Editorial 15

Política Economía

Japón celebró el 16 de diciembre de 2012 elecciones generales, en las que se renovó la Cámara Baja de la Dieta. Tal como se preveía, el Partido Liberal Democrático (PLD) consiguió una gran victoria, haciéndose con 294 escaños, que sumados a los 31 obtenidos por su tradicional socio, el Partido Nuevo Kōmeitō, dieron un total 325, lo cual representa más de dos tercios de los 480 escaños de que se compone la cámara. Estos dos partidos están, por tanto, en condiciones de retomar el poder. Por su parte, el hasta ahora gobernante Partido Democrático de Japón (PDJ), que partía con 230 asientos, se queda en tan solo 57, en una debacle que ha dejado fuera de la Cámara al secretario en jefe del gabinete, Fujimura Osamu, a otros siete miembros del mismo y al vicepresidente del partido, Sengoku Yoshito. Una vez más se han hecho sentir los devastadores efectos del sistema electoral de distritos electorales unipersonales, por el que se decidieron 300 de los 480 escaños. Con este sistema, el partido más votado en cada distrito anula a sus competidores como hace el vencedor en el juego del Otelo (reversi) al voltear todas las fichas de su contrincante. Además, en estas elecciones, el recientemente creado Partido para la Restauración de Japón, que cuenta con las carismáticas figuras del actual alcalde de Osaka, Hashimoto Tōru, y del exgobernador de Tokio Ishihara Shintarō, se ha convertido en la tercera fuerza política de la cámara, con 54 escaños.

Tal como expresó el presidente del PLD, Abe Shinzō, la victoria no significa que este partido haya recuperado completamente la confianza del electorado, pues en gran medida ha sido consecuencia del profundo desencanto que han dejado los algo más de tres años de gobiernos del PDJ. Pero, al mismo tiempo, se ha debido también a las expectativas que ha creado el pragmatismo conservador del PLD.

Energía nuclear y subida impositiva: se impone el realismo

En estas elecciones han sido sometidos a debate principalmente temas como la postura ante las centrales nucleares, la subida del impuesto sobre el consumo, el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) y las obras públicas, y los comicios han supuesto una elección de hecho en cuanto a esos temas. Para saber en qué ha consistido esa elección, no hay más que mirar a los partidos que han sufrido un descalabro.

Entre ellos, se produce una absoluta coincidencia en haberse posicionado en contra de la energía nuclear, en contra de la subida del impuesto sobre el consumo y en contra también de la participación de Japón en las negociaciones para el TPP, así como de utilizar una vez más las obras públicas para impulsar la actividad económica. El Partido del Mañana de Japón (Nippon Mirai no Tō), el Partido Comunista de Japón y el Partido Socialdemócrata, que nos hacen pensar que habrían debido concurrir juntos a las elecciones para presentar una alternativa popular, han visto reducida su presencia a nueve (de los 61 de partida), ocho (nueve) y dos (cinco) escaños respectivamente. La forma en que han fracasado estos tres partidos, que ante los problemas que afronta actualmente la economía japonesa han hecho gala de su talante nostálgico con su pretensión de hacer retroceder al país hasta los años sesenta o setenta, indica que la ciudadanía ha juzgado que no constituyen una alternativa realista.

Puede decirse, en ese sentido, que la elección en torno a esos puntos en discusión se ha hecho ya. Ahora corresponde al nuevo gobierno decidir qué políticas concretas va a seguir, siempre sobre esa base. En política energética, el PLD ha incluido en su programa electoral el llegar a una combinación de fuentes de energía ideal a lo largo de los próximos diez años y volver a poner en funcionamiento las centrales nucleares que la Comisión Reguladora Nuclear juzgue seguras. Es un hecho extraordinariamente positivo. Si pensamos en el rápido ritmo al que se desarrolla la revolución del gas pizarra (gas de esquisto), fijar un plazo de diez años para llegar a esa combinación ideal parece una sabia medida. Y la reapertura de las centrales nucleares cuya seguridad haya sido probada es una decisión lógica.

En cuanto a la subida del impuesto sobre el consumo, no hay nada que decir, pues está fundamentada en un acuerdo tripartito entre el PDJ, el PLD y el Nuevo Kōmeitō. El acuerdo prevé que en abril de 2014 el tipo se eleve del actual 5% al 8%, pero en la ley aprobada conjuntamente hay una cláusula que establece como condición para llevar a efecto la subida un giro de la economía hacia su recuperación. A este respecto, Abe ha manifestado ya que aguardará a que se conozcan los datos sobre el periodo abril-junio de 2013 para tomar la decisión definitiva. Debido a que la citada cláusula obliga al gobierno a implementar medidas de estímulo económico, hemos de suponer que, a fin de impulsar la actividad económica para la próxima primavera, Abe elaborará un presupuesto suplementario de grandes dimensiones e irá lanzando medidas de efecto inmediato, como las obras públicas. También esto es un hecho positivo.

El TPP pasa por liberalización comercial y reformas estructurales

El problema es la participación de Japón en las negociaciones para el TPP. En su programa electoral, el PLD especifica que se posiciona “en contra de participar en las negociaciones para el TPP en tanto se parta de la premisa de que los aranceles deben ser eliminados sin contemplar excepciones”. Aunque su posición no es demasiado clara, no puede decirse que su negativa sea rotunda. Las negociaciones para el TPP entrarán en su fase central en 2013. Ese mismo año Estados Unidos comenzará a negociar con la Unión Europea un acuerdo de asociación económica integral, y es muy probable que esto sea el primer paso hacia la creación de un área de libre comercio que representaría el 50% del producto interno bruto mundial. Si se trata, tal como dice el PLD en su programa electoral, de “recuperar los cincuenta billones de yenes en renta nacional que ha perdido Japón”, entonces resulta obligado liberalizar el comercio exterior y reformar las estructuras económicas de Japón. Y como estrategia nacional, es impensable tomar la opción de no participar en la elaboración de las normas que regirán las relaciones comerciales entre los países durante el siglo XXI. Aquí es precisamente donde Abe deberá demostrar su liderazgo.

Por otra parte, Abe ha expresado su intención de establecer, en el seno del gabinete, un nuevo órgano para dirigir la recuperación económica, bajo el cual se crearían también una comisión para impulsar la competitividad industrial y otra para fijar la estrategia nacional en el marco de la economía mundial. Se relanzaría también el Consejo Consultivo de Economía y Finanzas Públicas. Incapaz de hacer realidad la proyectada Dirección de Estrategia Estatal que coordinaría las medidas de política económica y de otras áreas, el PDJ sumió en un letargo también al citado consejo consultivo, que era el órgano desde el que se comandaban los temas económicos y financieros. Algo similar ocurrió con la reorganización del Consejo de Política Científica y Tecnológica, de la que se habló mucho pero finalmente no se ha hecho nada, sin que se haya adoptado ninguna otra medida para promover la innovación científica y tecnológica (el gobierno decidió por fin reorganizar el Consejo de Política Científica y Tecnológica mediante una decisión del Consejo de Ministros con fecha de 9 de noviembre, y durante la temporada extraordinaria de sesiones remitió a la Dieta, para su aprobación, un proyecto de ley para enmendar el Acta de Establecimiento de la Oficina del Gabinete, que constituye la base del citado Consejo, pero al ser disuelta la Cámara Baja la propuesta fue desechada). Con el nuevo gobierno, esperamos que el actual modelo de estrategia de crecimiento, que se establecía una vez al año, sea sustituido por otro mejor coordinado y de fundamentos más sólidos, que incluya una política energética, medidas económicas orientadas al exterior, como es el caso de la participación en las negociaciones para el TPP, medidas para fomentar la innovación tecnológica y la desregulación.

Deseable pragmatismo en la política conservadora de Abe

En otro orden de cosas, los medios de comunicación extranjeros, tanto los de Corea del Sur y China como los de los países occidentales, han expresado su preocupación por la “derechización” de Japón. Yo no comparto esa preocupación, pero espero que el nuevo gobierno conservador actúe con pragmatismo. En principio, yo soy favorable a la reforma constitucional, pero no creo que este sea el momento adecuado para llevarla a cabo. En cuanto al problema territorial por las islas Senkaku (y lo mismo puede decirse sobre Takeshima o sobre los Territorios del Norte en disputa con Rusia), no hay perspectivas de que vaya a solucionarse a corto plazo. En toda disputa hay una contraparte y también la hay en esta, pero, en todo caso, creo que lo que se necesita en este momento es avanzar con la mayor discreción la potenciación de la Agencia Nacional de Guardacostas y de las Fuerzas de Autodefensa de modo que el dominio efectivo que Japón ejerce sobre las islas quede aún más reforzado y, al tiempo que se continúan los esfuerzos para obtener de la comunidad internacional un reconocimiento de la legitimidad de la posición japonesa al respecto, tratar de usar todas los recursos para bloquear el problema y dejarlo en suspenso, de forma que no ejerza una influencia negativa sobre la economía ni sobre otras áreas.

(Escrito el 17 de diciembre de 2012 y traducido al español del original en japonés)

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