La danza frenética del “shishi”

Sociedad Cultura

¿Vería algún japonés del periodo Edo (1603-1868) un león real?
Aunque observemos los shishi (animal de la mitología budista similar al león) dibujados por Katsushika Hokusai, gran artista de esta época que al final de sus días pintaba shishi como parte de su tarea cotidiana, podemos afirmar que no son como el león que nosotros conocemos.

Katsushika Hokusai, “Nisshin joma” (Amuletos diarios contra el mal) (Shishi, 11 de octubre) (De la colección de la Fundación Hokusaikan)

La imagen del shishi que llegó a Japón a través de la Ruta de la Seda aparece en las escrituras budistas(*1)y se suele representar junto con las flores de la peonía. Cuando esa imagen sube al escenario del kabuki, baila agitando alocadamente su melena de color rojo o blanco.

El shishi del kabuki es un ser heroico y noble, y por alguna desconocida razón, su espíritu salvaje y noble posee a los humanos. En la obra de danza Hanabusa shūchaku jishi (El shishi y las peonías en flor), el espíritu del shishi posee a una cortesana, y en otra obra clásica titulada Renjishi que se estrenó en 1872, cinco años después del fin del período Edo, su espíritu posee a dos actores de kyōgen (género de teatro cómico clásico). La historia de esta danza teatral se basa en una vieja admonición que cuenta cómo un shishi empujó a sus cachorros por un precipicio con la intención de criar sólo a aquellos que fuesen lo suficientemente fuertes como para regresar.

El shishi cachorro, heredero de Tomijūrō

El pasado mes de enero, Nakamura Kichiemon II(*2) bailó sobre el escenario del Shinbashi Enbujō la obra Renjishi. La persona a la que me referí como “mi actor favorito” en mi anterior columna, era él. El nombre artístico de su clan es Harimaya. Y el verano pasado fue reconocido como Tesoro Nacional Viviente de Japón. A los aficionados al jidaigeki (drama histórico) les resultará familiar por su papel de Hasegawa Heizō en la teleserie Onihei Hankachō. En el kabuki ha interpretado papeles dramáticos de gran profundidad y alcance, como Benkei, en la obra titulada Kanjinchō, y Ōboshi Yuranosuke en la versión de la historia Ōishi Kuranosuke, el líder de los 47 samuráis, dramatizada en la obra de kabuki Kanadehon Chūshingura.Si no actuase en el kabuki, es el tipo de actor al que a uno querría ver interpretar en obras de la altura de Otelo, Macbeth o El rey Lear.

Como su especialidad son los grandes discursos elocuentes, rara vez ha participado en obras de danza, sobre todo desde la época en la que me hice fan de él. Además, como no tiene ningún hijo heredero, que normalmente sería su pareja en el baile como shishi cachorro, ya había asumido que no vería el keburi (movimiento de agitar la melena) de Renjishi de Harimaya.

El kebuiri del shishi es una de las estampas emblemáticas del kabuki. No basta con hacerlo alocadamente y de cualquier manera, se debe controlar todo el cuerpo para mostrar la nobleza salvaje del shishi al enojarse. Y como las actuaciones de kabuki se representan al menos durante 25 días, es necesario preservar la fuerza y la condición física. Dicho en otras palabras, es un trabajo muy duro.

Cuando supe que Harimaya actuaría en Renjishi y que encima su pareja como cachorro shishi sería Nakamura Takanosuke, me quedé totalmente muda de la admiración. Este niño de 12 años es el heredero del virtuoso actor Nakamura Tomijūrō V (*3), que falleció el año pasado. Por una parte Takanosuke, que ha perdido a su padre; por la otra Kichiemon, que no tiene un hijo que lo suceda. Bien se podría decir que esta pareja representa el Renjishi en conmemoración del difunto y gran actor Tomijūrō.

El kabuki es una forma de arte que persiste durante cientos de años debido a que los miembros de cada generación de artistas se dedican a transmitir su arte y sentimientos a la siguiente generación. Precisamente, es gracias a esta conexión formada por la transmisión de su arte y sentimientos que ahora podemos ver Renjishi y preguntarnos ociosamente si la gente del período Edo llegó realmente a ver un león.

Una estrella etérea

Sobre el escenario, especialmente en la representación del último día, la juventud de Takanosuke se muestra exuberante. Está henchido de vigor.

Y luego está Kichiemon, que baila en la primera parte como actor de kyōgen en el papel de Ukon. Qué presencia. Si se comparan con los movimientos rápidos y fuertes del joven Takanosuke, los movimientos de la estrella son etéreos, flotan, parecen estar rellenos de algo suave, como los edredones de plumas.

El espíritu del shishi posee al actor de kyōgen Ukon y tira por el precipicio al actor de kyōgen Sakon, que se converte en cachorro de shishi, y que interpreta Takanosuke. En ese momento ya no queda claro si son personas o shishi. Tampoco se puede distinguir la severa resolución del padre de su dolor. Sin embargo, la expresión de alegría que transmitieron los ojos de Kichiemon cuando el cachorro empieza a subir el acantilado es tan potente como cuando un repentino haz de luz atraviesa las nubes, e hace que el público se queda sin aliento.

Un recital de remolinos

Y finalmente llegaron los keburi; son remolinos hechos con la melena. Los actores regresaron con unas melenas puestas, el que la llevaba blanca estaba poseído por el espíritu del padre, la melena roja era del actor que estaba imbuido por el espíritu del hijo. No se puede decir que no esteviesen cansados tras repetir 24 días consecutivos la misma actuación. Pero aun así, ¡el cachorro de shishi comienzó a girar de inmediato todo su cuerpo sin poder evitarlo! Empezó a girar y girar, cada vez más rápido, sin parar, exultante de vitalidad.

Y luego estaba Kichiemon, el shishi padre. Justo antes de que empezara a girar su melena, se inclinó hacia adelante y dejó balancear la melena muy ligeramente de derecha a izquierda. Era como si su cuerpo y la melena temblasen y se retorciesen porque algo salvaje y tumultuoso trataba de carcomerle desde las profundidades de su ser. Sus movimientos me dejaron totalmente boquiabierta.

Debía de estar muy cansado; Kichiemon ya no es un niño de 12 años. A pesar de ello, había algo que brotaba de su interior y lo impulsaba. No paraba de retorcerse. Y después de balancearse una vez más, se irguió repentinamente al unísono con la señal y dejó ver su rostro oculto. Su expresión era frenética. El actor que se había ganado el título de Tesoro Nacional Viviente se esforzaba con ahínco para realizar el keburi final.

Y luego, hizo rotar por última vez la melena balanceando mucho su cuerpo. La atmosfera del escenario se llenó con los zumbidos de sus rotaciones. Pareccía que sus giros absorbían el teatro mismo. Vueltas y vueltas, cada vez más rápidas. Con fiereza y nobleza.

¿Cómo podría alguien no conmoverse?

Además, ésta podría ser la última vez vimos el keburi de Kichiemon. Muchas emociones únicas convergieron en el mismo espacio. Me alegro mucho de ser fan de él y me siento profundamente agradecida por haber podido disfrutar de semejante obra.

(Escrito el 1 de marzo de 2012)

(Traducido al español del original en japonés.)

(*1) ^ Shishi shinchū no mushi (el insecto dentro del cuerpo del shishi) es un dicho que tiene su origen en las escrituras budistas. Significa que hay un parásito que habita en el interior del shishi que es letal para él y que le causará la muerte; se emplea como tropología de aquellos budistas que, a pesar de ser creyentes, hacen daño al budismo. Según la enseñanza, como el parásito no resiste las gotas de rocío de la flor de peonía, los shishi se acercan a menudo a la flor. Eso explica que frecuentemente aparezca representada la composición del shishi y la peonía en biombos y fusuma-e (pintura decorativa de las puertas correderas).

(*2) ^ Nació en 1944 y es el segundo hijo de Matsumoto Kōshirō VIII (Matsumoto Hakuō I). Se convirtió en el hijo adoptivo de su abuelo materno, Nakamura Kichiemon I, e hizo su debut en los escenarios a los cuatro años. Heredó el nombre artístico de su abuelo y se convirtió en Nakamura Kichiemon II a los 22 años.

(*3) ^ Nació en 1929, es el hijo mayor de Nakamura Tomijūrō IV. Hizo su debut en los escenarios en 1943, en el teatro Nakaza de Osaka. Fue reconocido como Tesoro Nacional Viviente en 1994.

Tesoro Nacional Viviente kabuki Katsushika Hokusai