En busca de los árboles gigantes

En busca de los árboles gigantes: 10. A la sombra de los cerezos en flor

Cultura

El 80 % de los cerezos sakura que engalanan Japón pertenecen a la especie someiyoshino, que fue creada mediante cruces en épocas históricas recientes. Pero una búsqueda más detenida por el país nos deparará la sorpresa de encontrar enormes cerezos de gran fama que han estado ahí a lo largo de siglos y siglos. La belleza que alcanzan estos ejemplares cuando sus copas se cubren de flores escapa a cualquier posible descripción.

Los japoneses y los cerezos sakura

Antiguamente, los japoneses se valían de la floración de las plantas y de la llegada de las aves migratorias para juzgar en qué momento del ciclo estacional se encontraban y establecer un plan para las labores agrícolas. A estos fines, el cerezo sakura funcionaba como un calendario natural muy eficaz, pues les informaba con gran precisión sobre las pequeñas variaciones de temperatura que se daban cada año. El momento de la floración del sakura, cuyas flores preceden a las hojas, era el criterio más adecuado para juzgar cuándo plantar el arroz.

Esto explica que a lo largo y ancho del país encontremos ejemplares de sakura que son llamados cariñosamente por los lugareños “el cerezo del sembrado” o “el cerezo del trasplante (de los plantones de arroz del vivero al campo)”. Incluso ahora, cuando su función como especie indicadora está llegando a su fin, el sakura sigue siendo objeto de un trato esmerado y respetuoso, lo cual tampoco es de extrañar si pensamos que desde tiempos antiguos esta especie se ha considerado morada de dioses. La costumbre de comer y beber a la sombra de los cerezos en flor tiene su origen en las ofrendas de alimentos y sake que se hacían a los dioses cuando, según se creía, estos descendían de las montañas a las zonas habitadas por los humanos, un rito cuya finalidad era rogar por una buena cosecha.

El sakura, además, ha estado tradicionalmente vinculado a los muertos. Esos sakura que florecen exuberantes en los cementerios de cualquier región del país fueron plantados, en su día, para marcar la existencia de una tumba. Los sakura de mayores proporciones, muchos de ellos centenarios, tienen en muchos casos numerosas tumbas a su alrededor. Por lo visto, en todas las épocas históricas ha habido personas que deseaban dormir el sueño eterno a la sombra de uno de estos árboles.

Esta vez vamos a dejarnos guiar por los sakura gigantes en plena floración para asomarnos a ese misterioso mundo de insondable profundidad.

El Cerezo-Cascada de Miharu-machi (prefectura de Fukushima)

Especie: Shidarezakura (Cerasus spachiana f. Spachiana), familia de las rosáceas, género Cerasus
Dirección: Aza-Sakurakubo 296, Ōaza-Taki, Miharu-machi, Tamura-gun, Fukushima-ken 963-7714 Perímetro del tronco: 7,9 m.
Altura: 19 m.
Edad: 1.000 años
Designado Monumento Natural Nacional Tamaño ★★★★★
Vigor    ★★★★
Porte    ★★★★★
Calidad del ramaje ★★★★
Majestuosidad    ★★★★★

El municipio de Miharu-machi, en la zona central de la prefectura de Fukushima, es un vergel donde florecen al unísono ciruelos, melocotoneros y cerezos sakura. El significado de la palabra miharu es “tres primaveras” y, efectivamente, es como si tres primaveras ocurrieran simultáneamente. Y el mejor representante de esa belleza floral es el cerezo conocido como el Takizakura o Cerezo-Cascada. Este ejemplar se considera uno de los integrantes de la trinidad de grandes cerezos sakura de Japón, junto al Usuzumizakura de Gifu y al Jindaizakura de Yamanashi. Y entre los shidarezakura (Prunus pendula) del país, se jacta de ser el de mayor tamaño.

Las ramas de esta especie de sakura describen una suave curva descendente en todas las direcciones, y sobre esa pendiente parecen deslizarse sus rosadas flores como si de una cascada se tratase. Su nombre está, pues, perfectamente justificado. Durante su periodo de floración, a mediados de abril, visitantes llegados de todo Japón se congregan a su alrededor, en número que algunos años supera los 200.000. Cuando la floración es plena, el árbol permanece iluminado por las noches, adquiriendo un aspecto fantástico que no puede verse durante el día.

Sakurakubo, nombre de la zona donde se encuentra el árbol, significa “hondonada del cerezo”, reflejando muy bien la topografía del lugar, que tiene forma de un suave cono vuelto del revés. Esta ubicación le reporta protección frente a los fuertes vientos y un buen drenaje de agua. Y nada impide que el árbol reciba también una buena insolación. Tampoco hay que olvidar que su ubicación es la ideal debido a que, estando más bajo que el resto, le llegan fácilmente los nutrientes aportados por los campos de labranza de las cercanías. El Cerezo-Cascada está rodeado por un camino que lo circunda y permite disfrutar de su belleza desde todos los ángulos. Cuando uno penetra bajo sus ramas péndulas, aproximándose desde el acceso frontal, tiene la sensación de estar entrando realmente bajo una cascada.

Si en 2002 un tifón causó daños en su ramaje, en 2005 fueron las copiosas nevadas las que se cebaron en él aunque, por suerte, no afectaron demasiado a su porte. Hoy en día sigue teniendo una figura de gran belleza y elegancia.

En Miharu-machi hay muchos otros cerezos sakura, en total cerca de 10.000. Unos 2.000 son shidarezakura y de ellos se dice que son “descendientes” del Cerezo-Cascada. En 1990 el conjunto de los shidarezakura de Miharu-machi fue incluido en la selección de los 100 paisajes con cerezos sakura más bellos de Japón. Y siendo el conjunto de este municipio lo que fue objeto de tal reconocimiento, es una verdadera pena que muchos grupos de visitantes dejen Miharu-machi habiendo visto solo el Cerezo-Cascada.

El Cerezo de Yoshitaka (prefectura de Chiba)

Especie: Yamazakura (Cerasus jamasakura), familia de las rosáceas, género Cerasus.
Dirección: Yoshitaka 930, Inzai-shi, Chiba-ken 270-1603 Perímetro del tronco: 6,85 m.
Altura: 10,6 m.
Edad: Más de 300 años (según panel explicativo)
Designado Monumento Natural Municipal Tamaño ★★★★
Vigor    ★★★★★
Porte  ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★★
Majestuosidad  ★★★

Los cerezos sakura catalogados como árboles gigantes son, en su gran mayoría, de la especie edohigan (Cerasus spachiana var. spachiana forma ascendens), y el Cerezo de Yoshitaka es la excepción que confirma la regla. Se trata de un yamazakura (Cerasus jamasakura) gigante conocido principalmente en círculos de entendidos. La especie yamazakura, al igual que la edohigan, es muy longeva y algunos ejemplares llegan a los mil años.

Este ejemplar, ubicado en la comarca de Hokusō (norte de la prefectura de Chiba), es todavía joven y tiene una gran vitalidad. Su copa se recubre de bellas flores rosadas con un retraso aproximado de una semana con respecto a los sakura de la especie someiyoshino que lo rodean. La especie yamazakura desarrolla hojas casi simultáneamente a la floración, por lo que no es fácil ver las copas de estos árboles completamente tomadas por las flores, algo que solo es posible durante un corto periodo de unos dos días. Algunos lo llaman “sakura del milagro” precisamente por lo difícil que es disfrutar del espectáculo de una floración plena y limpia. Se cuenta que, cuando se aproxima este momento, los alrededores del árbol están permanentemente copados por fotógrafos decididos a no dejar pasar la oportunidad.

El Cerezo de Yoshitaka crece dividido en varios troncos desde la raíz y su porte se caracteriza por la gran extensión que alcanzan sus ramas. Su copa está muy bien formada, a modo de semiesfera sin ningún defecto visible, y cuando se cubre de flores el observador cree estar ante una pequeña colina rosada. Debido quizás a que se encuentra en medio de un campo sin otros árboles demasiado cerca, no ha tenido competencia y ha podido crecer a sus anchas, recibiendo a placer la luz solar. Lo imponente de su figura y el tono ligeramente apagado de su flores le dan a este árbol un aire distinguido y un atractivo muy especial.

El campo en el que se alza aparece en esta época del año cubierto por amarillas flores de colza, un contraste también muy bonito. Y el árbol, al ser un ejemplar aislado, puede contemplarse desde todos los ángulos. Todo este campo está circunvalado a cierta distancia por una senda turística y se han tomado medidas para proteger el árbol, como regular el acceso en vehículo durante la floración del mismo. Un yamazakura gigante que va a ser objeto de creciente atención.

El Daigozakura (prefectura de Okayama)

Especie: Edohigan (Cerasus spachiana var. spachiana forma ascendens), familia de las rosáceas, género Cerasus
Dirección: Bessho 2277, Maniwa-shi, Okayama-ken 719-3157
Perímetro del tronco: 7,6 m.
Altura: 18 m.
Edad: 700 años
Designado Monumento Natural Prefectural Tamaño ★★★★
Vigor    ★★★
Porte  ★★★★
Calidad del ramaje ★★★
Majestuosidad  ★★★★★

Bessho, el lugar en que se yergue el Daigozakura, es una aldea de montaña situada entre Ochiai y Katsuyama, una zona con muchos atractivos naturales, como las colonias de katakuri (Erythronium japonicum) que cubren las montañas próximas o la cascada de Shiodaki, con una caída de 41 metros. En los alrededores hay, además, muchos cerezos sakura de renombre, siendo esta especie la que imprime carácter al poblado.

El paraje se encuentra a unos 30 minutos en automóvil desde el centro de la localidad de Ochiai-chō. Ascendiendo por la larga cuesta que lleva hasta el poblado de Kichinenji aparecerá ante nuestros ojos una colina que parece moldeada ex profeso para servir de pedestal a este árbol. El Daigozakura se alza majestuoso en el mismo centro de la cima de la colina. El árbol entra en escena de una forma muy impactante, con esa figura tan magnífica de la que parece jactarse y el macizo montañoso de Chūgoku como telón de fondo. Es un ejemplar con una belleza y una fuerza que no desmerecen en nada el escenario en el que se halla, un edohigan gigante al que se coincide en atribuir una edad de 700 años, aunque los lugareños aumentan el cómputo hasta 1.000 y le llaman cariñosamente el “Gran Sakura”.

El nombre Daigozakura tiene su origen en una tradición según la cual el emperador Godaigo (años finales del periodo Kamakura, 1185-1333), cuando se dirigía a su destierro en la isla de Oki, pasó por esta región y quedó prendado de este árbol. La leyenda corrió de boca en boca y la fama de que en las montañas de Okayama se erguía el “Daigozakura” se extendió por todo el país. El resultado es que cada año, cuando florece este árbol, el lugar se llena de visitantes.

Suele ocurrir hacia el 10 de abril. Resulta admirable la forma en que los lugareños facilitan las cosas a los visitantes: hasta la estrecha carretera de montaña que conduce al lugar se hace para estas fechas de sentido único. Por la noche se activa la iluminación del árbol, que traslada al visitante a otra dimensión. Recomendamos la visita nocturna a quienes deseen disfrutar de un momento de tranquilidad y misterio.

El Daigozakura se ha integrado perfectamente en la vida de los lugareños y actúa como dios protector del lugar. Parece que, más que acondicionar el lugar para darle apariencia de parque, como se ha hecho en otros casos, se ha preferido conservar la naturaleza circundante tal como estaba. Podemos decir, sin duda, que es uno de los cerezos sakura más impresionantes de la mitad occidental del país.

Texto y fotografías: Takahashi Hiroshi.

Ecología naturaleza Cerezos