplar horas y más horas.

Texto y fotografías: Takahashi Hiroshi
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