La vía para superar el estancamiento político en Japón

Política

La política japonesa ha caído en un estado de estancamiento. No puede dar respuesta a las cuestiones políticas importantes, y cuando lo hace, tarda demasiado tiempo. ¿Por qué ha degenerado hasta llegar a semejante estado? ¿Es sólo un problema de Japón o es algo común en las democracias avanzadas? ¿Acaso será que los japoneses observan con masoquismo el gobierno de su país?

Por ejemplo, en Bélgica, durante un año y medio no pudieron formar un gobierno oficial, y finalmente, en diciembre del año pasado nació una coalición formada por seis partidos y liderada por el Partido Socialista; situaciones como ésta sobrepasan la comprensión de los japoneses. Aunque de trasfondo hay un conflicto histórico entre las regiones belgas con diferentes idiomas, es innecesario decir que esta situación fue lo que provocó la disfunción política.

Las razones de la disfunción institucional

 En el caso de Japón, se produjo un cambio de régimen en las elecciones generales de hace tres años; el Partido Democrático de Japón (PDJ) reemplazó al Partido Liberal Democrático (PLD) y tomó el gobierno. Sin embargo, no sólo han sido incapaces de cumplir los compromisos prometidos a los votantes en su programa electoral, sino que además de estar tardando demasiado tiempo en dar respuesta al Gran Terremoto del Este de Japón y al accidente de la central nuclear Fukushima Daiichi, lo están haciendo inapropiadamente.

Aunque hay varias razones que lo explican, una de ellas es la problemática del sistema institucional: la Cámara Alta está controlada por los partidos de la oposición, circunstancia que se denomina como “situación retorcida”. La Constitución de Japón, con el sistema bicameral, ha adoptado el sistema de gobierno parlamentario. La duración de los mandatos de ambas cámaras es diferente, y como a menudo también hay diferencias en  las fechas de sus elecciones, la “situación retorcida” puede darse en función de la voluntad popular del momento.

La Cámara Baja tiene prioridad sobre la Cámara Alta sólo en tres puntos: presupuestos, el nombramiento del primer ministro y tratados; en lo que respecta a los otros proyectos ambas cámaras tienen la misma autoridad. Por lo tanto, incluso aunque en la Cámara Baja la votación del proyecto del presupuesto sea aprobada con mayoría, los partidos de la oposición pueden rechazar los proyectos de ley relacionados con el presupuesto en la Cámara Alta. Cuando los ingresos fiscales no son suficientes, la situación obliga a depender de la emisión de deuda pública. Al igual que ocurrió el año pasado, este año también ha sucedido: aunque el proyecto del presupuesto ha sido aprobado por mayoría en la Cámara Baja, el proyecto para la ley especial de deuda pública que financiaría ese presupuesto continua sin ser aprobado.

 Para superar esta situación, la Constitución tiene una medida por la que permite la re-aprobación al contar con los votos de dos tercios de la Cámara Baja. Cuando yo estaba en el gabinete de ministros, durante el gobierno del PLD con los ministros Abe, Fukuda y Asō, como el partido en el poder contaba con dos tercios de la Cámara Baja, los proyectos de ley se re-aprobaban de esta manera. Sin embargo, ahora el gobierno del PDJ no goza de esa mayoría de dos tercios. Por eso ocurre que lo que se aprueba en la Cámara Baja, se rechaza en la Cámara Alta y se ven obligados repetidamente a ceder sin poder ejecutar las medidas políticas necesarias. Este es el contexto del sistema institucional en el que no se pueden materializar las promesas del programa electoral.

Es el momento de considerar seriamente la eliminación de la "Dieta retorcida"

Para eliminar la "Dieta retorcida" el método es pasar de un sistema bicameral a uno unicameral. Por otra parte, se podría considerar el cambio del sistema parlamentario a uno presidencial. Sin embargo, en ambos caso sería necesaria una modificación de la Constitución, lo cual no es nada fácil. Entonces, si pensamos en una reforma que no deba ir acompañada de una enmienda constitucional, en primer lugar habría que pasar de la actual igualdad entre la Cámara Alta y la Cámara Baja, a dar prioridad a la Cámara Baja. Sin embargo, esto supondría esencialmente que la Cámara Baja pasaría a aprobar la práctica totalidad de los proyectos de ley, y sería difícil obtener el consentimiento de la Cámara Alta. Ante este hecho, también es posible proponer el proyecto de reforma que aboga por un sistema que permita la elección directa del primer ministro por voto popular. Sin embargo, teniendo en cuenta la propagación del populismo, existe la preocupación de que esto pudiese abrir el camino al despotismo.

En Francia se ha dado una situación en la que el presidente y el primer ministro han surgido de facciones contrarias. A esto se denomina cohabitación, y el reparto de funciones entre el presidente y el primer ministro ha impedido la disfunción de la política. En Japón también se debe considerar seriamente una solución para la "situación retorcida".

(Escrito el 15 de abril 2012)  

(Traducido al español del original en japonés)

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