“Relatos de chozas”

Sociedad Cultura

Podría decirse que la repercusión más radical de la catástrofe y el accidente de la Central Nuclear de Fukushima Daiichi tras el terremoto del 11 de marzo de 2011, a escala internacional, se produjo en Alemania. Allí, el gobierno tomó la decisión de ir abandonando gradualmente la energía nuclear pocos días después del cataclismo. Este cambio radical en la política energética alemana fue confirmado por el parlamento alemán en junio de 2011. No obstante, más allá del ámbito político se produjeron otras reacciones que no son tan fáciles de identificar, ya que están más arraigadas en la vida diaria.

No me estoy refiriendo a las respuestas directas a la catástrofe, que continúan produciéndose todavía hoy. Ejemplos de ello son los innumerables actos de solidaridad y beneficiencia, recaudación de fondos, inicitativas para alojar a japoneses que quieran abandonar su país durante un cierto tiempo, y las visitas a Japón de voluntarios jóvenes (entre los que incluyo a alumnos de mi universidad) para ayudar en la reconstrucción de las zonas afectadas de Tōhoku. Huelga decir que todos los medios de comunicación alemanes realizaron una amplia cobertura de la catástrofe, seguida por un debate sobre cómo responder adecuadamente a un suceso así. Un corresponsal de televisión recibió posteriormente un codiciado premio de comunicación por sus reportajes desde Japón. Periodistas realizaron también extensos e impresionantes reportajes tras viajar a la región afectada y entrevistar a agricultores, comerciantes, madres y ancianos; a los que perdieron su hogar y estaban sufriendo las penurias de encontrarse en alojamientos temporales; y a los que regresaron a sus pueblos devastados.

La cobertura mediática volvió a alcanzar su punto más alto esta primavera, un año después de la catástrofe. Un reportaje televisivo captó particularmente la atención, ya que sacó a la luz de una forma impresionante el trasfondo de la decepcionante -y, al parecer, insuficiente- política informativa de las autoridades japonesas, a través de entrevistas con el ex primer ministro Kan Naoto, entre otros. Este reportaje, posteriormente doblado al japonés y emitido en YouTube, llegó a alcanzar más de un millón de visitas a principios de mayo de 2012. Durante una visita a Japón a finales de abril, quedé sorprendida cuando mi peluquera me dijo que había visto este programa en YouTube.

Japón en la prensa escrita: nuevas perspectivas

¿Y qué decir del campo cultural en un sentido más amplio? ¿Podemos observar alguna repercusión más allá de los debates entre políticos y académicos sobre las consecuencias económicas, ecológicas, sociales y morales del gradual abandono de la energía nuclear o sobre la cobertura de las catástrofes por parte de los medios de comunicación, y el periodismo de baja calidad?

Versión alemana del texto clásico de Kamo no Chōmei (traducción de Nicola Liscutin; Insel Verlag Anton Kippenberg GmbH & Co. KG, Berlín, 2011).

La afirmación de que la triple catástrofe del noreste de Japón ha servido para revitalizar el interés por el país nipón puede sonar un poco severa, pero esto se ha reflejado en un número considerable de nuevos libros publicados que analizan la crisis, con reportajes realizados por personas que estaban en Japón en el momento en que todo ocurrió. Además, las secciones culturales de los medios de comunicación han abordado temas como la mentalidad japonesa, la historia de los terremotos en Japón, y la relación de la catástrofe con personajes como Godzilla y Tetsuwan Atom (Astro Boy). Revistas semanales de noticias como Stern y Der Spiegel han dedicado también ediciones especiales a la historia y la cultura japonesas, con amplias secciones de fotografías, entrevistas con personalidades japonesas de importancia y numerosos artículos de periodistas y especialistas en Japón.

En este contexto, ha sido especialmente significativa la reedición de la traducción alemana de uno de los grandes clásicos de la literatura japonesa de principios del siglo XIII, Hōjōki (“Relato de mi choza”), de Kamo no Chōmei, una impresionante crónica y reflexión de las catástrofes tanto naturales como sociales de su época. Un crítico alemán describió esta obra como una revelación sobre la tensión que existe entre la adhesión al pasado y la conciencia de la transitoriedad. El libro, en donde una choza es tanto un lugar de liberación como de refugio, impresionó a los lectores por su aproximación intemporal y nueva a la cuestión de cómo vivir un periodo de incertidumbres y cataclismos.

Número de la revista trimestral alemana dedicado a analizar el desastre del 11 de marzo (ed. Hans-Jürgen Balmes, Jörg Bong, Alexander Roesler, Oliver Vogel, Kazuko Yamaguchi, S. Fischer Verlag GmbH, Fráncfort, 2011).

En la edición de primavera de 2012 de la publicación trimestral Neue Rundschau podían encontrarse traducciones al alemán de obras de diez autores japoneses contemporáneos sobre la catástrofe del marzo de 2011, con nombres tan conocidos como Kawakami Hiromi, Hirano Keiichirō, Kirino Natsuo, Okada Toshiki y Ōe Kenzaburō, junto con reflexiones de escritores y académicos de Humanidades sobre el papel de los medios de comunicación. Como explicaron los editores, el proyecto ya estaba acordado con la revista japonesa Gunzō antes de la catástrofe, pero tras los sucesos se convirtó en una necesidad urgente.

El 11 de marzo de 2011 en la literatura alemana

Aunque es definitivamente demasiado temprano para valorar qué eco tendrá la catástrofe en la literatura alemana, cabe remarcar que ya existen algunos ejemplos de enfoques extraordinariamente creativos. Tal vez el ejemplo más destacado hasta el momento sea Das fünfte Buch: Neue Lebensläufe. 402 Geschichten (“El quinto libro: nuevo curriculum vitae. 402 relatos”), la última obra del escritor y cineasta Alexander Kluge, que celebró su octogésimo aniversario en la primavera de 2012. Con esta obra, Kluge parece completar el gran proyecto de narrativa que inició hace cincuenta años con un ciclo de colecciones de historias de la vida. Como explica el propio autor, “nuestros currículum vitae son casas desde cuyas ventanas los humanos interpretamos el mundo: un conjunto de experiencias que pueden narrarse de forma literaria”.

El último libro de Alexander Kluge plantea un acercamiento más creativo para enfrentarse a la catástrofe (Suhrkamp Verlag GmbH & Co. KG, Berlín, 2012).

La portada del libro de 564 páginas muestra la emblemática fotografía de una gran embarcación varada sobre una casa entre la devastación y los escombros del tsunami. El primer capítulo presenta una compleja mezcla de historias reales e inventadas, reflexiones y ensayos sobre distintos temas como por ejemplo una novela francesa del siglo XVIII y encuentros con personalidades históricas famosas. También incluye un subcapítulo titulado “Viejos amigos de la energía atómica”, en donde Kluge presenta anécdotas contadas por expertos del accidente nuclear de Fukushima, entrelazados con reportajes de investigaciones sobre refugios extraterrestres ante desastres para la humanidad futura o sobre terremotos y tsunamis en la antigüedad.

Kluge, que sobrevivió por muy poco a un ataque aéreo durante la Segunda Guerra Mundial, se guía por el leitmotiv de haber sobrevivido por pura casualidad. Así, como ha resaltado un crítico, no es la búsqueda de la verdad o la pasión lo que motiva a sus protagonistas, sino las cuestiones referentes a la dignidad, la supervivencia y la profesionalidad. Kluge también ha escrito el guion de una obra de teatro para la radio, emitida el pasado mes de abril, que aborda experiencias extremadamente catastróficas, del mismo estilo que su obra más extensa, Das fünfte Buch. Este libro tan alabado es tan solo un ejemplo —o tan solo un “relato de una choza” por así decirlo—de cómo se refleja la crisis de Japón en la literatura alemana, y no hay duda de que otros le seguirán en los próximos meses y años.

En general, no creo equivocarme cuando afirmo que la catástrofe del noreste de Japón ha afectado a la psique alemana de manera mucho más acusada que la catástrofe del tsunami de 2004 del Sudeste Asiático. Una catástrofe acaecida en un país altamente desarrollado como Japón hizo sentir a los alemanes los límites del control, de la tecnología y del progreso, provocando reflexiones sobre lo fundamental y también sobre lo filosófico. Este acontecimiento hizo a los alemanes ser más conscientes de la fragilidad de la existencia, y ello parece habernos conectado todavía más con el pueblo japonés.

(13 de junio de 2012; traducción al español del original en inglés)

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