Editorial 2

Política

Una nueva administración, dirigida por el primer ministro Noda Yoshihiko del Partido Democrático de Japón (PDJ), asumió el cargo el 2 de septiembre. Según los resultados de una encuesta realizada por el periódico Yomiuri Shimbun cuando Japón estrenaba gobierno, éste contaba con un apoyo inicial del 65% (encuesta realizada los días 2 y 3 de septiembre, y publicada el día 4). Otra encuesta del periódico Mainichi Shimbun mostraba un porcentaje de apoyo algo menor: el 56% (aparecida en el Mainichi Shimbun el día 4 de septiembre); pero incluso ésta era mucho mayor que los desastrosos números que soportó el gabinete del predecesor de Noda, Kan Naoto, según una encuesta del mismo periódico publicada el 22 de agosto.

No obstante los resultados como éstos son susceptibles de cambio. Lo que preocupa más es la pérdida de la confianza en el gobierno por parte del público. Por ejemplo, una encuesta del Yomiuri Shimbun del 3-4 de septiembre, publicada en la edición matutina del día 10, pedía a los encuestados que valoraran diversos organismos y grupos teniendo en cuenta su actuación al responder al Gran Terremoto del Este de Japón, en marzo; las Fuerzas de Autodefensa lograron una valoración positiva, del 82%, seguidas por los voluntarios (73%), los bomberos (52%), los gobiernos locales de las zonas afectadas (42%) y la policía (40%), pero la cifra para el gobierno era de tan solo un 6%, y la de la Dieta Nacional un 3%. Si consideramos que el primer ministro Kan parecía más interesado en prolongar su control sobre el poder que en afrontar el desastre, estos resultados no son sorprendentes. Pero con un nivel tan bajo de confianza pública será extremadamente difícil para cualquier gobierno emprender iniciativas políticas valientes sobre temas en los que la opinión pública esté dividida, como la participación en las negociaciones del TPP (Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, más conocido como P4) y la reforma combinada de los sistemas de seguridad social e impuestos.

Esta dificultad se hizo aparente durante el primer mes en que la administración Noda se hizo cargo. El 27 de septiembre miembros del PDJ, en reunión plenaria del Comité de Investigación del Sistema de Impuestos del partido, se pusieron de acuerdo en un conjunto de aumentos temporales de impuestos para ayudar a financiar los esfuerzos de reconstrucción, incluyendo aumentos del impuesto sobre la renta, el de sociedades (sobre la renta de las empresas), el municipal y el impuesto sobre el tabaco durante periodos de entre tres y diez años. Pero llegar a esta decisión no fue un asunto fácil.

El 16 de septiembre la Comisión de Impuestos del gobierno se decidió por un par de propuestas que enviar al gobierno y los partidos gobernantes que se centraban en aumentos de los impuestos de la renta y a sociedades. Según informes de los medios, la comisión de hecho preparó tres propuestas, pero cuando el ministro de Finanzas, Azumi Jun, informó de las mismas al primer ministro Noda, éste le ordenó que excluyera una propuesta que pedía un aumento en el impuesto sobre el valor añadido, ya que se había decidido de antemano aumentar este impuesto para financiar la seguridad social, y el PDJ lleva en su seno una fuerte corriente de oposición a esa medida. A pesar de este intento de Noda por aplacar a los miembros de su propio partido, la reunión plenaria del Comité de Investigación del Sistema de Impuestos del PDJ, convocada el 26 de septiembre para buscar la aprobación de las propuestas del gobierno, produjo un estrépito de voces contrariadas, y se tuvo que posponer la decisión final hasta el día siguiente.

Según una encuesta del Mainichi Shimbun, publicada el 4 de septiembre, el 53% de los encuestados aprobaban la idea de aumentar el impuesto de consumo y otros impuestos para conseguir el líquido necesario para la seguridad social y la reconstrucción tras el desastre de marzo, pero una minoría sustancial, del 43%, se oponía. Debido a esta controversia en la opinión pública no es de extrañar que las opiniones sobre la reforma tributaria estén fuertemente divididas dentro del PDJ. Pero a la vista de la resistencia que la administración afrontó por parte de miembros del PDJ, incluso por las medidas relacionadas con el desastre, no puedo dejar de preocuparme por las posibilidades de una reforma conjunta de la seguridad social y los impuestos. A finales de junio el gobierno y los partidos en el poder se pusieron de acuerdo en un plan de reforma combinada que incluía una subida en el impuesto sobre el valor añadido. El gobierno planea presentar a la Dieta un proyecto de ley relacionado con este aumento el próximo año, que supondrá pasar de un 5% a un 10%, a ser implementado en fases antes de mediados de la presente década. Pero la confianza pública en el gobierno y la legislación está a la altura del betún, como ya se ha dicho, y las próximas elecciones generales para la cámara baja se acercan. La pregunta es si la administración Noda podrá mantener un compromiso fuerte y consistente con esta agenda para la reforma combinada, en este contexto tan difícil.

Sucesos interesantes en Myanmar

Recientemente hemos visto una serie de sucesos notables en Myanmar (Birmania). Este país ha estado bajo control militar desde el golpe de estado de 1988, pero en noviembre del año pasado se celebraron elecciones generales, y la nueva legislatura convocada eligió a Thein Sein como presidente el 4 de febrero. Inicialmente la transferencia de poderes a un gobierno civil se veía como un mero teatro. Casi el 80% de los escaños de la recién elegida legislatura los poseía el partido Unión, Solidaridad y Desarrollo (USDP), el partido del bando de la junta militar, y el nuevo presidente había servido como primer ministro bajo el régimen militar. Pero el Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo (SPDC), que había actuado como organismo supremo de toma de decisiones para la junta militar, se disolvió, y para agosto se había hecho evidente que el General Than Shwe, anterior cabeza del Consejo, se jubilaría.

Otros eventos de interés han ocurrido junto con ese cambio de liderazgo en el gobierno. A finales de mayo Thein Sein visitó China, su primer viaje fuera del marco de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) desde que asumió su cargo como presidente. El presidente chino Hu Jintao y él accedieron a mejorar la relación entre sus dos países para lograr una asociación estratégica integral que expandiera su cooperación en áreas como energía, electricidad e infraestructura de transportes.

Desde 1988 China ha proporcionado grandes cantidades de ayuda económica y militar a Myanmar, y recientemente ha implementado muchos proyectos importantes de cooperación económica. Por ejemplo, hasta 2010 las empresas chinas participaron en 63 proyectos de desarrollo hidroeléctrico por todo el país, y se ha comenzado la construcción de oleoductos y gaseoductos, y una autopista, que unan Kunming, capital de la provincia de Yunnan, China, con el puerto de Kyaukpyu, en la costa de Myanmar en el Océano Índico. En enero de este año el total acumulativo de las inversiones directas de China en Myanmar llegó a los 9.600 millones de dólares (unos 740.000 millones de yenes); así, China ha superado a Tailandia como la mayor fuente de inversiones para Myanmar. El comercio bilateral del año pasado ascendió a 4.400 millones de dólares (340.000 millones de yenes), un 50% más que el año anterior. Así que era natural que el nuevo presidente eligiera China como primer destino en su diplomacia bilateral.

No obstante, algunas cosas inesperadas han ocurrido mientras tanto. En abril Myanmar declaró su candidatura a la presidencia de la ASEAN para 2014. Myanmar había sido designada para ocupar la presidencia de ASEAN en 2006, pero tuvo que renunciar el puesto bajo presión de otros miembros de ASEAN, preocupados por la idea de que los países occidentales boicotearan los foros que ASEAN presentaba, de haber presidido Myanmar. Para que Myanmar asuma la presidencia de la asociación deberá producir resultados sustanciales en el área de la reforma política, sin olvidar la liberación de prisioneros políticos. El anuncio de su candidatura señaló la disposición del nuevo gobierno a tomar tales medidas. En agosto el presidente Thein Sein se reunió con Aung San Suu Kyi, símbolo del movimiento democrático de Myanmar, y desde entonces las conversaciones entre el gobierno y ella han progresado considerablemente. El 30 de septiembre se reunió con el Ministro de Trabajo, Aung Kyi, quien declaró después que habían tratado un plan para conceder amnistía a los prisioneros políticos. Ese mismo día el presidente Thein Sein informó a la legislatura de que el gobierno había decidido suspender la construcción de la presa hidroeléctrica Myitsone, un proyecto de 3.600 millones de dólares (277.000 millones de yenes) que se estaba llevando a cabo con ayuda china en el río Irrawaddy, en el estado de Kachin. Esta decisión de archivar el proyecto, que ha encontrado una fuerte oposición a nivel nacional debido al traslado al que se obligaba a más de diez mil personas, mostró un gobierno que daba preferencia a la reconciliación nacional antes que a la cooperación económica de China.

Es evidente que la administración de Thein Sein se está concentrando en reconciliarse con las oposiciones locales y en fomentar el crecimiento económico para mejorar la calidad de vida de la nación, para lo cual busca, de alguna manera, la forma de mejorar las relaciones con la comunidad internacional con el fin de que las naciones occidentales le levanten las sanciones económicas impuestas. Y recientemente la economía ha ido mejorando. Para empezar, las inversiones extranjeras directas se han disparado, alcanzando casi los 20.000 millones de dólares (1,5 billones de yenes) en 2010, una cifra mayor que el total acumulativo de los años que van desde 1988 hasta 2009 (16.000 millones de dólares). Myanmar también se ha embarcado en proyectos de cooperación económica con otros países, además de China. El mejor ejemplo es el desarrollo de Dawei, una ciudad en el sur de Myanmar. El masivo proyecto, de un coste total de 58.000 millones de dólares (4,5 billones de yenes), tiene como objetivo crear un puerto que sirva como portal de entrada al Océano Índico para un corredor este-oeste que una Myanmar con Tailandia, Camboya y Vietnam; los planes también preveen invitar a que las empresas instalen fábricas tales como las de industria química pesada.

El nuevo gobierno de Myanmar, como los de muchos otros países del este asiático, parece haber identificado así el crecimiento económico como su principal prioridad política. Y para tener éxito en esta área necesita que los países occidentales levanten sus sanciones, mejorar las relaciones con la comunidad internacional y buscar la cooperación económica con Japón y otros países. Este paquete de medidas también servirá para prevenir que Myanmar se haga demasiado dependiente de China.

China está decidida a encargarse de la cooperación económica con sus vecinos del sur, centrándose en la llamada Subregión del Gran Mekong, donde está involucrada en la construcción de autopistas y ferrocarriles de alta velocidad, el desarrollo de fuentes energéticas hidroeléctricas, y la implantación de redes eléctricas de transmisión. La provincia de Yunnan, en China, ya se ha convertido en el centro de un grupo de vínculos estilo hub-and-spoke (sistema de conexiones con forma de radios de rueda) con Vietnam, Tailandia y Myanmar. Pero por el bien de la integración de los mercados regionales y el desarrollo económico, estos países del sudeste asiático deben también desarrollar sus vínculos este-oeste.

Como ya se ha dicho, Myanmar ha sufrido sanciones económicas impuestas por naciones occidentales desde 1988, pero recientemente ha habido señales de cambio en esta área también. El 29 de septiembre el ministro de Relaciones Exteriores de Myanmar, Munna Waung Lwin, se reunió en Washington con oficiales del gobierno estadounidense, Kurt Campbell (secretario adjunto del Departamento de Estado, encargado de Asuntos del Este Asiático) y Derek Mitchell (enviado especial y coordinador político para Myanmar) entre ellos. Si el gobierno de Myanmar da pasos concretos para implementar la reforma política, incluyendo la liberación de prisioneros políticos, los Estados Unidos y otros países podrían decidirse a levantar sus sanciones.

En resumen, ha surgido una gran oportunidad de cambio en Myanmar. Es un desarrollo positivo, por tanto, que el ministro de Relaciones Exteriores, Genba, anunciara la reanudación de la ayuda japonesa a Myanmar, a partir de mediados de octubre.

(Traducido al español del original en japonés)

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