Una madre mexicana habla en Japón sobre los secuestros en una región azotada por el narcotráfico

Sociedad

Lucía Díaz, una madre mexicana de 63 años y representante del Colectivo Solecito Veracruz formado por familias que buscan a sus seres queridos desaparecidos, se encuentra en Japón para hablar del problema de la guerra contra el narcotráfico en México, donde continúa la búsqueda de su hijo, secuestrado en 2013. “Quiero que se conozca la realidad de México”, destaca Lucía. Los familiares de los secuestrados han continuado exigiendo lo mismo a los secuestradores en los últimos cinco años –“Vivos se los llevaron. Vivos los queremos.”–, a través de manifestaciones y trabajando en excavaciones ante la posibilidad de que sus cuerpos pudieran haber sido enterrados.

Las fuerzas del orden no hacen su trabajo

La representante del colectivo, que habló con la agencia de noticias Jiji el pasado 25 de agosto en Tokio, ofrecerá charlas en Tokio, Kioto y Osaka hasta el próximo 6 de septiembre. Su hijo, que regentaba junto a otras seis personas una empresa de eventos en la ciudad de Veracruz, tenía 29 años cuando desapareció. El día del secuestro se encontraba enfermo y se había quedado durmiendo, pero eso no impidió que varias personas irrumpieran en su casa y se lo llevaran.

Lucía asegura que las primeras investigaciones del cuerpo especial de la policía que lleva el caso sugieren que se ha confirmado la intervención de uno de los empleados de la empresa de eventos en la venta del teléfono móvil de su hijo, aunque “hasta el momento ni una sola persona ha sido arrestada”. Además, se lamenta de que, aunque pagó el rescate y entregó su automóvil y motocicleta como se le exigió, su hijo aún no ha regresado.

Después de que dicho cuerpo especial se retirara del caso, la policía no se mueve. La vida de Lucía, que trabajaba como intérprete de inglés, ha cambiado por completo. Pide que se investigue, pero siempre le cierran la puerta en las narices. No obstante cuenta con el apoyo de los familiares y conocidos de otros desaparecidos en las mismas circunstancias, ocho personas junto a las que creó el Colectivo Solecito. Desde su fundación más familias que no saben a quién acudir se han unido a través de internet a este colectivo, que logró reunir a 40 personas en apenas dos meses.

“Si no tenemos una ayuda económica para nuestras actividades no podemos hacer nada”, explica Lucía en relación con la difícil realidad que viven. “Hay familias que han perdido al padre que era el que tenía un empleo, y personas que ni siquiera pueden comprar el boleto de autobús para venir a las reuniones”. Además de reunir donaciones, el colectivo en el que participa Lucía vende tacos y otros alimentos en puestos en los festivales, parques y zonas costeras para reunir fondos. Ahora administran tres tiendas de ropa de segunda mano para conseguir más dinero y ofrecen asesoramiento a personas con familiares desaparecidos. En la actualidad son unos 250 miembros.

300 personas desenterradas de una fosa clandestina

En mayo de 2016 Lucía y el resto de los miembros del colectivo se encontraban preparando una manifestación en el centro de la ciudad de Veracruz cuando un hombre se acercó en un auto y les entregó una copia de un mapa. “Sucedió tan rápido que no pudimos verle la cara”, cuenta Lucía. En el mapa habían dibujado una cruz, por lo que inmediatamente pensaron que podría tratarse de la fosa secreta donde habían sido enterrados los desaparecidos.

“Solo quiero encontrar a mi hijo. No estoy presionándoles para que detengan a los criminales”, asegura Lucía intentando persuadir a la policía, que no colabora. Después de obtener el permiso de las autoridades tras dos meses de espera, las excavaciones comenzaron en la zona que marca el mapa en la colina de Santa Fe, en el extrarradio de Veracruz. Hasta ahora se han encontrado cerca de 300 cadáveres, pero se cree que hay muchos más. El colectivo continúa en la actualidad realizando excavaciones.

En México no les queda más remedio que depender de las autoridades para los análisis de ADN. Lucía pide ayuda a Japón en este punto ante el lento progreso de las autoridades mexicanas.

Solo se ha comprobado la identidad de 15 de las personas desenterradas hasta el momento, aunque los familiares de apenas 5 de ellas habían denunciado la desaparición a la policía. Lucía siente que en general “todo lo que se le dice a la policía llega a los oídos de las organizaciones criminales, y por eso el 70 % de los familiares de los desaparecidos no denuncian”. A juzgar por las cifras, esta parece ser la realidad.

Lucía Díaz, del Colectivo Solecito que reúne a los familiares de los desaparecidos en el estado de Veracruz, en el este de México, muestra una fotografía de su hijo.

Excavaciones en el estado de Veracruz, donde se cree que se encuentra la fosa clandestina donde fueron enterrados los desaparecidos. La fotografía es del 22 de marzo (por cortesía de Yamamoto Akiyo, miembro de la ONG Red de Cooperación Mutua entre Japón y America Latina).

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