En busca de los árboles gigantes

En busca de los árboles gigantes: 6. Los ginkgos en el otoño tardío

Cultura

Cuando el otoño se acerca a su fin, los ichō (Ginkgo biloba) tiñen de un intenso amarillo los recintos de los santuarios sintoístas, los parques y otros espacios. Para los japoneses, es una especie arbórea muy cercana, pero taxonómicamente hablando es una rareza, sin compañeros de género ni de familia, además de un “fósil viviente” que sobrevivió a las glaciaciones. Salimos en busca de estos árboles de portentosa vitalidad.

Una especie amenazada, pero muy cercana para los japoneses

El ichō (Ginkgo biloba) es una de las especies arbóreas que más familiares resultan a los japoneses. Predilecto a la hora de arborizar parques y bulevares, tiene también una gran presencia entre los gigantes con tratamiento de árboles sagrados en los santuarios sintoístas. El ichō está, pues, perfectamente integrado en el paisaje en el que se desarrolla el día a día de los japoneses.

Se cree que el ichō alcanzó una respetable extensión geográfica por todo el mundo entre la era Mesozoica y el periodo Neógeno de la era Cenozoica, pero que hace aproximadamente un millón de años entró en un lento declive, hasta acercarse peligrosamente a su extinción. Su área original se sitúa en China y aunque no existe unanimidad sobre cuándo fue introducido en Japón, su llegada debió de ocurrir en algún momento entre el inicio del periodo Heian (794-1185) y el fin del periodo Muromachi (1336-1573). Lo más probable es que la especie lleve en Japón entre 600 y 700 años.

El ichō, tal vez un superviviente de las glaciaciones, es un árbol solitario, pues no existen otras especies del mismo género ni otros géneros de la misma familia. Se habla de él como de un fósil viviente. En Japón es tan común que no nos damos cuenta de que en realidad es una especie preciosa, incluida entre las que corren peligro de extinción en el conjunto del mundo. Ciertamente, hasta hace unos 200 años el ichō crecía solo en el Nordeste de Asia, pero actualmente se cultiva en muchos países, por lo que se cree que tarde o temprano abandonará la lista de las especies amenazadas.

El Gran Ichō de Ichōnokikubo (prefectura de Aomori)

Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Aza-Ichōnoki, Dōbutsu, Hashikami-chō, Sannohe-gun, Aomori-ken 039-1201.
Perímetro del tronco: 13,28 m.
Altura: 27 m (medición del autor).
Edad: 1.000 años.
Designado Monumento Natural del Municipio de Hashikami.
Tamaño  ★★★★
Vigor   ★★★★
Porte   ★★★★★
Calidad del ramaje  ★★★★★
Majestuosidad   ★★★★

Durante mucho tiempo este ichō permaneció oculto a los ojos del mundo y ni siquiera aparecía en las conversaciones entre los aficionados a los árboles gigantes. Los datos publicados por el Ministerio de Medio Ambiente decían que el perímetro de su tronco era de 10 metros, pero cuando, en 2001, hice una medición in situ, descubrí que la realidad superaba ampliamente las cifras documentadas, pues el grosor de su tronco resultó ser de 13,28 m, lo cual lo situaba entre los 10 de mayor tamaño del país, según los datos manejados entonces por ese mismo ministerio. No tendré que decir que me apresuré a registrar los nuevos datos y esto dio lugar a que, poco a poco, este ejemplar fuera dándose a conocer.

Lo que extraña es que, habiendo alcanzado estas dimensiones, este árbol no hubiera recibido un nombre hasta hace poco menos de un decenio. Los lugareños se referían a él como “el ichō”. Por lo visto, para ellos no pasaba de ser un gran ejemplar de dicha especie. Su momento le llegó hace ahora unos ocho años, cuando hubo que fijar un nombre oficial para el árbol, que iba a ser designado Monumento Natural Municipal. El municipio se puso en contacto con el Nippara Shinrinkan (Nippara Forest Hall), donde se guardan los datos sobre árboles gigantes del citado ministerio, y entre el encargado del municipio y yo decidimos denominarlo Gran Ichō de Ichōnokikubo. Como se desprende de la existencia de un topónimo como ese (Ichōnokikubo significa “hondonada del ichō”), este árbol ha sido desde antiguo algo así como un símbolo para la comarca. Se dice que, debido a sus abundantes raíces aéreas, que cuelgan del tronco y de las ramas adoptando formas similares a ubres, eran especialmente las madres que daban el pecho a sus bebés quienes se acercaban a él con más devoción.

Por su porte, este ejemplar no le iba a la zaga a ningún otro ichō del país, pero los fuertes vientos que soplaron en 2011 le abatieron una gran rama, que destacaba por su abundancia de raíces aéreas. Es una verdadera pena que el árbol perdiera aquella gran rama que tanto carácter le imprimía, porque con ella perdió también su original silueta.

Pero de la gran rama abatida han nacido brotes y si alguno de ellos sale adelante podría crecer y desarrollarse acoplándose con el tronco principal. De esa forma, quién sabe si llegará un día, dentro quizás de algunos cientos de años, en que este ejemplar sea coronado como el mayor ichō de todo el país.

El Gran Ichō del templo Shōbōji (prefectura de Saitama)

Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Iwadono 1229, Higashimatsuyama-shi, Saitama-ken 355-0065.
Perímetro del tronco: 10.9 m.
Altura: 31 m (medición del autor).
Edad: 700 años.
Designado Monumento Natural del Municipio de Higashimatsuyama.
Tamaño  ★★★★
Vigor   ★★★★★
Porte   ★★★★★
Calidad del ramaje  ★★★★
Majestuosidad   ★★★★

Se trata del ichō de mayor tamaño de la prefectura de Saitama. El templo Shōbōji, de la secta budista Shingon, está situado en la parte oeste de la ciudad de Higashimatsuyama. Con sus 1.300 años de historia, es uno de los templos de más solera de la región de Kantō. Constituye, además, la décima escala en la ruta de peregrinación de las 33 Kannon de Bandō, dentro de la cual se le conoce también como Iwadono Kannon. Situado en una ladera del monte Monomiyama, en la zona montañosa de Chichibu, desde la que puede contemplarse buena parte de la gran llanura de Kantō, es un templo de vistas realmente panorámicas.

Dejando atrás la zona habitada que se formó en torno al templo, donde se conservan algunos edificios muy antiguos, y subiendo unas largas escaleras de piedra, veremos, frente a nosotros, el pabellón que aloja la estatua de Kannon (bodhisattva de la misericordia) y a su lado un ichō de impresionante aspecto, considerado, como decíamos, el mayor de la prefectura de Saitama. Para nuestra sorpresa, contemplaremos un ichō que crece sobre una gran roca de unos tres metros de diámetro. ¿Cómo se las ha arreglado para seguir sano y salvo, sin caerse a ningún lado? Tal vez haya sido plantado por alguien. La pregunta es, entonces, para qué haría una cosa así. Y parece que no fue una única cepa la plantada, sino varias, bien juntas.

Lo más característico de este ichō es que sus raíces quedan al descubierto hasta una altura de unos tres metros. Puede apostarse a que las miradas de quienes lo vean por primera vez se clavarán, ante todo, en la monstruosidad de esas raíces y en su descomunal sensación de volumen. Es como si el propio árbol, alarmado por la sensación de inestabilidad, hubiera primado sobre cualquier otra cosa el desarrollo de sus raíces, que semejan una maraña de serpientes, dándole a este ejemplar masculino de ichō un aspecto de peculiar vitalidad. La fisonomía indómita de estas raíces tiene algo prodigioso que no se encuentra en ningún otro ichō del país y al menos dentro de la región de Kantō podemos decir que es el ejemplar más impactante de su especie.

El momento más propicio para ver amarillear sus hojas es entre la segunda mitad de noviembre y principios de diciembre. Ver un individuo tan grande como este completamente teñido de amarillo es un verdadero espectáculo. Y la alfombra de hojas amarillas que se forma sobre la tierra cuando el fenómeno cromático ha llegado a su culmen es realmente indescriptible.

Al parecer, el templo de Shōbōji ha sufrido varios incendios a lo largo de su historia, pero el ichō ha sobrevivido a todos ellos. De esta especie de árbol se dice que “escupe agua” cuando un fuego lo amenaza. Quién sabe si este árbol no habrá cumplido la función de impedir que las llamas afectasen al pabellón que guarda la imagen de Kannon. Y es que, el que a buen árbol se arrima…

El Ichō de Hōryō (prefectura de Aomori)

Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Aza-Ginnagi 16-2, Hōryō, Towada-shi, Aomori-ken 034-0303.
Perímetro del tronco: 13,48 m.
Altura: 31 m (medición del autor).
Edad: 1.100 años.
Designado Monumento Natural Nacional.
Tamaño  ★★★★
Vigor   ★★★
Porte   ★★★★
Calidad del ramaje  ★★★★
Majestuosidad   ★★★★

Dice la leyenda que este árbol fue plantado para conmemorar la construcción en este lugar del templo de Zenshōji, en el periodo Heian (794-1185), pero hoy en día todo lo que vemos en sus inmediaciones son arbolado y campos de cultivo, sin el menor vestigio que aquellos hechos. Probablemente, la edad atribuida a este ejemplar se haya inferido de tal leyenda.

En 1926, por primera vez, el Ministerio del Interior eligió entre los ichō de todo Japón cinco ejemplares para declararlos monumentos naturales nacionales. El Ichō de Hōryō fue uno de ellos. Para entonces su nombre debía de resonar, pues, por todo el país, favorecido, quizás, por su ubicación cerca de una carretera.

El Ichō de Hōryō ocupa, por el grosor de su tronco, la cuarta posición entre los ichō de todo el país. Aparece también en el listado de los Cien Árboles Famosos del Japón, renovado en 1990, y es, en todo caso, un magnífico representante de su especie en la prefectura de Aomori.

A una altura de siete metros del suelo su tronco se divide en seis grandes ramas que, como es común en los individuos de sexo masculino de su especie, presentan muchas raíces aéreas colgantes, que por su parecido con las ubres de los animales han hecho del árbol, según las leyendas del lugar, objeto de devoción de las mujeres con problemas para amamantar a sus hijos (se le llama “árbol de la teta” o “árbol del que recibir leche”).

Se desconoce la causa, pero los ichō de gran tamaño amarillean más tarde que el resto y este ejemplar no es una excepción. Lo hace a mediados de noviembre, lo cual en la región norteña de Tōhoku puede considerarse un periodo bastante tardío. Todos los años le ocurren cosas como perder las hojas de la parte inferior de la copa antes de que el conjunto se haya vuelto amarillo, o amarillear y quedarse desnudo solo por el lado norte. Tampoco es raro que las primeras nieves le sorprendan antes de amarillear, con lo que puede perder todas sus hojas estando todavía verdes. Todos estos imponderables son causa de gran aflicción entre los aficionados a la fotografía, que lo conocen, por esta razón, como “el ichō más intratable de Japón”. Pero una vez obrada su transformación cromática el amarillo forma un magnífico contraste con el intenso verde de los bosques de cedros japoneses que le sirven de fondo. Una belleza que, como suele decirse, quita el hipo. Quien haya podido contemplar este paisaje aderezado con el toque de color que le aporta este árbol habrá tenido una experiencia inolvidable.

El gran tifón, número 10 de la temporada, que arribó a tierras de Tōhoku el 30 de agosto de 2016 quebró o dañó varias de las ramas más grandes del árbol. La pérdida se extendió al tronco más alto del conjunto, situado en el centro del árbol, y su figura resultó dañada de forma muy ostensible. Se temió que pudiera retirársele la designación de Monumento Natural Nacional, pero el diagnóstico de un dendrólogo reveló que sus funciones vitales básicas no se habían visto afectadas y que no habría lugar a retirársele tal consideración, lo cual nos permitió respirar tranquilos. Durante el mes de noviembre, el árbol fue intervenido “quirúrgicamente” para devolverle su vigor. Solo nos queda desear que recupere cuanto antes su magnífico porte.

Texto y fotografías: Takahashi Hiroshi.

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