¿Primero el apellido? Así escribimos los nombres japoneses en Nippon.com

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El ministro de Asuntos Exteriores Kōno Tarō sugirió a los medios internacionales que escribiesen los nombres japoneses en el orden original del país, algo que ha despertado cierto debate. ¿Por qué en Nippon.com escribimos “Kōno Tarō” y no “Tarō Kōno”?

Cuando editamos los textos que publicamos en Nippon.com, nuestro objetivo es que sean claros, informativos y consistentes. Para asegurar esa consistencia en nuestras publicaciones a lo largo de un proceso en el que intervienen varias personas para la traducción, corrección, edición y revisión, hemos establecido una serie de normas de estilo que pedimos sean tenidas en cuenta en todo momento.

Estas reglas han sido heredadas y actualizadas mucho antes de que Nippon.com apareciese en la red en 2011. Eran nuestra guía de edición en Japan Echo, nuestra anterior encarnación como editores de dicha revista. Desde 1974 hasta 1979, estas normas nos indicaban que debíamos escribir los nombres japoneses del mismo modo que en Occidente, siguiendo la costumbre de poner el nombre de pila primero. No obstante, en el número 1 del volumen 7, la edición de primavera de 1980, cambiamos esta norma para poner primero el apellido, al igual que lo hacen los japoneses. (Los editores son de naturaleza conservadora, y una vez que deciden hacer algo de un modo concreto, cuesta bastante convencerles para que lo hagan de otra manera.)

La edición de primavera de 1980 de Japan Echo marcó un cambio en la regla que habíamos seguido hasta finales de 1979 (en la parte baja, un número especial de ese año).
La edición de primavera de 1980 de Japan Echo marcó un cambio en la regla que habíamos seguido hasta finales de 1979 (en la parte baja, un número especial de ese año).

Esta norma ha sido bastante comentada en mayo de 2019 después de que el ministro de Asuntos Exteriores Kōno Tarō declarara, en una rueda de prensa celebrada el 21 de mayo, que esperaba que los periodistas internacionales que escriben sobre Japón en otros idiomas adoptaran el orden japonés, con el apellido primero, al igual que hacen con los nombres chinos, coreanos y de otras culturas que así lo hacen. “Muchos medios de comunicación internacionales ya escriben sobre el presidente chino Xi Jinping y el presidente surcoreano Moon Jae-in; lo ideal sería que también escribiesen Abe Shinzō”, expresó refiriéndose al primer ministro japonés.

¿Se debe seguir esta norma?

Esta propuesta ha sido recibida con una división de opiniones en la comunidad angloparlante hasta ahora. Los investigadores que están acostumbrados a escribir artículos académicos sobre Japón, donde por lo general se sigue ya esta norma, consideran que es lo que debería hacerse. (En la oficina de Nippon.com nosotros también nos incluimos en este grupo. Si no es Jong-un Kim en Corea del Norte o Ing-wen Tsai en Taiwán, entonces la consistencia dice que no deberíamos decir que Tarō Kōno es el que se dirige a los periodistas en la sala de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores). En la Hoja de Estilo de Japón, un PDF gratuito y un libro a la venta de inmenso valor para las personas que escriben en inglés sobre este país, la Sociedad de Escritores, Editores y Traductores radicada en Japón propone lo siguiente: “Aconsejamos el uso del orden japonés para los nombres—el apellido primero y el nombre después—bajo el principio de que, a pesar de que los líderes de la era Meiji trataron de acomodarse a Occidente, los japoneses deben tener la misma libertad que los chinos y los coreanos para presentar sus nombres en su orden natural”. La revista académica Monumenta Nipponica concuerda con esto. En su hoja de estilo, también disponible en internet, asegura: “En general, siga la práctica habitual para los nombres japoneses poniendo primero el apellido, ya sea citando una obra en japonés o en inglés. No obstante, cuando cite una obra de una persona no japonesa con un nombre japonés, o de un japonés que realiza su labor principalmente en el extranjero (o que publica fundamentalmente en inglés), adopte la fórmula utilizada en la obra en cuestión”.

La elección de los editores

Esta excepción que incluye Monumenta Nipponica en sus normas es una de las diferencias con nuestras reglas de estilo: nosotros escribimos sobre Ono Yōko, por ejemplo, en lugar de utilizar el estilo occidental por el que ella es más conocida en todo el mundo. Pero que existan estas diferencias es algo clave. No existe un único estilo correcto de escritura. Nuestro estilo en inglés se basa principalmente en el Manual de Estilo de Chicago, pero para clientes concretos seguimos el Libro de Estilo de Associated Press en su lugar, lo que nos obliga a omitir la llamada coma de Oxford (Nota del editor: en español se siguen fundamentalmente las recomendaciones de la Real Academia Española, el Diccionario Panhispánico de Dudas y la Fundación del Español Urgente o Fundéu).

Nosotros mantenemos los nombres japoneses en el orden japonés y ponemos macrones en las palabras japonesas para indicar las vocales largas. Hemos elegido esto para asegurar un estilo editorial consistente en todo nuestro sitio. Otros autores optan por fórmulas distintas. El ministro de Asuntos Exteriores Kōno puede sugerir a los medios que se animen a adoptar esta norma, pero no parece que la prensa mundial vaya a apresurarse a cambiar. El Gobierno de Japón tiene de hecho el poder para establecer esta regla en sus propias publicaciones—no nos sorprendería ver que los sitios web oficiales y los libros blancos comenzaran a poner los apellidos primero en los próximos años—pero esto no garantiza que los periodistas vayan a seguir la tendencia. Y de hecho, el Gobierno no puede obligarles a adoptar esta norma para asegurarse de que se cumple.

Me sorprende por tanto la preocupación con la que algunos han reaccionado a las declaraciones de Kōno. La cobertura del diario The Guardian parece presentarlo como parte de una deriva derechista en la política japonesa: “Hay quien considera que esta petición es parte de un movimiento liderado por Abe, un conservador, para demostrar que hay una creciente confianza en la propia cultura e historia de Japón”. El diario The New York Times escribió algo similar, destacando que la propuesta de este deseado cambio surge en un momento en el que “el Gobierno japonés está simultáneamente alimentando un renacimiento del nacionalismo y liderando un esfuerzo para atraer a más extranjeros a medida que la población japonesa se reduce”.

Por otra parte, en las redes sociales algunos usuarios mostraron su oposición a esta propuesta con argumentos como “El Gobierno japonés no tiene derecho a decirle a los angloparlantes cómo deben comunicarse en su idioma”, o “Seguramente este no es el asunto más importante sobre el que el ministro de Exteriores debe preocuparse”. (No lo es. En la rueda de prensa se cubrió la cuestión de Corea del Norte, los Territorios del Norte, la visita del presidente estadounidense Donald Trump a Japón y la publicación del Libro Azul de la Diplomacia. Pero un periodista del Yomiuri Shimbun preguntó sobre el orden de los nombres y el ministro respondió a dicha pregunta.)

Quedándonos con lo más cómodo

El argumento más convincente contra este cambio es, con sinceridad, el que afirma que “A esto es a lo que estamos acostumbrados”. Los editores son de naturaleza conservadora, como hemos dicho antes. Los autores occidentales han escrito los nombres japoneses con la fórmula nombre + apellido durante más de un siglo debido en gran medida a los propios japoneses, que abogaron por esta práctica para adoptar un estilo más moderno e internacional cuando el país estaba inmerso en una época de cambios durante las eras Meiji y Taishō. Y muchos japoneses siguen cambiando el orden de sus propios nombres cuando se presentan en inglés, francés, alemán u otros idiomas porque “es lo que se hace en el extranjero”. Una tradición que se ha asentado durante un largo tiempo difícilmente va a desaparecer porque lo desee un ministro.

Pero aun así, el nombre de este ministro es Kōno Tarō, y no Tarō Kōno. Sus padres se lo pusieron en ese orden; aparece de esa forma en su certificado de nacimiento y en cada documento oficial que ha recibido en su país desde entonces. Él, y otros que comparten su idea sobre el orden adecuado para los nombres, tienen todo el derecho a pedir a las personas que hablan sobre ellos que utilicen ese mismo orden.

Por otra parte, estamos en nuestro derecho de decidir si aceptamos esa propuesta o si la ignoramos y continuamos con los estilos y las normas de escritura a los que estamos acostumbrados. Pero nuestras reglas también cambian. ¿Quién sabe? En las próximas décadas podríamos ver cómo en la prensa internacional se adopta este cambio en el orden de los nombres que nosotros ya realizamos en 1980.

(Traducido al español del original en inglés.)

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